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{ 53 . Agua de noche blanca }

Ha llegado ante ustedes lo que llevaban esperando tanto tiempo... ¡la actualización! *risa malvada* Con un pequeño algo al final ;D Espero que les guste. Buen fin de seman-SÍ, SÉ QUE ES JUEVES TODAVÍA Y MUCHOS TIENEN VIERNES OCUPADO PERO NO LOS VOY A LEER MAÑANA Y NO VOY A PODER DESEARLES FELIZ FIN DE SEMANA, ASÍ QUE NO JUZGUEN MI AMOR. Eso, bai, espero les guste y tengan un buen finde <3

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—Remus debes ayudarme joder tienes que ayudarm-...

—Ian me lo prohibió —Remus estaba sentado en su escritorio, limándose las uñas pintadas de negro. Harry le observó la nueva apariencia más fresca que llevaba, los cabellos recortados en desigualdad con las puntas tintadas de más oscuro y las uñas pintadas, clara obra de Sirius que ya lo había perseguido diciéndole que, si al menos no había entrado a Gryffindor, tenía que tener mechones rojos en su cabello para honrar de algún modo la casa de su amado padrino—. No me mires así. Sirius se aburría y estaba practicando sus escasos conocimientos en el noble y dificultoso arte del cambio de look.

—¿Sirius no tiene casa? —gruñó Harry. A veces le fastidiaba un poco que Sirius aún no estuviera establecido en un hogar. Le molestaba mucho que Tom no pudiera comprobar qué sitio sería el que estarían viviendo para guardar sus armas y sus secretos bajo suelos y maderas, y conseguir las protecciones necesarias para ellos de cualquier cosa que pudiera poner en riesgo a un humano y su demonio pactado.

Remus sonrió, burlón.

—¿Celoso de no tener toda mi atención?

—Ya quisieras —gruñó, su mente regresando abruptamente a lo que había venido—. No necesito mucho. Simplemente saber qué preguntas harás en el examen.

Remus pareció meditarlo.

—Mnh. Primero, quiero saber la apuesta. Qué ganas y qué pierdes —ante la mirada curiosa de Harry, explicó—: Quizá me favorezca que pierdas.

Harry alzó una ceja.

—Quiero saber de inmediato por qué cojones no has ido a Slytherin.

Remus se carcajeo con fuerza.

—No me gusta el verde. El rojo, en cambio, hace resaltar mis pecas.

—Remus, tú no tienes pecas.

—No en sitios que tú hayas visto.

Harry cerró la boca y desvió la vista a toda velocidad tratando de que su cara no estuviera tan roja como lo imaginaba. Inhaló y exhaló, decidiendo.

—Si gano, es decir, si apruebo todos los exámenes restantes sin su ayuda, Ian me hará todas las mamadas que quiera —Remus tarareó, burlón y meditándolo con pequeños golpeteos de sus dedos en su barbilla—. Si pierdo, es decir si desapruebo alguno o todos, deberé utilizar una falda hasta que acaben las clases. Una de las faldas de Daphne.

Las faldas de Daphne Greengrass eran conocidas en todo Hogwarts. Cualquier profesor, alumno e incluso fantasma con un mínimo atisbo de atracción hacia el sexo femenino había escogido su Daphne-falda favorita. Las últimas eran las típicas tableadas escolares que entraban perfectamente de acuerdo al uniforme, pero llevaban encaje por debajo. Harry la había visto modelarla con ligueros mientras Daphne le recortaba el cabello por órdenes de Severus para quitarle el "nido de pájaros repugnante" en la cabeza que ya casi le llegaba a la mitad del cuello en un caos indomable, y deseó que Tom nunca supiera que ese tipo de falda se utilizaba con ligueros.

