IX. Ella es Real
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Me miraba fijamente a los ojos esperando ver algún apicé de mentira en lo que le estaba contando. Pero cuando se dió cuenta que hablaba enserio suspiro pasando su manos por su cabello.
—¿Hace cuánto imprimaste?— Leah se lanzó a preguntarme rápidamente lo que sabía que tarde o temprano preguntaría.
—Hace unos cuatro días, creo...—rasque mi nuca.
—Imposible—nego—. Te transformaste hace poco, tonto. Leí tu mente, si de verdad te hubieras imprimado en alguien, ya toda la manada lo sabría.
Sabía que no iba a creerme.
—¿Estás mintiendo, Seth?—pregunta mamá luego de escuchar a Leah.
—No, les juro que no miento— tome asiento al borde de mi cama—. Hace unos cuatro días en la playa, mientras iba caminando, me encontré a una chica.
— ¿Pero como es posible que no supiéramos de esto?—mi hermana pregunta rápidamente.
— Yo tampoco sé cómo es que no lo saben. Le prometo que su imprime en alguien, su nombre es Maeven—confesé—. Voy a visitarla en el día y paso tiempo junto a ella.
Sue niega sin poder creerlo.
— Seth, como esto sea una mentira para librarte de algo que estés haciendo...—amenaza mamá.
— ¡Que no lo es!— grito.
— ¡Oye, no le levantes la voz así a mamá!—defiende Leah.
—Es solo que... ¡Ahh!, ¿por qué tiene que ser tan complicado explicarle esto a ustedes?
— ¡Es que es imposible que imprimaras en alguien, Seth!, nunca hemos podido escuchar pensamientos sobre esa tal Marta!
— Maeven, se llama Maeven— corrijo—. Y si se que es muy extraño, pero tienen que creerme. Yo realmente conocí a mi impronta.
Mamá suspira y toma asiento a mi lado.
— Cariño, se que es todo esto de ser un hombre lobo es bastante emocionante para tí. También se que quieres experimentar todo lo que conlleva ser uno... pero quizás... puede que realmente no imprimaras.
Con un demonio.
— Es que te juro que yo si imprime, mamá...
— Mira, quizás mamá tenga razón, Seth. ¿Y si solo la chica te gustó y ya?
— No, se lo que es imprimar, Leah. Lo ví a través de Sam y Jared, ¿o acaso tú nunca viste sus recuerdos de cuando ambos imprimaron?—proteste.
Sam siempre había sido un tema que Leah prefería no tocar, y estaba conciente de que era un punto debil para ella. Nombrando su imprimación con Emily, se que no hice bien. Pero ella sabía que todos en la manada conocíamos ese sentimiento porque conectamos con los pensamientos directos de cada uno y estamos concientes de lo que significa imprimar en alguien.
— Se a lo que te refieres... pero quizás...
—¡Pero ¿porque están tan empeñadas en no creerme?!—me desesperé— ¡Soy conciente de que significa que ahora tenga una impronta, yo les juro que si paso!, ¿es difícil creer para ustedes en mi acaso?
Mamá intento calmarme dándome suaves caricias en los hombros.
— No es que sea difícil para nosotras creer que imprimaste. Es solo que es extraño que nadie de la manada lo viera—intenta consolarme mi mamá.
— Se que es extraño, algo que ni yo puedo explicar... pero quizás si conocen a Maeven, entenderían el porqué...
Mamá y Leah se miran.
Estoy seguro que están intentando comunicarse a través de la mirada. Decidiendo si creerme o no.
—Bueno, está bien, Seth— habla Sue.
—Intentaremos confiar en tí— me sonríe Leah.
Este simple gesto me hace sentirme muy feliz al respecto.
Todo lo que necesitaba ahora es que pudieran confiar.
Pero en eso Leah y Mamá comenzaron a interrogarme masivamente con preguntas sobre mi impronta. Con preguntas como ¿Como la conociste?, ¿De dónde es?, ¿Es linda? y un montón de preguntas más.
Pero decidí que no contestaría ninguna hasta el día de mañana, que sería el día en el presentaría a Maeven oficialmente como mi impronta a la manada y al consejo.
Esto se lo hice saber a mi madre y mi hermana, pidiéndoles que por favor se comportarán y mantuvieran la mente abierta todo el tiempo. Esto se les hizo raro, pero tuve que decirles que Maeven era un poco diferente a nosotros, bueno, un poco bastante diferente.
