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{ 42 . El pecado original }

N/A: En mi defensa no tengo defensa, sólo sueño y muchas cosas que escribir, portadas que hacer y regalos que preparar que aún no entregué. Y dolor de cabeza. Los amo, feliz navidad, lo siento *huye*

( ... )


Harry se adentró a la Sala Común de Slytherin, notablemente vacía. Draco le había invitado a pasar navidades en la Mansión, pero Harry había declinado (y con ello, Tom). Las mismas invitaciones habían sido desplegadas por Blaise, Theodore, Adrian, las hermanas Greengrass y Pansy. Harry había declinado a cada una de ellas, diciendo que disfrutaría de Hogwarts; siempre podría visitarlos, pero solamente estaría en Hogwarts durante siete años, y quería conocer cada piedra del castillo, descubrir cada secreto de los muros.

Tom garabateaba en un diario sentado sobre su cama prolijamente estirada. Encuadernado negro, de hojas amarillentas, su pluma rasgaba las hojas con velocidad mientras estrechaba los ojos, como si estuviera escribiendo contrarreloj. Harry se aclaró la garganta.

Tom alzó la cabeza, intrigado.

—Hola.

Tom le dirigió una sonrisa que estaba claramente satisfecha. Parecía haber descubierto algo increíble y maravilloso en la última hora.

—Hola.

Tom cerró el diario y lo deslizó a un lado junto a la pluma.

—Si quieres saberlo, tienes muchos regalos —destacó, señalando el bulto de paquetes a los pies de la cama de Harry. Había un bulto un poco menor, pero de considerable cantidad, en los pies de la cama de Tom.

Sin embargo, Harry no dejaba de mirarlo. No parecía interesado por ninguno de sus regalos esa navidad, y aquello a perspectiva de Tom era preocupante.

—Luego los veré —Harry caminó hacia él. Tom fue capaz de notar la contradicción en sus pasos, la seguridad en ellos y la duda en su postura. Harry, tal como había acostumbrado a hacer en su primer año y la mitad del segundo, trepó a su regazo, sus piernas enredándose a sus caderas. Tom le sostuvo para que no cayera al moverse—. Tom...

—¿Sí?

Aquello era extraño. Harry se acercó un palmo, inhalando su respiración como si estuviera inhalando por primera vez. Una respiración débil, un roce de sus labios en su mandíbula subiendo hasta la comisura de su boca, y Tom le apartó.

—¿Qué haces?

—Lo que quiero, como siempre —respondió Harry, antes de posar sus labios en los del demonio.

Tom no podía quejarse, a decir verdad. La presión de los labios de Harry sobre los suyos era absolutamente deliciosa. Simplemente estaban allí, entreabiertos, posados sobre los suyos como si estuviera comprobando algo.

Tom sostuvo con más fuerza de la cadera a Harry con una mano mientras, con otra, subía y deslizaba sus dedos por cada vértebra de su columna y los enredaba en sus cabellos, tirando de ellos y ladeando su rostro para obtener acceso y libertad. Harry soltó un débil quejido cuando su labio inferior fue succionado, y Tom devoró aquellos labios con el permiso dado. Chupó su labio inferior, mordisqueándolo hasta que Harry soltó un débil gemido, su cuerpo apegándose más al suyo, dejándole deslizar su lengua por su boca abierta.

La lengua de Harry dudó antes de encontrarse con la de Tom. La inexperimentación de aquellos labios era frustrante, se dio cuenta Tom. No esperaba en definitiva que alguien como Harry dudara tanto, y al mismo tiempo le complacía en absoluto. Era solamente suyo. Le pertenecía.

Harry gimió entre sus labios y Tom se encontró a sí mismo soltando un jadeo ronco contra su boca, un jadeo que murió cuando Harry mordió suavemente su lengua y luego rió como un niño que ha hecho una travesura. El cuerpo de Harry jamás había estado tan pegado al suyo, y podía sentir cada uno de los latidos de su humano en su propio cuerpo, su magia tirando y pidiendo reclamarlo. Mío, mío, mío.

