Las palabras que callé
Mello
El olor del tabaco mezclado con el del chocolate. La odiosa brisa que entraba en el apartamento por la dichosa ventana que estaba abierta.
Tan solo inspiraba del cigarro que tenía entre mis dedos intentando inhibirme de todo lo que ocurría a mi alrededor.
Llamaron al timbre, pero no abrí, tan solo hice como si nada. Seguí fumando del cigarro y me acomodé mejor en el sofá poniendo los pies encima de la mesa sin importarme si era de madera o de cristal o de si simplemente la manchaba.
-Joder Mello..- escuché a Matt quejarse mientras abría la puerta.-¿Se puede saber por qué no me has abierto?-
Pero no le respondí.
-¿¡Pero qué es esto?!- estalló nada más entrar al salón.-¿¡Por qué está todo sucio y desordenado, Mello?!-
De una calada, me fumé y apagué el cigarro para más tarde arrojarlo al suelo y apagarlo con mi propio pie.
-¡Mello, te estoy hablando!-
-Cállate ya, Matt. Lo recogeré al medio día.- respondí monótono. Sin ningún tono de voz mientras me levantaba del sofá para salir por la puerta. Pero nada más pasar por al lado de mi amigo, noté como me cerraba el paso con su brazo. -Matt, levanta el brazo de ahí.- dije intimidante.
-No.- me miró enfadado.-Desde lo ocurrido en la fiesta has estado estos días muy raro, Mello. ¿Te crees que la solución es esta? ¿Hacer como si nada te importase?-
Me di cuenta en que su mano temblaba del enfado que tenía. Su barbilla estaba afilada y sus ojos me miraban sin comprender lo que pasaba.
Nunca le había visto así.
-¿Y que propones, Matt?-
-¡Que le hables! ¡Que vayas a por ella y soluciones las cosas cara a cara!-
-¿Qué te hace pensar que estoy mal por Clare?-
-¡Mello, negarlo es peor! ¡Te gusta, admítelo de una maldita vez!- exclamó furioso.-¡Si ese día acabaste peleándote con Light y deprimido es por ella, no por otra cosa! ¡Deja de negar lo que sientes!-
De un sonoro suspiro aparté a mi amigo con la mano abriéndome paso.
-No me digas qué hacer. Eso no va conmigo.- y dicho eso cerré la puerta detrás mío para coger la moto e irme a quien sabe dónde.
Porque, ¿a dónde se iba uno cuando no quería estar en ninguna parte?
Pero la cuestión ahora no era esa sino que
¿Cuándo se descontroló todo?
¿Cuándo empecé a engañarme a mi mismo?
Sacudí la cabeza mientras apretaba el acelerador. No, ahora no tenía caso cuestionarme aquellas preguntas. Porque eran preguntas sin respuesta, preguntas vacías que carecían de valor.
No entendía nada. No me entendía a mi mismo. De hecho, nunca lo he hecho. Nunca fui capaz de justificar muchas de de mis acciones que luego traían consigo consecuencias nefastas.
Por alguna razón nunca hacía caso a Matt cuando me advertía de las cosas o incluso a Near y a Clare cuando me aconsejaban.
Siempre lo hacía todo a mi manera. Dejaba que fuera yo quien tomara las decisiones evadiéndome de las palabras del resto.
Lo cierto es que yo siempre me he guardado todo para mi.
Pero es que, ¿por qué diablos tenía qué poner Matt esa cara de preocupación?
-Si estoy bien.- me susurré a mi mismo con un hilo de voz.
Claramente lo estoy.
Pero fue en ese momento, parado al semáforo, cuando se me vino la escena de Light. Se me vino de nuevo la cara de Matt, la de Clare e incluso las palabras de Near.
No te dejes llevar por las emociones, eres demasiado impulsivo.
Emociones, eh.
Supongo, que una parte de mi, por minúscula que sea, tenía miedo.
Que curioso. Tener miedo y ganas a la vez, ¿era aquello posible? ¿O será que simplemente me moría de ganas de hacerlo?
Y de nuevo mi respiración empezaba a acelerarse obligándome a perder la calma y a tener que parar la moto en un descampado si no quería perder la cabeza.
Menuda locura la mía.
¡Deja de negar lo que sientes!
Si es que, incluso recordaba las palabras de Matt en un momento tan desolado como lo era este. Porque que en el fondo tenía razón.
