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7.- Fingir no es un deber.

JAMES.

Permanezco en silencio, simplemente callado tratando de encontrar una respuesta adecuada. Bella Lombardi arquea la ceja y parece...divertida.

—Yo...—¿qué se supone que debo decirle? ¿Qué estoy aquí para escribir sobre su hermana? ¿Para tener una historia y conseguir un puesto más alto en el trabajo?

—Quince segundos, James —apresura.

—Juro que tengo una buena razón —piensa James, piensa.

—A mi me parece que no —dice caminando hacia la puerta.

Maldigo entre dientes, debatiéndome entre decirle la verdad o continuar fingiendo que ella es la que se ha vuelto loca. Los segundos pasan y me siento ansioso, demasiado.

Joder, joder, joder.

Cuando noto el ademán que hace para gritar, la detengo.

—¡Bien, te contaré todo! —exclamo —pero...guarda silencio.

Bella sonríe, se aleja de la puerta y vuelve.

—¿Cómo estás segura de que no soy Massimo? —inquiero y ella ríe.

—Para ser reportero, no eres tan inteligente —resopla —¿no pensaste que el maestro de Danza podría contactarme?

La miro incrédulo, bien, esa fue la única cuestión en la que no pensé.

—Recibí un correo de Massimo Santori disculpándose por no poder darme las clases de Danza, pero prometiendo que, tan pronto como volviera, se haría un espacio en su agenda para mí.

Da varios pasos hasta acercarse, sonríe en un gesto que está muy lejos de ser amable y continúa.

—Claramente estaba confundida porque, Massimo Santori lleva dándome clases desde hace dos semanas —su tono se endurece —así que puse el nombre de Massimo en el buscador, y creo que sabrás que no salió tu fotografía. Así que dije... ¿quién es el que ha estado conmigo? Me tomó dos días enviarle una fotografía a un buen amigo, y él me dio la información.

Camina hasta la mochila, saca la revista y apenas tengo tiempo de reaccionar antes de que la lance contra mí. El material me golpea cuando lo atrapo entre mis manos, Bella me lanza una mirada llena de ira y creo que he desaprovechado mi oportunidad de librarme de ir a la cárcel.

—James Cavalli, reportero de la revista Ciao Mondo, quien tomó la maldita fotografía de mi hermana cuando mi tío la sacó de la iglesia. El mismo hijo de puta que ha fingido ser mi maestro y se ha acercado a mi hermana.

—Bella...

—Eres un mentiroso y un impostor —sisea — y juro que tengo tantas ganas de decirle a mi tío la verdad y que te arruine la vida para siempre.

—¿Por qué no lo haces entonces?

—No has respondido mi pregunta, ¿qué haces aquí? Me hago una idea, pero quiero escucharlo de ti —exige.

—Busco una historia —opto por decir la verdad —soy reportero, busco las respuestas a lo que todos quieren saber. Y las personas se preguntan el porqué Leo Bianchi dejó plantada a tu hermana el día de su boda. Quieren conocer las razones, quieren saber que pasa con las familias más poderosas de Italia.

—Tu trabajo apesta —masculla —¿tienes idea de lo que has hecho? Has entrado a una propiedad privada, te has metido entre una familia y no cualquiera, ¿tienes idea de lo que mi tío Ángelo te hará? Estás arruinado, James.

Sonrío levemente.

—De todas las personas que pensé que pudieran descubrirme, tú eras la última —confieso —te subestimé demasiado, Bella.

Me sonríe, deja ver ese gesto de autosuficiencia que la acompaña y comienzo a pensar en una forma de no terminar en la cárcel y con toda mi carrera arruinada. Pero sé que, ahora que Bella sabe la verdad, no hay manera de que se calle.

—Lástima, James —dice con una mueca —me agradabas como profesor de danza. Podrías pensar dedicarte a eso cuando ya no puedas hacer periodismo, y cuando salgas de prisión, claramente.

Me rio por sus palabras, sacudo la cabeza y tomo una inhalación.

