Capítulo 12: Resfriado.
Todo había pasado a cámara lenta frente a sus ojos. Los gritos de la gente apenas eran audibles, volviéndose lejanas mientras su cuerpo se rendía ante el agotamiento extremo. La reja se abrió, dejando entrar a Law. ¡Corría hacia él! Pero todo parecía ir demasiado lento. No podía enfocar su vista, era borrosa pero... intentó fijarse en aquellos labios. Se movían y pronunciaban su nombre. Quería permanecer despierto, quería escuchar lo que tuviera que decirle, pero no lo lograría. Cerró los ojos escuchando aquel último "Ace" que flotó en la jaula antes de que se tirase de rodillas al suelo para atenderle.
Lo primero que hizo Law al llegar a él, fue comprobar su temperatura y observar sus heridas. No parecían graves pero su fiebre aumentaba y era un peligro. Necesitaba bajarle la temperatura y lo necesitaba en ese mismo instante. Pensó el lugar más cercano donde atenderle. Era su habitación, sin duda alguna, porque hasta la enfermería tenía demasiado trayecto.
Cargó el cuerpo de Ace sobre el suyo, pasando su brazo tras su cuello y arrastrando hacia la puerta de la jaula. Los guardias estaban allí, en medio, mirando la escena y sin apartarse, como si esperasen el visto bueno de aquel estúpido noble para poder sacarlo de allí.
- Moveos – ordenó Law.
Pero no lo hicieron y él no tenía tiempo de estar dialogando. Miró hacia arriba, esperando ver el rostro de esa persona que daría la orden pero no parecía estar por la labor de hacer caso a sus guardias. Mantenía una conversación con otros nobles, sin importarle la salud de los esclavos, pero era algo normal y una actitud que esperaba de él.
- Apártate de mi camino o te arranco el brazo aquí mismo – amenazó Law.
Ambos guardias le miraron con odio y avanzaron un par de pasos hacia él, sin embargo, el noble dio la orden de que le dejasen salir y estos lo hicieron con enfado en su mirada.
Law sabía de sobra que sus dotes sociales no eran buenas y aunque generalmente hablaba con cierto respeto, también era verdad que sus primeras formas y sus saludos solían no ser siempre los más adecuados. Estaba acostumbrado a decir lo que quería y aunque con respeto... nunca había guardado silencio ante lo que debía decirse.
Salió de la jaula, arrastrando el cuerpo de Ace cargando sobre su espalda y encaminándose a su cuarto. Tardó casi diez minutos en llegar, culpa de la distancia y el peso muerto que arrastraba tras él. Frente a la puerta, intentó abrirla sin mucho éxito pero por suerte y aunque tuvo que recolocar a Ace mejor por el peso que estaba sufriendo a su espalda, la puerta se abrió desde el interior. Seguramente habían escuchado los ruidos y Bepo fue el primero en aparecer en su rango de visión.
- No te quedes ahí y ayúdame – se quejó Law.
- ¡Dios! – fue la exclamación que dejó escapar Lami al ver cómo Bepo apartaba a Ace de la espalda de su capitán y lo sostenía mientras éste se iba directo al aseo – está sangrando mucho.
Law no hizo el menor caso a su hermana o a los gestos confusos de su compañero, abrió la llave del agua fría y dejó que empezase a caer el agua. El problema iba a ser sostener a Ace ahí dentro. Inconsciente como estaba, sería imposible que se mantuviera de pie bajo el agua.
- Law, no puede mantenerse...
Ni terminó la frase, Law ya había vuelto a agarrar los brazos de Ace metiéndolo en el plato de ducha y entrando él para poder sostenerle allí. Retuvo el grito que quiso dar por el agua fría al caer sobre su cuerpo. Se sostuvo contra los azulejos para poder sostener mejor a Ace y que la fiebre empezase a bajar.
- Joder, Law – se quejó Bepo – vas a pillar una pulmonía, estás completamente loco.