Llevo teniendo miedo desde siempre y ha sido ahora cuando me he dado cuenta.
Miedo a dejarme llevar y a ser débil conmigo mismo y con ella. A que mi corazón se acelerase por alguna extraña razón cada vez que nuestros ojos se juntaran.
Miedo a gustarle y a mostrarle como soy en realidad por si acababa como en la Wammy's House: ella odiándome y yo arrepintiéndome de todo.
Cuando lo cierto es, que tan solo quiero verla y agarrarla de la mano.
Deseamos que lo que no decimos caiga en el olvido, pero no, lo que no decimos se nos acumula en el cuerpo. Lo que no decimos se convierte en insomnio y en gritos ahogados que nuestro cuerpo reclama.
Lo que no decimos se transforma en error. Se transforman en frustración y tristeza. En insatisfacción.
Las palabras que no decimos nos encierran en el pasado impidiéndonos avanzar. Se transforman en nudos en la garganta que van a parar al estómago.
Lo que no decimos se convierten en heridas abiertas que con el tiempo decimos ya sanaran.
Miedo de quererla sin quererlo, de eso tenía miedo.
Clare
-Un café, porfavor.- pedí al camarero.
Ahora lo que pensaba, tenía que decirle a Near que iba a dejar el caso. Lo mejor sería empaquetar todo cuanto antes y marcharme de ahí.
Sin embargo, Justo cuando iba a darle un sorbo al café que me habían traído, Light Yagami me empezó a llamar por teléfono haciendo que mi humor fuera de mal a peor.
-¿Qué?- pregunté molesta.
-¿Y ese tono?- se rió.-¿Sigues enfadada por lo de esa noche, en serio?-
-¿Quieres algo sí o no?-
-¿Por qué no pasamos el día juntos? Tenía pensando hac- instintivamente colgué el teléfono. Desde el beso, Light Yagami ha cogido más confianza conmigo. Una confianza que no se merecía y que yo no quería darle.
Había conseguido tener el control de la situación. Y eso había sido por mi culpa y porque yo le había dejado.
-Joder.- resoplé, si es que, cuanto más lo pensaba más me convencía a mi misma de que lo mejor sería alejarme de todo esto.
Pero mi teléfono volvió a sonar. Harta, lo cogí pegando un grito y haciendo la cafetería entera se quedara mirando hacia mi molesta.
-¡Déjame en paz, Light!-
-Soy Mello.- fue en ese momento cuando sentí mi corazón subirse hasta la garganta.-Necesito que vengas a un sitio.-
-¿C-Cómo?- tartamudeé.
-Ven al descampado que hay cerca de mi apartamento. Cuando pases la rotonda, ve todo recto, sabrás cual digo.- y dicho eso colgó.
Cuando por fin dejé el móvil encima de la mesa, ahogué mi cara entre mis manos intentando cubrir la vergüenza que sentía.
No solo le había llamado Light, sino que encima tenía que reunirme con él ahora. ¿Cómo voy a ser capaz de mirarle a la cara después de todo lo que ha pasado? ¿Es que estaba loco o qué?
No, no podía ir. Le envié un mensaje diciéndole que tenía un compromiso y que no reunirme con él, pero no le llegó.
Mello había apagado el teléfono al saber que haría justamente esto.
-Dios.- me llevé las manos a la cabeza.
¿Por qué tenía que hacerme esto?
Notaba como mi cara ardía por el simple hecho de recibir su llamada y escuchar su voz.
Pero lo peor era que Mello tenía razón, había que aclarar las cosas de una vez por todas. Es así como decidida, dejé el dinero que había costado el café encima de la mesa y cogí mi abrigo para más tarde pedir un taxi.
Estaba nerviosa.
El corazón me estaba latiendo a mil. De hecho, no podía pensar con claridad el qué decirle cuando le viera.
Me estaban entrando unas ganas enormes de ir al baño. Me dolía hasta la tripa de lo mal que lo estaba pasando.
-¡E-Es a-aquí!- exclamé torpemente al ver el descampado.
Una vez me bajé, empecé a caminar mientras la lluvia mojaba mi pelo. Fue ahí cuando, apoyado en una valla, le vi.
Calma
-No pasa nada, Clare.- me dije a mi misma.
-Tan solo hablaréis para dejar claro lo ocurrido. Nada más.-
Cuando estuve a una distancia considerablemente cerca de él, lo primero que pensé fue en qué decirle.
