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XI. A Salvo


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Luego del fatidico conflicto con Leah, Maeven y yo decidimos que por lo pronto sería mejor que ella volviera a la playa.

Aunque al principio no quería dejarla sola y ella tampoco quería irse, mamá dejo en claro que sería lo mejor para ambos. La manada seguramente ya estaría enterada y si veían a Maeven aquí nada nos aseguraba que no iban a actuar en su contra y eso amenazaría contra mi juicio.

Sabía que haría lo que fuera por mantenerla a salvó, daría mi vida por ella.

Cuando se trata de mi impronta, nunca podía hacer suficiente. Para mí la prioridad número uno es que está está bien y si el que la manada no aceptará nuestra relación era un factor en contra de nuestra relación, entonces lo mejor sería mantenerla alejada de la reservación hasta que las cosas se calmen.

La rubia y yo salimos de mi casa hacía la playa.

— Lo lamento tanto, Seth— me dijo mientras caminaba tomando mi mano.

— Ya, no te preocupes por eso— negue— esto es solo un bache en el camino, ¿si?, pronto estaremos sentados en el salón de mi casa comiendo sandwiches mientras Sam hace caras raras y te mueres del aburrimiento con los chistes de Paul— anime.

Maeven me sonríe, pero esa sonrisa no duró mucho.

De repente, el ambiente se comienza a tornar pesado y puedo sentir como la manada nos rodea. No puedo verlos, pero se que están ahí.

La rubia también lo siente, lo sé porque se aferró con fuerza a mi brazo e intentaba esconderse detrás de mi.

De pronto, un Sam en forma humana aparece frente a nosotros.

— Sam, lo que sea que te haya dicho Leah...

— Leah me contó lo suficiente— calla mis palabras.

— No, no lo hizo— niego.

— Sabes que estás poniendo en peligro a la reservación, Seth. Esa cosa que está contigo es peligrosa.

— No es una cosa, tampoco peligrosa— desafío—. Es mi impronta.

— Eso no lo sabemos.

— Yo lo sé, ¿cómo explicas el hecho de que no me hiciera daño aún?

— Seth, ella es un monstruo— explica—, se divierte jugando con sus presas.

Lo miro incrédulo.

— ¿Hablas enserio?, solamente dices cosas al alzar— señaló a Maeven—, ella es buena, Sam, por favor deja que te lo demuestre.

— Seth, sabes que no puedo permitir que alguien así este cerca de nosotros.

— Si puedes, es mi impronta, la ley dice que...

— Yo soy la ley, Seth— me interrumpe ya molesto, utilizando la voz de alfa.

Mis ojos comienzan a hacerse lágrimas de la impotencia de poder hacer nada contra él.

Maeven lo mira molesta, se que odia verme en esta situación y eso me pone mucho peor. El no poder protegerla de esto me hace sentirme inútil y pequeño.

— Mira, podemos hacer esto por las buenas, Seth.

— No quiero— lo miro mientras me salen muchas más lágrimas— No entienden, no entienden absolutamente nada.

— El consejo será quien decida que hacer— se da la vuelta mientras los lobos de la manada se acercan para atacar.

Me coloco frente a ella y doy unos pasos adelante para transformarme. Mientras estaba en mi forma lobuna pude escuchar todas las voces de mis amigos atormentandome, más un así no baje la guardia, me mantuve firme.

— Esto es una locura, vamos— gruñe Paul.

— Sabes que no puedes contra nosotros, es imposible— habla Quill.

Me resigno a guardar silencio. Sabía que sería difícil, pero sin importar que evitaría que tocarán a Maeven.

Aún cuando el costo sea mi propia vida a manos de mi manada.

Pero sabía que ellos no usarían ese tipo de fuerza bruta conmigo, no, no serían capaces.

Gruñó cada vez que alguno da un paso más adelante y me preparo para atacar.

Pero siento la mano de la rubia recorriendo mi espalda, acariciando mi pelaje con suavidad y volteo a mirarla.

— Yo me encargo, Seth.

Después de decir eso, mis oídos se deleitan con la melodía más hermosa que pude haber escuchado en mi vida. De boca salía un hermoso cantico que me hacía sentirme en el paraíso y poco a poco note como mis párpados se hacían pesados, mi cuerpo muto por si solo y caí al piso sobre la cama de hojas completamente desnudo y soñoliento.