- No se sostendría él solo. Prepara unas toallas y agua bien fría, voy a necesitarlas esta noche. Prepara ibuprofeno y paracetamol, debe estar todo en el segundo cajón de la enfermería.
- Voy ahora mismo.
- Y tráeme la medicación para su costilla y algo de anestesia.
- ¿Anestesia? – preguntó Bepo confuso.
- Si el dolor no le remitiera con hielo y la medicación, pincharé sus nervios con algo de anestesia. Ganaré algo de tiempo al menos para impedirle dolor.
- ¡LAW! – gritó su hermana preocupada al ver la sangre que teñía el agua.
- Lami, mírame, él está bien, ¿vale? Son heridas superficiales, la cara y las manos son muy escandalosas, da la sensación de que es una herida grave por la cantidad de sangre pero no es cierto, son pequeñas, se le curarán enseguida.
- Pero...
- Bepo... llévate a mi hermana de la habitación.
- Pero, Law.
- Lami, por favor... déjame hacer mi trabajo. Sé que te preocupa pero necesito que salgas de aquí.
Bepo se acercó a Lami y, posando su mano sobre el hombro de la chica, le indicó que le acompañase. Ver al chico que le gustaba en esa situación no era en absoluto gratificante, Law entendía que su hermana estuviera tan preocupada y, sobre todo, asustada, pero era mejor sacarla cuanto antes o no podría atender debidamente a ese chico.
El agua estaba helada pero no se le ocurría ahora mismo otra forma de bajarle rápido la temperatura. No entendía cómo no había tenido ni un solo síntoma antes de hoy. Un resfriado tendría que haber tenido un par de días de incubación y además de eso, habría empezado por algún dolor de garganta, o algún leve estornudo... pero no directamente con una fiebre tan tremendamente alta. Iba a necesitar hacerle más pruebas en cuanto pudiera.
Estuvo unos minutos allí debajo del agua hasta que ésta empezó a salir clara. La sangre se había limpiado pero él miraba el rostro de Ace, apoyado sobre su hombro, con el cabello sobre él. Movió su mano y arrastró los mechones mojados de su frente hacia atrás.
- Sigues ardiendo – susurró al dejar su mano apoyada en la frente.
Apagó el grifo y salió del plato de ducha con cuidado, tomando una de las toallas y colocándosela por encima al cuerpo de Ace. Por suerte, Bepo llegaba en ese momento, dejando todo lo que le había pedido en una mesa de la habitación principal.
- Bepo, ayúdame, hay que ponerle la toalla – se quejó Law.
El cuerpo de una persona inconsciente era terriblemente pesado, todo su peso caía sin control y menos mal que Bepo le ayudó a sujetarle para poder moverle y ponerle la toalla.
- ¿Dónde lo llevamos?
- A la cama. Le está bajando algo la fiebre y empezará a tener frío en breve.
- Te he preparado todo lo que me has pedido. Si no necesitas nada más...
- Sí, vete a descansar, ya me ocupo yo de esto. Sólo... dejémosle en la cama.
Entre ambos, dejaron a Ace en la cama antes de que Bepo se marchase definitivamente. Esperó a que la puerta se cerrase y volvió a mirar la cama. Ace seguía inconsciente, ardía en fiebre pero había bajado un poco tras la ducha fría. Levantó sus piernas y sacó las mantas para ponérselas encima antes de ir a por una toalla y humedecerla en el balde con agua fría. La colocó sobre su frente y revisó por la habitación hasta encontrar el cordón que ataba las cortinas.
¡Debilidades! Eso era lo que Ace creaba en él, grandes y fuertes debilidades. Nunca imaginó que en su cama habría alguien más, daba igual si fuera para sexo o no, no debería haber entrado nadie y, sin embargo, lo tenía allí. Pero eso sólo significaba que se daba cuenta de que se estaba convirtiendo en una gran debilidad. Si alguien le hubiera dicho a Ace que le matase, o le hubieran pagado o prometido liberar a su hermano a cambio de su vida, él lo habría hecho y por eso mismo... no podía bajar la guardia. Todos sus enemigos estarían esperando ese momento en que él la bajase, no podía permitírselo.
