{ 47. El "perdón" se le pide a Dios }
Confío en que cada uno amará el capítulo... a su manera ;)
( ... )
Harry se adentró en la habitación. Tom estaba sobre la cama, extendido como un animal salvaje, un libro de encuadernado de cuero negro y hojas amarillentas entre sus dedos. Rasgaba las hojas con la pluma y nunca levantó la vista mientras Harry se adentraba.
—Tom —murmuró, casi como un ronroneo. Tom no se inmutó—. Tooooom —alargó la "o" con un tono más suave. Tom siguió sin responderle—. Khan —llamó, un poco más irritado.
Tom no respondió.
Harry hizo un puchero.
—Vale —murmuró—. Hey, Harry, ¿qué tal? —imitó la voz del demonio a la perfección, con su exacto tono más grave y burlón, mientras avanzaba por la habitación, deshaciéndose de sus túnicas—. Bueno, yo estoy muy bien, realmente bien, ¡no te preocupes, mi demonio amado! —Harry se llevó la mano al pecho teatralmente y Tom no se inmutó. Ni siquiera parecía estar allí—. Vale —farfulló—. Pues, ¿sabes, Tommy? He tenido un día realmente agotador. Cuando conseguí salir de la enfermería por primera vez en varios días debí pasar un día entero junto a Draco. Está bien, es simpático, pero parece tener algún serio problema mental. ¡Oh, Tom, no te rías! —sacudió su mano, su sonrisa dibujándose como si estuviera imitando otra. Tom en la cama rasgó otro trazo con su pluma sobre la hoja de pergamino y sopló suavemente para que la tinta se secara. No había cambiado su expresión ni hecho ningún sonido en ningún momento—. Anda, vale. Bueno, le he debido contar un poco la versión real de las cosas. Sirius Black inocente, blah, blah, blah, que ahora probablemente vaya a ir a vivir con él, o quizá no, no lo sé. Quizá me caiga muy mal y lo acabe matando. Es decir, el sujeto pasó doce años en Azkabán, está demasiado pirado incluso para mí. No quiero llamar la atención —Harry bufó. Deshizo el nudo de su corbata y la dobló prolijamente, colocándola justo a un lado de la túnica también prolijamente doblaba sobre el baúl a los pies de la cama—. Entonces, bien. Le he contado que su padrino se la mete a su tío intentando escandalizarlo de alguna forma. He sido lo menos sutil que he podido. Le he dicho: "¿He, Draco, a que no adivinas quién se debe estar comiendo una polla con su culo justo ahora?", pensando que se escandalizaría por mi lenguaje o que incluso se alarmaría. Pero no. Ha visto su reloj, uno muy bonito debo admitir, y ha dicho "Bueno, justo a estar hora Severus deberá haber acabado de comprobar que todos los Slytherins han llegado bien, así que supongo deberá estar alimentando el culo goloso de Regulus hasta que se harte" —puso los ojos en blanco. En realidad, esa conversación sí había ocurrido, pero no con las palabras exactas. Conversaciones narradas por Harry jamás eran con las palabras exactas—. Y me quedé a cuadritos. Draco rió en mi cara. ¡En mi cara! Así que fui a fastidiar al profesor Lupin, ¡que, por cierto, también está muy enfadado conmigo! —Harry bufó mientras se quitaba la camisa y procedía a seguir doblándola a los pies de la cama, justo a un lado de la túnica, pero sin que nada blanco tocara nada negro—. ¡Él ni siquiera me abrió la puerta! Incluso cuando le dije "Pero, profesor Lupin, ¿¡qué hay de su Juramento Hipocrático!?" él solamente me arrojó un fajo de papeles a la voz de "Revisa esos papeles de los malditos cojones: hay un certificado aprobado de TIMOs, uno de EXTASIS, un título de profesor, un máster en Magia Oscura por exámenes de Durmstrang, un máster en Magia Defensiva, un máster en Criaturas Mágicas y otro en Criaturas Mágicas Oscuras, un Me Cago En La Puta Vida y otros tipos de venenos, pero no, no hay ni un puto título médico de ningún tipo. Así que mueve tu jodido trasero y sal de mi puerta antes que te azote hasta que sangres" —Harry apretó los labios. Bueno, ese diálogo sí había sido textual. Harry creía que jamás olvidaría esas palabras en particular—. Así que como Regulus y el profesor Snape estaban follando decidí no molestarlos. Y esto me trae a ti.
