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{ 26 · La Perra del Lord }

Advertencia del capítulo: escena de violencia fuerte hacia un menor de edad. 

Sobre advertencia no hay reclamo.

******

—Dime —rogó Tom, susurrando la mañana siguiente durante el desayuno— que no dejaste un mensaje.
       
Harry le observó, parpadeando con ternura.

—¿Por qué lo preguntas?

—Porque te conozco. No puedes dejar pasar una situación que implique sangre sin dejar un mensaje en referencia a alguno de tus asesinos seriales. ¿Cuál fue esta vez?

Harry mordió su labio. Con aquella expresión, nadie diría que el chiquillo era un terrible homicida.

—Charles Manson.

Un tic se presentó en el párpado de Tom, temblando incontrolablemente.

—No ha sido exactamente una referencia a él. Pensé en utilizar la frase "Ha llegado el momento del Helter Skelter" —Tom le miró intrigado y Harry explicó a grandes rasgos—. Helter Skelter es una canción de The Beatles. Charles Manson creía que los Beatles le hablaban directamente con su música, y decía que esa canción profetizaba una guerra interracial. Pensé en utilizarla más que nada por lo de los sangres pura versus los sangresucias, pero nadie comprendería el significado tal cual como yo quería hacerlo. Por lo que me decidí a otra referencia a él. Bueno, no exactamente a él, sino a una de las asesinas de Sharon Tate en su nombre: Susan Atkins.

Tom inhaló, llenando sus pulmones de aire e intentando no incinerarse a sí mismo en el proceso de hallar calma.

—¿Cuál es la puta frase, Harry?

—Le hundí dieciséis puñaladas póstumas y empapé su turbante en su sangre. Luego transfiguré una zona por sobre su cabeza en piedra, y escribí "PIG" con su sangre.

Tom suspiró.

—Bueno, no está tan mal.

—¿Te dije que las puñaladas estaban en torno a una frase que tallé en su pecho? Eso fue inspiración propia. Escribí La Perra del Lord con...

Tom golpeó su cabeza contra la mesa de Slytherin, quizá demasiado fuerte. Sin embargo, seguían en las vacaciones de navidad, por lo que nadie más que algunos profesores pudieron verlos y reír disimuladamente. ¡Los primos Potter y Evans eran demasiado adorables!

...

Encontraron el cadáver de Quirrell luego de la primera semana de que el hombre no asistió a impartir la clase.

Harry había tenido razón. Nadie había echado de menos al tartamudo profesor. No tenía amigos, ni enemigos. No tenía alumnos que lo admiraran, ni que lo odiaran. De un día para el otro pasó al olvido. El fragmento estático entre la definición de "vivo" y "muerto" no fue desesperación. Harry estaba ligeramente decepcionado cuando su mensaje no fue publicado en los periódicos, pero bastante satisfecho de que haya sido Dumbledore quien descubrió el cuerpo.

Después de todo, algunos triunfos eran bastante pequeños, pero triunfos al fin.

...

—Tommy...

—Bebé.

Tommy...

—¿Qué ocurre, mi pequeño bebé psicópata?

Harry ladeó la cabeza, observando a Tom en su cama. Tenía la cabeza recargada en las manos, su sonrisa dulce demasiado falsa en el rostro. Harry echó a reír a carcajadas.

—¡Oh, yo sabía que podías ser adorable si querías!

Tom puso los ojos en blanco.

—Dime, Harry. ¿Qué ocurre?

Harry mordisqueó su pluma. Tom debió comprobar que no era una pluma de caramelo.

—¿Podrías escribir un ensayo por mí?

Tom parpadeó.

—¿Un ensayo? —se acercó, curioso—. ¿El de pociones? —Harry asintió— ¿Por qué? Creí que tenías la idea.

—Promete que no reirás.

—No prometo nada.

—¡Tom!

—Vale —Tom suspiró—. Prometo no reír.

Harry mordisqueó la pluma.

—No puedo.

Tom no rió. Le observó, ligeramente preocupado.

—¿Por qué no?

Harry tomó aire. Luego dejó que Tom le observara, analizando sus manos.

—¿Te duele de alguna manera? —preguntó, examinándole los dedos uno a uno—. ¿Te molest-...?

