{ 51 . El Legado Maldito }
¿Qué, acaso el título es un guiño irónico de mi parte a un mal-fanfic-publicado-como-obra-de-teatro? NEH, PARFAVAR. El canon y yo no nos llevamos bien.
...
—Familia —murmuró Hermione, sentándose a su lado en la biblioteca.
—Sirius —respondió Harry, apenas sin levantar la cabeza de su libro.
—Estrellas —Hermione alzó las cejas inquisitivamente.
—Cielo —Harry seguía sin levantar la cabeza del libro.
—Oscuridad —y su amiga enarcó una ceja, mirándole directamente. Harry esbozó una ancha sonrisa con los ojos bajos, sus mejillas apenas sombreadas, y Hermione se llevó la mano al corazón con la expresión perpleja—. Oh-oh. ¿Qué tenemos aquí? ¿Harry Potter sonriendo sinceramente? ¿Sonriendo soñadoramente? ¿El aire huele a hormonas salvajes y alocadas, o acaso mi sentido del olfato está dañándose con el perfume del a-m-o-r?
La sonrisa se Harry se desvaneció.
—Estás loca —murmuró, levantándose.
A pesar de que estuvieran en la biblioteca y se arriesgara a una sanción, Hermione gritó:
—¡MIRA QUIÉN HABLA!
Harry se volteó para mirarla, perplejo. Su amiga le guiñó el ojo y Harry consideró seriamente que él mismo podría ser una mala influencia para la gente de su entorno. Primero Draco (aunque no había tenido nada que ver con él... por lo menos, eso creía), luego Hermione... bueno, estaba bien. O al menos eso creía. Todo era tan jodidamente inexacto.
Talló su frente mientras salía de la biblioteca con su libro bajo el brazo. Madam Pince ni siquiera pidió que le apuntara; ella sabía a la perfección que Harry siempre devolvía los libros en tiempo y forma, sin ninguna anotación ni ningún tipo de mancha. Se restregó la cara y apartó las gafas momentáneamente, sus ojos ardiéndole por usarlas, aunque no debiera. Remus aún no le conseguía un nuevo par sin aumento, y esos, aunque alterados, seguían siendo molestos. Con los últimos meses de clase y varios temas legales apenas si había podido ir a Hogsmeade.
La nieve comenzaba a apartarse del camino de piedra, aunque el frío aún escocía en la piel. Harry despeinó su cabello y bostezó mientras caminaba a trote rápido hasta junto al lago. Allí, movió su mano apenas y la tierra húmeda pronto estuvo seca. Conjuró una manta y se recostó contra un abeto, disfrutando el frío sol y el lago frente a él, con su libro sobre el regazo y sus dedos rastreando una melodía que quizá conocía o quizá su mente estaba inventando, similar al colisionar de universos en explosión intermitente.
—No pareces del tipo que viene a disfrutar del paisaje, ¿eh, Harry?
Harry observó fastidiado a su lado. Una muchacha le sonrió, dulce, demasiado dulce para ser una Slytherin.
—Hey, Daphne. ¿Qué hay?
Daphne le empujó y tomó asiento a su lado. Como lo que parecía una ofrenda de paz para que Harry no la arrastrara de los cabellos y comprobara la veracidad de la teoría sobre que las rubias ahogadas flotan después de muertas porque sus cabezas tienen más aire que cerebro, Daphne le obsequió una barra de chocolate de Honeydukes.
Harry creyó por un momento que era muy fácil de comprar... sólo por un momento, hasta que al abrir el chocolate supo que era una reserva especial de las primeras recetas y vale, eso valía la pena por estar sentado con una niña que disparaba algunos de sus instintos homicidas más primitivos por su larga melena dorada reflejando los suaves rayos del sol gélido.
—No me gusta ir con rodeos —expresó la chica—. Quiero que me presentes formalmente a Hermione Granger.
Harry agradeció no haber mordido el chocolate aún. La idea sobre algún tipo de veneno en él era bastante tentadora en ese momento; nadie sospecharía de Daphne, de seguro.
—¿Por qué? —Harry jugueteó con el dulce entre los dedos. Daphne suspiró.
