Capítulo 1
Algunos años atrás...
Aurora Del Castillo
Hoy es mi primer día en casa de los Beckman, estoy muy nerviosa, porque no sé como serán mis patrones.
Voy al armario y agarro la mejor ropa que encuentro. Tomo un vestido floreado, que me llega arriba de la rodilla y va acompañado de un cinturón delgado, color marrón; me calzo unas baletas marrones, dejo mi cabello suelto en ondas y listo. Tomo las llaves de mi cuarto y salgo.
—Aurora, buenos días, ¿nerviosa? —pregunta la señora Beatriz, la dueña de la pensión donde vivo.
—Sí, estoy muy nerviosa, nos vemos por la tarde —salgo de allí y tomo el autobús.
En menos de una hora estoy en la mansión Beckman. Toco el timbre y me recibe una señora de unos 40 años, vestida con un uniforme.
—Buenas, vengo por el trabajo de mucama —ella me sonríe.
—Pasa, te llevaré con la señora de la casa —cierra la puerta y la sigo.
Esta casa parece un palacio de lo grande y lujosa que es.
Nos detenemos frente a una habitación y ella abre la puerta, antes pide autorización para entrar.
—Ella viene para el trabajo, señora —dice muy educada y sin mirarla a los ojos.
—Déjanos solas —responde la señora mirándome de pies a cabeza —. Te vez muy joven, dime tu edad y nombre —dice seria.
—Tengo 21 años y me llamo Aurora Del Castillo —respondo intimidada por su mirada.
—Tu trabajo será sencillo. También hay reglas. La primera, no mirar a tus patrones a los ojos, que te quede claro, muchacha. Ahora ve con Rosa, ella te orientará, te dará tu uniforme y una habitación por si te tienes que quedar —habla muy rápido y mirándome por encima del hombro —Ahora déjame sola —hago lo que me pide y me dirijo a la cocina.
Allí están Rosa y una chica como de mi edad.
—Hola, yo soy Aurora, la nueva empleada. La señora me dijo que viniera con usted.
—Sí, yo soy Rosa y ella es mi hija Rosaura, yo te diré todo lo necesario para tu trabajo y te daré tu uniforme —yo asiento y la sigo, la chica se queda en la cocina.
* * *
Horas después...
Ya es la hora de la cena y debemos servir la comida, solo por hoy lo haré para presentarme con el señor y su hijo. Salimos de la cocina y la mesa parece como para 10 personas, sin embrago, solo hay tres. Comenzamos a servir y la señora me hace una señal para que me presente.
—Familia, ella es Aurora, la nueva muchacha de servicio —llama su atención y el señor asiente.
El chico levanta la cabeza y me mira, tiene unos ojos de muerte, son azules. Sonrío cortés.
—Bienvenida, muchacha, él es Michael, nuestro hijo —el chico me mira con arrogancia y coqueteo.
Me sonrojo.
—Gracias por la bienvenida, provecho —digo y salimos de allí, para comer en la cocina.
* * *
Meses después
Ya llevo como dos meses en esta casa, todos son muy lindos conmigo, excepto la señora de la casa. Al joven no lo trato casi, porque siempre está en la empresa ayudando a su padre, pero dicen que es mujeriego y arrogante, aunque conmigo no se comporta así.
Ya arreglé todos los cuartos, solo me falta el del joven Michael. Camino hasta allá y como siempre entro sin tocar, comienzo a organizar todo. Escucho la puerta del baño abrirse y al voltear me encuentro al joven desnudo, dejo caer lo que tengo en las manos y me tapo los ojos, escucho su risa.
—¿Qué haces aquí? No te enseñaron a tocar las puertas —escucho que dice con tono de diversión.
Yo no le encuentro la gracia por ningún lado.
—Lo siento, es que usted nunca está aquí cuando yo vengo a limpiar. Y le pido por favor que se cubra —digo sonrojada, él solo se ríe.
—Ya, abre los ojos —lo hago y todavía tiene el pecho descubierto.
Eso me pone nerviosa, él es hermoso.
—¿Te gusta lo que ves? —pregunta con arrogancia.
—Debo terminar de arreglar su cuarto —evado su pregunta y me pongo en práctica.
Él sólo ríe, se sienta a un lado y no deja de mirarme.
—¿Qué tanto me mira? —le pregunto nerviosa.
—Es que no me había dado cuenta de lo hermosa que eres —lo dice mirándome serio a los ojos y mi bello se eriza.
—Gracias, ya me retiro, con su permiso —antes de salir toma mi mano y me jala haciendo que quedemos muy cerca.
—Ya no me puedo aguantar más —lo miro confundida.
Segundos después siento sus labios en los míos y me quedo paralizada.
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