Harry apartó la cabeza inhalando una profunda bocanada de aire. Tom deslizó sus labios suavemente por la comisura de su boca, por su mejilla y barbilla, sintiendo la suavidad del pulso bajo sus labios. Latía, acelerado, y pudo sentir la tensión en la espalda de Harry cuando tomó parte de aquella piel en sus labios, chupando.

Mío.

Harry se retorció, y al Tom sentir la erección de su humano contra su estómago comprendió todo.

—Así que era eso —susurró contra su cuello—. No debería sorprenderme, a decir verdad. Muchas veces ignoro que tú apenas tienes trece años. Tu alma no es la de alguien de esa edad.

Apenas —la voz de Harry brotó estrangulada luego de otra inhalación profunda—. Y tú apenas tienes mil millones. Cierra la boca, vejete, o úsala para algo que realmente valga la pena.

La risa de Tom repercutió en su piel. Harry se estremeció.

—¿Y qué es lo que valdrá la pena? —respiró, exhalando aire frío en las secciones de su cuello que había chupado, arrancándole un quejido a su humano. Suyo.

Harry no fue capaz de responder. Guió sus labios nuevamente a los suyos, reclamándole un beso hambriento y cargado de necesidad, de frustración, cargado de maldiciones por habérselo prohibido por tanto tiempo, cargado de agonía destructora por la cantidad de sensaciones que sentía, incomparables a nada, pensando que aquellos sueños solo eran una breve parte de una realidad que ahora sentiría en carne propia y estaría sumamente feliz de experimentar. Todo pensamiento lógico había muerto cuando había besado a Tom Riddle, a su Príncipe.

O, quizá, todo pensamiento lógico nunca había existido alguna vez antes, tratándose de su tan anhelado y deseado demonio.

Tom le deslizó la túnica por los hombros, dejándola caer. La camisa que llevaba debajo fue abierta y Harry se estremeció ante el aire frío chocándole en la piel. Los labios de Tom recorrieron su cuello, el hueco entre sus clavículas, una de sus manos sosteniéndole de la cadera y la otra aferrándose a su pierna.

Príncipe —susurró Harry, notando la quemazón en la marca. Tom pareció ronronear de contento mientras sus labios rozaban el lugar que tantos años atrás les había marcado a ambos la pertenencia. Tom estaba allí, en su piel, en su sangre, en su pensamiento y próximamente muy dentro de él.

Khaos quemaba contra su piel, y Tom la acarició contra los labios, Harry arqueándose mientras enredaba los dedos en el cabello de Tom. Su respiración estaba casi errática, más aún cuando la mano de Tom trepó por su pierna, su mano abierta en la división entre su muslo e ingle, moviendo su dedo pulgar en círculos sobre la erección en sus pantalones.

Harry no fue capaz de ahogar el gemido tortuoso. Tom iba a volverlo loco. Más. Más. Mucho más de lo que estaba, y la locura nunca antes se había sentido tan placentera.

Harry botó sobre las piernas de Tom cuando el demonio movió con más fuerza su dedo por sobre su polla atrapada en las prendas. Parecía ser algún tipo de apuesta no escrita, no pactada, pero allí parecía brotar. A que puedo arrancarte un orgasmo con un sólo dedo y mi boca. Y Harry se retorcía en expectación. Ningún orgasmo antes parecía comparable con aquel que se le prometía.

—Tom —balbuceó, sintiendo sus piernas temblar—. Tom.

Tom rió en su cuello. Sus dedos le aferraban con tanta fuerza a las caderas que Harry no fue capaz de moverse mucho en busca de fricción, en busca de más, de más, de mucho más. Pero consiguió moverse, intentando frotarse contra el estómago de Tom, arrancándole al demonio un jadeo cuando se dio cuenta de que no era su estómago donde se había frotado.

Me arruinarás —susurró el demonio, lamiendo su piel desde la clavícula hasta la barbilla, succionando ligeramente la comisura de sus labios, dejando los gemidos de Harry ante el aumento de fricción morir en su boca.