—Supongo que... ¿este es el momento en donde llamas a tus guardias de seguridad?

Parece pensárselo demasiado, me da la espalda mientras camina por la sala. Pienso en aprovechar su descuido y salir corriendo, pero sé que no tendré tiempo de llegar a la entrada antes de ser atrapado por los guardias de seguridad, así que aguardo, pacientemente a que la adolescente decida que es lo que va a hacer.

—Dijiste que viniste por una historia —murmura —¿qué pensabas escribir? Quiero ver tus notas.

—¿Mis notas?

—Quiero ver lo que planeabas publicar, lo que pensabas decir sobre mi familia.

Sonrío, camino hasta la mochila en donde tengo el cuaderno. No tengo todas las notas conmigo, pero las que hay ahí deberían ser suficientes para ella, o al menos, eso es lo que espero.

Bella prácticamente me arrebata el cuaderno de las manos y se aparta examinando el contenido. Pasan algunos minutos en los que permanece en silencio y luego, arranca las hojas.

—Pero ¿qué...? —me callo cuando lanza el cuaderno hacia mí y si no fuese por los reflejos hubiese acabado estrellándose en mi rostro.

—Voy a proponerte un trato —dice cruzándose de brazos —uno que no tendrás la posibilidad de rechazar ya que, si lo haces, diré todo y estarás arruinado.

De acuerdo, nunca pensé que sería extorsionado por una adolescente de dieciséis años...pero supongo que últimamente mi vida no está resultando según lo planeado.

—¿Y ese trato es...?

—Quiero que destruyas a Leo Bianchi —arqueo la ceja ante la ira que se cuela en sus palabras —quiero que averigües todo lo que puedas sobre el idiota que le rompió el corazón a mi hermana, y lo hagas pedazos. No quiero que tu artículo se centre en mi hermana.

Da un par de pasos con una seguridad impresionante y sonríe.

—Viniste por tu historia, entonces la tendrás —asegura —y puedes seguir fingiendo ser el maestro de danza.

No sé exactamente como tomar sus palabras, la miro con desconfianza no estando seguro de que es lo que debo responder.

—¿No vas a decir nada?

—Quiero que limpies el nombre de mi hermana, que hagas que las personas dejen de tenerle lástima. Ella no hizo nada —su mirada brilla mientras da algunos pasos para quedar más cerca —fue Leo, y a él nadie lo está hostigando, no hay reporteros en su puerta, no están sus fotografías en las revistas de chismes. Mi hermana...ella no merece nada de eso, James.

Lo pienso un segundo, podría escribir exactamente lo que ella quiere, pero Enzo y Cora no lo aprobarían. Ellos quieren la historia de la novia devastada, no hablar del idiota que la dejó plantada.

—Escucha, Bella —tomo una inhalación —puedo darte exactamente lo que quieres, puedo darte todo un articulo escribiendo las peores cosas sobre Leo Bianchi, pero mis jefes no lo aprobarían. Eso no depende de mí.

—Sí, tienes razón —dice dando un paso atrás —por eso tenemos que asegurarnos de que lo que cuentes sea real, ¿no es cierto?

—Así es.

—Bien, entonces nos aseguraremos de que sea real.

—¿Qué? ¿Y como se supone que haremos eso?

—Deseo saber porque Leo dejó a mi hermana, debe haber un motivo. El muy poco hombre no ha dicho nada al respecto y me niego a creer que de la noche a la mañana haya decido dejar a mi hermana. Él la quería...—sacude la cabeza —debe haber algo más y no puedo hacer mucho para descubrirlo.

—Pero yo si —compartimos una sonrisa cómplice —si no me delatas, puedo intentar averiguarlo. Averiguar ese gran secreto que todos quieren saber, supongo que Antonella igual.

—Pero tengo que advertirte qué, si no cumples y hablas de mi hermana, si dices estas cosas —me enseña las hojas que aún tiene en el puño —voy a decirle a todos lo que sé, y soy muy buena convenciendo a las personas.

Sonrío.

—No tengo ni una sola duda de eso —concedo.