Claramente no le iba a decir a mi mamá de golpe.
Oye, mamá. Mi impronta es una sirena... ¡si!, ya sabes, esas que comen humanos según la leyenda... ¡Por supuesto que hablo de nuestros antiguos enemigos!
Por obvias razones, no le diré eso a mi mamá.
Así no.
Pero les dije que mañana sería quizás un poco movido por eso y quizás pasen cositas que no pueda controlar. Ellas se extrañaron mucho de eso, pero se que intentan confiar lo más que pueden en mi buen juicio, así que haré lo posible por suavizar el tema de que mi impronta es una sirena.
Solo queda esperar a que los dioses no me abandonen.
Por favor, Taha Aki, yo te admiro mucho. No me des la espalda.
El día comenzaba conmigo saliendo de mi casa para ir en busca de Maeven.
Estaba nervioso, no les voy a mentir, la noche anterior casi vómito de la ansiedad que tenía.
Ay, mi sandwichito de atún.
Suerte que pude tranquilizarme después de un rato y comencé a verle el lado positivo a las cosas para dejar de pensar en todo lo que puede salir relativamente cuando sea el momento de presentar a mi impronta.
Oh, no, ya me comencé a alterar. Voy a sudar frío.
Relájate, Seth.
Relájate, malditasea.
Intenté controlar mi respiración a medida que caminaba, llegando justo a mi destino.
Intenté visualizar a Maeven dentro de mi panorama, pero parece que aún no llega. Supongo que me adelante mucho, aún es algo temprano.
Me senté en un tronco de madera que estaba cerca de la orilla del mar y me quedé esperando pacientemente a que ella llegara.
Pero pronto sentí que algo no andaba bien.
Tenía una extraña sensación en mi pecho que no me hacía sentirme tranquilo, era muy extraño. Me sentía angustiado y nervioso, pero sobre todo, me sentía preocupado por Maeven.
Comencé a mirar a todas partes buscando algún indicio de su presencia. Buscando con la mirada en cada pequeño ricón del lugar, pero no encontré nada que me dijera que ella estaba por esos lugares.
Así que me dispuse a caminar por todo el sendero de arena para buscarla mejor.
No sabía cuál era la razón de porque debía hacerlo, solo se que necesitaba hacerlo.
Camine unos pasos hasta que sentí ese familiar aroma que tanto amaba. Era el olor de Maeven, estaba aquí, estaba cerca.
Me apresure a llegar hasta donde podía captar el olor y me di cuenta que Maeven estaba recostada en una piedra. Con sus manos abrazando sus rodillas mientras miraba el mar como ella siempre solía hacerlo.
Fue inevitable no sentirme preocupado cuando note que se veía algo triste. Me sentí tan mal por verla así que me apresure a llevar hasta ella lo más rápido que podía. Necesitaba saber que le pasaba a mi Maeven.
—¿Seth?— al parecer noto mi presencia en cuanto me acerque.
— Hola, Maeven... ¿Estás bien?— pregunté preocupado.
Ella me mira con ojitos tristes, lo cual hizo que se me partiera el alma en mil pedazos. No me gustaba verla así, sentía que tenía que hacer algo, cualquier cosa, para evitar que mi impronta derramará una sola lágrima. Si tan solo una gota se desbordara de sus ojos, yo me sentiría tan mal que no evitaría llorar del dolor que eso me causaría.
Bueno, quizás exagero.
Pero les juro que dolió como no tienen idea.
Maeven hace un pequeño puchero y niega con la cabeza como una pequeña niña.
Verla así me rompió por completo.
— Oh, no, Maeven— me acerque hasta ella para darle un fuerte abrazo. Ella no se opuso, al contrario, envolvió sus brazos en mi cuerpo y me abrazo aún más fuerte— ¿Que fue lo que pasó?, por favor, cuéntame.
Ella solo negó de nuevo con su rostro hundido en mi cuello.
— Vamos, por favor...
Ella sacó su cabeza de su escondite y me miró.
— Es solo que... —titubea—. Tengo mucho miedo de que las cosas con nosotros dos no vaya a salir bien.
Oh... Maeven.
Le sonreí enternecido mientras por instinto, pasaba mi mano por su mejilla como si estuviera limpiando algún tipo de lágrima inexistente en su hermoso rostro.