—Eres la persona más idiota que he conocido nunca, Harry Potter —alzó las cejas—. Hermione Granger aspira a ser una mujer reconocida en el Mundo Mágico, pero es una sangresucia. Sí, dime que el término es despectivo, me importa una mierda. A lo que voy es que ella quiere llegar lejos, y no quiero que tome los caminos correctos para ser despreciada, discriminada y hasta asesinada por sus creencias y todo ese rollazo —Harry la miró con un disimulado interés y una curiosidad total. Daphne volvió a suspirar—. Además, puede que me guste. Un poquito. Es agradable a veces.
—Pero es tu amiga —Harry balbuceó, palabras extrañas en su boca. De todas las conversaciones en el mundo jamás creyó que estaría teniendo esta—. Es decir, hablan. Se conocen. Has entrado a su sala común, peinado sus cabellos, se han prestado ropa y son como culo y calzón. ¿Por qué debería presentártela?
Daphne suspiró por tercera vez.
—No conoces nada de las normas puristas, ¿verdad? —tenía una expresión desesperada—. Hermione me agrada, por supuesto. Es una de esas extrañas excepciones a la regla de que todos los sangresucias son repugnantes y extravagantes. Ella ha intentado con todos sus medios adaptarse al mundo mágico que la rodea lo cual supongo que debo agradecerte aunque te importe mierda. Compra túnicas y las viste fuera de días de clase, intenta aprender sobre todo tipo de antiguas costumbres, busca libros de tradiciones y a veces hace rituales en las fechas de los solsticios y equinoccios. Son pequeños, pero todos en Slytherin hemos visto sus intenciones de ser partícipe de nuestras tradiciones, nuestras creencias y nuestra vida diaria. Ella podrá tener la sangre sucia, pero tiene el alma limpia. Está aceptando su magia y todo lo que implica. Está haciéndola correr por su sangre y por la tierra —Daphne suspiró por cuarta vez. A este punto Harry no sabía por qué estaba contando sus suspiros—. Si quiero cortejar a Hermione en un futuro, como la ley purista manda, deben presentármela.
Harry se apartó de ella como si quemara.
—Daphne tienes trece años —casi chilló con horror, flashes de imágenes apareciendo en su mente que no quiso ni pudo distinguir, como si pertenecieran a una antigua película que hubiera visto hace muchos años con el pánico haciéndole temblar los dedos. Daphne suspiró por quinta vez.
—Lo sé —alzó las cejas—. Y Hermione tiene catorce, ya. Los cumplió el nueve de septiembre. En realidad, ella inició Hogwarts con once años, y cumplió los doce a pocos días de sus inicios de clase. Estaba sola. Muero de dolor —se llevó la mano al pecho, suspirando teatralmente, por lo que Harry no lo contó como un suspiro verdadero—. A lo que voy: no se trata de un cortejo de bodas, qué va. Se trata de un cortejo purista. Es diferente. Es una forma de unir simbólicamente a Hermione a nuestra cultura. De esta forma, ella no podrá ser juzgada por su estatus de sangre, porque ha sido aceptada por una mayoría de los Sagrados Veintiocho.
Harry la miró como si hubiera fumado algo realmente poderoso, y su mirada dudaba entre ir a decirle a Snape sobre el tráfico de sustancias ilegales entre sus compañeros o pedirle un poco para ver qué tan fuerte le golpeaba. Cuando estaba a punto de pedirle, Daphne explicó después de su sexto suspiro:
—Los Sagrados Veintiocho son una red de familias cuyos linajes son, en cierta forma, puros. No se encuentran registrados matrimonios con muggles, squibs, y solamente se han casado con sangres pura de primera generación, llamados así por ser nietos de mestizos pero que han perpetuado la sangre mágica. Entre ellos nos encontramos los Greengrass, los Malfoy, los Nott, los Bullstrode, y bueno, los Potter estaban antes de tu existencia, y los Weasley están actualmente. He oído que te has hecho amigo de los Weasley, podrías obtener una firma de alguno de ellos si necesitamos. Tú siempre obtienes lo que quieres.