Harry se quitó los pantalones y los dobló también prolijamente sobre el baúl, sobre la túnica y envolvió ambas prendas negras con la corbata. Luego colocó con sumo cuidado la camisa sobre las demás cosas. Las apartó para que los elfos pudieran lavarlas y abrió su baúl extrayendo un pijama limpio que llevar con él al baño.
Suspirando, Harry marchó al baño de la habitación. Cuando salió diez minutos después, piel rosada expuesta y húmeda, Tom seguía sin mirarlo.
Harry soltó una sarta de insultos propios de la boca de un diablo. Tom seguía sin mirarlo.
Gruñendo, Harry se metió en la cama y se tapó con las cobijas hasta arriba. Cerrando los ojos con fuerza, apenas fue consciente de que Tom puso los ojos en blanco y movió sus manos, apagando las luces y cerrando las cortinas de ambas camas.
...
—Ian no me habla —Harry empujó a Sirius contra la camilla de la enfermería y se recostó a su lado—. El profesor Lupin no me habla. Severus no me habla. Necesito sentir que le intereso a alguien. Háblame.
Sirius escupió una risotada.
—Harry, tú si me interesas —revolvió los cabellos de su ahijado—. Sin embargo, no me gustaría que te apartaras de las personas que aprecias para pasar el tiempo conmigo. ¿No deberías intentar arreglar los problemas en vez de refugiarte en un ambiente confortable?
Harry puso los ojos en blanco.
—Sirius, si me hubiera enfrentado a mis problemas, probablemente no estaría aquí. Y con aquí me refiero a vivo. Soy una serpiente, como sabrás: no me lanzo de cabeza al problema. Yo lo rodeo, busco sus debilidades, busco sus puntos flojos, y ataco desde ahí.
Sirius murmuró un "Hmnh" pensativo. Harry le observó, dándose cuenta de que su padrino parecía una versión mayor de Regulus Black. Eran realmente similares, con los mismos ojos claros y los ángulos atractivos en la cara. Pero cuando Sirius se volteó para sonreírle, mostrándole los dientes como un depredador, Harry supo que Sirius nunca sería igual a Regulus.
—Eres tan astuto, cachorro —bromeó. Harry protestó por vez número dos millones que no fuera llamado cachorro, pero Sirius rió y le comenzó a hacer cosquillas. Harry se apartó luego de varios minutos de retorcerse bajo los dedos de su padrino—. Bueno, Lunático no me ha hablado mucho. A decir verdad, hemos hablado poco y nada últimamente. ¿Por qué están todos enfadados contigo?
Harry bufó.
—Si te enfadas, te mato.
—No pongo en duda tu palabra —Sirius rió suavemente—. No me enfadaré. Simplemente te gritaré un poco y te fastidiaré. Aunque no creo que haya mucho que pueda fastidiarte.
—Bueno —Harry mordió su labio y jugueteó nerviosamente con sus propios dedos—. Bueno —repitió, tomando aire— ¿recuerdas el pequeño problema peludo del profesor Lupin?
Sirius se carcajeó.
—Sí, por supuesto que lo recuerdo.
—Digamos que Lupin se transformó, emh, sí, un día después de la luna llena, por un hechizo de la rata asquerosa, que espero que esté muerta pudriéndose en el más profundo del noveno averno, y emh, sí, me asusté y manipulé su magia, porque puedo ver la magia y manipularla, e intenté revertir la transformación de hombre lobo de Lupin porque bueno, emh, creí que podría hacerlo porque la infección no está en la piel sino en la magia porque vamos joder ¿qué tipo de infección en la piel genera una transformación total, ya sea mágica o qué cojones? Es imposible que una infección de esparcimiento sanguíneo consiga transmutar totalmente la forma física de una persona, por lo que debería ser la magia lo que está infectándolo de la misma manera que una maldición... Y bueno, emh, me descoloqué brevemente por los Dementores, y la magia me estalló en la cara CASI LITERALMENTE hiriéndome e infectándome a mí también y todos creyeron que había sido Lupin, bueno, y no lo fue, y ahora todos están enfadados conmigo y, ¡mierda! ¡Nunca quiero ayudar a nadie, y cuando lo hago pasa esto! ¡De verdad quería hacer algo por Remus después de todo lo que hizo por mí! ¡JODER!
