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{ 52 . Los niños malos no van al cielo }

No lean esto en público. Y por favor necesito que estén comentando para saber que sus manos no están en otros sitios, muchas gracias por la consideración, prefiero evitarme el trauma. :3

...


Llegaba un momento en que besar ya no era un verbo individual sino una constante compartida en básicamente toda la rutina diaria. Y a veces ya ni siquiera eran besos burlones con expresiones de sadismo mientras uno permanecía con una erección desatendida o el otro con una marca de dientes en el cuello, a veces eran de esos besos que se devoran con desesperación, se jalan de los cabellos y se empujan contra cualquier pared o escritorio o mobiliario o lo que fuera que estuviera en el camino (y Merlín permitiera que no fuera un profesor, como había ocurrido con Remus y él literalmente los había pateado. LITERALMENTE.).

Harry se descubrió que era adicto a los besos de Tom. O, bueno, no exactamente a los besos individualmente. Podía sentir que toda su piel quemaba. Si se encontraban en clase y Tom, casualmente, golpeaba sus rodillas juntas o le rozaba la mano para corregir un error en sus apuntes, Harry tenía que inhalar profundamente e ignorar por completo todo el cosquilleo que correteaba como electricidad y le hacía querer estampar al demonio contra algo y devorarle la boca (y otras cosas).

Quizá era más doloroso no poder hacerlo. Estaba tan acostumbrado al contacto físico con Tom –y realmente, todo el colegio estaba tan acostumbrado a que estuvieran sumamente pegados entre sí– que Harry sabía que, de detener sus abrazos, o sus pullas, o sus juegos burlones de gato-ratón muchas personas preguntarían. Y Harry no podía Obliviar a todos (y Tom no quería hacerlo por sí mismo; en sus propias palabras le daba flojera). Antes, el contacto con Tom sí había significado algo. Cuando lo tocaba se sentía cómodo, tranquilo, cargado de emoción. Sin embargo... últimamente todo había dado un vuelco de cabeza. Tom lo tocaba y le prendía fuego. Y nunca se encargaba de controlar las llamas.

Harry ardería y, bien, arderían todos con él.

Pero antes follaría con Tom. Probablemente cuando el demonio dejara de encender la llama y olvidar la vela en medio de un bosque de miradas indiscretas.

...

Tom apenas tironeó de su cabello, como un chiste. Harry sabía que era un chiste porque le estaba peinando y luego se movió, tironeando con burla, pero Harry lo empujó contra una pared y devoró sus labios, ansioso.

—Harry —protestó Tom, burlón, y Harry le silenció—. Harry.

Ese último Harry había parecido más algo provocativo que una protesta. Harry relamió los labios gruesos de Tom y mordisqueó suavemente su labio inferior, apegándose a su cuerpo, toda su piel latiendo y gritando y quemando, y Tom apresándole contra su cuerpo con unos brazos que parecían envolverlo para jamás soltarlo y-

—No quiero interrumpir, pero están llegando a clases —Harry apenas si se detuvo para observar a Regulus contemplando un reloj de plata que extraía del interior de su túnica, su semblante pálido ni siquiera perturbado—. Y tienen clase con McGonagall. Así que, bien. Apresuraos.

Harry resolló de frustración y dio una patada al suelo. Tom le dejó un beso casto en la punta de la nariz que lo único que hizo fue ponerlo diez veces más caliente mientras avanzaban hasta la clase de transfiguraciones, Harry infinitamente agradecido de que las túnicas negras pudieran cerrarse y aún se adjudicara su cierre completo al frío.

...

—Es San Valentín —murmuró Draco, rezagándose en la Sala Común mientras Harry peleaba con su túnica para hacerla lucir lo 'suficientemente elegante'—. ¿No tienes planes para hoy? Ya sabes, con Ian.

Harry le observó desinteresadamente.

—¿Los puristas de sangre festejan San Valentín?

Draco se encogió de hombros.

—No —compuso una expresión divertida—. Pero es lindo ver que hay gente que gasta dinero en ti e intenta llegar a tu corazón durante una fecha cuando no lo ha hecho en todo el año. Es patético —Draco suspiró. A Harry le caía bien el 'nuevo' Draco que, en realidad, siempre había estado en algún sitio detrás de los chillidos de banshee y los sentimientos incontrolables; según las palabras de Remus, si Harry apenas sobrevivía sin diferenciar los sentimientos de todos y apenas sintiéndose afectado por ellos, ¿cómo lo haría Draco sintiéndolos siempre como fuego sobre la piel, afectándose por todo cuando en realidad no significaba nada? Aunque Harry no tenía mucha idea de por qué era que Remus sabía esas cosas de Draco... en fin. Al parecer habían estado compartiendo psicoterapeuta—. Así que, ¿saldréis hoy? Quiero saber si tendré la Sala Común a solas.