¿Hola?, ¿Ya estoy aquí?, ¿Qué querías?, ¿Perdón por haberte confundido antes?
Pero no había caso, todas sonaban estúpidas.
-E-Esto..- murmuré.-Mell-
-Clare.- me interrumpió mientras subía la mirada hacia mi.
Y creo que fue en ese momento cuando algo dentro de mi se movió. Algo tan absurdo como clavar su mirada en la mía me había dejado petrificada y sin aliento al ver sus hermosos ojos azules apoyándose en los míos. Lo cierto era, que esa noche estaba precioso.
Al darme cuenta de lo roja que estaba ladeé la cabeza hacia un lado para que no notara mi nerviosismo.
-Mírame. No huyas.-
-No estoy huyendo.- me tapé los ojos con mis manos, pero antes de intentar hacerlo, él ya las había atrapado con las suyas haciendo que mi rojez creciera aún más.
-Clare.- me llamó mirándome a los ojos.-Te quiero.-
Mis ojos se agrandaron hasta el punto de no creer lo que estaba pasando. De hecho, no me salían ni las palabras.
-Sé que es un poco tarde para haberme dado cuenta, pero es que no lo quería ver porque en el fondo tenía miedo.-
-¿M-Miedo?-
-Miedo de que me gustaras de la forma en la que lo haces. Porque me vuelvo ridículo cuando me pasa. Me hace sentir débil el no poder controlar bien mis emociones, el estar tan confuso me enfurece hasta el punto de querer odiarte para sacarte de mi cabeza.-agachó la mirada.-Pero me he dado cuenta de que hay algo que me enfurece aún más. Y es el que estés haciendo las cosas que quiero que hagas conmigo con otra persona.-
Sabía que eso lo había dicho por lo de Light.
-Me estaba intentando engañar a mi mismo intentando olvidarme de ti, porque tu eres todo aquello que juré jamás sentir por alguien, Clare.- levantó la mirada.- Cuando empezamos a salir hace cuatro años, fue algo que acabé aceptando porque estar separado de ti era algo que odiaba. A pesar de las discusiones que teníamos continuamente no podía evitar quererte. Esta vez tenía miedo de volver a intentarlo por si acababa como aquel día. Pero el tener miedo y el estar deseándolo al mismo tiempo es una clara respuesta de que debes hacerlo. El miedo indica claramente que tienes que hacerlo. -
Siempre dicen que el orgullo es malo, que te aleja de las personas y que te arrebata tus cosas más preciadas. Sin embargo, hoy Mello me ha demostrado que no es así.
El orgullo forma parte del amor propio, sí, pero también de lo que estás dispuesto a hacer por otra persona. El problema de Mello era que su orgullo le había cegado por completo en muchas ocasiones, pero también que no comprendía bien lo que sentía.
Porque el amor asusta, nos aterramos cuando nos damos cuenta de que nuestro corazón late a mil por hora por una persona. No nos gusta depender de alguien. Nos volvemos locos y empezamos a sentir vergüenza y a decir cosas sin sentido, pero cuando nos intentamos alejar nos damos cuenta de que no podemos. De que lo único que realmente queremos es observarla durante horas y escuchar su voz.
Supongo que el amor al fin y al cabo es eso: raro, incierto y al mismo tiempo orgulloso.
-Yo también te quiero.-le respondí con una sonrisa entre mis labios.
En ese momento me abrazó, e incluso en un momento como este pude escuchar los latidos de su corazón. Estaba igual de nervioso que yo.
Cuando deshací el abrazo posé mi mirada en la suya.
Nuestras miradas encajaban a la perfección, la realidad superaba la ficción. Siento que estoy ni más ni menos donde quiero estar.
Instintivamente cerré los ojos y acerqué mis labios a los suyos. Él tan solo acarició mi brazo de arriba a abajo con delicadeza hasta que llegó a mi mano y la juntó con la suya.
Su respiración en mi oreja no hacía más que ponerme cada vez más nerviosa, por lo que de un gesto rápido, aparté el cuello y le empecé a besar lentamente. Con amor y deseo.
Mello me correspondió mientras me agarraba por la mejilla para profundizar el beso. Nuestras lenguas se movían al unísono mientras la lluvia empapaba nuestros cabellos.
Ahora mismo, lo único que pedía era quedarme una eternidad así.
Supongo, que nos atraía todo aquello que revolucionaba nuestra existencia.
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