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🌷CAPÍTULO 001🌷







La familia Reed se dirigía a su nuevo destino, Forks Washington, un pequeño y aburrido pueblito — opinión de Harriet —, donde el sol salía rara veces. Un pueblo que sus significado en español era tenedor. La joven no entendía, bueno si entendía, la desición de sus padres de ir allí.

Su enfermedad, la cual avanzaba cada vez más. Cuando todos pensaban que mejoraría, volvía y recaía, algo que ya tenía a la joven cansada, estaba cansada de estar en los hospitales, casi se habían convertido en su casa. Era donde pasaba la mayoría de sus tiempo.

No entendía que había hecho para que aquella enfermedad cayera sobre ella, con solo 16 años fue diagnosticada con cáncer de pulmón. Desde eso, su vida se redujo de hospital en hospital, buscando la solución que nunca llegó.

Cuando cumplió los 17 la familia tuvo esperanza, pues la joven mejoró por un largo tiempo, pero cuando volvió a recaer — fue peor, desde entonces usaba una pequeña manguera en su nariz. Aquello hizo que se aislara de los demás, le daba vergüenza llevar aquello dondequiera que iba, se alejó de sus amigos y perdón cualquier comunicación con ellos.

Aquello preocupó de sobremanera a sus progenitores, hicieron todos lo posible para hacerla sentir segura y amada, que ella era una guerrera, pero la joven se había resignado a cualquier esperanza. Estuvo aterrada cuando lo supo, pero con el tiempo acepto que ese era su destino, esperaba la muerte con los brazos abiertos.

Y quería que sus padres también aceptarán que en cualquier momento ella ya no estría en este mundo, que el cualquier momento podría cerrar sus ojos y jamás volver abrirlos, pero sabía que no era fácil, que fue su primera niña, su única niña, tenía un hermanito más pequeño que ella.

— Quita esa carita, ricitos. — su padre que la miraba por el retrovisor, le habló con dulzura.

— No es que tenga otra. — y así se reducían las charlas que tenían, con el sarcasmo y humor acerca de su enfermedad, que solo habían que los mayores la regañaran.

— Verás que todo mejorará. — Helena, su madre habló está vez, extendiendo una mano y acariciando los rizos de su hija.

— Eso dijeron la última vez. — respondió con pesar, alejándose del toque de su madre.

Los mayores soltaron un suspiro profundo, el cual intentaba ocultar la tristeza que le daba ver como poco a poco su pequeña perdía su esencia. Aún recuerdan esa niña alegre y sonriente que era antes de lo que ellos llamaban desgracia, llegará a su vida. Les rompía el corazón ver como ella parecía aceptar aquello como si nada, aunque eso fue de un tiempo para acá.

— Él es un muy buen doctor. — Andrew solo quería animar a su pequeña.

— Como sea. — miró por la ventana, no quería seguir aquella charla, solo lograría ponerla de malhumor.

No le gustaba ser grosera con sus padres, pero no podía evitarlo, es como si tuviera enojada con el mundo. Sabía que nadie tenía la culpa de su enfermedad, que ella solo era una más de las personas que le daba aquello.

El resto del camino fue en silencio, los mayores no querían molestar más a su hija. El pequeño Mateo dormía plácidamente en el asiento al lado de Harriet, sin ninguna preocupación a simple vista. Pero el era un niño era inteligente y sabía que algo malo estaba sucediendo con su hermana mayor.

[🌷]

Harriet casi rueda los ojos cuando vió el cartel que decía — "Bienvenidos a Forks". Apenas el carro entró a la calle de aquel lluvioso pueblo, ella pudo sentir una extraña vibra que la hizo estremecerse de la cabeza hasta los pies. Cómo si hubiera más de lo que el ojo humano pudiera ver.

Ignoro aquella rara sensación y admiró el paisaje, era lindo, aunque no lo admitiera en voz alta. Repleto de naturaleza, el olor a madre y tierra no mojada no tardó en llegar a sus fosas nasales, aquel olor le gusto.

Mientras el carro seguía avanzando por el pequeño pueblo, todas las miradas estaban puesta en el lujoso vehículo.

Esta vez no evitó rodar los ojos al ver cómo las personas dejaban de hacer lo que estaban haciendo para mirar el vehículo, tratando de ver quienes iban dentro este.

— ¿Por qué ruedas los ojos? — la voz infantil a su lado hizo que la joven mirara a su hermano, quién se pasaba las manos por los ojitos, tratando de despabilarse. — Mami me regaña cuando lo hago. — hizo un puchero, Harriet no evitó sonreír. Era al único a quien le daba sonrisas de verdad.

— Al parecer vinimos a un pueblo donde no tienen vida propia. — llevó una de sus manos al cabello negro del pequeño y lo acarició suavemente.

Los mayores en los asientos del frente estaban sonriendo al escuchar la pequeña charla de sus hijos. Era con el único que su hija hablaba más de dos minutos.