Después de eso no recuerdo que aconteció.


Por otra parte, Bella escuchaba atenta como Jacob le hablaba sobre la Sirena que había encontrado Seth, con el propósito de que esté suceso sea informado a los Cullen.

— Entonces eso quiere decir que volvieron de nuevo a la superficie...

— Realmente no estamos tan seguros— suspira Jacob—, pero hasta donde sabemos esa cosa tiene hipnotizado a Seth y parece que no lo soltará por un tiempo.

— ¿Seth está involucrado?— pregunta Bella preocupada.

— Si, al parecer ella le hizo creer que era su impronta, Leah llegó buscando ayuda a la manada tan rápido como se enteró y los muchachos los enfrentaron al salir de la casa de Sue, pero ella los embrujo o algo y ahora ella y Seth están desaparecidos— relata.

— ¿Y como saben que realmente ella y Seth no imprimaron?— cuestiona.

— Los pensamientos de Seth no contienen ningún tipo de información de esa supuesta imprimación, Bella— aclara—, si él se imprimo de ella, sus pensamientos debieron estar llenos de la chica en primer lugar y cualquiera de nosotros se hubiera dado cuenta de eso— se encoge de hombros—. Si hubiera sido el caso, no podríamos tocarla, es simple.

— Ahora Seth tiene que lidiar con esto, vaya problema.

— Si, siento lastima por él, no merece ser engañado de esta manera.

— ¿Y porque la chica lo querría especialmente a él?, es decir, pudo tomar a un pez gordo, como Sam— lo mira.

— No, Sam está imprimado, no sería efectivo— niega—, pero realmente no tengo idea de porque eligió a Seth.

— Es algo extraño.

— Lo es, Bella—suspira.

— Le avisaré a Edward, tu tranquilo— acaricia su hombro un momento.

— Si, pero realmente quiero que te mantengas a salvó tu también, alejate del agua.

— Está bien, lo haré— sonríe.

— Bueno, si tus chupasangre tienen algo que decir, me avisas, necesito mantener informado a Sam de lo que está pasando.

— No lo dudes— se despide.

Ahora Bella sabía que tenía que decirle a los Cullen lo que estaba pasando y con esto darles la respuesta sobre aquella chica que vieron en el bosque. Era aquella Sirena que había engañado a Seth y ahora tenían a un depredador suelto por las costas de Forks.

Esto sumando lo de Victoria sería un gran problema que enfrentar.

Comienzo a despertar sintiendo humedad en el aire. Huelo un poco a sal y siento un poco de calor.

Miro a mi alrededor mientras me siento y noto que estuve durmiendo recostado sobre una sábana muy conocida, también noto que estoy dentro de una cueva que la igual que la sábana, se me hace muy conocida.

— Oh, ya despertaste— escucho la voz de Maeven y volteo a verla.

Ella camina en mi dirección y toma asiento junto a mí.

— ¿Cómo te sientes?— me pregunta.

— Estoy... bien— respondo—. Un poco adormilado.

— Es normal al principio, no te preocupes— acaricia mi espalda.

— ¿Esta es la cueva que esta cerca de la playa?— pregunto mirando a mi alrededor confundido.

— Si, ¿ya habías estado aquí antes?

— Si, solía entrar aquí con mis amigos de la escuela— suspiro—, es un buen lugar para pasar el rato.

— Para mí es un buen escondite de los humanos.

— ¿Que paso con los chicos?— el recuerdo de la discusión me vino de golpe.

— Ellos están bien, no te preocupes— me tranquiliza— Solo están dormidos.

— ¿Dormidos?... si... ocurrió cuando comenzaste a cantar— recuerdo.

— Si, los dormí con mi voz— asiente.

— ¿Es otro de tus poderes mágicos?, ¿Voz que hace dormir?

— Si, es algo que todos los de nuestra especie poseen, el don de cantar una canción que puede hacer dormir a quien la escuché— me cuenta—, pero solo es inmune entre nosotros, por eso es que te quedaste dormido tu también.

— Ah, ya te iba a preguntar eso, de hecho.

— Pues me adelante.

Sonrío mientras la miro y siento una increíble paz cuando ella está así a mi lado.

El mundo está en nuestra contra, pero aún con todo ese peso puedo sentir que lo tengo todo con solo escucharla respirar. Es increíble que tenga mil y un problemas, pero ella jamás será uno de esos.