—¿Y poder matarte a pajas en paz? —preguntó Harry. La diferencia entre el Draco de la luna nueva y el Draco de todos los días era que el Draco de la luna nueva le hubiera respondido algo mordaz; sin embargo, el Draco diario desvió la mirada, su cara totalmente rosada y la punta de sus orejas en rojo—. O quizá traer a alguien. Bueno, ¿quién está disponible que pueda agradarte? Pucey es agradable pero no muy poderoso como para cumplir tus estandartes nayadísticos... en cambio, Diggory...

Draco puso los ojos en blanco.

—Ninguno de esos es mi tipo —sonrió—. Yo ya he encontrado al indicado, ya te he dicho.

Harry alzó las cejas sugestivamente.

—¿Y quién es?

Draco se descolocó un poco. Dudó brevemente antes de decir:

—Mmph, bueno, no lo sé.

Harry intentó no reír. De verdad. Intentó. Intentó totalmente no reír a carcajadas, pero su enorme y resonante risa resultó en que llegara al desayuno de San Valentín con los cabellos rosa flúor y con corazones flotando en torno a su cabeza (lo que claramente era uno de esos hechizos imposibles de quitar que había creado Regulus, y que claramente imposibilitaba la posibilidad de cualquier intento de ser amenazante o cualquier intento de intentar follar de una vez por todas con Tom ya que el demonio de los cojones lo miraba y reía hasta que toda su cara se desestabilizaba y debía alejarse para tomar aire y controlarse... para verlo otra vez y reír nuevamente).

San Valentín pasó sin polvo y sin gloria.

...

Pascuas pasó con días libres, Tom con una hipersensibilidad ante todo estímulo físico (conllevando dolor de cabeza, malhumor, irritación, hambre real, sueño real, dolor real junto con heridas reales y muchos gruñidos) que Harry había aprendido a asociar con cualquier festividad santificada por la iglesia mientras buscaba su cometido de satanizar a todos los alumnos, y con la típica conversación de:

—Tommy...

—¿Qué mierda, Harry? Me duele la cabeza.

—Sabes, no siempre te hablo para intentar follar contigo o algo de ese estilo. En realidad, te quería pedir que me enseñes hechizos anticonceptivos. La luna nueva es en dos días y Draco ha estado...

Tom ni siquiera cayó en la provocación. Le arrojó una almohada para silenciarlo y se ocultó en las sábanas, balbuceando incoherencias sobre mocosos que le hacían doler los huevos en el sentido más literal de la palabra y algo como una amenaza que también arriesgaba sus huevos, algo que Harry no alcanzaba a entender del todo.

...

—Voy a romperle la cara al marica imbécil de George.

—Harry, lenguaje —regañó Hermione, mientras le limpiaba la sangre que goteaba de su nariz—. Parece que está herido desde hace tiempo. Hmph, vale, ¿no has ido con madam Pomfrey? Ella seguramente tendrá algo para detener este sangrado.

—Hermione, por si no te has dado cuenta, estamos en medio del tiempo fuera de un puto partido final de Quidditch de todos los cojones, Slytherin contra Gryffindor, que sería algo así como un clásico de los clásicos como podría ser en el fútbol muggle el Manchester contra el Liverpool. No tenemos mucho más tiempo que perder y estoy viendo la Snitch justo ahora MADAM HOOCH YA PUEDO JUGAR HAGA SONAR EL PUTO SILBATO-...

Slytherin ganó. Algo así como 690 a 410. Una partida peleada, pero con los puntos suficientes para que Slytherin, por segundo año consecutivo, se llevara la Copa de Quidditch. La celebración se extendió en la mesa durante la cena, y luego en la Sala Común. Festejando, riendo a carcajadas, exponiendo banderas y jugando al póker por dinero, herencias, joyas e incluso lo que parecía ser favores más del tipo sexual. Un grupo de muchachos mayores saltaba y gritaba en una ronda, riendo a carcajadas y diciendo que sus últimos años habían estado llenos de triunfos. Entre ellos estaba Azalá. Harry le dirigió una sonrisa dulce y el chico se descompuso.