Bella vuelve a darme esa mirada que me ha dado desde que la conozco, pero ahora hay un nuevo aire de complicidad.

—Entonces... ¿tenemos un trato, James? —extiende la mano hacia mí y sonrío.

—Tenemos un trato —tomo su palma entre la mía, y sello mis palabras con un apretón.

Rompe las notas anteriores y las lanza al bote de basura de la sala, cuando gira hacia mí, tiene una sonrisa que no sé muy bien como descifrar.

—Para averiguar todo sobre Leo, necesitarás ser cercano a Antonella.

—De acuerdo, pero no pretendo formar amistad. Tengo menos de dos semanas y mi plan inicial era conseguir la historia y desaparecer —le confío —no quiero que tu hermana me odie.

—No va a odiarte.

—Oh, bueno, si se entera que publiqué las cosas que ella me dijo, si es que llega a decir algo, ¿no crees que sospechará?

—Massimo Santori era un profesor aburrido, me decepcionó bastante —la miro sin entender —creo que debemos buscar un nuevo profesor.

—¿De que hablas?

—Puedo decir eso, para que te despidan como profesor de danza. Podrás irte libremente dentro de dos semanas, si tienes tu historia.

Sonrío. Dios, ¿Cómo es que pude pensar que esta chica sería difícil de engañar?

—Dos semanas es muy poco tiempo, trataré de conseguir más de mis jefes. Pero creo que es una buena idea.

—¿Entonces...?

—Bien, intentaré ser cercano a tu hermana.

—Oh, por eso no te preocupes —vuelve a sonreírme —de eso me encargo yo.

Y sin decir absolutamente nada más, sale de la habitación.

No sé como pude dudar de la inteligencia y la astucia de la señorita Lombardi. Debí de haber sospechado que ella sería la primera en darse cuenta.

—Así que...Bella dijo que necesitabas divertirte —Antonella camina a mi costado mientras avanzamos hacia el auto —lamento lo de tu novia.

Sonrío lo mejor que puedo, tratando de no delatar que esa es solo una mentira más en mi larga lista.

Bella pareció creer que la mejor manera para acercarme a su hermana, era precisamente...mentir más. Así que se dedicó por cerca de diez minutos a contarle a la mayor de las hermanas Lombardi una historia en la cual yo soy un "pobre hombre engañado" como ella me llamó. Al parecer, una novia que no tengo, me engañó con mi mejor amigo y ahora yo estoy lo suficientemente deprimido como para poder dar clases de danza.

"No va a creerte", esas fueron mis palabras hacia la adolescente, pero Bella Lombardi solo me demostró el poder de convencimiento que tiene con las personas, porque unos minutos después, Antonella vino a la sala de ensayos extendiendo una invitación para que la acompañe a ella y a su mejor amiga a un lujoso bar de Milán.

—Puedo decir que entiendo el sentimiento de ser engañado —dice cuando subimos al auto —aunque claro, no me pusieron los cuernos... —se detiene por un segundo considerando algo y luego añade: —o eso quiero pensar.

—¿Eso quieres pensar? —inquiero acomodándome sobre los asientos de cuero.

Antonella se acomoda el top que trae puesto, lleva un atuendo sencillo, siempre emanando ese aire de frescura, con una apariencia relajada, aunque probablemente por dentro eso sea lo último que experimenta.

Se encoje de hombros ante mi pregunta.

—No estamos hablando de mí —dice y retengo la sonrisa —así que... ¿debo mantenerme sobria para evitar que te desmayes en brazos de una desconocida?

Esta vez no retengo la sonrisa, le permito a mi risa brotar con libertad y tras un par de instantes, Antonella ríe conmigo. No lo hace fuerte, es un sonido ligero, pero es casi genuino...casi real.

—No sé lo que Bella te haya contado, pero te aseguro que estoy mejor de lo que sea que dijo.

—Ella dijo algo así como que estabas con el corazón hecho pedazos y que necesitabas olvidar tus penas por una noche. Aunque viéndolo bien, no parece que alguien te haya roto el corazón.