—No es físico —dijo Harry con rapidez—. No puedo ver el pergamino vacío. No puedo sujetar la pluma frente a un pergamino vacío. Me... me molesta. Y tengo que hacer varias cosas con la pluma antes de apoyarla en el pergamino, y lo acabo manchando de tinta, y el profesor Snape me ha quitado puntos por manchar los pergaminos, ¡además de mi horrible letra! Se pone peor si no hago los rituales, e incluso peor cuando...

Tom siguió sin reírse. En realidad, tampoco tenía deseos de ello.

—¿Por qué crees que es?

Harry se encogió de hombros.

—¿Estrés? —le observó, dudoso—. Estamos a una semana de los exámenes y Snape sigue dejándonos tarea que entrará en el examen —los dedos de Harry temblaron ligeramente, su rostro se ladeó—. Creo que...

—Harry, te irá bien en el examen —Tom le sonrió con suavidad—. ¿Por qué tienes tanto miedo a Snape?

Harry se envaró.

—¡No le tengo miedo!

Tom detuvo sus ojos en él. Harry agachó la mirada.

—Tienes miedo —comprobó—. Nunca le tuviste miedo a nadie, ni a nada. Ni siquiera a mí. ¿Por qué a Snape?

Harry sacudió su cabeza.

—Esta conversación no tiene sentido ni tampoco me gusta. No la seguiré.

Harry se abrazó a sus piernas, enterrando la cabeza en sus rodillas. Tom suspiró.

—Harry, no seas terco.

—No soy terco —le llegó la voz amortiguada de Harry. Tom suspiró, atrayéndolo a su cuerpo, acomodándolo en su regazo y masajeando su espalda hasta que Harry habló nuevamente—. Piensa mucho en mi madre.

Tom le alzó la vista.

—¿Tu madre?

Harry asintió.

—Piensa todo el tiempo en ella. Cada vez que me ve. Al principio no podía... no podía ver lo que pensaba. Tenía un muro en sus pensamientos realmente fuerte. Entonces, creo que mi magia se fue acostumbrando al muro, y conseguía ver lo que estaba sobre él. No puedo acceder a sus pensamientos, pero sí a las imágenes superficiales de su mente. Y él piensa en mi madre todo el tiempo. Y en mi padre.

Tom seguía con sus caricias sobre la espalda de Harry.

—Cuéntame.

—James Potter era un bastardo hijo de perra con él —bramó, y parecía que había activado un botón, porque todo su cuerpo comenzó a temblar incontrolablemente—. Snape y mi madre eran amigos. Muy amigos. Él limpió sus lágrimas, calmó sus miedos. Snape curó sus heridas cuando los Slytherin la castigaron en la iniciación de su primer año, a pesar de que él también estaba herido físicamente...

—Detente —Tom pareció ahogarse— ¿tu madre era Slytherin?

Harry asintió contra el pecho sin latido de Tom.

—Sí —su voz era baja, un débil susurro—. Y cuando James Potter vio que Snape estaba enamorado de ella...

—La conquistó —completó Tom. Harry enterró más hondo la cara en su pecho, sus gafas hundiéndosele en la piel. Tom tironeó de él para quitarle las gafas, encontrando que gruesas lágrimas caían de su rostro. Tom se mantuvo allí, estático, sin saber qué hacer. Retiró sus gafas y limpió sus lágrimas con las mangas de la túnica, pero más y más seguían brotando de sus ojos, su expresión perdida, sus labios entreabiertos murmurando palabras que Tom no identificaba—. Harry —susurró, limpiando nuevamente las lágrimas—. Vashra.

Harry no respondió ni siquiera a aquel nombre. Tom sentía una extraña pesadez en la garganta, un calor asfixiante en el pecho. El guardapelo de oro latía como un corazón directamente sobre su piel, llevándole sensaciones tan humanas que conseguían darle náuseas de sí mismo.

Vashra —volvió a susurrar Tom, acariciando el rostro de Harry con suavidad—. Respóndeme.

