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Capítulo 18



1.



Harry levantó la vista, con su atención atraída. —¿Escuchaste algo?

James no lo había hecho, pero había estado mirando a Harry de una forma que normalmente le habría tachado de rarito o mirón, pero que era lo más comprensible, dadas las circunstancias. Estaban sentados en los escalones que conducían a un edificio que había sido diseñado para parecer un vulgar templo griego... probablemente un banco o quizá un juzgado. James había hecho lo que había podido, pero el dolor del tobillo lo había dominado y prácticamente se había desplomado mientras Harry lo había arrastrado hasta aquellos escalones.

—No—. Se esforzó por levantarse de nuevo, ignorando los destellos de calor sofocante que le subían por la pierna cada vez que rozaba algo con su pie colgante. Estaban en reposo, lo que significaba que no se movían, y la mera idea de lo que podría ocurrir a causa de ello hacía que dedos helados le recorrieran la espina dorsal. Era mejor seguir moviéndose, aunque fuera despacio, que quedarse en un sitio quietos y dejar que los monstruos vinieran a por ti.

Harry lo empujó para que volviera a sentarse. —Quédate quieto—, le ordenó, usando su voz de padre. James sonrió a pesar de la situación. —Voy a echar un vistazo.

La sonrisa de James desapareció en un instante. —¡No!—, exclamó, casi gritando, y agarró la muñeca de Harry con fuerza. Harry lo miró cómicamente boquiabierto, confundido por su reacción. —No—, repitió, en voz más baja. —No irás a ninguna parte tú solo.

—James—, dijo Harry, con la frustración floreciendo en su rostro, —no soy un niño, puedo cuidarme solo.

—Podrías comenzar a ir a la deriva otra vez—. Apoyándose en el pasamanos de la escalera, James finalmente consiguió poner los pies debajo de él y se levantó a su altura completa. —Voy a ir contigo.

Harry puso los ojos en blanco, pero cedió. —Está bien. Pero yo llevo la mochila.






2.





Avancé lentamente por la calle, forzando la vista. Tal vez habría sido sólo mi imaginación, pero la niebla se había vuelto más espesa y espumosa, y el haz de luz de mi linterna rebotaba en mis ojos. No podía ver más allá de unos pocos metros delante de mí, y con mi radio muerta y desechada, no tenía ni idea de lo que había ahí fuera.

No por primera vez, maldije este lugar y todo lo que había en él, por la forma en que había invadido mi vida y la había destrozado. Ya era bastante malo que me hubiera robado y me hubiera presentado todo un mundo de mierda del que podría haber prescindido, pero llevarse a papá y luego tratar de envenenar mi relación con Jayp..., este lugar necesitaba ser quemado, destruido, reducido a las cenizas, para que no pudiera lastimar a nadie más.

Un sonido surgió de la niebla y me congelé en mi lugar. Ahora estaba forzando tanto mis oídos como mis ojos, intentando asimilar tanta información como pudiera, tratando de crear algo a partir de esta pesadilla gris. Lo escuché de nuevo, y mis dedos se tensaron sobre mi arma... sonaba como si algo se moviera hacia mí, arrastrándose lentamente hacia delante.

Unos versos de un poema que había leído en la escuela revolotearon por mi mente, tan claros y precisos como mi terror: "¿Y qué ruda bestia, llegada por fin su hora, / se arrastra hacia Belén para nacer?"

Genial, probablemente estoy a punto de ser despedazada por un monstruo, y mi vida no pasa ante mis ojos, pero William Butler Yeats sí. Mi profesor de literatura estaría muy orgulloso de mí.

De repente, la radio antigua en mi mochila cobró vida, dejando escapar un agudo y chirriante aullido que rebotó y reverberó a mi alrededor, revelando mi posición y convirtiéndome en objetivo fijo de lo que fuera que estuviera ahí fuera.





3.





—¡Tienes que oír eso!

—Sí, lo oigo. Suena... suena como estática de radio.

Harry sacudió un poco la cabeza, sobresaltado, y miró a James. —¿No es la tuya?

Negando con la cabeza, James le dijo, —La mía sólo se enciende cuando elige hacerlo. ¿Y la tuya?

Harry sacó la radio del bolsillo y la miró. —No, nada. No hay señal—. Levantó la vista y se encontró con los ojos de James, y a éste le dolió el pecho de repente al ver la esperanza en el rostro de Harry. —¿Tú... crees que...?

Sin esperar una respuesta, Harry se comenzó a girar lentamente, y dio unos torpes y tambaleantes pasos hacia adelante, arrastrando a James con él. Cojeando por el peso de James, se detuvo, jadeando, y entonces, antes de que James pudiera detenerlo, gritó —¿Heather?

Fue una fracción de segundo de silencio, y luego un —"¿Papá?"—, resonó de vuelta a ellos en un eco.



4.




Oh Dios, oh Dios, conozco esa voz. Te daré todo lo que quieras, me haré monja y te dedicaré el resto de mi vida si es quien creo que es...

Empecé a correr de cabeza calle abajo, completamente ajena a los edificios que pasaban a mi lado, ignorando la radio que seguía chirriando en mi mochila. Si algún monstruo hubiera saltado sobre mí, creo que lo habría envuelto en ropas, sólo para apartarlo de mi camino. El viento silbaba en mis oídos y la niebla se deshacía mientras la atravesaba.