—Creo que me conviene que desapruebes —Remus sonrió, exponiendo los dientes—. Si tienes las piernas de tu madre, ojalá el infierno otorgue algo de resistencia a tu demonio para no follarte contra todo tan pronto te vea con eso. Por cierto, jamás te he visto con pantalones cortos ni ninguna de esas cosas. ¿Querrías facilitarme la decisión y probarte una falda para que valore las opciones correctamente? Las de Daphne serán delicadas y persuasivas, pero creo que las de Jury Rosier son más atrevidas y de tu estilo, ya sabes, parecen sacadas de revistas de Dominatrix y eso... además que estoy seguro de que su trasero al que intenta resaltar quedará pálido en comparación con el tuyo, no sé si te lo han dicho alguna vez, pero tengo la seguridad que tienes más de una chica y chico detrás exactamente para verte de espaldas. Y quizá entonces, una vez evaluadas visualmente las opciones, tenga la consideración de decirte las respuestas, de ese modo...

Harry gritó.

...

—Entonces —Regulus lo meditó— tienes una apuesta con mi hijo.

—Si dices "mi hijo" lo considero sólo ligeramente incestuoso porque Severus es como un padre y tú eres su esposo y joder que es extraño, quítalo de tu vocabulario —gruñó Harry, haciendo movimientos con sus manos como si se limpiara los oídos de sólo oírlo—. Sí, es así. Y debo aprobar todos los exámenes que prosiguen. Es decir, Defensa, Historia y Aritmancia.

—¿Y qué ganas y qué pierdes? —Regulus observó a Harry con esa mirada que, libre de estar calculadora, era bastante más cálida de lo que había sido la de Remus, sorprendiéndolo. Regulus era demasiado extraño la mayor cantidad de las veces; podía ser frío y ciertamente cruel con la gente que detestaba, tibio y considerado con sus alumnos, pero cuando se trataba de Severus, Heri, Draco e inclusive Ian y Harry mismos en muchas ocasiones, Regulus era el ser más afectuoso y paternal que Harry hubiera conocido nunca antes. Harry atribuía aquellos cambios tan extraños en relación a lo que sería un mago normal a sus toques angelicales sobre los cuales Tom le había puesto al tanto (y sobre lo que Harry tenía demasiadas dudas al haberse encontrado bajo la ira y rabia de Regulus y sus miradas homicidas en unas cuantas situaciones).

—Gana favores sexuales, y si pierde deberá usar una de las faldas de la señorita Greengrass —Harry apenas se sobresaltó cuando Snape apareció por el pasillo contiguo, deseando que su cara no estuviera tan roja como lo imaginaba; odiaba el mero hecho de enrojecer, lo cual definitivamente no ocurría a menudo, pero últimamente no dejaba de pasarle y simplemente lo odiaba, lo odiaba casi tanto como la sonrisa tensa que tenía en esos momentos. Oír a Snape decir "favores sexuales" con su tono apático y oscuro conseguía darle la mezcla justa de vergüenza y risa histérica—. Es una suerte que ya hayas aprobado mi examen, Potter. De otra forma te hubiera desaprobado.

—¿Tú también quieres verme con falda? —siseó Harry, desanimado. Severus arqueó una ceja.

—Ese también me suena a que alguien más que Ian quiere hacerlo —Snape se cruzó de brazos—. ¿Quién?

Harry puso los ojos en blanco.

—Bájale a los celos papá —dijo, en tono sarcástico, moviendo sus manos mientras Regulus sonreía cínicamente ante la expresión perpleja de su esposo—. Es una pequeña pulla que tenemos con Remus. También se ha sumado a la apuesta.

Quizá Severus se tomó el sarcástico "papá" a pecho, porque cuando Harry vio a Remus en el desayuno el licántropo tenía un ojo morado y Severus unas vendas de boxeo en los nudillos que parecía demostrar con algo de orgullo a Regulus. Ninguno de los presentes se perdió la escena de Remus transformando casualmente el café de Severus en nata y haciéndola estallar en su rostro, dejándole amplios manchurrones blanquecinos por toda su cara que parecían de todo menos nata. Y tampoco ninguno se perdió la escena de Regulus maldiciendo a Remus. Y Remus lanzándole a Regulus un pastel. Y, por consecuente, la guerra de comida iniciada en la mesa de los profesores a la que todos los alumnos se unieron y debió ser McGonagall la que detuvo todo, roja de tanto reír y manchada con pastel de crema de fresas. Dumbledore había permanecido inmutable salpicado de pasteles y cremas de pudin, comiendo tranquilamente su tarta de limón y dando algunos sorbos a su gaseosa de lima agridulce.