Harry se dio cuenta de por qué Daphne estaba en Slytherin con una enorme sonrisa que se le dibujaba con una facilidad inaudita en la cara. Casi había quedado atrás el recuerdo de la niña de once con peinados elegantes en su melena dorada. Ahora, Daphne lucía una melena de oro y una cabeza de perlas preciosas con ideas de diamantes, tan brillantes y fuertes, inquebrantables.
—Eres una perra calculadora —balbuceó, Daphne soltando una carcajada y musitando un débil 'gracias'—. Estás haciendo todo esto para conseguir incluir a la sociedad a Hermione y luego conseguirla para ti, ¿no es así? Obtienes a la chica y no te desheredan por follar con una sangresucia.
Daphne le guiñó un ojo.
—Estoy orgullosa de ti, Harry. Tan astuto y veloz como siempre —otro suspiro, esta vez no de hartazgo, sino soñador—. Y puedes comerte el chocolate. No está envenenado.
—¿No está envenenado? ¡GENIAL! Ahora es mío —Remus pasó con rapidez frente a ellos, arrebatándole a Harry el chocolate de la mano y sorprendiendo a ambos jóvenes con su jovialidad, su elegante vestimenta y túnicas formales de color verde botella que acentuaban sus cabellos y sus ojos dorados. La camisa se aferraba a su pecho y el nudo flojo del moño negro le sostenía el cuello en lugar para no mostrar la mayoría de las cicatrices que trepaban por allí—. Muchas gracias. Harry, Daphne...
Los saludó con un asentimiento y se fue al trote hasta el cruce del camino que Harry reconocía como un atajo para ir a Hogsmeade sin recorrer el camino principal. Daphne rió, desconociendo los engranajes de la mente de Harry marchando a toda velocidad.
...
—¿Dónde estabas?
Remus se detuvo en la puerta de su propia habitación a medio deshacerse de la túnica, con el moño ya deshecho, mirando a Harry sentado, cruzado de piernas y bebiendo lo que parecía su quinto vaso de limonada. Harry tamborileó con los dedos sobre su pierna.
—¿Harry?
—¿Dónde fuiste? —exigió. Remus se recargó contra el marco de la puerta.
—Lo lamento, cariño. He estado siéndote infiel justamente como sospechabas, sí, y desde hace mucho tiempo. Por supuesto que iba a dejarte por Sirius cuando consiguiera encontrarlo, eso es algo a lo que te enfrentabas desde que comenzamos a vernos a escondidas de todos. No es algo que hayas desconocido cuando esta turbulenta y sumamente carnal relación comenzó —Remus puso los ojos en blanco mientras teatralizaba gesticulando ampliamente como una reina del drama digna de una telenovela, entrando a la habitación y cerrando la puerta tras él para reír bajo y sacudir la cabeza—. Anda, Harry. ¿Qué ocurre?
Harry resopló.
—No encuentro a Ian.
Remus arqueó una ceja.
—¿Y eso me interesa porque...?
—¡REMUS! —Harry chilló—. Ian, además de ser mi ficticio primo al cual se supone que debes apreciar, aunque fuera un poquito por ser uno de tus alumnos favoritos, es un demonio. Y todos sabemos que si yo lo llamo él vendrá —Remus arqueó las cejas con curiosidad cuando Harry le observó con los ojos desesperados—. No responde a mis llamados. A ninguno.
—Desnúdate y ofrécete con nata sobre el cuerpo, quizá ahí surja de entre las sombras. Yo lo haría si Sirius tratara de invocarme así —Remus avanzó y se carcajeó cuando Harry le lanzó con su vaso vacío que se estrelló contra la pared en una explosión de cristal—. Anda, Harry. Tranquilo. Aparecerá.
Harry frunció el ceño.
—Estás muy tranquilo —le observó atentamente—. O te lo has comido, o sabes dónde está.
Remus puso los ojos en blanco en un movimiento que probablemente le habría dado un amplio vistazo del interior de su cráneo.