Sirius le quedó observando con una expresión divertida. Luego soltó una carcajada.
—Ay, cachorro. Creo que ahora tengo un motivo para llamarte así. Cachorro, cachorro... ¡Aj, no!, suena bastante sexual a veces y no quiero que, no, iugh, Lupin me mataría, te quiere como a un hijo. Emh, entonces... ¿Wolfie?
—Repites ese nombre asqueroso una vez más y te ayudaré con tu próximo suicidio —respondió Harry, su sonrisa jamás abandonando el rostro. Sirius soltó una carcajada—. Es en serio. No necesito apodos. Tengo un nombre y soy feliz con él.
Sirius compuso una expresión bastante triste. Harry le pinchó el rostro con el dedo, frunciendo el ceño.
—Quita esa cara o te dibujaré una sonrisa con mi navaja.
Sirius sonrió tan enorme y falsamente que Harry solamente pudo reír.
—En fin —Sirius suspiró—. No, no estoy enfadado contigo. No creo poder estarlo de momento, quiero disfrutar mi euforia posterior a estar siendo buscado y perseguido por dementores y posterior a estar encerrado en una isla rodeada de dementores y, ¿en qué me quedé? —Sirius compuso una expresión pensativa—. Ah, no estoy enfadado contigo. Uno de mis mejores amigos es un hombre lobo, y joder, ¡un hombre lobo que se alimenta de magia de seres no vivientes! Eso es putamente tétrico. ¿Qué es lo peor que podría pasarte, Harry? Te saldrán un par de pelos en el pecho una vez al mes. No creo que sea algo desagradable.
Harry rió y se acurrucó en un abrazo a Sirius, intentando contener la sensación extraña que latía en sí mismo, una sensación de normalidad que aborrecía al mismo tiempo que la contemplaba en la extrañeza de quien nunca tuvo y no sabe cuánto tiempo más le durará.
...
Harry se dio cuenta que sin Tom para susurrarle las respuestas o ayudarle cortando los ingredientes, y sin la ayuda de Severus cuando pasaba examinando, era un asco en pociones.
Harry también se dio cuenta que si su profesor le hacía la ley del hielo en una materia que más o menos sabía y no le dejaba responder, no podría subir los puntos perdidos y mucho menos tener el regocijo que le haría recordar las clases. Eso, más las miradas casi furiosas de Remus, consiguieron que casi sintiera deseos de romper algo. Probablemente un escritorio. Sobre la cabeza de alguien.
Harry también se dio cuenta que, si su profesor de Historia de la Magia lo contemplaba con un cruel cinismo que hacía saltar sus tendencias homicidas poniéndolo a prueba, bueno, no pasaría la prueba y tendría un castigo.
Y por supuesto, también se dio cuenta que, si su demonio personal lo ignoraba y, cuando había aprendido a superar que lo estuviera ignorando, desordenaba absolutamente todo su control (ropas mezcladas, pergaminos manchados y rasgados para rehacerlos, libros fuera de su orden) generándole breves momentos de ansiedad en los que apenas podía moverse y mucho menos respirar... sí, su vida era un pequeño infierno.
...
—Nieve —Hermione alzó las cejas y le observó mientras Harry entraba en la Sala Común de Ravenclaw, tomando asiento junto a ella y mirándola con una expresión inusual: derrota.
—Sangre.
Hermione no se sobresaltó por su respuesta. Prosiguió.
—Carne.
—Cerdo —Harry curvó su sonrisa suavemente antes de desvanecerla.
—Pastel.
—Navidad —entonces, la expresión de su amigo se tornó más oscura.