Aquello fue un pequeño momento de relajación antes de los exámenes. Harry notó la mirada de Tom sobre él durante los momentos que le otorgaron para cambiarse de túnicas y mientras se dirigían al primer examen, de Historia. Harry intercambió sus gafas manchadas con caramelo del pastel por otras y se acomodó el cabello más largo en su desorden particular para apartárselo del rostro. Esperaba que Severus no insistiera en que lo recortara otra vez porque era mucho más indomable mientras más corto era.

Tom le siguió, claro, cada tanto jalando de sus cabellos desde su nuca o deteniendo sus dedos un segundo más de la cuenta sobre su cintura. Harry fingía ignorarlo con una maestría que enorgullecería a cualquier embustero.

Regulus repartió los exámenes y repartió sonrisas a las felicitaciones por la maldición que había utilizado y por la puntería de sus pastelazos, o por cómo había conseguido atinarle en la cabeza a Flitwick o quizá por cómo había encajado esa cereza en el enorme escote de una de las Ravenclaw más guapas del colegio. Harry comenzó a garabatear tan pronto tuvo el pergamino en frente de él y Tom apenas si jadeó de sorpresa. Cada respuesta era correcta, precisa, exacta en cada palabra sin decir más ni menos, y deslizaba la pluma con suavidad y facilidad como si estuviera hechizada.

Tom mordió su labio y deliberadamente incendió su pluma con un movimiento de dedos. Harry apenas se sobresaltó y la soltó antes de que le chamuscara los dedos o el pergamino y tomó la que estaba sobre la mesa de Tom para empaparla en tinta y seguir respondiendo sin apenas inmutarse. Tom se recordó de su propio examen con un nudo de expectación y, por supuesto, comprobando en su enlace que Harry siguiera perteneciéndole sólo a él, vaya a saber si hizo otro pacto demoníaco o algo similar para aprobar los exámenes. Harry sería muy capaz sólo por no perder una apuesta.

Harry fue el primero en entregar. Se disculpó y salió de la clase. Tom fue el segundo en entregar y le siguió.

—¿Qué has hecho? —preguntó Tom, sujetándolo de la muñeca. Harry le observó batiendo las pestañas.

—He estudiado —y su sonrisa decía que no era lo único que había hecho—. Oh, Tommy. ¿Acaso no creías que podría pasar un examen con la nota máxima sin tu ayuda? Me hiere el alma que me subestimes de esa forma.

Harry se aplastó la mano contra el corazón como si le hubiera lanzado una puñalada, sus uñas pintadas de negro, y le observó con una mueca de inocencia en los ojos de pestañas absurdamente largas. Tom le enseñó los dientes en amenaza con un rugido apagado surgiendo de su garganta y Harry echó a correr riendo a carcajadas.

El examen de Defensa Contra las Artes Oscuras fue casi cómico. El profesor Lupin había hecho una carrera de obstáculos al aire libre: tenían que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un grindylow, atravesar una serie de agujeros llenos de gorros rojos, chapotear por entre ciénagas sin escuchar las engañosas indicaciones de un hinkypunk, y como punto final meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro boggart.

Tom mantuvo sus ojos fijos en como Harry realizaba todo el recorrido. Luego de salir aparentemente ileso y sin ningún tipo de traumatismo del tronco del árbol chocó palmas con Remus, que también tenía uñas pintadas de negro, y el profesor le indicó:

—Nota máxima, bah —soltando una risita cómica. Harry le sacó la lengua y luego fue el turno de Tom. Otra nota máxima después Tom persiguió a Harry, esquivo y sonriente, como un pequeño cuervo que ha arrancado un ojo y juguetea con él entre su pico sin soltarlo jamás.

