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{ 44 . Breves relatos (de consecuencias) de una noche fatídica }

N/A: Quería actualizar antes de que terminara el año, ¿lo conseguí? :3 Todo mi amor con ustedes hoy, mañana, y siempre. No voy a decir muchas palabras sobre el 2018 y lo que se viene porque seguramente haré lo que se me cante, como siempre, lo que es decir que no haré nada. Sólo espero que sean felices, mantengan los rostros en alto y las miradas en lo que desean siempre, sin jamás resistirse a cumplir sus sueños e ilusiones. Los amo, y si yo los hago sin conocerlos, sólo por cómo son, estoy segura que muchas personas lo harán estando junto a ustedes, e incluso a través de redes sociales. Besos y disfruten del capítulo (y tengan pañuelos a mano, y algo que golpear).

( ... )

—Muy bien —Albus Dumbledore les observó atentamente—. Me gustaría que por favor explicaran la situación. Y me gustaría que fuera la verdad.

Regulus y Tom se miraron, evaluándose con la mirada. Detrás de ellos, Snape, Remus, Harry y Sirius Black reposaban en camillas protegidas de la enfermería. Remus vestía paños menores, con gruesas heridas en todo el cuerpo, y parecía tener una temperatura muy alta por sus labios resecos y los espasmos de frío que sacudían todo su cuerpo; las heridas no parecían tener ánimos de cicatrizar mientras la temperatura de su cuerpo no descendiera. Snape estaba simplemente desvanecido, anclado en un profundo sueño por obra y arte de Regulus. Sirius Black, salpicado en sangre, dormitaba con los párpados temblorosos, espasmos de frío y miedo sacudiéndole el cuerpo envuelto en los ropajes que Azkabán le había otorgado tantos años atrás.

Y Harry... Harry era quien peor estaba. Tom sentía que, de mirar su estado, destrozaría a alguien de adentro hacia afuera.

—Pettigrew está vivo —expresó Regulus—. Como te dije hace años, Albus.

Dumbledore posó los ojos azules en Regulus. Tom observó el intercambio e intercedió.

—Lo está —murmuró, con su voz juvenil; Ian Evans tenía trece años, y no era momento de dejar caer la fachada. Era la vida de Harry, después de todo—. Todos lo vimos. Era una rata, todo este tiempo estuvo en Hogwarts. Sirius no venía aquí por Harry, venía aquí por Pettigrew.

Dumbledore les examinó. Conjuró tres sillas cómodas y tomó asiento, invitando a los sobrevivientes ilesos a que hicieran lo mismo. Ambos se sentaron y esperaron.

—Podéis comenzar por el principio —otorgó la opción el director. Regulus fue quien habló, silenciando con una mirada a Tom.

—En Hogsmeade fuimos a Las Tres Escobas. Todos comenzamos a beber, riéndonos; claramente, no nos descuidamos y bebimos poco, pero al parecer el señor Potter tiene baja tolerancia al alcohol. En poco menos de una hora estaba delirando, diciendo tonterías y hablando con las mesas. Entonces, huyó de Las Tres Escobas, diciéndonos que necesitaba ir al baño y simplemente... salió. Cuando no regresó cinco minutos después decidimos buscarlo, primero por el pub y luego por Hogsmeade. Al parecer, Harry había estado siguiendo un perro negro que parecía hambriento. El perro resultó ser Sirius. Él es un animago desde su tercer año —Regulus alzó las cejas—, ¿quizá olvidé mencionarlo...?

Tom inhaló ante la mirada alarmada de Dumbledore. El hombre se crispó en una enfermiza curiosidad y Tom sintió náuseas.

—Reconocí a Sirius, y claro está que él me reconoció a mí. Lo llevé y le dije que revirtiera su transformación. Cuando lo hizo y hablamos, bien... él me explicó todo. Pero yo ya lo sabía, y estoy seguro de que sabes por qué —Regulus rió con amargura—. Le dije que tenía fe ciega en él, y me dijo que sabía que Pettigrew estaba vivo y estaba en Hogsmeade. Al parecer había conseguido hacerse con una varita y hacer un traslador vaya a saber a dónde, que guardaba en La Casa de los Gritos. Le dijimos al señor Evans que cuidara de su primo y luego, con Severus y Remus, fuimos a buscar a Pettigrew.

—¿Por qué no regresaron inmediatamente al colegio? —preguntó Dumbledore, interrumpiendo a Regulus y fijando sus ojos en Tom. Tom, Ian Evans, le mantuvo la mirada desafiante.

—Hemos ido a Hogsmeade dos veces, tres con esta. Estaba oscuro y no sabía si podría reconocer el camino. Además, Harry tampoco parecía dispuesto a caminar. Estaba bastante descompuesto.

En todo momento le había mirado fijamente a los ojos. Dumbledore asintió.

—Muy bien. Regulus, por favor, prosigue.