Tom jaló de su oreja.

—Niño malo.

Harry le arqueó una ceja, jalando de su corbata y pasándola suavemente por su propio rostro.

—¿Quieres castigarme?

Adrian Pucey, que justo pasaba dispuesto a felicitar a Harry, se ahogó con su cerveza de mantequilla. Harry soltó una carcajada.

—Bien hecho, Potter —acabó diciendo Pucey, sus mejillas doradas cubiertas de un suave rubor—. Aunque ese golpe con la bludger fue bastante feo. ¿No te has pasado por la enfermería?

Harry puso los ojos en blanco.

—Oh, no ha sido muy feo. Tranquilo —le guiñó un ojo y extendió su mano, cambiando la cerveza de mantequilla por la reserva de whisky de Ogden que tenía Severus en su despacho para aquellas veces que Regulus llegaba harto. Adrian le observó asombrado y le dio un sorbo a su vaso, comprobando que realmente era aquella fuerte y especiada bebida—. Luego se lo repondré al profesor Snape. Es de sus reservas personales para su esposo, así que seguramente será lo mejor.

Adrian le revolvió los cabellos paternalmente y se marchó. Tom mordió la punta de su oreja, sobresaltándolo.

—Te has vuelto muy bueno últimamente.

—Bien, se cazan más moscas con miel que con hiel, ¿no? —Harry se volteó, volviendo a juguetear con la corbata de Tom. El demonio en traje de niño llevaba los cabellos desordenados por el viento del campo de Quidditch y la celebración, además de los colores de la casa pintados en las mejillas. Harry le atrajo para besarlo, pero Tom le detuvo.

—Estamos en medio de una celebración rodeados de todos tus compañeros, ¿sabes?

Harry suspiró y jaló de su mano, empujándolo escaleras abajo hasta la habitación. Tom no se resistía, pero tampoco parecía demasiado propenso a ayudar. Harry lo empujó contra la cama y trepó a su regazo.

—¿Ahora tenemos la suficiente privacidad? —murmuró, apenas, antes de besarlo con ferocidad. Tom le atrapó contra el colchón en apenas un movimiento, sus manos ni siquiera molestándose en quitar el uniforme de Harry. Jaló de las telas para apartarlas de su camino a la fuerza y Harry no se quejó cuando oyó la tela desgarrándose. En fin, pagaría otro.

Tom le besó con fuerza, mordisqueando sus labios y empujándose para extender sus manos por toda su piel. Harry gimió cuando las uñas de Tom descendieron por sus costillas, apenas rasguñando, y envolvió sus caderas con su pierna apretándole, Tom bajando su boca de sus labios a su cuello y mordisqueando mientras se restregaba con él, arrancándole a Harry quedos gemidos ahogados por los dientes apretados.

Fuera pareció haber una explosión lo suficientemente fuerte para que ambos se sobresaltaran. Tom se incorporó, recordando que no había puesto sus acostumbradas barreras por la prisa del mocoso necesitado, y Harry también lo notó incorporándose a la vez, chocándose con Tom con la suficiente mala suerte para que su nariz golpeara con su hombro huesudo, de por sí más firme que cualquier otro huesudo hombro humano.

Todo tipo de festejo tuvo que ser cancelado mientras Harry intentaba detener su hemorragia nasal. Y, cuando no se detuvo, madam Pomfrey lo regañó demasiado fuerte por no atenderse con anterioridad ya que su nariz no sólo tenía la lesión de la bludger, sino una lesión pasada que había dañado el tabique que ya había estado dañado con anterioridad... lo que llevó a Remus disculpándose literalmente de rodillas, Sirius dándole una colleja a Remus con una silla, Severus gritándole a Sirius por golpear a Remus con una silla y gritándole a Remus por golpear a Harry, Regulus gritándole a Severus por gritarle a Sirius por faltarle el respeto a la silla golpeando a Remus con ella y gritándole a Remus también por golpear a Harry, y Tom maldiciendo con una sonrisa cínica mientras Harry le miraba con cara de "consigue que se vayan porque necesito una paja urgente. Y de preferencia, que tú me la hagas".

Pero cuando todos se fueron Tom también debió irse, dejando a Harry dormitar bajo el efecto del crecehuesos. Y no regresó por el resto de la noche.

...