Ató las manos de Ace juntas y las colocó sobre su cabeza enrollando la cuerda al cabecero de la cama. Al menos teniéndolo atado, no podría intentar matarle en caso de que ésa fuera su intención.
Entró al baño a quitarse toda la ropa mojada y trató de secarse lo mejor posible con una toalla. La enrolló en su cintura y salió fuera. Ace seguía durmiendo. Se sentó en un sillón al lado para poder vigilarle toda la noche si fuera necesario, tapándose con una gorda manta y temblando como un condenado tras la ducha de agua fría. Su cabello seguía empapado y aunque había tratado de secarlo, era lo máximo que había conseguido hacer con él.
Un estornudo le auguró que iba a resfriarse, ése sí era un síntoma de que en un par de días... él estaría resfriado. En cambio, lo de Ace, lo de él era muy raro. Una fiebre repentina que aparecía en minutos, no era algo bueno. La última vez le había hecho las pruebas justas para la lesión pero... iba a necesitar una revisión entera y radiografías de todo el cuerpo.
Tomó el teléfono a su lado y marcó el número para contactar con los sirvientes de la zona. Iba a ser una larga noche de vigilarle la fiebre, así que mínimo necesitaría un café o un chocolate caliente. ¡Aún no podía creerse que fuera a pillar un resfriado por ese idiota!
- ¿Qué narices estoy haciendo? – se preguntó para sí mismo mirando a ese chico con mejillas sonrojadas a causa del calor de su cuerpo.
Su rostro seguía siendo la de ese niño inocente, ahora intensificando su atractivo por el tono rojizo y la sensación de protección que emanaba de él. ¡Era una locura! Ese chico tenía algo especial, algo que le hacía diferente a todos y le llevaba a cometer una estupidez tras otra. Había venido a matarle... y había terminado teniéndole allí tirado en su cama. ¿Cómo consiguió algo así? Ni el mismo Law tenía una respuesta lógica y sensata para ello.
Nunca soñó con tener una familia tras el asesinato de la suya, tampoco pensó en enamorarse, ni siquiera se fiaba de los que tenía a su lado, su sueño sólo había sido uno... venganza. Quería vengarse de todos aquellos que destruyeron su vida. Aprendió a defenderse, aprendió a asesinar pero nunca olvidó las lecciones de medicina que su padre le impartía. Y ahora aparecía ese chiquillo, que no debió de ser nada más que un número más en su lista de asesinatos y... ¡no sabía lo que estaba ocurriendo!
- Lu-ffy – escuchó que susurraba.
¡Era normal en él susurrar el nombre de su hermano! Al principio creía que era la preocupación por no haberle visto en tanto tiempo, pero tras su último encuentro, supo que no era eso, era culpabilidad lo que sentía. Creía que no había podido protegerle como debería.
- Ace, estás ardiendo en fiebre, tienes que intentar descansar.
- Tengo... calor.
- Lo sé, pero en un rato es posible que tengas frío – comentó sin apartarle la manta.
- Law, por favor... estoy sudando.
Sus manos se movieron como si intentase apartar la manta, pero la cuerda las retuvo en su lugar, obteniendo la mirada de Ace y una ligera sonrisa por su parte al verse atado.
- Esto te ayudará – susurró Law colocando la toalla empapada en agua fría en su frente.
Sólo fue interrumpido una vez cuando le trajeron el chocolate caliente. El resto de la noche, Ace se la pasó entre susurros y durmiendo a ratos. Luchando contra las propias cuerdas cuando sentía calor o frío. Law, en cambio, se mantuvo en ese sillón sentado, con la toalla en su cintura, una manta alrededor de todo su cuerpo y el chocolate caliente en su mano. Velando por él, por la fiebre y sin entender qué estaba causando aquello, escribiendo en un papel las pruebas que quería le realizasen lo antes posible.
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