—Tú tampoco lo pareces —objeto —supongo que somos buenos fingiendo, ¿no lo crees?

Desliza su atención hacia mí, sus ojos me escudriñan con detenimiento, permanece en silencio como si quisiera descubrir algo, o como si deseara buscarle el significado real en mis palabras.

—Sí —dice al fin —supongo que sí.

Deja de mirarme para mirar por la ventana, hay un silencio entre nosotros, uno que amenaza con volverse incómodo, pero ella lo rompe.

—No tienes que fingir, ¿sabes? —sus ojos vuelven a enfocarme cuando habla —puedes mostrar lo desecho que estás sin preocupaciones.

Ladeo la cabeza, una sonrisa tira de mis labios mientras la miro, tratando de entender a esta mujer.

—Puedo decir lo mismo de ti.

—No —sacude la cabeza —yo no puedo darme ese lujo.

—¿Por qué?

—Porque es como todos esperan verme —la amargura se percibe en su voz, levemente, pero está ahí —en el momento en el que me muestre vulnerable, tomarán eso para colocarlo en las revistas de chismes, podrán titulares ridículos solo para llamar la atención, mi familia va a preocuparse más de lo que ya está. Mis hermanas no necesitan ver a su hermana mayor destrozada.

Deja de mirarme, desliza la atención hacia la ventana mientras toma una inhalación.

—Yo finjo porque es lo que debo hacer —tarda en volver a mirarme, pero cuando lo hago, miro el mar de emociones en ellos —¿tú porqué lo haces, Massimo?

Y justo ahí, la primera punzada de culpabilidad llega. La primera de muchas, pero que justo ahora...parece tan pequeña que la dejo pasar. La dejo pasar y solo respondo con la verdad, aunque para ella...solo es una respuesta más.

—Aunque no lo creas, Antonella, yo también debo hacerlo.

No es una mentira, aunque mis motivos...son muy distintos a los suyos. Ella tiene una razón válida y yo...bueno...yo no estoy tan seguro de eso justo ahora.

Llegamos a un elegante y fino bar en el centro de Milán. El Blues Canal nos da la bienvenida con sus luces de colores y su ambiente relajado, a pesar de la gran cantidad de gente que hay dentro.

Atravesamos al grupo de personas que están en el centro, y subimos las escaleras que nos conducen a un área privada del establecimiento.

—¡Ahí estás! —una cabellera castaña se lanza hacia nosotros —¡Mírate! Estás preciosa, Anto.

—Fue solo un pequeño cambio de look —se encoje de hombros —ahora, quiero presentarte a alguien.

Gira hacia mí y extiende la mano para que me acerque.

—Chiara, éste es Massimo, él maestro de Danza de Bella y quien al igual que yo, viene para olvidarse por un momento de su corazón roto.

—Encantada —la chica sonríe —supongo entonces que tendremos una noche loca. ¿No es cierto?

—Ese es el propósito —respondo con una sonrisa.

—En ese caso... ¡que comience la diversión!

Antonella ríe mientras me hace un gesto y avanzamos hasta la zona que supongo nos corresponde.

Chiara es la encargada de pedir nuestras bebidas, unos minutos más tarde tenemos varias botellas en el centro y comienzo a pensar en la forma de volver a casa sin terminar estrellándome contra un árbol.

—Puedo pedirle al chófer que te lleve a tu casa —se ofrece Anto cuando nota mi duda de beber del vaso —puedes ir por tu auto mañana, estará bien cuidado.

—¿No sería una molestia?

—Para nada —se encoge de hombros —solo disfruta.

Y lo hacemos, tengo una gran tolerancia al alcohol y no planeo alcoholizarme porque perfectamente podría soltar toda la información y no planeo dejar que eso ocurra.

Pero bebo lo suficiente como para relajarme, Antonella parece estar en el mismo estado y en determinado momento, supongo que, por la misma razón, me arrastra hacia la pista de baile.

—Espero que sepas bailar algo más que danza contemporánea —bromea.

—Créeme, te sorprenderías —respondo.