—Cuando tenía seis años maté por primera vez a una persona —murmuró Harry, con los ojos perdidos—. El Sacerdote Crowley... Ese verano los Dursley iban a irse de vacaciones a la playa, y como no querían cargar conmigo, me enviaron a un "campamento" religioso en el cual esperaban que me intentaran hacer un exorcismo —las palabras brotaban de su boca como sangre de una herida abierta. Tom no lo silenció. Jamás había escuchado esas palabras porque, extrañamente, Harry no se sentía demasiado orgulloso de ellas y ligeramente incómodo cuando mencionaba cualquier hecho desde antes de sus ocho años—. No era un campamento, en realidad. Era una iglesia. Nos levantábamos por las mañanas y orábamos, y luego hacíamos la limpieza, recortábamos papeletas, limpiábamos. Estábamos obligados. Si no lo hacíamos, no nos alimentarían. Fui dejado originalmente ahí por una semana, pero... los Dursley no vinieron a buscarme. No es que estuviera esperando otra cosa. Era gratuito, después de todo.

Tom siguió acariciando suavemente la espalda y los cabellos de Harry, quien reposaba sobre él con los ojos perdidos en agrias memorias.

—El Sacerdote abusaba sexualmente de las niñas —susurró, sin modificar su tono de voz ni un ápice—. Una sola vez, y luego estaban sucias para él. Rompía sus cuerpos desde dentro hacia afuera. Y les decía que, de decirle a sus padres, Dios las castigaría, porque él era el enviado del Señor para purificar sus cuerpos. Ocurrió con Anne Mary Carter. Y una vez que se acababan las niñas, iba a por los niños. Anne Mary era la última niña hasta que llegaran nuevas el lunes siguiente. Yo era el siguiente.

Tom congeló sus manos, su respiración de pronto estancada en su garganta. Harry prosiguió con aquel tono monocorde, ininmutable.

—Crowley salió de la habitación de Anne Mary. Ella estaba viva cuando entré. Lo recuerdo perfectamente. El semen escapaba entre sus piernas, y cuando entré, creyó que iba a ayudarla. Debí hacerlo. Estaba seguro que era lo mejor. Él no iba a tocarme, no lo haría. ¡ÉL NO IBA A PONER SUS SUCIAS MANOS SOBRE MÍ! ¡NUNCA! —Tom procedió a sujetarlo cuando comenzó a temblar de forma incontrolable, todo su cuerpo agitándose en espasmos que lo sacudían desde pies a cabeza, pasado anclado en recuerdos desesperados y gritos ahogados en un llanto que no cesaba. Susurró palabras relajantes en su cabello hasta que su humano prosiguió—. La golpee hasta que murió. Todo su cuerpo se cubrió de moretones. La sangre brotaba de su boca. Sangre... mucha sangre —examinó sus manos, y Tom casi pudo ver la sangre en ellas—. La arrastré de los cabellos escaleras abajo. No era muy liviana como para llevarla en brazos sin problemas, y yo llevaba casi tres días sin comer, bebiendo agua a escondidas cuando iba a cepillarme los dientes. Bajé tres tramos de escaleras arrastrándola y luego la escondí en unos arbustos mientras buscaba una pala. Hice un pozo en el jardín al cual solamente el Sacerdote tenía acceso. Cavé un hoyo poco profundo y enterré su cuerpo. Ella ya estaba muerta cuando la tierra comenzó a caerle.

Parpadeó suavemente. Sus labios temblaron.

—Snape... —parecía volver a presente—. Snape ve mis pequeños rituales. Con la pluma, con la comida, con las túnicas, con el orden en la mochila. Y tiene miedo. Tiene miedo que me hayan hecho lo mismo que James Potter hizo a mi madre. Tiene miedo que... que yo haya... Y él aún así estuvo con ella, pero ella acabó casándose con James, por miedo, por dolor... Y cuando decidió liberarse de James, él intentó matar a Snape. Y Snape se siente culpable por la muerte de mi madre. Ella estaba embarazada de mí cuando eso ocurrió, cuando intentó huir y James intentó matarlo. Su vientre era redondo y lo protegía en medio de una guerra de maldiciones. Si sólo la hubiera protegido esa vez en vez de dejarse herir... ella estaría viva, con él; podría haberme adoptado o hacerme pasar como su hijo. Mi madre estaría viva. Conmigo. No me hubiera criado con los Dursley, no hubiera sufrido maltrato, no hubiera tenido que matar a una niña que sólo era una víctima. ¡Esa niña podría haber sido mi madre, mi hermana, cualquier persona! ¡Ella tenía padres, hermanos, familia que quizá la amaban! ¡Esa niña...!