Harry hundió sus uñas en la piel de la nuca del demonio. Pudo sentirlas atravesar la piel y el calor de la sangre deslizarse por su cuello. Tom gruñó, mordiendo con fuerza sus labios, Harry gimiendo sonoramente mientras su mano abría el pantalón y se introducía en su ropa interior, envolviéndole con una fiereza desesperada. Harry gruñó al sentir la exposición de aquella manera, y a la vez al sentirse tan vulnerable, y a la vez al sentirse tan en control. Porque le pertenecía a Tom, y Tom le pertenecía, y jodidamierdaesoeratanbueno-...

Harry se empujó contra la mano de Tom, la cabeza en cada una de las sensaciones. Tom le tocaba como si de aquella forma estuviera reclamándole. Reclámame. Harry gimió. Soy tuyo. Pero, a cambio, tú siempre serás mío.

Tom cubrió la boca de Harry nuevamente con la suya, deseoso de sentirlo, de sentir su sabor, su esencia, su lengua ávida y curiosa, sus dientes chocando con brutalidad, sus labios suaves abriéndose para hacerle un lugar y-

—¿Qué mierd-...?

Ambos se voltearon, observando con ojos como platos a la chica en la puerta. Cabellos castaños desordenados, túnicas de Ravenclaw. Hermione Granger no los miraba más que la cara, puta suerte, y un segundo después cerró la puerta y huyó.

...

—Voy a matar a esa mocosa.

—Le pones un dedo encima y te mataré a ti.

—¿Por qué?

—No la toques.

—¿Celoso, Vashra?

—No. Pero es mi amiga, así que si la tocas te mataré. Y en caso de no poder hacerlo, te amputaré la polla con los dientes. No tengo ninguna experiencia chupando pollas por lo que sabes que seré capaz.

...

A la hora del almuerzo las mesas habían sido empujadas a los muros, y sólo se mantenía en mitad del salón una mesa con veinte cubiertos.

Ya estaban sentadas allí algunas personas. Entre ellos, Harry observó al amargo Ronald Weasley, frunciendo el ceño a las salchichas como si estuviera realmente enfurecido. A medida que fueron tomando asiento, aparecieron varios profesores. Harry observó el pequeño acto del profesor Snape de, antes de sentarse, retirar la silla del profesor Black. Regulus le dirigió una suave sonrisa al amargo profesor de pociones, que con esa expresión en su rostro no parecía tan amargo.

El profesor Dumbledore fue el último en aparecer y tomar asiento. Su expresión era pacífica, y en sus ojos azules brillaba una extraña ilusión al ver todos los que estaban reunidos en aquella mesa. Tom cerró la mano en un puño por debajo de la mesa, y Harry le dio una ligera patada con el talón.

Cálmate —siseó en voz baja, casualmente, y comenzó a servir en su plato la ensalada de patatas con salchichas asadas.

La comida transcurrió naturalmente. Hermione Granger apareció a media comida, con el rostro enrojecido. El profesor Dumbledore preguntó a la chica de Ravenclaw si se encontraba en buen estado de salud, y ella le balbuceó que sí, lo estaba (todo aquello sin apartar los ojos del plato de oro).

Ronald Weasley la observaba ceñudo. Dumbledore le preguntó qué le ocurría.

—Todo está bien, señor —murmuró Ron con la voz humilde—. Simplemente he estado preocupado por mi mascota. Un gato muy feo la ha estado persiguiendo, y temo por su salud. Ha desaparecido esta mañana.

El profesor Dumbledore le dirigió unas palabras de ánimo que a Harry le sonaron como basura.

La comida fue tan sustanciosa que muchos rechazaron el postre. Entonces, con heridas, pero jovial, el profesor Lupin apareció.

—¡Buenas tardes! —saludó, sonriente—. ¿Me he perdido de mucho?

—Por supuesto que no, Remus —el profesor Dumbledore le sonrió suavemente—. Están por servir el postre. Pero si deseas algo más sano...

—A mi parecer soy bastante responsable con mi alimentación para considerar de qué alimentarme —Remus sonrió con una dulzura tan amarga como la hiel—. Pero gracias por la sugerencia, profesor. ¿Saben si habrá pastel de crema y chocolate?

Tom ocultó una risa ante la expresión de irritación en el rostro del profesor Dumbledore. Remus se sentó a un lado de Severus, que le dirigió una mirada inquisitiva.

