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Capítulo 3


1.


Noche tras noche, era el mismo sueño. Una y otra vez, en un ciclo sin fin, el mismo sueño: estaba con Harry, luego Harry se transformaba en el monstruo con cabeza de pirámide, y después despertaba, temblando y aterrorizado por razones que no podía explicar.

Lo enfermizo era que, en cierto modo, esperaba con ansias la pesadilla recurrente, porque era la única oportunidad para estar con Harry de nuevo, aunque fuera por un poco de tiempo. Incluso sabiendo cómo iba a terminar, sabiendo que la transformación era inevitable e imparable, esperaba con anhelo la primera parte del sueño y las sensaciones que traía consigo. El horror de la segunda parte del sueño seguía siendo vívido y visceral, pero de alguna manera, tener a Harry de vuelta, incluso por unos minutos, aunque fuera en un sombrío mundo de sueños, valía la pena.

James siempre había sabido que era un inestable mentalmente, y esto lo demostraba.

Una noche, después de que Harry se transformara en el monstruo, cuando éste lo hubo acorralado, le hizo una pregunta. No pensó que obtendría una respuesta, no esperaba una, ni siquiera estaba seguro del por qué estaba tratando de comunicarse con la cosa que acechaba sus paisajes oníricos y convertía lo mejor de su vida en una abominación; sin embargo, nadie podría afirmar que una vez que a James Sunderland se le metiera una idea en la cabeza, no la llevaría a cabo, y tal vez, sólo tal vez, pensara que pudiese haber una pequeña parte de Harry escondida detrás de ese yelmo rojo y oxidado, y que Harry pudiera obligar a esa cosa a responderle.

—¿Por qué haces esto?—, preguntó, desesperanzado, tratando de retrasar por el mayor tiempo posible el ataque de esa cosa hacia su garganta y el terror que lo acompañaba.

El monstruo inclinó su pesada cabeza hacia atrás y empezó a hacer un ruido que James nunca le había oído hacer antes; era un ruido oscuro, húmedo, gorgoteante, un sonido como el de unos pulmones enfermos que luchaban por respirar, y por un horrible momento le recordó a Mary. Entonces se dio cuenta de que el monstruo se estaba riendo, y se le congeló la sangre en las venas.

Tan pronto como comenzó, la cosa dejó de reír y lo miró de nuevo. Lo señaló con una mano y con la otra hizo un extraño movimiento de vaivén hacia un lado. El gesto parecía sorprendentemente femenino y delicado para el monstruo, pero James entendió el significado tan claramente como si le hubiera hablado: "Has escapado."


2.


Se sentó, muy erguido en la cama, jadeando y empapado en sudor.

El reloj de la mesita de noche parpadeaba las 3:41 en números anaranjados, y la casa seguía a su alrededor, el único sonido era su respiración entrecortada. La cosa se había comunicado con él, le había hecho saber por qué lo estaba persiguiendo en sus sueños... Porque había escapado.

James apretó la sábana húmeda en su puño, repentinamente furioso. ¡No ha escapado! ¡Ha sido perseguido por esa cosa y ese lugar durante los últimos diez años! Nunca ha estado lejos de él, nunca ha estado verdaderamente libre de él. La única vez que sintió algo de paz, la única vez que volvió a sentirse él mismo, fue cuando estuvo con Harry, y ahora eso también se había ido y sentía que el control de ese lugar sobre él aumentaba un poco más cada día. Y ahora esa cosa tenía la audacia de insinuarle que se ha escapado, que estaba libre de su influencia y efecto enfermizo y corrosivo.

James cogió una almohada y la arrojó al otro lado de la habitación, donde rebotó en la cómoda y aterrizó en el suelo con un insatisfactorio plaf. Se dejó caer de nuevo sobre el colchón con un suspiro de enojo y miró hacia el techo. En cierto modo, estaba agradecido con la cosa esa; por lo general, se despertaba con un horror que casi de inmediato se convertía en una soledad plena y  desgarradora, sintiendo que había perdido a Harry nuevamente. Al menos ahora, podía entender la ira. Una ira que sabía cómo procesar.