Nuevamente, Harry se echó a llorar. Tom lo acunó entre sus brazos, dejando que las lágrimas lavaran todo de Harry: el dolor, las preguntas, las penas, e inclusive, la culpa.

...

El examen de pociones fue bastante difícil, inclusive para Tom y Harry. Sin embargo, luego de los primeros minutos en los cuales se acostumbraron al profesor Snape respirando en sus nucas, todo pareció marchar a la perfección.

El examen práctico era bastante más sencillo que el teórico. En el práctico, simplemente debieron hacer una poción para olvidar, con la lista de cosas que debían utilizar y todo ordenado, sin embargo ninguna imagen de los ingredientes ni ninguna especificación exacta de proporciones. Harry sabía que Snape lo había hecho apropósito.

El examen teórico era bastante más complejo. Cincuenta preguntas, e inclusive, algunas relacionadas con "en referencia a la respuesta de la pregunta a de la seis, ¿qué se podría decir si se mezcla...?" y Harry estaba que se arrancaba los cabellos, intentando hacer memoria. Sabía que no le serviría de nada dar intentos de explicaciones en el pergamino, tal como venía haciéndolo con Snape desde principio de curso.

Entonces, con un suspiro, decidió rendirse. Sólo necesitó eso para que Tom le pisara el pie, moviera su mano y de pronto la mano de Harry se estaba moviendo sola, rellenando las preguntas del pergamino con su letra desigual, pero todas las respuestas correctas.

Tom acababa de anular el encantamiento anti-trampas de una pluma aprobada por el ministerio sólo para que pasara pociones.

Cuando Harry entregó entre los últimos y salió del salón de clases, Tom esperaba allí, recargado contra la pared, sus ojos posados vagamente en un libro delgado de encuadernado negro, hojas amarillentas en apariencia desnudas pasando por sus dedos, crujiendo bajo su tacto. Harry se lo arrancó y reclamó un abrazo, estrechando a Tom con fuerza entre sus brazos y hundiendo su cabeza en el cuello de su demonio.

Tom le devolvió el abrazo sin ningún tipo de contemplación, sus labios posándose entre sus cabellos de forma casual.

...

Severus Snape frotó sus ojos con las palmas de las manos. Bajo la débil luz de las velas, los exámenes de fin de curso parecían un chiste malo. Error tras error tanto de respuestas como de ortografía. Su pluma de tinta verde esmeralda corregía todo, y sus ojos negros se estrechaban en desagrado intentando descifrar los jeroglíficos de algunos alumnos.

Definitivamente, necesitaba un descanso. Pero no podía permitirse aquellos pensamientos, ni siquiera. No estaba ahí porque quería. No estaba ahí ni siquiera porque le gustara.

Se echó hacia atrás en el asiento. Su despacho conectaba a sus habitaciones personales, y desde la puerta entreabierta podía contemplar la cama bajo la luz de las velas, a la figura que reposaba en ella. Su espalda blanca parecía brillar bajo las llamas, y llamarle.

Severus se concentró. Volvió a prestar atención al examen que estaba corrigiendo, de un Hufflepuff que a pesar de ser demasiado torpe en la práctica (quizá porque su amargado profesor de pociones había estado deambulando cerca de él, poniéndolo nervioso) parecía tener un enorme conocimiento para la teoría. Aquel no parecía ser ningún caso perdido, y se apuntó su nombre justo al momento que la puerta del despacho fue golpeada con suavidad.

Los ojos de Severus se posaron en su reloj de escritorio. Las nueve de la noche. ¿Quién sería a esa hora?

Con un movimiento, guardó los pergaminos y se dirigió a la puerta. Detrás de ella, un niño de rebeldes cabellos negros y grandes ojos verdes detrás de unas gafas horrendas le observaba. Ante su sorpresa, estaba solo. Se había costumbrado tanto ver al engendro Potter con su primo que verlo solo parecía como verlo sin un brazo.

—Buenas noches, profesor —saludó Potter, con una extraña amabilidad que le puso el vello de punta—. Me gustaría hablar con usted... brevemente. Espero no molestar. Podría volver otro día.

