﹙ ʚɞ ː 03 ﹚
Pasaron varios meses en los que Yeonjun se dejaba ver por Hueningkai, a veces al salvarlo de la muerte, y en otras tantas ocasiones sólo porque quería estar a su lado.
El menor incluso había comenzado a disfrutar de su mala suerte, pues gracias a ello permanecía junto a Yeon. Aunque, Taehyun no decía lo mismo; él decía que su suerte no era algo por lo cual alegrarse.
Si supiera la verdadera razón de su origen, probablemente le explotaría la cabeza.
Taehyun continuaba esforzándose por sacarle de la mente a Huening la idea de los ángeles, comenzaba a hartarse de escuchar siempre la misma conversación. Si decía que no eran reales, Kai se enojaba. Si le decía que le creía solamente para acabar con el tema, igualmente se enojaba. Y salía peor que lo ignorara. Taehyun realmente no quería perder a su mejor amigo, pero sus pláticas de seres mágicos lo tenían cansado.
Beomgyu, por otro lado, estaba totalmente harto de escuchar a Yeonjun hablando de aquel humano. Siempre andaba por ahí sonriendo, diciendo que era lo más lindo que había visto, suspirando como tonto cada que pasaba a su lado, en fin, cursilerías que al ángel de cabellos menta le asqueaban. Muchas veces intentaba alejarlo de él, ya fuera inventando misiones a ciudades de distancia, o simplemente sujetando su muñeca mientras volaban para no dejarlo escapar.
Ambos amantes luchaban día a día para lograr verse aunque fuera por unos minutos, discutían con sus "amigos" sin lograr que estos los apoyaran.
Ellos sólo querían que aceptaran su amor, no que lo entendieran.
Hueningkai sabía que estaba enamorado de ese ser alado, pues su corazón latía muy deprisa cuando compartían el tiempo juntos, y su sonrisa se ensanchaba al escuchar la profunda voz del ángel. Cada cuaderno suyo tenía sus nombres plasmados, pues le gustaba ver lo bonito que sonaban al complementarse. Sus pensamientos estaban abarcados por ese chico de pupilas grises. Sin falta, cada noche aparecía entre sus sueños, el único lugar donde podía imaginar cómo sería el tacto contrario.
Yeonjun había estado hipnotizado con el menor desde el primer momento en que lo vio, más o menos un año atrás, y ahora estaba más que seguro de tener más de un sentimiento por él. Sin darse cuenta, comenzó a esperar la noche con ansias, pues sólo así podía verlo. Soñaba con por fin acariciar esas mejillas rosadas que tanto amaba pintar de rojo con sus halagos. Era extraño para él el siquiera sentir algo, pero disfrutaba hacerlo si esos sentimientos eran ocasionados por Huening.
Un alma oscura y vacía, había sido llenada con amor y una cálida luz.
Sólo quedaba un asunto por resolver, el único que realmente les importaba, y era que sus diferencias en verdad los separaban demasiado.
Hueningkai no podía verlo durante el día, por seguridad de las personas a su alrededor.
Yeonjun no podía tener ningún contacto físico si quería conservarlo vivo. Sabía de algunas personas que sobrevivían, pero no quería probar y arriesgar a su chico. Él nació para matar, no para hacer milagros, pensaba.
Ninguno sabía lo que podrían hacer para llegar a un mejor punto entre ellos, y nadie parecía querer o poder darles una solución. Después de todo, un ángel —sea negro o blanco— no debía mezclarse con un mortal.
Las consecuencias eran inciertas, pero se consideraba un acto pecador el que una relación así existiera.
Siendo así, Yeonjun pecaría por su chico, y Hueningkai dejaría todo por su ángel.
Ahora, debían encontrar el valor para dar ese último paso.
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