Se tumbó de lado en la cama a la que había regresado a regañadientes, luego de decidir que buscar a alguien que no estaba allí era ligeramente preferible a caerse del sofá, y tuvo pensamientos oscuros, el tipo de pensamientos que no le habían preocupado en años. 


3.


Está tramando algo, lo sé.

Él piensa que está siendo sutil, y que estoy demasiado absorta en extrañar a papá como para notarlo, pero se equivoca. Jayp siempre ha llevado su corazón en la manga; no puede ocultar nada de lo que siente, y la verdad, es que tiene mucha suerte de no haber apostado nunca en el póker, porque apestaría.

Estoy preocupada por él. No sé en qué está pensando, pero no puede ser nada bueno, no por la forma en la que está de melancólico, y el como se lamenta por la casa en silencio. Con el desánimo que tengo, tampoco puedo encontrar ningún entusiasmo por nada, pero lo de estar con ese tipo de dolor, es algo diferente. 

Hay un trasfondo de ira en ello, y esa ira me asusta. Es como si estuviera burbujeando justo por debajo de la superficie, esperando una excusa para liberarse y destruir todo a su paso, y me asusta más de lo que ese lugar pudiese hacer. Jayp es un poco mayor ahora, pero sigue siendo un tipo grande y fuerte, y creo que si alguna vez, realmente perdiera los estribos, podría hacer algo de lo que no pudiera retractarse.

No creo que Jayp se dé cuenta, aún, de que él es todo lo que me queda y que perderlo ahora sería... bueno, sería mi fin. Sería todo, no más Heather Mason, mi final, adiós. Lo necesito, pero Jayp nunca cree que nadie lo necesite, siempre se sorprende cuando alguien depende de él o incluso lo quiere cerca. Cuando tenía a papá cerca para tranquilizarlo (probablemente de forma continua, aunque no estoy segura), estaba bien, y tal vez incluso creía que lo amábamos y lo necesitábamos, pero ahora... ahora está perdido de nuevo. Estaba perdido cuando llegó aquí por primera vez; yo era sólo una niña en ese entonces, pero recuerdo lo perdido que estaba, recuerdo haberle preguntado a papá si iba a huir, y recuerdo que papá no podía responderme porque no sabía.

Pero papá ya no está, se ha ido y ha dejado un puto y gigantesco agujero en medio de nuestras vidas, y a veces siento que estamos en lados opuestos de este enorme abismo creado por la muerte de papá. Podemos vernos, sabemos que el otro está ahí, pero siento que no podemos cruzar el agujero, no podemos ayudarnos el uno al otro, ni siquiera podemos ayudarnos a nosotros mismos. Amo a Jayp, tanto como sé que él me ama a mí, pero sin papá para mantenernos unidos, estamos solos.

Me gustaría poder arreglar esto, y creo que con el tiempo suficiente probablemente podría, pero Jayp se está alejando, convirtiéndose en otra persona, y tengo mucho miedo de no tener tiempo para resolver nada antes de que él haga algo estúpido, y yo me quede sola.

Al menos está durmiendo en su cama otra vez. Sé que sigue teniendo pesadillas, pero tal vez ya no son tan malas cuando está en su cama en lugar del sofá; al menos no se cae de la cama ni se lastima. Probablemente piense que no me daba cuenta cómo solía llevar a papá a la cama casi todas las noches (y, sinceramente, he tratado de no pensar en eso desde que tuve la edad suficiente para entender lo que significaba), pero sí, me daba cuenta, y me entristece mucho que él haya estado durmiendo ahí, como si estuviera esperando que papá volviera y lo necesitara de nuevo. No pensé que tendría lugar para más tristeza hasta que me despertó esa primera noche con sus quemaduras en la alfombra; se veía tan solo, tan abandonado, como un niño pequeño que ha perdido a su único amigo y que está intentando recuperarlo de la única manera que sabe. Si mi corazón no estuviera ya roto, entonces se habría roto en ese mismo momento.

Para colmo, ambos corremos el peligro de morirnos de hambre, ya que papá siempre cocinaba, y ahora ninguno de nosotros tiene idea de cómo hacer algo por su cuenta. Hasta ahora ha sido sólo comida para llevar y comidas instantáneas desde... bueno, desde; y no sé Jayp, pero yo me siento mal y asquerosa todo el tiempo por eso, y sentirse como una mierda no ayuda en absoluto a todo el dolor y la pena, déjame decirte.