Los exámenes eran muy estresantes.

Bien, los exámenes eran muy estresantes cuando apenas había conseguido dormir durante unas escasas dos horas por: a) la frustración sexual; b) la tensión sexual no resulta –del todo; c) las lunas llenas y a cada nueva luna llena descubrir que podía controlarse menos y que había, de alguna manera, heredado algo del lobo necrófago de Remus.

Decir que Tom había estado casi literalmente muerto del miedo era un juego de palabras de humor negro muy malo ya que Tom perjuraba su capacidad de no temer y perjuraba sobre su inmortalidad, pero cuando Harry en la luna llena había saltado hasta él Tom lo había atribuido a sus claros intentos de conseguir que follaran en el castillo (sin tener en cuenta las amenazas que Severus, Regulus, Sirius, Remus, Narcissa y Lucius le habían hecho al pobre e indefenso Ian Prince-Black luego de la boda de los dos primeros). Pero todo había dejado de tener sentido cuando Harry le enseñó unas afiladas garras que, como uñas negras, brotaban de sus dedos. Apenas si tuvo un vistazo de sus dientes, largos y afilados, antes de que Harry hundiera las garras en su piel y las deslizara camino abajo abriendo una brecha de la que sangre negra brotó en burbujas oscurecidas.

Tom echó la cabeza atrás, apenas conteniendo toda la oscuridad en su interior si solo quedaba otra alternativa, pero Harry no abrió su pecho en dos y tomó su corazón sin latido entre los dientes. En realidad, Harry como si de un vampiro muy animal se tratase, pegó su boca a la herida abierta en el cuello de Tom para beber de él como si hubiera hallado, no sólo el manjar más delicioso, sino el exquisito sabor de un nuevo significado para la vida.

Harry, animal y salvaje, apenas parecía cambiar físicamente. Sus ojos seguían siendo verdes, pero en vez de pequeñas pupilas se hallaban dos rendijas ennegrecidas como aberturas al averno. Sus dientes eran más puntiagudos y, por supuesto, sus garras que incluso hasta horas después del amanecer permanecían negras, pequeñas uñas en diminutas puntas aclarándose a medida que pasara el día. Pero mentalmente era exactamente todo lo que Tom había avistado en él: poder sin restricciones, malicia, sadismo.

Tom dejó que sus heridas fueran abiertas y su oscuridad drenada. Poco a poco, gota a gota, siendo bebida –literalmente– por aquel humano de su pertenencia que, bien, a veces dejaba de pertenecer al ser humano.

Sin embargo, si se descontaba el hecho de la parcial transformación a hombre lobo, y por supuesto de la tensión sexual casi no resulta, Harry estaba bien en los estudios. Su mente no estaba tan dispersa y casi hasta recordaba con lógica respuestas sin tener que ser ayudado por Tom.

A un día y tres exámenes de descansar, Harry gritó, pateó una puerta, pateó un sofá, le gritó a un niño de primero que se acercó a entregarle un pergamino que se le había caído, le gritó a un prefecto que le regañó por gritar, maldijo a Azalá que se cruzó en su camino y se encerró en su habitación, pateando su baúl hasta el otro lado de la habitación.

—¿Frustrado, bebé? —preguntó Tom, mirándolo desinteresadamente, al parecer quitando las armas de su escondrijo habitual y dejándolas en orden sobre las sábanas de su cama—. He conseguido...

—Necesito una paja —Tom se silenció observando a Harry deshacer el nudo de su corbata y arrojarla en desorden; el mismo desorden se mantuvo mientras se deshacía de la túnica, arrugándola, y comenzaba a abrir los botones de la camisa, Tom sorprendiéndose a medida que el TOC de Harry parecía perder efecto, ropas mezclándose en la piel expuesta cada vez más caóticamente—. Así que, o bien me la haces tú, o bien me la haré en frente de ti y no tendrás permitido tocarme mientras tanto. Escoge rápido.

Tom le miró y sonrió, cínico.

—Échate.

La exhalación de Harry fue casi como si le hubieran quitado una cuerda del cuello. Apenas batalló con sus pantalones antes de que Tom llegara con él, empujándolo contra la cama desocupada y abriéndole la cremallera, quitándole los pantalones junto con los zapatos y calcetines. Lo cubrió con su cuerpo y le sujetó de la barbilla, su sonrisa oscura brillando con sus ojos rojos.