El último examen era el de Aritmancia. Tom esperaba, realmente esperaba que Harry pareciera un poco descolocado sin el apoyo y clara conspiración de dos de sus tres profesores favoritos, pero Harry se desempeñó a la perfección. Sus cuentas y cálculos eran precisos, y ante la ilógica de la materia hallaban la lógica exacta. Tom prosiguió con su propio examen para acompañar a Harry fuera del salón de clases.

—Nota máxima —arqueó las cejas Harry, sonriente—. No he desaprobado nada, Tommy.

Tom estrechó la mirada.

—¿Cómo has hecho?

—Estudiando y trabajando duro —Harry entrecerró los ojos—. ¿O cómo has hecho tú?

—Yo tengo memoria que es más que humana —le retrucó Tom. Harry ensanchó su sonrisa.

—Y yo también.

Su sonrisa mostraba dientes afilados, colmillos apenas sobresalientes en puntas, mientras sus ojos, como rendijas curvándose de pronto, le perforaban demostrándole que desde hacía un tiempo atrás su pequeño humano no era tan humano como le gustaría. Se apartó los cabellos del rostro, mostrándole por casualidad que no llevaba absolutamente nada en las orejas que pudiera haberle servido para hacer trampas... excepto un bonito arete negro que era clara obra de su padrino. Tom le observó marcharse y deseó reír con fuerza por haber sido tan estúpidamente ingenuo.

Maldito fuera Potter y maldito fuera Sirius, que seguramente había decidido ponerse del lado de su ahijado para evitarle cualquier tipo de humillación. Seguramente había sido él quien le había sugerido aquella pequeña copita de filtro lunar, un poco de agua filtrada en una noche de luna llena tomando la magia natural del satélite en las corrientes y mareas, consiguiendo sacar sus poderes menos peligrosos de hombre lobo. Y mezclada con unas cuantas gotas de Felix Felicis, si podía apostar.

Tom sacudió la cabeza, siguiendo sus pasos y lamentándose la oportunidad de poder verle en falda. Aunque, joder, Harry sería muy capaz de ponerse una solamente para comprobar si le quedaba tan bien como todos decían que le quedaría. Sólo necesitaba seguir provocándolo y lo tendría en bandeja de plata sólo para él.

...

—Si te digo que me gustaría correrme en tu cara, ¿qué tanta posibilidad hay que me arranques los huevos de una mordida? —Harry sonrió con dulzura desde su cama, envuelto con una sábana como una enorme capa blanca por toda su piel. Tom alzó una ceja—. Vale, no te dejaré acercar tu boca a mi polla, al menos por las próximas horas mientras te pasa el enfado por haber perdido una apuesta. Conmigo. Perdiste una apuesta. Gané. Te gané. ¡SI!

Tom puso los ojos en blanco.

—No estoy enfadado —le miró, sonriendo con una extraña suavidad. Harry se puso en guardia, su sonrisa borrándose de inmediato—. Hemos hecho un acuerdo. O una apuesta, como te plazca decirlo. Has ganado, y por supuesto obtendrás lo prometido.

Harry fue quien alzó una ceja ahora.

—Mnh, ¿los demonios pueden levantar temperatura? —murmuró—. Creo que tienes algo de fiebre...

Tom se carcajeó.

—Eres un pícaro —alzó una ceja, sonriéndole con una dulzura sádica. Dos segundos después le acorraló contra el colchón, Harry apenas si sobresaltándose. Tom le sujetó de los cabellos, tirando con fuerza de su rostro para besarlo hambriento. Harry se colgó a su cuerpo, devorándole los labios y recorriendo sus hombros y espalda con los dedos. Tom le apartó—. Shh. ¿Quieres tu premio o no?

Harry se apartó con los labios húmedos y los ojos cargados de una niebla verdosa de expectación. Asintió, y Tom le quitó la sábana con la que envolvía su cuerpo semidesnudo, riendo en voz baja.

—Alguien estaba ansioso, ¿no es así?

Harry farfulló un "soy un adolescente de trece años en pleno descubrimiento sexual, déjame ser" que más que como una excusa sonó como una burla a sí mismo, y Tom rió contra su cadera mordiéndole y hundiendo sus dedos en sus piernas torneadas, sonriéndole.