Hoy compré una pizza congelada, y de alguna manera, no sé cómo, logré quemar los bordes, mientras que el centro quedó empapado y crudo. No es como que realmente importara, ya que ni Jayp ni yo estamos comiendo como de costumbre, lo que me hizo sentir mal por no poder hacer nada sin papá. También me hizo sentir algo enojada: papá tuvo tanto tiempo para enseñarme a hacer cosas como estas, y nunca lo hizo, y ahora que se ha ido, estoy completamente indefensa y tengo que aprender toda esta mierda por mi cuenta.

A Jayp no parecía importarle la naturaleza poco apetitosa de la pizza. Obedientemente, cogió un par de trozos y se los comió mecánicamente, con la mirada perdida en el vacío y sólo hablando cuando yo le hablaba, e incluso a veces con gruñidos monosilábicos. Resulta agotador intentar mantener una conversación así, por lo que al final dejé de hacerlo y me centré en mis propias rebanadas asquerosas de pizza.

Habíamos terminado de comer y estábamos sentados allí, esperando que sucediera algo o que el otro hiciera algo, cuando Jayp me hizo una pregunta que nunca pensé que me haría.

—¿Qué harías para recuperarlo?—, preguntó, tan casual e indiferente como si estuviera preguntando por el clima.

Lo miré boquiabierta, completamente sorprendida. Él me miró inquisitivamente, con una ceja parcialmente arqueada, esperando pacientemente mi respuesta. Eso fue espeluznante en sí; Jayp es muchas cosas, pero la paciencia no suele encabezar su lista, especialmente en las cosas que realmente quiere. Y sí, yo sabía que él quería que papá volviera tanto como yo, probablemente incluso más. —Jayp...—. Empecé vacilante, —Papá se ha ido. No va a volver.

—Bien, pero, ¿y si en realidad no se ha ido? ¿Y si está... atrapado en alguna parte?

—¿Hablas del limbo?—, Había leído a Dante Alighieri durante el año escolar, y el limbo del Infierno había sido una de las partes más espeluznantes, en mi humilde e impopular opinión. Las almas solitarias, abandonadas y sin esperanza en el limbo habían sido las más aterradoras, más que cualquier otra cosa de entre los niveles más profundos.

Él negó con la cabeza. —No, no el limbo. Otro lugar. Algún lugar... que ambos conocemos. Que él lo conoce.

Mi manó tembló, causando que inconscientemente se me cayera el tenedor que sostenía y repiqueteó contra el suelo de baldosas con un sonido agudo y estridente. —¿Estás hablando de ese lugar, Jayp?— Pregunté, temiendo su respuesta, pero ya sabiendo cuál sería.

Él asintió, sus ojos mostraban la primera chispa de vida y entusiasmo que no había visto en mucho tiempo. —¿Qué pasa si él está allí, Poco? ¿Qué pasa si está perdido y no puede encontrar el camino a casa?

Me encogí, avergonzada, pero sin poder evitarlo. Por primera vez, me preocupé por la cordura de Jayp, de lo que hablaba... era como si el dolor hubiera desgarrado en pedazos su control de la realidad y lo hubiera hecho centrarse en lo peor que podía recordar.

Jayp debió haber notado la expresión en mi rostro; típico, que eligiera ese momento en particular para volverse perspicaz. —Sé que parece una locura, Poco, pero... pero todas las noches, es el mismo sueño. Siempre el mismo. Él está en ese lugar, y lo está cambiando, haciéndole algo... necesita ayuda, y creo que está tratando de comunicarse en mis sueños—. Sus manos salieron disparadas por la mesa y agarraron las mías cuando jadeé sorprendida: fue mucho más rápido de lo que debería ser un hombre de su tamaño. —¿Y si necesita ayuda? ¿Y si me está esperando?

—Jayp, él no te está esperando. Él está...—, y aquí tuve que tragar saliva, tuve que forzar la palabra, — él está muerto y no va a volver.