—Mírame —ordenó Tom, y Harry no cerró los ojos, no mientras Tom le besaba y le miraba, sus ojos de sangre y poder infernal quemándole como si tuvieran un portal directo al infierno, sus manos descendiendo por todo su cuerpo en remolinos, deslizándose por su piel hipersensible por la sobredosis de hormonas deslizándose en su sangre y deteniéndose en sus caderas inquietas—. Ahora serás un niño bueno y prestarás atención a cada movimiento, porque luego quiero ver que lo hagas para mí.

Harry ahogó un quejido sorpresivo cuando de pronto su espalda abandonó las sábanas. Llevaba la camisa abierta, los puños aún abrochados, y Tom se recargó contra el espaldar de la cama dejando a Harry sentado sobre su entrepierna todavía vestida de forma elegante con el uniforme escolar, la ropa interior de Harry tirante sobre la semi-erección que se presentaba cada vez más dura con la mirada de escrutinio del demonio. Jaló de su rostro, besándolo mientras sus dedos se curvaban en uñas afiladas que se deslizaban por su piel, Harry estremeciéndose mientras sentía la latiente erección de Tom debajo de él, endureciéndose y empujando contra su culo desde su prisión de ropas, todo su cuerpo gritando en desesperación agónica en estremecimientos con la piel de gallina.

Y casi gritó cuando Tom acarició su polla por sobre su ropa interior, mordisqueando su labio juguetonamente y bebiendo cada uno de los obscenos sonidos que salían de su boca. Harry intentó quitarse de una vez por todas el bóxer, pero Tom enredó sus dedos detrás de su cuello.

—No —susurró, aún contra sus labios, los ojos de Harry persistentes sobre los suyos tal cual como había ordenado—. No dije que podrías tocarte mientras yo lo hago. Sé un niño bueno, mi hermoso bebé psicópata.

Harry se estremeció casi por completo. Tom rió contra su boca mientras movía sus dedos por sobre la tela, masturbándolo, Harry cada vez más erecto y cada vez moviéndose más en busca de contacto, jamás cerrando los ojos. Sus dedos se aferraban a los cabellos del demonio mientras Tom, cínico, le masturbaba lento y las piernas de Harry temblaban.

—Joder, Tom —gruñó Harry, dejando caer la cabeza contra el hombro del demonio, observando el movimiento por sobre la tela con la frente apoyada sobre la clavícula de Tom—. Necesito...

Tom no lo dejó formular nada. En realidad, se dejó caer apenas un poco, alterando mínimamente la posición y liberando la polla de Harry de su prisión de tela para envolverla con su mano y subir y bajar, lentamente.

Harry apenas razonó. Todo su cuerpo temblaba, sus uñas se enterraban en la piel del cuello del demonio, sus rodillas temblaban y todo su cuerpo se estremecía con cada movimiento de los dedos de Tom, subiendo y bajando, esparciendo el pre-seminal por la cabeza, tirando hacia atrás el prepucio con la uña y repitiendo todo el proceso, cambiando pequeños detalles en respuesta a la tensión del cuerpo de Harry, otorgándole más placer de lo que nunca podría haber imaginado.

La respiración de Tom estaba, en su oído, apenas si acelerada, alterándose más a cada segundo. Harry no lo hacía intencionalmentBien, sí movía sus caderas sobre la erección del demonio, apretándose más contra él, apretando su culo y apretándolo más contra el pantalón del uniforme, pero no tenía tanta idea de que el demonio estaba al borde de dejar todo por la borda y hacer una locura. Pero su respiración estaba acelerada, salpicando de aire cálido su cuello y de suaves sonidos su mente. Harry intercaló un gemido con un sollozo cuando todo parecía ser tan jodidamente fuerte y aún no suficiente.

Tom le apretó contra él, apretándose contra su cuerpo, mordiéndole el cuello con dientes afilados y masturbándole duro, rápido, firme, toda su ropa empapándose con la corrida de Harry ante aquellos movimientos finales. Harry apenas gritó, un grito mudo que le dejó débil y frágil sobre su cuerpo, tembloroso y resollante en respiraciones hondas que parecían no acabar de aclararle la cabeza.

Se demoró un par de minutos en estabilizarse. Cuando alzó la cabeza, toda su expresión tan relajada, toda la tensión de su cuerpo abandonándole, Tom le sujetó de las caderas y le atrajo hacia él abruptamente.

—No has sido un niño bueno —susurró contra su boca. Harry sacó la lengua y le lamió los labios lentamente.