Aún cuando es por esta relación que mi manada le está dando caza y gracias a mi idea de presentarla puse en riesgo su vida.

Algo que me está causando repentina culpabilidad.

— Lamento lo que pasó...

— No tienes que disculparte— acaricia mi mejilla—, no es tu culpa que yo naciera con esta naturaleza.

— No, pero gracias a mí ahora te están buscando— siento un fuerte aprenton en el pecho—. No quiero poner tu vida en riesgo, Maeven.

— No lo estás haciendo, tu no. Ellos son los que están contra mí, tu solo quisiste compartir tu felicidad.

— Pero eso resultó en un problema, algo que te está poniendo en peligro.

— No importa, Seth— niega y me abraza con fuerza—. Mientras esté contigo, no importa poner mi vida en riesgo.

Mis ojos se hacen llorosos mientras le devuelvo el abrazo con fuerza. Me siento tan asustado de perderla, pero aún así se que mientras estemos juntos todo estara más que bien.

El momento se siente tan hermoso que me parece completamente irreal. El que después de sentir tanto miedo pueda estar así de calmado con ella es una locura.

Su piel es suave al tacto y el calor corporal que me transmite se siente tan bien, casi como si estuviera desnudo...

Un momento.

¡Estoy desnudo!

Suelto a Maeven de inmediato y comienzo a tapar mis partes nobles con mis manos para que la chica no vea nada de más.

— ¿Que pasa?— me pregunta confundida.

La miro hecho un tomate y me encojo en mi lugar.

— Es que yo...— tartamudeo nervioso— yo... estoy desnudo — miro al piso avergonzado.

— Oh...

Me pongo más rojo aún cuando escucho su tierna risa.

— No tienes que preocuparte— arruga la nariz de forma graciosa— recuerda que de dónde yo vengo, la ropa no es muy común— se encoge de hombros—, es algo muy normal.

— Si, ya lo sé— digo timido—, pero de dónde yo vengo no tanto...

—Cierto— sonríe— te traeré tu bolso con ropita, espérame aquí.

Maeven se da la vuelta y camina apenas unos pasos para alcanzarme el mismo bolso que le había dado justo antes de ir a mi casa.

— Toma, aquí aún hay ropa— me alcanza.

— Gracias— comienzo abriendo el bolso y sacando algunas cosas.

La ropa es vieja, pero seguro no me queda muy ajustada.

Miro a Maeven esperando a que se de vuelta, pero ella no parece captar la indirecta.

— ¿Que?

— Es que... ¿te podrías dar la vuelta, por favorcito?— pido tímido.

— Ah, si, claro— se da la vuelta.

Suspiro y sonrió enternecido para comenzar a colocarme la ropa.

Una vez ya me había puesto mis pantaloncillos, note que estaban algo bastante justos, pero nada que no pueda estirar con algunas sentadillas y pues la sudadera si me quedaba bastante bien y muy cómoda la verdad.

Ya listo le pido a Maeven que se voltee y ella se acerca a abrazarme apenas lo hace.

La miro sonriente y aún algo apenado por la situación del momento.

— Entonces... ¿Me cargaste estando desnudo hasta aquí?

— Pues si, pero no te preocupes, no ví nada de más— se acurruca en mi pecho.

— Pues que bueno— suspiró aliviado—, me hubiera dado mucha pena si me dices que si.

— Por eso te dije que no.

— ¿Entonces si viste?— me alarmó.

— No— niega—, no ví nada.

— Espero que no, señorita— acaricio sus hombros.

— Es la verdad— ríe.

— Bueno, jamás dije que no lo fuera.

En ese momento nos quedamos ella y yo juntos hasta que cayó la noche.

Solo nosotros dos abrazados dándonos afecto para olvidarnos del mal rato que pasamos antes. No nos importaba mucho si nos descubrian, solo queríamos calmar las aguas un rato entre nosotros.

Sentirnos seguros juntos.
















gente, perdonen la demora, es que la uni me tiene para la cagada, pero aquí les traigo un nuevo capítulo para que lo disfruten !

no se olviden de darle a la estrellita y comentar para ayudarme y motivarme a seguir, realmente sigo actualizando por ustedes y lo mucho que le gusta la historia <3
además aún queda muchísimo por ver de estos personajes.

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