—Me encuentro bien, Severus. Tranquilo. ¿Cómo está Heri? ¿Le has hecho llegar mi obsequio? —susurró Remus enarcando suavemente la ceja, y Severus asintió con un suspiro.

—Está muy bien. Acabamos de estar con él. Te envió saludos y agradecimientos —respondió, escuetamente, aunque quizá con demasiada amabilidad para tratarse de Remus Lupin, para regresar a su comida, claramente consciente (como casi todos en aquella mesa por el sobresalto del profesor de pociones) del pellizco que había recibido en la pierna por parte de Regulus Black.

Dumbledore hablaba animadamente con la profesora McGonagall, que a la vez parecía preocuparse por la salud de Hermione y su rostro cada vez más enrojecido, quizá tan enrojecido como el cabello y las orejas de Ronald Weasley que comía con desgana pero incapaz de acabar, tal como lo hacía Tom porque sabía que si rechazaba el postre llamaría la atención de todos y probablemente sería regañado por Harry, que iba por su segunda porción de budín de caramelo; Regulus Black comía su primera porción de pudín de vainilla y chocolate mientras intentaba, por todos los medios posibles, de que Severus Snape y Remus Lupin no mantuvieran una conversación. Una chica de Ravenclaw llamada Luna Lovegood (que Harry recordaba le había enviado una tarjeta de San Valentín, aunque había hablado muy poco con la extraña muchacha) estaba sentada junto a Hermione y, a su lado, una chica pelirroja y cargada de pecas parecía evitar todo el tiempo mirar a Harry a los ojos (y Harry se dio cuenta de que probablemente era una Weasley, no sólo por sus cabellos y pecas, sino por la forma de los ojos similares a los de Ron, o la nariz puntiaguda y fina cubierta de las manchas doradas de forma idéntica a la de Ronald, o los gemelos). A un lado de Harry había un sangresucia de primer curso de Hufflepuff, y a un lado de Tom una chica de Gryffindor de piel morena y cientos de trenzas por todo su cabello.

Acabaron el postre y el profesor Lupin se levantó, haciendo crujir su espalda y moviendo su rostro en una mueca de dolor.

—Ha sido un postre estupendo —murmuró—. Mis agradecimientos a los elfos, profesor —mencionó, dirigiéndose a Dumbledore, que pareció envararse por la mención a los elfos domésticos de Hogwarts—. Planeo salir esta noche a festejar las fiestas. Si alguno de vosotros planea pasarse por Las Tres Escobas, os invito una cerveza de mantequilla, un firewhisky o lo que queráis. Estoy de humor para festejar.

Y descaradamente le lanzó un guiño a Harry. Harry lo ignoró con una sonrisa burlona en pos de darle otra mordida a uno de los grandes copos de chocolate que decoraban el pastel, sus mejillas tintándose de un turbio rosa.

Lupin se fue riéndose, jovial. Regulus puso los ojos en blanco.

—Señor Potter, ¿debería preguntar por ello? —la voz de Severus fue áspera. Harry se encogió de hombros.

—No es nada en realidad, profesor. Hemos tenido una extensa charla con el profesor Lupin por la mañana que al parecer le ha hecho recordar a sus días de adolescencia —seguía mordiendo de a pedazos el copo de chocolate. Tom le observó con duda escrita en la mirada cargada de recelo.

—Sus días de adolescencia. ¡Merlín nos proteja! —McGonagall se llevó la mano al pecho, riendo ligeramente—. Era uno de los más revoltosos junto con...

Y de pronto, entre los adultos allí, la mesa pareció ponerse funesta.

—Lo sé —susurró Severus, estrechando ligeramente la mirada, sus ojos cerrándose y su mandíbula tensándose en una emoción imposible de identificar—. Solían hacer las peores travesuras.

—Y cometieron muchos errores... pero, después de todo, no eran malas personas —Regulus parecía estar tomando la mano de Severus por debajo de la mesa. Severus suspiró, alzando la mano entrelazada con la de Regulus y dándole un apretón sobre la mesa, a la vista de todos.

—Lo sé.