—Sabes, creo que esta es mi nueva posición de poderío favorita —balbuceó Harry, incorporándose a medias en el colchón y atrayendo la mirada de Tom desde allí abajo, con una sonrisa perversa sobre el elástico de su ropa interior—. Me reiré mucho de esos que representan a los reyes en un trono y con gente a sus pies. Fetichistas de los pies. ¿Quién quiere que le besen los pies cuando pueden besarle la polla?

Tom soltó una carcajada antes de deslizar fuera el bóxer de Harry. Lamió toda la extensión de su polla antes de metérsela en la boca y dejar al chico gemir a sus anchas con cada roce de su lengua, cada vez que chupaba más fuerte o cómo sus dientes le esquivaban para rozarle en el momento más crítico y transformar de su gemido un grito.

Harry enredó sus dedos en los cabellos de Tom durante su primer orgasmo de ese día. Tom rió, la comisura de sus labios salpicada de semen, y Harry creyó que infinitamente no había nada más pecaminoso ni nada más sexy en todo el universo.

Bueno, hasta la segunda mamada una media hora después, cuando Tom decidió comprobar su resistencia y tenerlo gritando más de lo que cualquiera consideraría humanamente soportable. Harry juró vengarse, un juramento que quedó en vano cuando a la tercera mamada se añadieron tres dedos en exploración que le acariciaron la próstata y consiguieron que cualquier tipo de libro de biología masculina que hablara sobre la pérdida de sensibilidad no tuviera en cuenta que como nuevo vicio tenía un demonio haciéndole mamadas y demostrándole uno de los mil motivos porque el infierno era siempre mucho mejor que el cielo.

Harry pidió un descanso al final. Tom lo arropó y rió, totalmente pernicioso, contra sus cabellos, su cuerpo estremeciéndose sin parar por todas las risitas que soltaba. Harry lo echó de la cama para dormir, y Tom siguió riendo a fuertes carcajadas incluso desde su cama. Un último pensamiento de Harry antes de dejarse llevar por el sueño pesado y aparatoso fue que, quizá Tom había perdido un poco la cordura, o quizá había hecho algo muy malo.

...

—¿Harry? —Remus lo esperaba fuera de su habitación por la mañana. Harry estaba despeinado y sentía las piernas como gelatina, pero por sobre todo sentía hambre. No había cenado la noche anterior y estaba famélico; además, en Slytherin se hacía algo así como un desayuno general después de la semana de exámenes. Todos comían lo que se les antojaba y a la mierda con los modales, sólo festejando que habían sobrevivido sin matarse entre sí en los estudios para los malditos exámenes.

—Uh, hola Remus —Harry bostezó, intentando apresurar sus pasos por el pasillo—. ¿Qué hay para el desayuno? Yo...

—Harry —Remus fue bastante tajante—. Déjame preguntarte algo. ¿Qué tan bueno eres con el Obliviate?

Harry se detuvo y miró a Remus, extrañado.

—¿Uh? —alzó la ceja, confundido y aún algo adormilado—. ¿Por qué?

—Somos pocos y nos conocemos mucho —Remus palmeó su espalda, su sonrisa tirante en burla cínica—. Creo que será mejor que tengas tu varita en mano y no ningún cuchillo.

Harry bufó y siguió caminando. Remus lo acompañó hasta las escaleras que subían de las habitaciones a la Sala Común, pero no subió con él, camuflándose entre los huecos cargados perpetuamente de sombras. Los murmullos típicos de la hora del desayuno privado de un sábado post-exámenes estaban resonando, alegres y cálidos por el sol primaveral y dulce haciendo lucir el lago de color lima contra las paredes monocromáticas, risas salpicando las copas de oro cargadas de chocolate caliente, zumos frutales y muchos pasteles para desayunar, todo allí en Slytherin, donde nadie podría siquiera esperarlo.

Harry tomó asiento entre Tom y Draco, en un cómodo y mullido almohadón. Draco escondió su risa detrás de su copa.