—Luna llena —susurró, finalmente, Hermione.
—... hombres lobo.
Harry enterró la cabeza entre las manos, sus hombros temblando con espasmos nerviosos. Hermione posó suavemente su mano en su hombro deteniendo los temblores.
—Nunca acabas de meterte en problemas, ¿verdad? —Hermione pasó las manos por el cabello de Harry. Harry la miró con detenimiento desde los ojos empañados: su amiga tenía el estropicio de cabello más desordenado que nunca y, a la vez, más corto haciendo que su salvaje melena pareciera la de un león. Eso, y su sonrisa de dientes grandes, la hacían parecer un extraño animal que le observaba afectuosamente—. Creo que no te advertí que deberías haberte mantenido alejado de Lupin... Creí brevemente que serías un poco más inteligente. Aunque nadie sabe muy bien qué fue lo que ocurrió. ¿Quieres contármelo?
Harry mordió su labio restregándose las manos por los ojos en un vano intento de fingir que no había estado a punto de llorar de rabia y frustración.
—Es largo de explicar.
Hermione señaló la Sala Común, vacía. Eran las cuatro de la madrugada.
—Tenemos unas horas.
...
Harry también descubrió que, si su mejor amiga estaba enfadada con él, bueno, todos sus demás amigos también lo estarían por considerarlo un enorme idiota cabeza hueca cerebro de mosquito e ideas de anís. Así que, suspirando, Harry decidió que era momento de recurrir a algo que jamás en su vida había empleado: pedir disculpas.
...
—Profesor Lupin, ¿puedo...?
Lupin le observó con una seriedad cruel. Faltando cuatro noches de la luna llena, la expectativa los estaba matando casi literalmente. Harry no se sentía diferente ni emocional ni físicamente. Su profesor tampoco parecía haber presentado ningún cambio físico, ambos exceptuando las notables ojeras que decoraban sus ojos. Aun así, el miedo estaba latente.
—¿Qué cojones quieres? —apenas gruñó Lupin. Harry se acercó a él y le observó. Lupin le devolvió la mirada, hostil.
—Quiero pedirle disculpas —susurró, y una vez que comenzó, no cesó, las palabras brotando como si se hubiera roto un dique—. En ningún momento intenté hacer nada malo en contra de usted, y mucho menos algo a favor o algo así a mi propia persona. Yo, simplemente, bueno. Quería ver si podía revertir esa transformación. Sé que es algo imposible hacerlo durante una luna llena real, y por eso mismo la proyección fue una idea que, bueno, me cayó bastante acertada en el momento. Esa repugnante rata lo había hecho para que usted fuera inculpado de los claros crímenes que seguramente iba a cometer y, claro, nadie tendría en cuenta si él mataba o creaba magia ilegal o algo así, y me parece extremadamente bajo, y yo simplemente quería ayudarlo. Quería... quería hacer algo bueno por usted, porque usted es una persona que ha tomado muchas decisiones y muchas de ellas han sido socialmente retratadas como buenas en respecto a lo que se esperaría de usted teniendo en cuenta su licantropía, y podria decir que usted es un hombre bueno, pero eso nos llevaría a, ¿qué hace al hombre bueno "bueno", y al hombre malo "malo"? Y es una pregunta que aún estoy considerando y me estoy llevando por la idea de que no existe bondad ni maldad en personas ni en acciones, simplemente decisiones y todo lo que éstas mismas conllevan y, JODER ME VOY POR LAS RAMAS, yo, profesor Lupin, quiero ofrecerle mis más sinceras disculpas. Efectué un mal acto que podría complicarse para usted si se corre la voz de que soy un hombre lobo y que lo soy justamente desde el año que usted da clases, y no quiero en lo más mínimo arruinarle la carrera. Realmente lo siento. Perdón.
Lupin le observó con los ojos más claros, las cejas alzadas y expresión sorprendida. Luego de largos segundos de expectativa, Lupin suspiró y se acercó para envolverlo en un fuerte abrazo.