Hermione se levantó, despidiéndose y marchándose. Segundos después Harry decidió seguirla y Tom seguirlo a él. También se despidieron y se marcharon, siguiendo a Hermione. Harry la alcanzó cuando estaba por subir las escaleras que se movían. La sujetó de la túnica, y Hermione no los miró a los ojos.

—¿Hermione?

—No estoy enfadada contigo, ni con Ian —balbuceó con rapidez Hermione—. Simplemente estoy avergonzada. Soy lo suficientemente madura y capaz de saber y conocer en su mayoría las reacciones físicas ante la menor provocación y no asumo nada, pero sois libres de hacer lo que queráis. No estoy enfadada —remarcó, sus mejillas arrebolándose con fuerza—. Simplemente tengo vergüenza. Creo que no podré quitarme la imagen de la cabeza durante mucho tiempo. Ni mirarlos a la cara.

Harry soltó una débil risita.

—Lamento que hayas tenido que ver eso, Hermione —susurró Harry, pasando los dedos por los cabellos de su amiga—. Mi intención no era en absoluto que nadie lo viera. Lo que me lleva a preguntarme, ¿qué hacías en Slytherin?

Hermione rió suavemente.

—Me debes diez galeones, Harry. Diez galeones, un juego nuevo de plumas y tinteros, y un diario para tomar apuntes. Dijiste que si conseguía ingresar a Slytherin antes del fin de año ganaba la apuesta —Hermione tenía una sonrisa suave y Harry debió reír—. ¡Te gané una apuesta, Harry!

Harry soltó una carcajada jovial y dejó a su amiga marcharse. Tom tiró de la capucha de su túnica y le acercó para robarle un beso rápido.

—¿Quieres festejar en Hogsmeade esta noche? Creo que el profesor Lupin dio una invitación abierta.

Harry relamió sus labios, pensando en la ecuación de Remus Lupin y Tom Riddle en una misma habitación, bebiendo cervezas y demás. Se encogió de hombros y rió.

—Sería genial. Mientras tanto, creo que podríamos...

Tom le apartó la bufanda del cuello, revelando las marcas casi púrpuras sobre su cuello. Harry rió.

—Creo que —Tom mencionó— hay una gran variedad de regalos arriba por abr-...

—¡REGALOS! —chilló Harry, y Tom lo perdió por completo. Al menos, hasta que consiguiera abrirlos todos, lo cual llevaría sus buenas horas. Ese año, en total, eran más de treinta para cada uno.

Harry lo arrastró con fuerza hacia las mazmorras y Tom se dejó llevar.

( ... )

Primero que nada, ¡feliz navidad! xD Sé que dije de hacerlo ayer pero tuve inconvenientes. Y estaba enojada con alguien, so, no iba a ser bonito. Además de estar terminando las correcciones finales de algunos cuantos otros regalos... hoy voy a estar publicando bastantes one-shots (creo, espero, ruego, imploro xD), así que sólo esperen ;D

Vamos con el capítulo nO PORQUE APAREZCA UN CUASI-LEMON QUE ME COSTÓ MEDIO ROSTRO DE VERGÜENZA SINO POR UN ENORME DETALLE/SPOILER QUE LE ACABO DE LANZAR AL CAPÍTULO. Recuerden siempre: si son trece el la mesa, el primero en levantarse es el primero en morir *razón por la que G no cenó sentada con todos los invitados en nochebuena*

Soy feliz-feliz~ aunque no lo parezca. Así que:

¿Tienen preguntas? AQUÍ --->

¿Teorías? Vivo por ellas así que quiero ver unas cuantas por aquí, por favor uwu

¿Fangirleo? Rait nau.

¿Parte fav y parte menos fav?

¿Posiciones sexuales que consideren que Tom y Harry deberían practiOKNO. Broma, no me vengan con el kamasutra gay pls.

Si también leen mis otros fics digan si quieren que actualice alguno de esos hoy uwu

Denme razones válidas, sin repetir y sin soplar, por las que deba actualizar el siguiente capítulo también hoy. Si tienen lógica o sentido llegamos a un acuerdo y actualizo eSTÁ EN SUS MANOS, NO EN LAS MÍAS JEJWJEJE.

El siguiente capítulo: "Alcoholismo y psicópatas no se mezclan". ;) 

xxx G. 



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