Severus pensó que, entre Potter regresando otro día, cualquier día, y sentir la ansiedad de saber cuándo sería, a hacerlo entrar en ese momento, había un mundo de diferencia y no quería las cosas más difíciles.

—Adelante, Potter.

Potter asintió con la cabeza, adentrándose a la habitación. Severus le señaló la silla de frente a su escritorio, luego de comprobar en un movimiento que desde aquel lugar era imposible avistar la espalda blanca en su cama. Luego rodeó su escritorio y tomó asiento frente a Potter, que parecía juguetear con sus dedos en un movimiento nervioso que Severus lamentablemente conocía demasiado bien.

—Mientras estudiaba para el examen encontré mis notas de las primeras clases —explicó Potter, yendo al grano—. Y encontré las primeras cosas que usted fue tan amable de preguntarme para ponerme a prueba —Severus estrechó la mirada cuando los ojos de Potter se posaron suavemente en los suyos. La mirada verde era demasiado viva, demasiado clara, y extrañamente demasiado afligida—. ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo? —sus cejas se alzaron suavemente mientras emulaba la pregunta que Severus le había hecho meses atrás—. En ese momento solamente sabía cosas casi básicas. Había leído los libros, contemplado imágenes, pero era incapaz de asociarlas. ¡Había tanto que aprender, y tanto que ver! —soltó un suspiro casi desgarrador—. Sin embargo, Draco me ha prestado hace poco tiempo un libro de costumbres celtas. Entre ellos se encuentra el lenguaje de las flores, dispuesto para ser utilizado en los diferentes rituales cuyos nombres no recuerdo con exactitud... A lo que voy es que... Asfódelo es un lirio. Un lirio que, además de tener el significado mitológico-histórico de que los Campos Elíseos estén tapizados en ellas, tiene el significado de "mi arrepentimiento te sigue hasta la tumba" —su ceño se frunció ligeramente—. El ajenjo, en cambio, es una planta medicinal y obsequiársela a alguien era común cuando había muerto alguien cercano a esa persona, usualmente siendo obsequiadas a madres que han perdido a sus hijos en el parto, para que esto no vuelva a ocurrir... o viceversa. Está relacionado a la ausencia, vinculándose con un profundo dolor. Y... —Harry no necesitó decir nada. Severus le observaba, ligeramente complacido porque el chico hubiera captado el mensaje, y los ojos verdes del muchacho descendieron en una expresión que Severus jamás había podido apreciar en James Potter— muchas gracias, profesor.

Severus asintió con la cabeza. No negó ni afirmó nada, pero era claro que Harry tenía la razón en ello, en el mensaje oculto tras sus primeras palabras.

—Muy bien. Yo... me retiro —Potter se levantó de su silla, alisando ligeramente su túnica, haciendo crujir su cuello, hombros y espalda—. Espero que tenga una buena noche, profesor.

Severus le dejó marchar hasta la mitad de la habitación. Sin embargo, las palabras escaparon de su boca con rapidez antes de que se diera cuenta.

—Yo hubiera comprendido el mensaje de Helter Skelter. Muy bien pensado, acertaba a la perfección con la situación.

Harry se detuvo. Se volteó, su expresión cargada de inocencia.

—¿De qué está hablando, profesor?

Una mueca demasiado similar a una sonrisa sádica curvó los labios de Severus.

PIG, escrito por Susan Atkins en la puerta de la masacre ocurrida en la casa de Sharon Tate, enviada junto con la "Familia" por Charles Manson —Severus le observó, la inexpresividad en su rostro demasiado expresiva—. Ocurrió en agosto del 69. Lily... tu madre —su voz se tintó de calidez—, a pesar de que tenía nueve años en ese entonces, estaba demasiado obsesionada con el tema. No tenía idea de qué había ocurrido, pero las noticias fueron tan brutales que no era difícil encontrar fotografías de la masacre. El esposo de la actriz, Roman Polanski, fue fotografiado en la escena del crimen, con la sangre seca de su esposa y sus amigos aún en los suelos y las paredes. Morboso, ¿no? —Severus soltó una risa entre burlona y hosca—. A Lily le fascinaba. Sin embargo, muy pocas personas lo sabíamos.