—Está bien. No te digo que te perdono, porque tampoco debes pedir perdón. Ha sido una acción estúpida, sí, y eso no soy capaz de negarlo. Pero lo has hecho por algo noble. Creo que tienes un punto para ir al cielo.
—Y tres mil cuatrocientos ochenta y dos para ir al infierno —Harry rió con burla. Lupin tiró con fuerza de sus cabellos y lo apartó, sacudiendo la cabeza y deteniéndose para mirarlo con intensidad.
—No esperaba más de ti... cachorro.
Harry se marchó con la cara roja.
...
Harry descubrió que cuando se mentalizaba que socialmente era más humillante matar que pedir disculpas, no era tan difícil al menos mientras le convenía hacerlo. No las sentía, no realmente, pero las personas parecían reaccionar de una manera totalmente diferente cuando un "perdón" salía de su boca. Regulus le había sonreído y le había dado una rana de chocolate. Severus no le había mirado ceñudo y le había subido cinco puntos por la elaboración de su poción. Hermione le había abrazado con muchísima fuerza y besado su mejilla con ternura para decirle que debían pasar más tiempo juntos. Todos los Slytherin habían sido comunicados por Daphne, que a sus trece años era una preadolescente infartante de curvas precisas y larga melena rubia, que podían volver a hablarle a Harry y, de pronto, Harry nuevamente se vio rodeado de amigos que le prestaban sus apuntes, que le ayudaban con sus clases, que le sonreían y que le hacían sobrevivir otro día alejado de las esquinas oscuras cargadas de alucinaciones.
También descubrió que estar mentalmente lejos de Tom estando físicamente tan cerca de él era una tortura.
...
Harry intentó pedirle disculpas a Tom más de una vez. No lo había dejado al final intencionalmente, sino que había sido algo que había surgido. Cada vez que quería disculparse con él, Tom se marchaba o simplemente desaparecía y Harry quedaba con la mitad de la disculpa en la boca y se la decía a otro compañero. Tom era escurridizo y rápido, y Harry a veces quería matarlo.
La noche previa a la luna llena Harry estaba al límite de gritar. Tom podría apellidarse Houdini con extrema facilidad, y puta mierda que quería ahorcarlo o golpearlo. Apenas conseguía tenerlo a solas y mucho menos hablar con él. Entonces se frustró, golpeó una pared, y todas las llamas de la Sala Común de Slytherin se apagaron. Las sombras parecían cubrirlo todo, siluetas verdosas apenas iluminadas por la noche en la superficie del lago, y muchos niños de primero chillaron del espanto. El pánico fluyó con velocidad, y Harry rebuscó entre las magias la de Tom con la vista. Tom estaba apenas a unos metros de él y Harry se movió, sosteniendo su mano con suavidad mientras los Prefectos intentaban conjurar hechizos de luz; a cada pequeño retazo de luz, otra sombra lo cubría todo como si se tratase de una mancha negra infinita extendiéndose.
—Tom —susurró Harry, y Tom se acercó a él.
—Dime.
Oír su voz consiguió que Harry soltara un suspiro. No había mucho más que pudiera decir que realmente necesitaba o añoraba; todo él había asociado a Tom con la idea del caos, de la rebelión, de la sangre. Oírlo, de pronto, fue sentir calma y plenitud vibrando desde sus dedos hasta su pecho.
—Perdón —susurró. Tom le atrajo hacia él, dedos tibios amoldándose a su cuello.
—El perdón se le pide a Dios, Harry —susurró, su boca cálida sobre su oído, todo el cuerpo de Harry en tensión—. A los demonios se les implora misericordia de rodillas.
Los dientes de Tom se cerraron sobre su cuello. Harry apretó los dientes, un suave quejido apenas silenciado, y Tom rió deslizando su lengua por su garganta. Harry resolló un gemido ahogado.
—Implórame misericordia —susurró Tom, y Harry reconoció la voz del verdadero Tom. No solo su tono arrogante, sino su voz, cargada de oscuridad y de poder, cargada de la lúgubre sensación de que su alma podría corromperse en lo más intensamente hondo solamente con pedir que esa voz pronunciara tu nombre—. Hazlo, Harry. Y quizá decida ser misericordioso contigo.
