Capítulo 3
Aurora Del Castillo
Hoy van a hacer una fiesta en la casa por el cumpleaños de Michael, así que tengo la tarde libre.
Las cosas entre Michael y yo han estado un poco raras, él me busca y ya nos hemos besado en más de una ocasión, temo que lo que sentía por él está creciendo cada día y me estoy ilusionando. No tenemos nada serio, pero yo me lo tomo como tal.
Salgo del baño en toalla y me pongo la ropa interior, tocan la puerta y supongo que es la hija de Rosa, así que la dejo pasar. Total, ya me ha visto en ropa interior. Siento la puerta abrirse, pero no dice nada.
—Rosaura, ¿Qué pasa? —me volteo y ahí está él, palidezco.
Él se me queda mirando de pies a cabeza, tomo la toalla y me tapo con ella.
—¿Qué quieres? —pregunto nerviosa, él parpadea.
—Eh... Yo venía... ¿A qué venía? —se pregunta a él mismo y me causa gracia —. Ah sí, a invitarte a mi fiesta de cumpleaños —entra al cuarto por completo.
—No creo que sea correcto —él camina hacia mí, y me besa.
Por un momento me siento en las nubes.
—Tú me gustas, yo te gusto, claro que es correcto que la chica que me gusta vaya a mi fiesta —acaricia mi mejilla y yo sonrío.
—Pero la chica que te gusta es una de las muchachas de servicio —me separo de él.
—Sabes muy bien que eso no me importa y hoy te lo demostraré, quiero verte en la fiesta... Te amo —me besa y se va, dejándome completamente confundida.
Horas más tarde...
Me estoy arreglando para la fiesta, la verdad me siento mal porque no encajare allí, soy insignificante ante ellos.
Termino de arreglarme y me miro al espejo. Suspiro y salgo del cuarto. Los señores de la casa no están, la casa está sola para Michael, así que no me van a regañar. La música se escucha un poco fuerte. Llego a la sala y lo veo sentado en una silla con una rubia a su lado, lo está acariciando, pero él parece aburrido. Alza la mirada y al verme se quita a la chica de encima y camina hacia mí, me mira de pies a cabeza y sonríe, me besa.
—Estás hermosa —dice y me sonrojo.
—Tú no estás nada mal —él se ríe.
—¿Bailas? —me pregunta y asiento.
Es muy lenta la canción, lo miro a los ojos y los demás desaparecen, este hombre me atrapó, siento que sin él no soy nada. Seguimos bailando, después platicamos, tomamos unas cuantas copas y ahora estamos bailando, pero electrónica.
Han pasado horas.
—¿Prefieres estar con esta aparecida insignificante que conmigo? —pregunta la rubia de hace rato.
—Claro, ella es mucho mejor que tú, Angela —ella me mira mal y todos se callan.
—¿Cómo esta insignificante va a see mejor que yo? —me mira con rabia como si quisiese matarme.
—Esa insignificante como le dices tiene nombre, se llama Aurora, y su personalidad humilde vale más que todos tus millones —yo sonrío y ella se ríe.
—Una sirvienta... Prefiere a una sirvienta antes que a mí —ella ríe y yo bajo la cabeza —. Ella nunca podrá estar en el lugar que yo estuve, jamás tendrá la aprobación de tus padres, ella es un simple mequetrefe —mis ojos se humedecen y salgo corriendo de allí.
Entro en mi cuarto y lloro, porque todo lo que esa chica dijo es cierto, yo no tengo futuro con Michael.
Al rato él entra y me seca las lágrimas.
—No le hagas caso a Angela, yo te amo y te iba a pedir que fueras mi novia hoy —dice y yo lo miro estupefacta, él se ríe.
—¿Hablas en serio? —él asiente, me lanzo en sus brazos y beso toda su cara —. Te amo —se ríe.
—Yo más, preciosa —lo miro y me besa apasionadamente.
Sus manos se dirigen a mi cintura y las mías a su cuello, de un momento a otro sube al cierre de mi vestido y lo baja.
—Si quieres parar solo dime —me dice y yo desabotono su camisa.
—Quiero que pase, quiero que mi primera vez sea contigo —sonríe con ternura, besa mi cuello y caminamos a la cama.
Me recuesta en ella y termina de quitar el vestido, bajo la cremallera de su pantalón y él se quita los zapatos. Quedamos desnudos y yo me ruborizo. Me besa me acaricia y me saca suspiros, me mira a los ojos y veo amor, poco a poco entra en mí y me siento completa, se mueve lento y con ritmo, agarro las sabanas y ahogo los gemidos en su boca, llego a mi límite y caemos rendidos en la cama.
—Te amo y siempre te amaré, Aurora, que no se te olvide nunca —es lo último que escucho antes de caer en un profundo sueño.
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