¿Y si volamos?

Desesperanzados los dos, tú y yo, no alcanzaríamos altura alguna por cuenta propia.

Abandonados los dos, tú y yo, pereceríamos tras reiterados intentos, tras exhaustivos saltos de tiempo y espacio en los que desfasarían las ganas nuestras por alcanzar cielo alto, por conseguir horizontes tintados.

¿Y si volamos?

Y nos extendemos más allá de la idea, más afuera del cuerpo, como cazando sombras por la noche, escudriñando el fiasco de los sueños buenos, de las pesadillas eternas.

Pero el aire escasea. La mancha, allá en lo alto, desde su blancura sobrenatural, parece arrastrarse más y más rápido, más y más urgida. ¿Vienes? ¿O te vas?

¿Y si volamos?

Tú y yo, no más. No más que la fantasía, la ensoñación, la poca esperanza que podamos construir desde el tú, desde el yo, desde este miserable pero iluminador nosotros de justo ahora.

El reloj no se detendrá para ninguno, ni para ti ni para mí, pero tal vez lo haga para los dos...

...como uno solo.