Harry regresó a su asiento, contemplándolo con una curiosidad demasiado extrema.

—¿A mi madre... le gustaban... los asesinos seriales?

Severus asintió con la cabeza.

—Tenía un libro de recortes. Era demasiado difícil, siendo un Slytherin perseguido por los puristas, filtrar la información muggle e ingresarla a Hogwarts. Sin embargo, Lily consiguió la forma —Severus detuvo su mirada en los ojos de Harry, un brillo enfermizo que conocía muy bien—. Ella era bastante especial, incluso para ser una bruja. Especial de la buena forma —destacó.

Harry soltó un ligero respiro.

—Ella... ¿fue feliz?

Severus tragó saliva.

—Brevemente.

Imágenes azotaron su mente. Imágenes que quería olvidar. Imágenes desgarradoras, terribles, angustiosas. Sus dedos tamborilearon suavemente sobre el escritorio.

—Usted... —Harry no parecía controlar sus palabras— la apreciaba.

Severus asintió con la cabeza. No necesitó decir nada más.

—Gracias —repitió Harry, como si estuviera conmovido—. Gracias, profesor. Gracias por ayudar a mi madre. Por acompañarla. Por quererla. Ella... merecía algo mejor. Gracias.

Severus le dejó marchar, cerrando la puerta y apoyando la frente en la madera. Su corazón latía enloquecido en su pecho, su garganta ardía, sus ojos quemaban. El hijo de Lily. El hijo de Lily que había jurado proteger, no necesitaba ser protegido. En realidad, todos necesitaban ser protegidos de él.

Aquello le llegó quizá demasiado hondo, calándole hasta los huesos. Con un respiro, regresó a su escritorio, observando una figura sentada sobre él. Pecho descubierto y reluciente en su palidez, hombros relajados y suaves manos sobre los muslos desnudos, apenas cubriéndose por una sábana que lo envolvía a modo de túnica griega.

—Hey —dijo él. Severus suspiró.

—Hey.

—Ven a dormir —su pareja extendió los dedos blancos, atrayéndole—. Podrás corregir mañana. Tienes una pinta horrible.

—¿Esa es tu forma de atraerme a la cama? —Severus alzó una ceja, burlón—. ¿Decirme que me veo horrible? Gracias, pero prefiero corregir.

La risa cálida brotó de su garganta suave. Le atrajo hasta sí, la suavidad de su respiración golpeándole en el cuello.

—No podías haber hecho más de lo que has hecho —susurró en su piel—. No te lamentes. No hay nada que puedas hacer para cambiar el pasado, sólo puedes avanzar.

—Lo sé —susurró Severus, porque realmente lo sabía. El pasado era un sitio para reposar en silencio, el presente un momento para disfrutar, y el futuro una incógnita.

—Y por cierto —su compañero le alejó, frunciendo ligeramente el ceño. Sus ojos refulgían como destellos de plata y sombras de nubes eléctricas—. ¿Has averiguado por qué escribió eso de La Perra del Lord? Es decir, el mamarracho no tenía la marca.

Severus chasqueó la lengua.

—Supongo que olvidé preguntarlo —suspiró—. En fin. Hay cosas que es mejor se averigüen a su tiempo. El mocoso Potter es como cualquier otro de su tipo... una vez que comienza, no hay forma de detenerlo.

—Pareces divertido —notó su pareja, sus ojos como monedas de plata detenidos en él en una apreciación a su expresión burlona—. ¿Hay algo que quieras comunicarme, Severus Snape?

—No es importante —Severus sacudió la cabeza. Había cosas que él no comprendería. Cosas como los mensajes de frases de asesinos seriales muggles, las claras indicaciones del caos llegando al Mundo Mágico de la mano que menos esperaban. Aquel hermoso ser que ahora amaba había aparecido dispuesto a entregarle otra oportunidad, una oportunidad en la que el hijo de Lily estaría a salvo, y Severus la tomó para sí con una caricia. En medio de su agonía, la esperanza le tendió su mano.

Severus la aceptó, y casi once años después, allí estaban. Dispuestos a todo, y obligados a nada.

******

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Muchas gracias por leer. Los amo mucho. 

xoxo G.

  

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