—No tienes de que preocuparte... bueno, quizás un poco... ¡Pero tranquila!, prometo que siempre estaré contigo, ¿está bien?, si algo no sale bien con mi familia, jamás sería capaz de dejarte. Ellos algún día entenderán lo que tú y yo sentimos, Maeven— tome su mano y la puse en mi pecho—. Esto que yo siento aquí, jamás podrán borrarlo, solo si me matan podrán desaparecer todo lo que siento por tí.
— ¡No, eso jamás!— niega asustada.
—No, tranquila, no va a pasar. Yo estoy seguro de que las cosas saldrán... bueno, quizás no como esperamos, pero mejor de lo que parece.
—¿Me lo prometes?—me mira esperanzada.
— No puedo prometerlo— suspiró—. Pero puedo asegurarte que haré todo lo posible porque así sea.
Ella relaja su cuerpo y me toma en un desprevenido abrazo energético.
— Yo también haré lo posible para que todo salga bien, Seth—susurra en mi oreja.
Me estremesco al sentir su delicada voz así de suave en mi oido. Se sintió muy bien, no lo negare.
— Está bien, entonces no hay nada de que preocuparse— le devuelvo el abrazo—. Por cierto, te traje una nueva ropa para que te cambies...— me mira con el celo fruncido mientras se separa— es que allá en la reservación no es muy común que las personas solo usen una sudadera y ya ¿sabes?, es algo revelador, y si queremos causar la mejor impresión, lo mejor que es que estés vestida por completo.
Ella asiente con la cabeza comprendiendo mi punto.
—Esta bien, me la pondré— sonríe — aunque esas cosas son muy incómodas a veces— arruga la nariz, haciendo que luzca muy tierna—. No te dejan mover con libertad.
— Si, lo sé, algunas veces son muy incómodas—concuerdo con ella.
Tomo una mochila que llevaba conmigo, adentro estaban unos pantaloncillos color crema y una camiseta color azul. Era ropa de cuando era pequeño, esperaba que a Maeven le quedarán mucho mejor que la sudadera de tres tallas que traía puesta.
La verdad iba a robarle ropa a Leah, pero la lobita no quería salir de su habitación en todo el día, así que tuve que cancelar la operación. Además no quería que ella me matará si les doy honesto.
Puede reconocer sus camisas a mil kilómetros a la redoma.
Saque la ropa que traje y se la di a la rubia, explicándole como iba cada cosa y como se la tenia que poner. Me di vuelta para darle su debida privacidad, algo sonrojado por la apenada situación, pero como soy todo un caballero, decidí no mirar demás y esperas a que ella me avisará que está lista.
Después de unos minutos, Maeven me dijo que podía darme la vuelta y quede fascinado con lo increíblemente adorable que se veía con mis antiguas prendas de ropa puestas.
— Luces muy bonita, Maeven— alagó—. Lo mejor es que te queda perfecta, la ropa... bueno, quizás con pequeños ajustes, pero está casi a tu medida.
La chica frente sonríe feliz.
— Me alegra que se vea tan bien— da una pequeña vuelta, lo cual hace que son duda mi corazón salte de mi pecho.
— Claro que si, todo se te ve bien— me rascó la nuca sonrojado— Ahora, ya vámonos, Maeven, mamá y Leah nos están esperando, están bastante ansiosas por conocerte.
Ella asiente y le pasó mi mano para que la tomé. Maeven gustosa lo hace y nos dirigimos juntos en dirección a mi casa. Esperando por los dioses que todo salga muchísimo mejor que bien y que mi impronta pueda ser aceptada tanto por mi familia como por la manada y los jefes del consejo.
Estoy seguro de que mientras no se dejen llevar por sus prejuicios, van a amar a un ser tan hermoso con lo es Maeven.
Y si no...
Realmente no quiero pensar que pasa si no.
hola, aquí les traigo un nuevo capítulo de esta historia. espero que les guste muchísimo como siempre y si es así recuerden dejar sus comentarios y las estrellitas para así poder seguir escribiendo más capitulos.
y a modo de querer ser una escritora más interactiva, les pregunto
¿QUE CREEN QUE PASARA EN EL PROXIMO CAPITULO CUANDO LA MANADA CONOZCA A MAEVEN?
dejen su respuesta, amaría ver qué teorías hacen al respecto.
sin más que decir, me despido.
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