Unos minutos más tarde, el carro se detuvo frente a una hermosa casa de dos pisos. Estaba pintada de negro y blanco. Harriet de inmediato se dió cuenta que era más pequeño que la anterior, pero no le molestó, al contrario, le gustó, nunca le gustaron las casas muy espaciosa.

— Llegamos, mis niños. — Helena dijo, sonriendo alegremente.

Ella fue le primera en bajar del carro, seguido del pequeño Mateo, quién se veía más que emocionado, en conclusión; la única malhumorada era ella, el pensamiento la hizo soltar un bufido, nadie podía juzgarla, nadie sabía cómo se sentía.

— Vamos ricitos, dale una sonrisa a papá. — ellos eran los únicos que quedaban en el auto, Helena estaba abriendo la puerta de la nueva casa, mientras el pequeño Mateo admiraba el bosque, imaginando las aventuras que podría tener allí.

Ella sonrió con todos los dientes, pero cualquiera que la viera se daría cuenta que era falsa. Andrew soltó un bufido al ver qué ella bajó del vehículo, dejándolo solo.

La brisa fría impacto contra su mejilla, como si le diera la bienvenida a su nuevo hogar. Su larga melena rizada se movió al compás del viento. Ella miró alrededor, dándose cuenta que estaban prácticamente rodeados de árboles, eran pocas las casas que habían cerca.

— Horita tenemos a los animales dándonos la bienvenida. — el sarcasmo brotó de sus labios con facilidad, haciendo que sus padres rieran a gusto.

— ¡Sí! ¡Que venga el conejo! — el pequeño Mateo no tardó en hablar, haciendo que los mayores vuelvan a reír por su inocencia, Harriet rodó los ojos, pero una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro.

— Bien, llevemos las maletas adentro. — Andrew sugirió, abriendo la cajuela del carro y comenzando a sacar las mismas con ayuda de su esposa.

— Ve a darle un recorrido a la casa, rojita. Esta brisa fría no es buena para ti. Nosotros llevamos todo. — Helena pidió, mirando a Harriet.

Iba a replicar, pero se sentía cansada y no quería iniciar otra discusión. Odiaba que sus padres la tratarán como si fuera de cristal.

— ¡Tomaré la habitación más grande! — el pequeño Mateo gritó, intentando animar a su hermana al verla con el ceño fruncido.

— ¡Eso lo veremos! — gritó mientras corría hacia el interior de la casa, con Mateo a unos pasos de ella.

Los mayores sonrieron con ternura al oír la risa de su hijos.

— Ya verás amor, todo mejorará. — Andrew murmuró, acariciando la mejilla de su esposa y dándole un corto beso.

Cuan equivocado estaba.

[🌷]

En una gran e impresionante casa se encontraba Alice Cullen, teniendo una repentina visión.

Podia ver a una hermosa joven de pelo rojo y rizado al lado de su hermano, Emmett, la joven se veía sonriente, pero a la vez triste al lado del chico, se veían muy cercanos e íntimo.

Su hermano tenía una gran sonrisa plasmada en su pálido rostro. Siempre fue sonriente, pero ahí podía ver qué su sonrisa tenía otro motivo, no era una sonrisa de burla, como la que siempre tenía, está estaba llena de amor y cariño, mientras tenía una de sus grandes manos apoyadas en la mejilla de la joven.

No tardó en sonreír con entusiasmo y alegría, con pasos rápidos bajo las escaleras. Queriendo compartir la noticia con su familia.

— ¡Llegó! — gritó, apenas estuvo en la sala, haciendo que su familia la miré confundida, excepto Edward, quién ya había leído su mente y de inmediato miró a Emmett.

— ¿Quién llegó, cariño?  — Esme, amorosa como siempre, le preguntó.

— ¡La compañera de Emmett! — gritó, haciendo que algunos sonrieran, mientras que el mencionado se quedaba estático en sus lugar al escuchar aquellas palabras.

Luego su rostro sorprendido, dio paso a una sonrisa que iluminó su bello rostro. Aquello lo lleno de alegría y entusiasmo de inmediato, no podía creerlo, tanto tiempo esperando a su destinada y finalmente podría conocerla.

Sin embargo un leve atisbo de nerviosismo lo embargo.

— ¿Humana? — inquirió con algo de miedo.

— Sí. — Alice respondió, sin borrar la sonrisa de su rostro.

— ¡No, otra humana no, ya tenemos suficiente con Isabella! — Rosalie no tardó en ponerse a la defensiva.

— Es su compañera, Rose. No es como si pudiera evitarlo. — Carlisle habló, con aquel tono calmado que siempre lo caracterizo.

Emmett estaba en silencio, no quería que su futura compañera sufra por el mundo al que pertenecía

Lo que él vampiro no sabía es que aquella joven estaba enferma y que en cualquier momento podría dejar este mundo.


Y aquí está el primer capítulo, está historia no será muy larga, algunos 20 o 15 capitulos. Es como un pequeño resumen, más adelante sabrán más de ella.

No olviden dejar sus votos. No seas un lector de.

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