Los Prefectos a su alrededor estaban bastante desesperados. Las magias brillaban envolviéndolos en una nube de colores, intensidades, intenciones y realidades. El lago se ondeaba conteniendo la magia de las sirenas y selkies, y así, de pronto, Harry besó a Tom. Sus labios contenían desesperación y ruego, y Tom le apretó contra él con la avaricia de quien lo quiere todo en ese momento y en ese lugar.
Implórame misericordia. Harry se apartó del cuerpo de su demonio y lo empujó contra la pared, arrodillándose frente a él.
—Ten misericordia de mí, Príncipe; cuando arda en las llamas del infierno, haz que mi tortura sea lenta y cruel, de modo que todos mis huesos ardan, mi sangre hierva y mi carne se queme. Aquí y ahora mi alma te pertenece como siempre lo ha hecho. Yo te pertenezco como siempre lo he hecho.
En el ruido del caos porque la puerta de la Sala Común no se abría, nadie notó el siseo de las telas cuando Harry deslizó los pantalones de Tom hasta sus muslos, acariciando con dedos inexpertos la erección del demonio. Le hubiera gustado decir algo mordaz, pero su demonio tiró de sus cabellos y Harry supo que aquello debería ser rápido. La magia se estaba apartando, y pequeños manchones de luz parecían brillar durante algún tiempo más extenso, unos cuantos segundos cada vez.
Harry sacó la lengua y probó con la punta, acariciándole la polla desde la base hasta arriba. Tom jaló con más fuerza sus cabellos y Harry introdujo la punta en su boca, probando la sensación contra la lengua y evitando los dientes. Chupó suavemente, succionando, y Tom jaló de sus cabellos de una forma diferente. Harry intentó no reír y abrió más la boca, llevándolo un poco más profundo y envolviéndolo con la lengua, y Tom tiró de él con fuerza en otro movimiento. Así no, parecía decirle. Harry tiró hacia atrás la cabeza e inhaló, aclarando sus ideas. Enormes luces habían brillado sobre ellos durante un segundo.
Probó otra vez. La punta de la lengua desde la base hasta arriba, succionando apenas la punta, cuidado con los dientes y la lengua un poco menos brusca. Chupó con lentitud y Tom jaló de la forma correcta, y Harry decidió ver hasta donde llegaba.
Bueno, en definitiva, eso no. Se apartó conteniendo las arcadas y Tom le sostuvo, su risa haciéndole temblar el vientre tenso. Harry intentó otra vez, esta vez más lento, acostumbrando su boca a abrirse y recibirlo. Tom jaló de la forma correcta, sus dedos deslizándose de su cabello a su cuello y sosteniéndole con la punta de los dedos mientras Harry procedía a chuparle la polla en la oscuridad que los envolvía con movimientos cálidos, inexpertos y bruscos, succionando y chupando, ambos rodeados de gente que se llamaba entre sí, luces que en cualquier momento volverían y Prefectos que podrían hacer que los expulsaran si fueran vistos.
Harry sostuvo la polla de Tom desde la base, masturbándolo con esa mano mientras con la otra se sostenía de su vientre. Su propia polla tiraba contra sus pantalones y sabía que racionalmente no debería tener una erección por estar haciendo una mamada, pero joder, todo era tan inusual y a la vez tan excitante que le era imposible no estar empalmado.
Chupó con más fuerza mientras acariciaba apenas más rápido y brusco, Tom de pronto tensándose un poco más y corriéndose sin avisar en ningún momento. Harry ahogó un quejido de protesta mientras retiraba la cabeza y el semen de Tom le salpicaba la cara. Su gusto en la lengua era salvaje, salado y demasiado fuerte, y quería contraer la nariz y maldecir en voz alta, y de pronto decidió que maldecir en voz alta era realmente una buena idea porque todas las luces regresaron y Tom estaba frente a él, mirándole con burla, perfectamente arreglado y sin una sola mancha.
Los Prefectos comenzaron a llamarles individualmente para comprobar que estuvieran bien, que nadie hubiera sido golpeado o maldecido e incluso robado mientras estaban en la oscuridad. Tom le arrastró con un movimiento rápido detrás de un librero, sentándolo sobre su regazo y limpiándole el semen de la cara con los dedos.