—Encontramos a Pettigrew y lo sacamos de La Casa de los Gritos. Nuestra idea era llevarlo al Ministerio, pero no contamos con que Pettigrew se deshiciera de nuestro agarre y lanzara una maldición —sus ojos se entrecerraron—. Tempus noctatia.

Todos los presentes allí sabían qué causaba aquella maldición. Solamente un mago muy oscuro y sumamente poderoso podría hacerla, consiguiendo que ninguno de los presentes esa noche en Hogsmeade fuera capaz de considerar que Peter Pettigrew podría siquiera saber su conjuro. E, inclusive, era bastante ilegal ya que de cierta forma era como jugar con el espacio temporal en el que estaban rodeados. No duraba mucho, pero podía causar eventos tan fatídicos como ese.

—De ese modo se creó la ilusión del cielo nocturno veinticuatro horas antes. Y, bien sabemos, veinticuatro horas antes fue luna llena. Y bien sabemos, Lupin... —su rostro se contrajo con desprecio—. Fue demasiado arriesgado. Estaba enloquecido. No fue capaz de hallar control alguno: no había tomado la poción, no tenía ningún tipo de restricción, y sólo quería carne. Ni sus sentidos de Necrófago hacían efecto sobre él: el lobo descontrolado era capaz de cualquier cosa por conseguir lo que aliviara su hambre y su dolor.

—Y fue entonces cuando atacó al señor Potter.

Tom cerró los ojos. Definitivamente, Dumbledore tenía tanto tacto como una patada en el culo con botas de puntera de acero.

—No estábamos tan lejos —Regulus tragó saliva. Sus ojos estaban posados en sus dedos—. Fue bastante... inoportuno. Pero, no creo que haya sido letal. Es decir... no era una luna llena real. Lupin reaccionó exactamente igual a cómo reaccionaría ante una proyección o un boggart: expuso su forma, pero no todas sus capacidades. Es por ese motivo que...

Tom se sorprendió de que Regulus estuviera defendiendo a la bestia de Lupin. Nunca había ocultado su odio ni su desprecio por él. Por lo que Tom sabía, se debía a un antiguo y escandaloso lío de faldas que no había tenido exactamente faldas. Pero estaba allí, defendiéndolo.

—Lo entiendo —Dumbledore silenció a Regulus—. Es claro que debemos hacernos cargo entre todos de la evolución del señor Lupin y el señor Potter, y mucho más, de mantener en secreto absolutamente todo lo ocurrido esta noche. Sirius Black recibirá el beso y...

—DEFINITIVAMENTE NO —Regulus se levantó, sujetando con fuerza y violencia a Dumbledore de la túnica. El anciano mago observó a Regulus con los ojos abiertos de espanto—. Escúchame, viejo decrépito, porque lo que diré ahora solamente lo diré una vez. Tú te encargas de quitarle el alma a mi hermano, y yo me encargaré de que la tuya jamás tenga paz, ni en esta vida ni en la muerte. ¿Me oyes?

Dumbledore asintió lentamente. Regulus lo soltó, retrocediendo, con el brillo que iluminaba su piel desde dentro despareciendo gradualmente. Un juramento como aquel era cumplido, y más por aquellas personas que deberían ser incapaces de mentir.

Regulus se limpió las manos en su propia túnica. Tom obtuvo un vistazo de los dedos, largos y blancos, como si fueran garras hechas de hueso, mientras intentaba deshacerse de los residuos mágicos del viejo loco de Dumbledore.

—Organizaré una reunión con-...

—Del destino de mi hermano me ocuparé yo —gruñó Regulus—, y del destino de Harry, ¡también! ¡Por Dios! ¡Sirius Black es su padrino legal, y al estar él incapacitado para cuidarlo, y al estar su familia muggle incapacitada para hacerlo, todas las responsabilidades de apadrinamiento recaen en mí! Albus, ¡debes comprender que en esta vida no todo será tu partida!

Albus se levantó, dignamente, con los ojos azules perforándole. Tom le examinó: la posición envarada, los ojos entrecerrados detrás de las gafas de medialuna.

—¿Qué ocurrió con Pettigrew?

—A los lobos le gustan las ratas —y la carcajada que brotó de la garganta de Regulus lo hacían lucir, en vez de un ángel, como un demonio.

—Está muerto —Dumbledore frunció el ceño. Regulus negó.

—Lamentablemente no. Pero puedo apostar que tendrá una muerte dolorosa, además de contar con un traslador: tan pronto muera será trasladado al Atrio Ministerial, dispuesto a que sus memorias y su alma sean juzgadas postmortem.

Dumbledore detuvo, de pronto, sus ojos en Tom. Tom alzó una ceja, curioso.

—Ian Evans —su voz fue baja, como una amenaza o una advertencia, antes de levantar la cabeza para ver a Regulus—. No creo que a Harry le guste estar lejos de su primo, Regulus. Después de todo, Petunia Evans tiene la custodia de su sobrino, y no hay forma legal de separarlos.