—Harry, no sería capaz de comerme a Ian. Eso te perjudicaría, ergo me perjudicaría a mí porque me matarías, y perjudicaría a Regulus (ergo Severus) porque tu alma se pudriría al no tener la entrada al cielo ni al infierno, ergo probablemente tú te convirtieras en un demonio y eso perjudicaría a Sirius porque no serás capaz de morir y él no será capaz de vivir eternamente... así que, como ves, si yo mato a tu demonio nos encontraremos todos en caos, algunos más afectados que otros. No, no lo he matado, pero sí, sé dónde está.
Harry arrugó los labios murmurando un infantil "piri si sí dindi isti". Remus intentó evitar su risa burlona. Desde que Harry estaba en aquella "terapia" con él, y por supuesto desde que había reunido pequeños trocitos de familia que lo escuchaba y comprendía, casi podía ser un adolescente normal. Sí, un poco chiflado con instintos homicidas, pequeños ataques de ansiedad cuando las cosas no salían como se le antojaban y un índice violento más fuerte que la media, pero su progreso era enorme.
—Entonces, ¿dónde está?
Remus le dedicó una sonrisa dulce.
—No puedo decirte.
Cinco minutos después, Remus se limpiaba la sangre que brotaba de su cabeza, Harry se limpiaba la sangre que brotaba de su nariz y ambos parecían poco dispuestos a pedirse mutuas disculpas al menos por un buen tiempo. Al fin y al cabo, los dos siempre habían tenido un temperamento fuerte.
...
—Vash...
—¡TOMTOMTOMTOOMMM! —chilló Harry, saltando de su cama y trepando al cuerpo del demonio que lo observó como si fuera una especie de plaga—. Bastardo infeliz, me dejas por veintinueve horas y treinta y dos minutos, ¿a dónde mierda te habías...?
Tom soltó una carcajada. Tendió a Harry en su cama como si de un bebé se tratara y se acomodó a su lado, arropándolo. Harry no se despegó de su cuerpo, abrazándolo con brazos y piernas.
—Es tarde —murmuró—. Descansa.
—No es tarde.
—Son las tres de la madrugada, Harry. Duerme.
—Eran las diez de la noche de antes de ayer cuando te marchaste. Exijo remuneración por lo que hubiera sido un fin de semana de calidad. Además, sería tarde si me hubiera quedado despierto. Como acabo de despertar, es temprano.
Tom resopló una risa, apretando al menudo humano contra su cuerpo y dibujando círculos con los dedos sobre su espalda. Harry se removió e intentó mirarlo bien.
—¿A dónde has ido? —preguntó, insistente—. Sé que has dejado órdenes claras de que Remus me cuidara, y lo ha hecho, y también he pasado puto tiempo de calidad amistosa con Draco y tuve que presentar socialmente a Hermione con Daphne lo que conllevó aprenderme de memoria mucho discurso político y ahora tengo que conseguir algunas firmas, pero joder, eso no importa porque podría...
—Al parecer Remus no te ha cuidado bien —Tom delineó con suavidad su rostro con los dedos—. ¿Quién te ha golpeado? Un puñetazo en pleno rostro.
Harry apartó la cara.
—En su defensa, yo lo ataqué primero... con una silla que resultó tener algo afilado en la pata que puede que haya transfigurado sin querer, ¡pero yo no sabía que podía hacer eso! En mí defensa, me dijo que sabía dónde estabas y no podía decirme. Y me lo dijo sonriendo.
Tom soltó una carcajada suave.
—En algunas ocasiones llegué a preguntarme por qué el sombrero había puesto a Remus Lupin en Gryffindor. Bueno, ahora tengo la certeza de por qué —Tom tiró del cuerpo de Harry y examinó con cuidado su rostro en busca de más heridas—. No, no te han golpeado más. Bueno, es un alivio. Creí que al menos tendrías un par de huesos rotos con los que me esperarías.
Harry le sacó la lengua. Tom se acercó y la mordió con rapidez arrancándole a Harry un chillido mientras sus dientes le atraían para besarle, succionando su lengua y frotándola con la suya, y arrancándole un quejido antes de apartarse. Harry hizo un puchero y restregó su rostro contra su cuello, resoplando en protesta.