—Abre —ordenó, con los dedos embadurnados en su boca. Harry apenas estaba recuperándose del sabor que sentía estaría en su boca por los siguientes doce mil años, por lo que negó.
—Tu semen no sabe a rosas, Tom —gruñó apenas sin abrir los labios. Tom soltó una risita.
—Si los chupas, te enseñaré lo que verdaderamente es una mamada. Creo que es hora de ir aprendiendo. ¿Tanto porno barato de Blockbuster te ha afectado el cerebro con tu capacidad de percepción y aprendizaje?
Harry contrajo la nariz, pero abrió la boca. Dos dedos empapados en semen fueron empujados contra su lengua, y Harry los atrapó y chupó como si realmente lo deseara. Tom le atrajo hacia sí, sus rostros tan cerca que podía sentir su respiración cálida sobre la suya mientras chupaba sus dedos, y Tom riendo con la boca casi sobre la suya. E, incluso peor aún, Tom acomodándose y acomodándolo a horcajadas de él mismo, los dedos de su mano izquierda colándose bajo su pantalón para tocarlo de arriba abajo sobre la tela del bóxer con rudeza y rapidez, rápidamente hundiendo los dedos debajo de la tela y sosteniéndolo en movimientos bruscos, firmes. Harry gimió en dientes apretados, intentando guardarse el sonido para sí, pero Tom le quitó los dedos de la boca y la cubrió con la propia, su lengua peligrosa frotándose a la vez que las caricias brutales le arrancaban un orgasmo y un grito muriendo en su boca.
En aquel efímero y salvaje momento de plenitud Harry supo que realmente a los demonios había que pedirles misericordia. Los demonios eran crueles, sádicos, cínicos. Hacían todo lo que querían hacer siempre que les conviniera a ellos mismos. Tom, vestido en un disfraz de adolescente, era un demonio y jamás había dejado de serlo. Le convenía que Harry aprendiera a herir y matar, que aprendiera a luchar sus batallas y aceptar sus derrotas, que aprendiera que rendirse no es una opción. Ahora, a Tom consideraba que Harry tenía la disposición precisa para ser suyo. Su cuerpo, sus medidas, su magia y su alma estaban gritándole su pertenencia; él solamente respondía. A los demonios no había que pedirles misericordia para que no prolonguen tu castigo o te den un poco de paz, sino porque el castigo se torne en algo que, finalmente, aprendas a gozar.
( ... )
Yo sencillamente quiero pedir que por favor relean el capítulo y me comenten en todos los párrafos que les hayan causado impresión porque de verdad necesito opiniones honestas de esto xD Me siento muy feliz de haber llegado a este momento con los bebés (que para mí nunca crecerán JURO QUE ES DIFÍCIL NO IMAGINARLOS COMO NIÑOS CUANDO ESTÁN HABLANDO Y DESPUÉS MI CABEZA SALTA A ESAS COSAS Y OOOOOWWW TIENEN CUERPOS MÁS GRANDECITOS), en fin, me calmo.
¿Dudas? Aquí :3
¿Opiniones? POR FAVOR AQUÍ JUSTO AHORA.
¿TeoríasBUENO, SI ES QUE EXISTEN TEORÍAS SOBRE ESTE CAPÍTULO, PERO IGUAL NUNCA SOBRA PONERLO, CONFÍO EN SU IMAGINACIÓN.
Fangirleo (suponiendo que no han fangirleado en comentarios durante el capítulo y si quieren seguir haciéndolo) aquí.
#ESPACIOPUBLICITARIO Este bebé y otros más quedaron nominados a los Amortentia Awards de Facebook, si creen que vale la pena pueden votar hasta el 21 de este mes de enero ;) Los amo mucho y muchas gracias por todo, por ver hasta donde hemos llegado y ver todo lo que hemos transcurrido y mE PONGO SENTIMENTAL, STAPH.
Menos lágrimas más amor.
Los amo muchísimo *corazoncito gay*
xxx G.
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