—¿Pero y si no lo está?—, Jayp respondió obstinadamente. —Ya sabes cómo ese lugar cambia las cosas, cómo las cosas que no tienen derecho a estar vivas lo están. ¿Y si funciona al revés también?

Abrí la boca para responder, y luego tuve que cerrarla. Había una cierta lógica en ello, una cierta lógica que despertó un repentino anhelo desesperado e imposible en lo más profundo de mi pecho. —Haría cualquier cosa por volver a verlo—, susurré, apenas consciente de que estaba diciendo.

Jayp de repente soltó mis manos como si se hubiera quemado con fuego y se recostó en su silla de nuevo, mirándome críticamente. —No—, dijo con firmeza. —No, no vas a ir.

—¿Qué? No estás pensando en ir enserio...

Se encogió de hombros, negándose a mirarme a los ojos. —Él iría hasta allá por mí—, dijo en voz baja.

—¡No si estuvieras muerto! ¡No lo haría si te hubiera enterrado la semana anterior!—, Vi a Jayp estremecerse, y odié lastimarlo cuando ya estaba sufriendo con tanto, pero tenía que escuchar. —¡Papá no tiraría todo por la borda sólo por una corazonada, por algo que se le ocurrió en un simple sueño!

Jayp suspiró, con los hombros encorvados en una postura que ya era muy familiar en él. —No lo haría si yo hubiese muerto de forma natural—, dijo, lentamente, como si estuviera pensando en voz alta. —Pero si él pensara que ese lugar me tiene, que estoy atrapado, iría. No dejaría que ese lugar me llevara—. Miró hacia arriba, con sus ojos ardiendo —Él iría allá por mí.

No podía discutir con eso, porque tenía razón; papá habría ido hasta los más profundos confines de la tierra y el infierno por Jayp o por mí. Hasta que llegué a casa y lo encontré, casi esperaba que él saltara, me abrazara y me ayudara durante mi propio viaje a ese lugar. —Vas a ir hasta allá, ¿no?

Jayp agachó la cabeza y no respondió, y eso fue suficiente respuesta.

—¿Cuándo nos vamos?—, dije, con decisión.

Eso llamó su atención. Levantó la cabeza y me fulminó con su mirada. —Ya te he dije que no vas a ir. Es demasiado peligroso.

Me reí, no pude evitarlo, a pesar de que nada de la situación era gracioso. —¡No me digas esa mierda! ¡Acabo de estar allí, Jayp, y la única razón por la que voy a regresar es para que no te maten a ti ni a tu estúpido trasero!

Negó con la cabeza. —No te dejaré.

—¡No puedes detenerme!—, Respondí, enojándome yo ahora. —¡Eres todo lo que me queda, y no voy a dejar que te vayas solo a una misión de rescate a medias, de la que quizás no regreses! ¡Voy a ir, y se acabó!—, Golpeé mi mano sobre la mesa, haciendo que los platos y la pizza que se congelaba lentamente de nuevo, saltaran.

Jayp me miró por un momento más, luego sonrió, lo que casi me sacó de mi ira. Era una sonrisa sombría y sin humor, pero era la primera que veía en él en casi una semana. —Realmente eres la hija de tu padre, ¿lo sabías?—, preguntó.

—Soy la hija de mis dos padres—, repliqué, alzando el mentón con un solemne orgullo. —Mi papá no haría nada tan estúpido, pero mi James-Papá no aceptaría un No por respuesta—. Me encogí de hombros y me sequé las lágrimas de rabia de los ojos. —Entonces, ¿cuándo nos iremos a que nos maten?—, y junto a esas palabras, forcé una sonrisa.

—Gracias, Poco—, dijo Jayp en voz baja, y había tanta ternura y amor en su voz, más de lo que él podría haber notado, que con ello me puse a llorar en serio. Me rodeó con sus brazos y me dejó llorar sobre su hombro, su hombro, que era mucho más ancho y fuerte que el de papá, y esperó hasta que terminara. Entonces preguntó: —¿Qué te parece mañana por la noche? Podemos conducir por la noche y llegar allí por la mañana. Yo... quiero tratar de encontrar a Harry antes de que anochezca.

—¿Y si no podemos?—, Pregunté, mi voz amortiguada en la manga de su camisa.

—Lo haremos.






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