—No lo he sido —balbuceó lentamente—. Los niños buenos van al cielo. Y no es el cielo donde quisiera ir, ¿sabes?

Tom rió ronco y apenas apartó a Harry para abrir su cremallera. Harry, montado en sus piernas, le observó con suavidad adormilada de quien ha tenido uno de esos orgasmos que le dejan entre tonto y fatigado, con ganas de hacerse una bolita entre las sábanas y disfrutar del placer que aún hormigueaba en los dedos de sus pies.

—Hazlo, niño malo. Gánate tu entrada VIP al infierno.

Y Harry puso manos a la obra. Imitó los movimientos de Tom, sus manos más inexpertas que fueron tomando confianza a medida que Tom se estremecía, endureciendo el vientre o los muslos, o los dedos entrelazados a sus piernas, envolviendo sus tobillos en un vano intento de mantenerlo quieto, sin restregarse contra su erección... cosa que Harry había observado que por lo visto a Tom le ponía de cero a cien en cero coma cinco segundos.

Se inclinó más contra él, mordisqueando suavemente su labio inferior mientras seguía masturbándolo, Tom apretando con fuerza sus tobillos, cruzándolos detrás de su espalda y apretando a Harry contra él, los movimientos de Harry apenas deteniéndose para hacerse más bruscos mientras sus dedos subían y bajaban, y su mano por entero lo envolvía, masturbándole y restregándolo contra el pegajoso semen que aún estaba a medio secar por su vientre, Tom respirando dificultosamente entre su boca, besándole con brusquedad cada tanto, Harry mirándole y Tom mirándole, y ambos siendo fuego y siendo carne.

Tom amoldó sus dedos al culo de Harry, apretándole las nalgas con fuerza, y Harry apenas chilló de sorpresa, sus manos deteniéndose momentáneamente para seguir los movimientos con más velocidad y más fuerza, ahora una mano sosteniéndolo de la base y la otra bombeando, Tom mordiendo sus labios y corriéndose duro contra él. Harry gimió algo similar a una risa mientras sus labios rozaban suavemente la comisura de la boca de Tom, notando cómo sus músculos, segundos antes en estado de suma tensión, se hallaban laxos mientras Tom cogía algo de aire como si lo necesitara, dejando extenderse la sensación liberadora del orgasmo por toda su piel.

—Tampoco has sido... bueno —susurró Harry, intentando obtener algo de aire extra, algo de aire que no estuviera intoxicado con la sensación de sudor y calor y sexo que en realidad no había sido más que una masturbación hasta su final, una exploración que se debían desde hacía tiempo.

Tom rió contra su cuello.

Yo, niño malo, soy un demonio. Yo no puedo ser bueno a pesar de que lo intentara... aunque no es algo que quiera intentar próximamente. Me gusta jugar sucio.

Harry soltó un "mnh" débil, tomando un poco de aire y un poco de cordura, que no era como si ambos le sobraran. Tom volvió a apretar su culo, Harry sobresaltándose nuevamente, riendo entre dientes.

—Si sigues haciendo eso me deberás una mamada —gruñó. Tom pareció meditarlo, sus dedos acariciándole las nalgas, dándole a Harry la sensación de corriente eléctrica por las piernas y de su corazón palpitante con sangre espesa como la miel recorriéndole el cuerpo por completo.

Tom apretó su culo con fuerza y Harry apenas chilló nuevamente, más que nada por la sensación sorpresiva que por el dolor.

—Podría hacerlo —murmuró—. Mnh, sí. Es una idea tentadora.

Harry podía sentir la expectación eléctrica en todo su cuerpo. Tom apartó una mano de su culo para levantarle la barbilla y hacerlo quedar frente a frente, fuego verde y fuego de sangre.

—Si terminas tus exámenes sin mi ayuda, y si te va bien en todos ellos, lo que por supuesto que me enteraré, te daré las mamadas que quieras —susurró, la respiración de Harry congelada—. Tenemos solamente tres exámenes y son el día de mañana. Estoy seguro de que podrás, ¿eh?

Si Harry hubiera podido golpearlo lo hubiera hecho. Tom lo apartó, dejándolo entre las sábanas arrugadas, besándole fuerte y cómplice.