Más adelante, vi... algo, algo alto y voluminoso, demasiado grande para ser una persona, pero maldita sea, si esa no hubiera sido la voz de mi padre... reconocería esa voz en cualquier lugar, y si eso era un monstruo, más le valía no meterse conmigo, porque lo derribaría si se interponía en mi camino...

Todo esto pasó por mi cabeza más rápido que un latido de corazón, más rápido que dos pasos de carrera, porque seguí adelante y a medida que me acercaba, la niebla abandonó su dominio sobre esa cosa, y vi quién era.


—¡Papá!—, chillé, siendo mi voz desconocida, aguda e infantil, pero ¿a quién diablos le importaba? ¡Ese era mi papá! mi papá, al que nunca pensé que volvería a ver, parado allí y abriendo sus brazos para mí, con una sonrisa incrédula y dulce dibujándose en su rostro, su amado y hermoso rostro...

No frené; no podía frenar, no habría podido incluso si lo hubiera intentado. Me lancé hacia él a toda velocidad, e incluso cuando choqué con su pecho y lo empujé hacia atrás, medio esperé que desapareciera, que se hiciera pedazos y se deshiciera como la niebla, que fuera una broma cruel puesta aquí para atormentarme. Pero en lugar de eso, dio unos pasos hacia atrás y chocó con algo, algo que pronto nos sostuvo a ambos; luego me rodeó con sus brazos, sosteniéndome, tocando mi cabello, diciendo mi nombre. Yo lloraba, repitiendo su nombre, balbuceando cosas tontas que no puedo recordar, pero ya nada de eso importaba, porque lo había encontrado.

Al final, me llegó su voz, y mis frenéticos intentos de asegurarme de que era real, se ralentizaron y cesaron, y me quedé en sus brazos, sintiendo cómo se aferraba a mí, escuchando su voz, oyéndola como si fuera la música de las esferas, algo sagrado que nunca podría sustituirse.

—Está bien, Heather, está bien, shhh, shhh, estoy aquí ahora, está bien...

Finalmente, logré controlarme lo suficiente como para levantar la vista, para levantar mi cara empapada en lágrimas y poder mirarle, y la vista de su rostro fue algo que pude asimilar para siempre, que podría guardar y con lo que podría sobrevivir cuando la vida fuera difícil, porque había tanto amor, tanta ternura en él. Levanté una mano temblorosa y toqué su mejilla, y apenas noté lo fría que se sentía su piel bajo mis dedos. —¿Dónde... dónde estabas?—. Pregunté, y créeme, me enorgullece decir que apenas mi voz tembló.

Y entonces cubrió mi mano con la suya. —Estaba aquí—, dijo simplemente. —Estaba aquí y estaba perdido. Pero tú y James me encontraron.

—¿Jayp?—. Me había olvidado completamente de él, y una llamarada de culpa se elevó por mi estómago. —¿Encontraste a Jayp?

Y sonó una risita tranquila desde algún lugar detrás de papá. —He estado aquí todo el tiempo, Poco

Por primera vez, miré por encima del hombro de papá y di un salto hacia atrás de la sorpresa cuando Jayp apareció. Estaba de pie justo detrás de papá; de hecho, papá estaba apoyado en él, los dos estábamos siendo sostenidos por él, presionándolo de lleno contra una pared de ladrillos. Su cabello estaba alborotado y despeinado por el impacto, y parecía un poco aturdido, pero allí estaba, agarrado ligeramente a la parte superior de los brazos de papá.

—¿Puedes dar un paso atrás? Estoy un poco aplastado aquí—, preguntó amablemente.

Aturdida, retrocedí un poco hacia atrás, tirando de papá conmigo, y Jayp avanzó con nosotros, poniendo un poco de distancia entre él y la pared contra la que había sido empujado.

Papá cambió un poco su postura, medio girándose hacia Jayp; abriendo un camino entre mi otro papá y yo, mi otro padre con el que hasta ahora había estado furiosa, mi otro padre que hasta ahora podría o no ser un asesino. Todavía estaba apoyado en papá y apoyándose contra la pared con la otra mano, pero ahora tenía la cabeza gacha, deliberadamente, sin querer mirarme.

Entonces respiré hondo, y le di una bofetada.

—¡Heather, ¿qué demonios?!—. Papá balbuceó.

Jayp levantó débilmente la vista y eso llamó mi atención. —Está bien, Harry. Me lo merezco—, dijo, pero me estaba mirando cuando lo hizo, y vi la disculpa en sus ojos, y esa necesidad desesperada de algo de aceptación, o de amor, y con eso supe que no podía seguir enojada con él por mucho que de verdad se lo mereciera, y más.

—Sigues siendo un imbécil, Jayp—, dije bruscamente, y luego me abalancé sobre él con mi brazo libre. Se apartó de mí por un segundo, y quién podría culparlo, después de todo, acababa de golpearlo, y seguramente pensó que haría algo más contra él de nuevo, pero lo agarré por el cuello y tiré de él hacia el abrazo que estaba compartiendo con papá. Tiré de él con tanto entusiasmo que nos golpeé a los tres en las cabezas, pero creo que a nadie le importó. Jayp, vacilante, puso un brazo alrededor de mi espalda, y luego me abrazó con fuerza cuando sintió que yo me apretaba alrededor de sus hombros, y también sentí que tiraba de papá más cerca del otro lado, y luego los tres nos abrazamos, consolándonos mutuamente en este lugar espantoso, pero ya no importaba si lo fuera o no. Estábamos juntos de nuevo.

Incluso ahora, después de años, sus brazos seguían siendo lo bastante largos para sostenernos a todos.


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