Regulus se envaró como si le hubieran dado un golpe, expulsando el aire como si recién se hubiera percatado de ello. Su boca se abrió varias veces para cerrarse, observando a Harry en la camilla, y a Tom a un lado, sabiendo lo que Albus estaba implicando.

No, no podían estar separados.

—Regulus Black y Severus Snape tienen sangre de dos viejas líneas ancestrales —Tom relamió sus labios, llamando la atención de Dumbledore y Regulus—. Los Black, y los Prince. Regulus me ha comentado que, de hecho, Helike no podría representar a los Prince habiendo nacido fuera del matrimonio, a pesar de que posea los papeles mágicos que indican su ascendencia. ¿Quizá podrían pensar en una adopción mágica? He oído que se ha estado perfeccionando en los últimos años. Yo podría heredar y representar a los Prince, en caso de que sea necesario, ya que dudo que quieran arriesgar a Helike al proceso mágico siendo tan pequeño...

Regulus sonrió.

—Ian Reade Prince-Black —probó, para fruncir la nariz—. Ian Reade Black-Prince... No suena bien ninguno de los dos. ¿Quizá...?

—Ian Prince-Black suena mejor. Nunca tuve un gran apego a mi segundo nombre —alzó las cejas, sonriendo con una suave inocencia que realmente no tenía—. Así que, ¿a cuál tengo que llamar mamá?

—Depende de cuánto tiempo quieras seguir vivo —Regulus le dirigió a Tom una sonrisa soñadora. Ambos rieron y Dumbledore, totalmente fuera de su zona de cónfort, suspiró.

—Muy bien —aceptó—. Sin embargo, Regulus, si algo le llega a ocurrir a Harry en tu cuidado...

—Seré responsable de cada una de sus acciones, Albus —Regulus le tranquilizó—. Cuidaré de ambos. Cuidaremos de ambos.

Albus Dumbledore examinó los heridos y los ilesos antes de marcharse sin mencionar otra palabra.

Tom apenas esperó a que Dumbledore se fuera para ir junto a la camilla de Harry. Le apartó los cabellos del rostro, examinando la gruesa cicatriz que bajaba por el lado derecho de su mejilla. Sus dedos movieron la magia sobre ella, apresurando su sanación. Una a una, hizo lo mismo con todas aquellas heridas. La del cuello, la del pecho, la del brazo, la de la cadera, la de las costillas. Concentró su magia aún más en los huesos rotos, sintiéndolos repararse bajo sus dedos. Harry apenas soltaba murmullos de dolor, totalmente anestesiado e inconsciente.

Regulus hacía lo propio con Remus. Él no necesitaba manipular la sangre y el cuerpo: su magia era tan pura y tan brillante que Tom podía sentir la piel de gallina mientras le observaba obrar. La magia de la vida era totalmente diferente a la magia de la muerte. El protector, el destructor. Dos antítesis de una misma historia.

Harry estaba allí, inestable. Su pecho subía y bajaba, y su corazón había comenzado a latir a un ritmo normal. Tom se acercó a sus labios, inhalando su aliento, probando la estabilidad de su alma. Cruda, fue lo primero que pensó. Débil. Sensible.

Rozó suavemente sus labios con los suyos antes de levantarse, observando que Regulus, como una copia pura de sí mismo, hacía lo mismo con Snape. Una vez las heridas de Remus sanadas, Regulus comprobaba a Severus, no sólo como su humano, sino como su pareja. Tom no se dio cuenta de que sostenía la mano de Harry protectoramente entre las suyas hasta que bajó la mirada.

Sus ojos se cerraron.

Segunda regla: me protegerás. Incluso por sobre tu propia vida o conveniencia. Serás mi fiel aliado, serás mi compañero, serás todo lo que yo necesite que seas.

La había roto. Ahora, todo parecía deslizarse entre sus dedos, con la intoxicación corriendo por las venas de Harry. Toda su historia cambiando.

Si es que la historia no estaba pactada así.

( ... )

hEY! ¿YA ESTAMOS EN 2018? NO LO PUEDO CREER *voz de diva* En serio, comencé a publicar fics en 2016, qUÉ ME PASÓ. 

ya, ya. ¿Teorías? DEJAD LAS TEORÍAS AQUÍ.

¿PREGUNTASSSS? Pregunten, es gratis y me da diversión momentánea.

Parte fav/parte menos fav ---->

¡FANGIRLEO AQUÍ JUSTITO!

Amo a Regulus qué les puedo decir. Y a Remus. So, los amo, VOY A PUBLICAR ESTO LOS AMO A TODOS BESOSBESOSBESOS.

PD: ¿Se quieren unir al Batallón de Perras? Estamos algo locas pero valemos la pena.

LOS AMO.

xxx G.

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