—¿Aceptas, mi bebé psicópata? —susurró, colocándose entre sus piernas y delineándole los muslos con las manos, subiendo y bajando con las yemas de los dedos, Harry apenas jadeando—. Tres exámenes. Historia, Defensa e Aritmancia. Mnh, sí. Y una recompensa muy deliciosa. ¿Aceptas, bebé?

Harry asintió velozmente. Tom descendió los labios por su cuello, chupando la mordida que se marcaba con sangre, chupando debajo y chupando a un lado, lamiendo lujuriosamente la marca del caos sobre su piel. Harry se estremeció, envolviendo las caderas de Tom con una pierna en un claro "de aquí no te vas zoquete". Podía sentir que estaba duro de nuevo a una velocidad de vértigo y es que, bueno, tenía trece años y sabía que sus hormonas estaban jodidamente locas –ni que fuera culpa de Tom por ser tan jodidamente perfecto e infernalmente seductor, nah.

Tom besó el lugar donde latía su corazón con fuerza y rió mientras Harry jaló de su cabello.

—Otro orgasmo. Ahora —ordenó Harry, la voz jadeante, y Tom pareció meditarlo mientras jugueteaba con el elástico del bóxer negro, ajustado sobre sus caderas, sobre el que sobresalía en la tela rota y abierta la erección de Harry, su polla desesperadamente dura porque joder, todo era tan increíblemente caliente que se sorprendía no haber pedido algo como eso antes y haberse perdido de tanta diversión.

—Te daré tantos orgasmos como quieras —murmuró Tom— hasta que todo tu cuerpo no resista, hasta que tu piel esté sensible y cada roce de las túnicas te ponga a cien, y hasta que ya no puedas gritar otra cosa que mi nombre... pero atente a las consecuencias cuando no apruebes los exámenes.

Harry balbuceó incoherencias similares a insultos.

—Uno —susurró, a media voz—, uno más. Y me pondré a estudiar.

Tom rió contra su piel. Su risa oscura repercutió en un estremecimiento completo por su columna. Acabó de desgarrar el bóxer de Harry, deslizándose con los labios sobre su piel hasta las caderas, huesos marcados en la silueta delgada y la piel de gallina. Las alzó, mirándole, y Harry echó la cabeza atrás sin soportar el fuego que le estaba consumiendo como si de pronto la llama fuera una hoguera que lo estaba incendiando célula a célula.

Tom lamió el interior de sus muslos, levantando su pierna sobre su hombro, mirándole desde la posición y jalando de sus caderas, atrayendo su mirada.

—Mírame —prosiguió con su orden principal—. No despegues tus ojos de mí. Definitivamente quiero que recuerdes cada sensación que te haré sentir ahora cada vez que me mires, de ahora en adelante.

Harry gimió sonoramente. Tom apegó sus labios a su pierna, juguetón, chupando y dejando marca tras marca púrpura en sus muslos, tomando su polla en su mano y masturbándolo lento, Harry enterrando sus dedos con fuerza entre las sábanas, todo convirtiéndose en una sensación de asfixia y a la vez de que nunca había hallado tanto aire que adorase respirar. Tom deslizó su lengua por las manchas que sus labios habían dejado, desde la última hasta la primera, apretando más fuerte su polla y mirándole a los ojos. Harry tragó la saliva que estaba acumulándose en su boca, observando el pecado, el pecador, el infierno, el demonio, y todo suyo, todo tan suyo que nunca había estado tan completo.

Al menos hasta que Tom movió sus dedos y un hechizo abrupto después su lengua se movía en la hendidura de su trasero, empujando contra el anillo de músculos en una sensación tan placentera como inverosímil. Harry casi podría gritar. Y, bien, lo hizo. Todo lo que estaba observando parecía salir de sus más oscuros sueños húmedos. Tom, allí, ojos de rubí y de sangre jamás despegándose de los suyos, su mano masturbándolo lento y firme, su propia pierna sobre el hombro de su demonio y cada una de las sensaciones que jamás imaginó haciéndole arrugar los dedos con fuerza en torno a algo que lo mantuviera más estable y menos como una masa jadeante y resollante.