Me tomo el atrevimiento de colocar la mano en su cintura, ella no la aparta, al contrario, se acerca más.

Mantiene una pequeña sonrisa en sus labios cuando comienza a moverse y... santo Dios. La forma en la que sus caderas se balancean, como sigue el ritmo de la música y parece disfrutarlo tanto... me atrapan.

Dejo de pensar que es una chica de la cual tengo que obtener información, y solo disfruto.

Bailamos por largo rato, bailamos todos los cambios de música que ponen y solo nos detenemos cuando tenemos que ir por algo de beber.

No tenía en claro que es lo que pretendía al venir aquí ni siquiera si iba a disfrutarlo, pero al final de las casi cuatro horas que permanecemos en el sitio, se sienten mejor de lo que pensé.

Es casi media noche y a pesar de que es relativamente temprano, decidimos marcharnos porque Chiara parece recordar que tiene vida laboral.

Y es entonces cuando ocurre.

—No es cierto —Antonella se paraliza cuando el grupo de personas con cámaras se acerca —No, no.

La prensa está aquí, seguramente la han estado siguiendo de otro modo no hay posibilidad que supieran de su paradero.

—Debí traer a los guardias —se queja mientras parece dudar entre qué hacer.

Para cuando toma la decisión de avanzar, los reporteros ya están lo suficientemente cerca.

Las preguntas vienen: "¿ya planeas estar con alguien más?" "¿Ya has superado la ruptura con Leo Bianchi?" "¿Qué opina tu familia al respecto?" "¿Quién es el que te acompaña esta noche?

Antonella parece más aturdida, mirando a los reporteros que apuntas las cámaras hacia ella, las preguntas siguen cayendo y en algún punto, también perdemos de vista a Chiara.

Hay flashes que nos ciegan y Antonella parece demasiado en shock como para hacer algo, así que es un acto instintivo. La rodeo con mi brazo, ella se sobresalta, pero impido que se aparte. Cruzo el brazo por sus hombros y ella voltea el rostro escondiéndolo en mi pecho, su cabello, aunque corto, impide que enfoquen su rostro y sé bien que, para librarte de la prensa, tienes que ser todo, menos amable.

—¡Abran paso! —exijo mientras cubro a Antonella y nos abro camino entre las personas que no dejan de hacer preguntas de todo tipo.

Es difícil, pero conseguimos llegar al auto. Solo cuando nos encontramos dentro, ella reacciona. Toma una inhalación como si hubiese estado conteniendo el aire y se desploma en el asiento.

—Anto eso fue... ¿estás bien? —pregunta su amiga cuando se desliza al interior del auto.

—Define bien —pide, la mira por un tiempo antes de pasar su atención a mí —gracias por eso.

—No me agradezcas, teníamos que salir de un modo u otro, ¿no es cierto?

Apenas asiente, Chiara y yo compartimos una mirada. Antonella desvía la atención a la ventana, y parece haberse apagado, tiene una actitud completamente opuesta a la que poseía en el bar.

Extiendo la mano para colocarla sobre su rodilla, voltea casi de inmediato cuando siente el toque.

—No dejes que ellos arruinen nuestra noche genial —murmuro —fueron unos momentos, no vale la pena arruinar la salida. ¿O sí?

Su rostro se relaja, una sonrisa tira de sus labios y niega.

—Gracias, Massimo —coloca la mano sobre la mía —desde ahora en adelante, te invitaré a cada salida.

No sé si bromea, o lo dice en serio. Su actitud relajada vuelve y entonces sé porque Bella hizo el trato, porqué está dispuesta a seguir una mentira, todo con tal de ayudar a su hermana.

Entonces sé que debemos conseguir toda la información para hundir a Leo Bianchi, me lo prometo, y se lo prometo a la chica de mi costado, aún cuando ella no tiene ni una sola idea de mis intenciones. 

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Hola, hola! 

¿Qué opinan del nuevo trato entre James y Bella? 

¿Qué sentimos ahora por James? 

¡Me encantaría leerlas en comentarios!

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