-¿Tienes sueño? - la abracé aún más.

-Un poco - su voz se sentía como un susurro.

-Duerme, yo me encargo de despertarte cuando lleguemos a casa - besé su frente y Cameron asintió.

Alegría solo sostuvo el volante del auto con fuerza. Entendia su dolor.

Estaba perdiendo a su mejor amiga.

Y yo estaba perdiendo a mi alma gemela.

Supongo que ambas odiabamos nuestra impotencia.

Mire el rostro de Cameron, dormía profundamente, hacia un pequeña mueca de dolor en cada respiración, aquello le sucedía después de vomitar durante la quimioterapia.

Entre su sueño pude notar una pequeña sonrisa y mi corazón se sintió un poco feliz.

Y con Cameron entre mis brazos, comencé a desear que el camino a casa fuera más largo.