Harry realmente quería gritar. Gritar, gritar, gritar. Porque todo era nuevo y extraño y a la vez no podía dejar de exigir más. No rogaba. Exigía. Y Tom cumplía. Cada uno de los bombeos a su polla pareció carecer de importancia cuando pareció notar que estaba lo suficientemente flojo y lo suficientemente dispuesto para intercambiar la atención de su polla a su agujero. Harry vio las estrellas agónicamente dos segundos, dos segundos mientras una absurda sensación de intromisión le causaba electricidad por la columna, y observó el infierno cuando Tom le miró insidioso desde su posición, su sonrisa extendiéndose por toda su cara, mientras dos dedos se enterraban centímetro a centímetro, abriéndose lugar y observándolo retorcerse ante su lengua que se envolvía en la punta de su polla, lamiéndole como una paleta y como en cada una de sus putas y jodidas fantasías.

Tom no le dilató más. No abrió sus dedos como tijera en busca de prepararle para otra cosa. En realidad, al llegar al punto preciso de profundidad, los curvó y embistió al lugar indicado y Harry supo que había sido el lugar indicado porque cada parte de su cuerpo lo sintió. Observó destellos de luz detrás de sus párpados y estuvo seguro de que jamás había gritado tan fuerte. Tom rió, por supuesto, mientras seguía embistiendo en su próstata y Harry se estremecía con cada movimiento, observando a Tom mirarle mientras le chupaba la polla y le embestía con los dedos, arrancándole un placer bestial que más que humano parecía ser animal. Un placer oscuro y cínico, y a la vez que conseguía que cada sección de su cuerpo estuviera afectada.

Tom apartó su cabeza con un "pop" sonoro, apretando con más fuerza sus dedos contra su próstata y Harry corriéndose abruptamente a voz de gemidos que habían pasado de ser el nombre de Tom a príncipe y a incoherencias ahogadas en respiraciones erráticas y gritos del más absoluto placer.

Tom retiró los dedos de su interior, lentamente, y movió sus manos para limpiar todo el semen caliente y tibio de sus cuerpos. Harry inhaló y exhaló con mayor normalidad mientras pasaban los momentos, apenas estremeciéndose ante la mirada atenta de Tom sobre cada fragmento de su piel.

—Mnh —balbuceó entre la coherencia y la incoherencia—, esto ha sido delicioso.

—Será más delicioso cuando no apruebes tus tres exámenes y debas utilizar una falda hasta que acaben las clases, por cierto. Creo que Daphne tiene unas realmente bonitas, ¿la has visto? Están suficientemente recortadas para lucir las piernas y creo que las tuyas se lucirán mejor con la falda que las de la misma Daphne. Y más con cada una de tus nuevas y bonitas marcas. ¿Crees que sentirán la suficiente curiosidad para preguntarte quién te las ha dejado, o se sentirán lo suficientemente intimidados por tu expresión de enfado? —Tom besó suavemente el costado de su rodilla, a pocos centímetros del último chupetón que había hecho, que ahora se marcaba en una tonalidad purpurea, justo antes de incorporarse y arreglarse las ropas a toda velocidad, marchándose—. Suerte estudiando.

Harry se demoró unos cinco segundos antes de comprender lo que Tom había querido decir y gritar de frustración, intentando arrojarse hacia sus libros de estudio y descubriendo que prácticamente no sentía las piernas. Maldijo y enterró la cara ardiendo en la almohada, apretando en puños las sábanas e intentando controlarse. Bien. Aprobaría sus exámenes así se fuera su vida en ello.

... 

*inhala* No soy nada buena escribiendo este tipo de contenidos en long-fics xDD Puedo describir un homicidio explícitamente pero a la hora de hacer QUE MIS BEBÉS HAGAN ESTAS COSAS ME DA MUCHA VERGÜENZA AAAAA.

Cualquier crítica de verdad que la acepto con ganas xD   

¿Parte fav? ¿Parte menos fav? Si me dicen que la parte menos fav fue la del lemon después de llevar cincuenta capítulos pidiéndolo se pueden ir a la vergMe calmo.

¿Preguntas? No creo que haya dejado muchas, este es de ese tipo de capítulos que no deja tantas incógnitas al aire... tANTAS :3 

¿Ganará PsychoBaby la apuesta? O, lo más interesante, ¿qué tan larga serán las faldas a su disposición? *risa malvada*

Si tienen comentarios pueden dejarlos aquí y si necesitan el número de Tommy-demon deben pasar antes por PsychoBaby Y QUERRÉ VER ESO.

En otras noticias pueden pasarse por JERK en mi perfil, es un pequeño extra de este mismo fic ubicado en Pascuas. *guiño guiño* Hecho con mucho lovv, una de las aventuras raras de estos locos.

Los adoro, gracias por leer, besos, bais. <3

xxx G.

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