—¿Buenos días? —murmuró Harry hacia Draco, que usualmente no pasaba un día sin saludarle con abrazos y chispas de alegría que le ponían los pelos de punta. Pero más le ponía los pelos de punta que Draco pareciera estarlo evitando, con las mejillas rosadas y los ojos revoloteando. Finalmente, Draco se ahogó con su vaso lleno de zumo, partiéndose a carcajadas—. ¿Qué mierda...?

Daphne, frente a ellos en el círculo, también rió con fuerza. Junto a Daphne rió su hermana, Astoria, más bajo y cubriéndose el rostro, y a carcajadas estruendosas Blaise y Theodore. Los dedos de Harry se arrugaron sobre su varita en su bolsillo, pensando a cuál matar primero.

La risa se extendió. Chicos y chicas de su año, algunos mayores que intercambiaban miradas, otros menores que lo señalaban con las caras enrojecidas.

—Qué mierda con ustedes —gruñó Harry, examinando toda la mesa con los ojos aturdidos—. ¿Por qué...?

Entonces, junto a él, Tom soltó la carcajada definitiva que repercutió, cargada de alegría juvenil y extasiada mientras se cubría el rostro con las manos, sus hombros sacudiéndose con fuerza. Alentado por esa carcajada, Draco tomó un poco más de aire y le miró, susurrándole:

—Uh, Harry. Creo que en Hogsmeade aún no se han enterado de que eres un poco... ruidoso.

Harry mantuvo sus comentarios para sí con una sonrisa demasiado falsa en la cara. Se levantó y arrastró a Tom de los cabellos para hacerle conjurar un Obliviate lo suficientemente fuerte para que nadie ni siquiera se le cruzara que algo así había pasado.

Remus colaboró, con risitas bajas y queriendo saber todos los detalles, alentándolos a lugares que podrían 'profanar' y lugares que estaban muy usados, pero valían la pena. Harry no le cortó las pelotas porque estaba muy ocupado borrándoles la memoria a sus compañeros y luego muy ocupado persiguiendo a Tom por todo el colegio con un cuchillo entre las mangas de la túnica y amenazas que nadie tomaba en serio, porque, ¡anda qué adorable! ¡Es Harry Potter y está persiguiendo a su primo Ian por todo el castillo, con aparentemente algo afilado en la manga de la túnica y a amenazas de 'te cortaré las pelotas con un cuchillo desafilado para que se te infecten y se te pudran, imbécil de mierda'! Oh, son tan adorables. Tómales una foto.

Y Remus les tomó fotos con expresión de padre orgulloso, y Sirius salió en una de ellas empujando sin querer una cubeta de agua jabonosa y perfumada a la cabeza de Severus bajo el grito de 'LO HAGO POR TU BIEN', y McGonagall confiscó las fotos (y las varitas, y la cámara) cuando Regulus los separó a dos hechizos de incendiar el Invernadero 3.

...

swEET LITTLE UNFORGOTTABLE THING~

Hola #TeamEmpate, me gusta jugar con sus mentes *risa malvada*

Sé que muchos querían a PsychoBaby con falda, así que traje algo que espero compense un poquitito *redoble de tambores*

Si, a veces se me da por hacer dibujitos y eso ssdfs También tengo un instagram que me abrí poco para ir subiendo otros tantos dibujos o lo que sea, así que si me quieren seguir es @gmauvart y está más o menos así

Así que, volviendo al cap... AY QUE SE ME VAN MIS NIÑOS, YA CASI NAMÁS TERMINA EL 3ER AÑO Y YO SUDO FRÍO, BEBESOTES- Toca cambio de portada ya con el 4to año, ¿Quién creen que estará ahí? *risa super ultra mega malvada llena de amorsh*

Entonces, ¿teorías? ¿Qué se viene a continuación? Sé que muchos dijeron ya "la calma antes de la tormenta" y yo tengo ganas de decirles "vale es que se viene 4to año, no me pueden decir que no se viene el caos"

¿Preguntas? ¿Dudasss?

¿Opiniones?

¿Parte fav, parte menos fav?

Mucho lovvvvv para todos. <3

xxx G.

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