—Niño malo —regañó, robándole un beso rápido—. Bueno, he estado en el Ministerio de Magia, actuando como testigo bajo la autorización de mami Reg y papi Sev para contar lo que he visto ha ocurrido con Sirius Black; ellos también han hablado, por supuesto. El juicio se extendió más de la cuenta. Había demasiado que testificar y tener en cuenta.
Harry apartó la cara riéndose a carcajadas.
—Por el puto infierno, Tom, si vuelves a decir "mami Reg y papi Sev" con ese tono de niño bueno me partiré de risa cada vez que los vea de aquí hasta que muera —se limpió las lágrimas de risa de los ojos con los bordes de la sábana—. ¿Sirius está libre, al menos?
—Lo está —asintió Tom—. Ha debido pagar una multa por escapar de Azkabán, aunque se ha visto reducida de la compensación monetaria por haber sido encerrado injustamente. Empero, Sirius no ha conseguido tu custodia legal hasta que no se someta a exámenes físicos y psicológicos que demuestren que es capaz de hacerse cargo de un menor de edad con el peso mediático que llevas. Además, le han recomendado que rinda de una vez sus EXTASIS —Tom rió suavemente—. Al parecer, asistir a un Oktoberfest directamente en Alemania era mucho más interesante para Sirius Black que permanecer en Reino Unido para estudiar su último año y rendir sus exámenes finales, por lo que Regulus le ha apuntado una preparación intensiva para que Sirius pueda rendir sus exámenes lo antes posible.
—Así que, de momento...
—De momento es ilegal que follemos ya que somos algo así como hermanos vinculados por vínculo de tutoría —murmuró Tom—. Y sé que te gusta lo ilegal.
Harry soltó una carcajada. Tom cubrió sus labios con un beso hambriento quizá demasiado tarde, porque Harry había caído en la inconsciencia tranquila de estar junto a su demonio después de veintinueve horas y cuarenta y dos minutos lejos de él, y después de cuarenta y cuatro horas sin dormir si se tenía en cuenta las veintinueve horas que habían estado lejos más las horas del día de clases del viernes.
Tom suspiró y lo arropó contra su cuerpo sin conseguir librarse de su agarre casi asfixiante si hubiera sido humano, claramente sabiendo que el día siguiente le costaría demasiado despertar.
...
—Lleva durmiendo doce horas.
—Estuvo despierto casi dos días —replicó Tom—. Déjalo dormir.
Sirius suspiró.
—Pero quiero molestaaaarlo —murmuró, sacudiendo a Tom del hombro—. Soy un hombre libre. Quiero pasear libremente con mi libre ahijado por el libre Hogsmeade libre de dementores y libre de gente que me esté mirando libremente con mala cara.
—Vuelves a decir libre y te partiré la cara —gruñó Tom, soltándose del agarre de Sirius.
Sirius le sacó el dedo corazón.
—Más respeto a tus mayores, pendejo.
Tom soltó una carcajada.
—Vale, te dejaré despertar a Harry solamente si mantenemos una conversación primero —negoció Tom, invitando a Sirius a tomar asiento en la cama gemela a la de Harry, que alguna vez le hubiera pertenecido al mismo Tom y ahora no era más que un lugar donde dejar libros, ropas o mudas de mantas. Sirius tomó asiento, ceñudo, quedando a la misma altura de Tom—. Muy bien. Buen perro. ¿Quieres un hueso y una palmadita?
—Te morderé la mano —avisó Sirius, cuando Tom apenas estaba acercándola para bromear. Ambos rieron suavemente—. Ya. ¿De qué quieres hablar?
—Tarde o temprano te enterarías de esto, así que he pensado que es mejor temprano que tarde —Tom chasqueó sus dedos entre sí—. No soy el primo de Harry. En realidad, ni siquiera soy humano.
Sirius alzó las cejas, curioso.
—Estás de coña —murmuró, su sonrisa inexplicablemente incomprensible.
—No —Tom puso los ojos en blanco. Sirius parecía no creérselo aún del todo—. En realidad, soy un demonio.
Sirius extendió su sonrisa de forma salvaje.
