Capítulo 25
Ya pasaron dos días desde que me enteré de lo de mi corazón, ya me pusieron en la lista de trasplantes en el hospital. Hoy tengo una cita con Joham gracias a la apuesta que hicimos, voy a salir con él y estoy muy nerviosa. Ahora me estoy arreglando para la ocasión.
—¿Labial rojo o rosado? —me pregunta Jhoidy.
—Rojo —digo y me termina de maquillar.
Me miro en el espejo completo de mi cuarto y me veo bien, un vestido pegado al cuerpo de color negro, unos botines negros y mi abrigo. Tocan la puerta y entra mi mamá.
—¿A dónde vas? —me mira interrogante.
—Tengo una cita con Jhoam —mi mamá se pone pálida.
—Scarlett, a ti no te puede gustar ese chico —dice preocupada y frunzo el ceño, Jhoidy la mira interrogante.
—¿Por qué no? Nada impide que me guste —ella sigue con esa mirada.
—Quiero que no vuelvas ver a ese chico, Scarlett, ustedes no pueden ser pareja —ignora mi pregunta.
—Mamá, yo no me voy a alejar de él. Es la primera vez que de verdad me interesa alguien y tú te opones, ¿qué pasó? si hace poco estabas feliz por mí —se pone seria.
—Ya te dije que no te quiero ver cerca de ese chico, Scarlett, y punto. No lo vuelvo a repetir —dice y sale dejándome confundida.
Desde que sucedió mi accidente está actuando muy extraño. Cómo si escondiera algo y no entiendo qué.
—¿Qué le pasa a tu mamá? —yo me encojo los hombros y salgo de la casa.
Tomo un taxi y le indico a donde va a ir, con Joham quedamos en vernos en el restaurante. Llegamos y me bajo del taxi, le pago el dinero correspondiente y voy a entrar al restaurante, pero Joham me lo impide tomándome del brazo.
—No cenaremos allí a dentro —me dice y yo lo miro confundida.
Me arrastra por todo el jardín del restaurante y llegamos a una mesa bajo la luz de las estrellas. Le sonrío y nos sentamos. Nos traen la comida y comenzamos a comer, la cena va muy bien, hasta que Joham se pone de pie y me hace poner de pie a mí también.
—Scarlett, desde que te conocí en aquella playa no te he podido sacar de mi cabeza. Con tu actitud terca y agresiva, me enamoraste por completo, con cada palabra y cada mirada que me dabas, eran más las malas miradas —me rio por lo que dijo, intentando calmar mi nerviosismo —. Me enseñaste que es querer de verdad a una persona y por eso quiero preguntarte, ¿Quieres ser mi novia? —dice y yo no puedo estar más feliz.
—¿Cómo puedo decir que no? Cuando te tengo tatuado en mi corazón —él sonríe y me eleva del suelo dándome una vuelta en el aire.
Me rio por su acción y después nos fundimos en un tierno, pero atrevido beso.
—Te quiero, bonita —dice y quita un mechón rebelde de mi cara.
—Yo también te quiero, idiota —se ríe y me besa otra vez.
El resto de la cena trascurre entre risas, besos y una que otra caricia. Después de eso me lleva a mi casa.
—Nos vemos mañana, te quiero —yo sonrío y lo beso antes de entrar a mi casa.
Cuando entro mi mamá está sentada en una de las sillas del comedor.
—¿Qué te dije sobre ese chico, Scarlett? —me mira enojada.
—Mamá, aunque me digas que no me vea con Joham yo no te voy a hacer caso, porque lo quiero y además es mi novio —ella agranda sus ojos.
—Terminas con él, y lo vas haciendo ya —la miro incrédula.
—¿¡Pero por qué!? Dame una sola razón, mamá —ella se queda callada —. ¿Ves? No tienes razones. No entiendo tu repentina actitud de que me aleje de Joham, pero no lo voy a hacer, le pese a quien le pese —elevo el tono de mi voz y ella me da una bofetada.
—A mí no me hablas así y menos me levantas la voz. Que no se te olvide que soy tu mamá y merezco respeto —me regaña y la miro sorprendida, nunca en mi vida me había pegado.
No digo nada y entro en mi cuarto dando un portazo que levanta a Jhoidy.
—Lo siento —digo y me siento en la cama.
Me quito los tacones y tiro la cartera en la mesita de noche.
—¿Qué pasa? ¿por qué traes esa cara? —me pregunta mi amiga y yo hago una mueca.
—La repentina actitud de mi madre me confunde y ni siquiera sé porqué me quiere lejos de Joham —ella se sienta a mi lado y me mira comprensiva —. Pero que ni crea que le haré caso, es la primera vez que quiero a un hombre de verdad y ella no me lo va a impedir y menos si no tiene razón alguna para que lo deje —sentencio con rabia.
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