—Y yo soy un animago —chasqueó la lengua—. Hay cosas obvias en esta vida, ¿sabes, Leviatán? O Mephistopheles. O Lucifer. ¿O Satanás? O como quieras que te llamen, he oído que tienes muchos nombres... Te llamaré Levy, ¡JA! Lily se reiría mucho de esto, es demasiado irónico. Oh, las cosas están obvias y claras, más para la gente que ha experimentado de primera mano la locura Black. Puedo verlo cada vez más y mejor a medida que el tiempo se lleva mi cordura, que nunca fue buena, pero ha estado en decadencia desde que salí de Azkabán... allí conseguí modularla lo suficiente, pero ahora el mundo es infinito, extenso y cada vez más plagado del mañana final. Es un doble panorama de lo que es real y lo que no, y las divisiones de los múltiples universos superponiéndose entre unos y otros. Puedo verte con tu disfraz de niño y puedo verte con tu traje de hombre adulto, y puedo verte con una forma casi bestial con ojos de infinita negrura, corona de dagas manchada de las lágrimas dolientes de cien mil almas, garras afiladas y piel tatuada de sangre. Esto es, ¡muy gracioso, en realidad! Porque también puedo ver todos los aspectos y facetas de Harry. Y es inesperadamente bonito ver... —Sirius calló, abruptamente, y ladeó la cabeza, su sonrisa curvándose—. Oh, Ian. ¿Puedo despertar a Harry? ¿POR FAVOOOOOR?
Tom parpadeó y decidió que tendría un ojo muy alerta por sobre Sirius Black. Siendo el último heredero vivo de los Black, toda la maldición caía en él. Era notable que ninguno se hubiera dado cuenta hasta el momento de la enorme inestabilidad que lo corroía.
Bien, mientras no hiriera a Harry... Tom le observó despertándolo con risas y cosquillas, dándose cuenta de que, si beneficiaba el crecimiento sentimental del alma de Harry, bien podría conservarlo momentáneamente.
...
Honey what you waiting for? WELCOME TO MY CANDY STOOOREEE~
Me gusta dejar canciones en las notas, qué puedo decirles...
Fuera de la seriedad de la nota anterior, ¡regresemos al fic! No me peguen (?)
¿Parte fav/parte menos fav del capítulo? Voy a comenzar a dibujar las partes más favs cuando tenga tiempo (o ganas...) y que una de mis esposas no me esté golpeando con el látigo para que escriba/publique lo que debo, así que si me ayudan a ir decidiendo pueden ir dejando los momentos y ya voy a ver de hacerme un tiempo *guiño guiño-codo codo*
Yo quiero saber si alguien además de mí misma fangirleo con Harry contando las horas lejos de Tom, eS QUE POR FAVOR SON PRECIOSOS JUNTOS.
Como siento que eso traerá un poco de bardo (?) quisiera aclarar que Remus no hace más que bromear con Harry todo el tiempo. Vamos, que él fue el mejor amigo de sus padres, sabe cómo eran ambos y no hace más que verlo y sentir toda la confianza porque Harry tiene tanto de ellos como de sí mismo que lo adoptó como un amigo más a pesar de la diferencia de edad. Que lance la primera piedra quien no ha tenido un amigo con bastante diferencia de edad xd
Y de todas formas amo a Remus, si alguien más lo ama puede comentar aquí y darle amor, si no fUERA DE MI IGLESIMe calmo.
Llegamos a lo que me interesa *aclara la garganta* ¿TEORÍAS? ¿Hay alguna teoría por aquí? Vamos que el final del capítulo está jugoso... xD Sé que algo se les ocurrirá, no por nada son los mejores lectores que una ficker rara como yo puede tener :'3
Tengo seriamente pensado hacer una historia aparte para varias cosas, tanto escenas perdidas (shhh top secret del contenido), y otra para subir algunos arts o cosas así de este y otros fics, mi ego dibujil necesita amor (?) Así que si funcionan como mi ayuda memoria recordándolo aquí voy a ver cómo procedo (???
Muchas gracias por leer, de verdad, no tienen idea de lo que tanto el fic como ustedes quienes me leen significan para mí <3 Graciasgraciasgracias
xxx G <3
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