Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

40.- ¿Te hará feliz?


Antonella.

Rebeca ríe a mi costado por una broma que Ross ha hecho, estamos sentadas en un restaurante-Bar del centro mientras tomamos unas copas y almorzamos, James pasaría todo el día en la revista tratando de arreglar sus pendientes para poder, según sus palabras, dedicarme todo el resto de la semana.

—Así que, Anto, ¿cuánto tiempo estarás en california? —inquiere Ross.

Ella nos había invitado para comenzar a mostrarnos la ciudad, aprovechando también la estadía de la hermana de James, no habíamos tenido oportunidad de convivir demasiado cuando estuvo en Italia, así que ahora parecía una buena oportunidad para intentarlo.

—Aún no lo sé en realidad —admito tomando un sorbo de la copa que tengo enfrente —supongo que el tiempo que James quiera tenerme como invitada.

Rebeca ríe.

—Uh, entonces será un tiempo largo —bromea —porque James estaba bastante deprimido por la distancia. ¿Aprovecharon la soledad de la casa?

Un sonrojo cubre mis mejillas cuando los recuerdos de la noche anterior vuelven a mi mente, una noche maravillosa realmente, pero que no creía apto compartir con la hermana y mejor amiga de James. Ambas chicas ríen y me uno a ellas porque realmente no sé que es lo que debo responder.

El celular de Rebeca suena y ella se incorpora para atender la llamada, cuando Ross y yo nos quedamos solas, ella se inclina hacia adelante y coloca los codos sobre la mesa, entrelazando las manos frente a su rostro.

—Me alegra tanto que hayas podido venir, deseaba pasar tiempo contigo.

Sonrío con sinceridad.

—Yo también, realmente me hubiese gustado que lo hubiésemos hecho en Italia, pero supongo que no era el momento, ¿no lo crees?

—Supongo —sonríe levemente —cuando James decida soltarte, tal vez podemos salir a uno de los bares cercanos para que conozcas un poco del ambiente canadiense.

—Eso suena como una estupenda idea, si es que tu mejor amigo no decide acompañarnos.

Ella arruga la nariz y me rio ante el gesto.

—Eso podemos arreglarlo perfectamente, no te preocupes.

Rebeca vuelve y a su regreso pedimos una ronda de bebidas, el clima en california es caluroso pero no lo suficiente como para sofocar, el restaurante tiene un bonito balcón que es en donde nos encontrábamos y la brisa es suficiente como para permitirnos sentir agradable el rato.

Pasamos cerca de una hora más en el restaurante antes de volver, cuando lo hacemos, James ya está en casa así que Rebeca dice que irá a hacer turismo con Ross y ambas se marchan casi de inmediato.

No puedo evitar sonreír cuando miro a mi chico salir a recibirme, porta una camisa sencilla y unos pantalones deportivos lo que me deja saber que probablemente resolvió todo en menor tiempo del previsto.

—Cara, ¿te divertiste?

—Completamente, tu hermana y Ross son muy agradables —admito.

Mi sonrisa se hace un poco más grande cuando me toma de la cintura y se inclina hacia adelante para atrapar mis labios en un beso que me sabe a gloria.

—He arreglado todo para permitirnos tener toda una semana sin ocupaciones, seré tuyo por completo.

—Ya eres mío —corrijo —solo que puedo considerar compartirte con el trabajo.

Se ríe y su mirada vuelve a adquirir ese brillo que lleva acompañándolo desde mi llegada.

—Bien ahí —dice —ya soy tuyo.

Sonrío con satisfacción y él niega levemente, divertido ante mi gesto. Cuando volvemos al interior recuerdo que tengo que llamar al tío Ángelo, con todas las emociones del último par de días apenas y le había mandado un mensaje para informarle de mi llegada a California, y eso fue todo.

—Debo llamar a mi tío —le informo —antes de que tome un vuelo directo hacia aquí para confirmar que estoy bien.

—Sí, deberías llamarlo, no quiero que me patee el trasero por hacerlo volar once horas —dice riendo —cuando termines tu llamada podemos planear nuestra tarde, ¿te parece?

Asiento.

Deja un último beso sobre mis labios y lo observo marcharse a la habitación. Cuando estoy sola, tomo una inhalación y marco el número de mi tío.

Responde casi de inmediato, como lo imaginé.

—Hola, desastre. Creí que no me llamarías.

—Lo siento, tío. Apenas y tuve tiempo —admito —pero todo está en orden, estoy instalada en el departamento de James.

—Me alegra escucharlo, ¿Cómo está él?

—De maravilla, se ha tomado la semana para que podamos hacer turismo en la ciudad.

No esperaba menos de James Cavalli —se ríe un poco —¿tú cómo estás, tesoro?

Me tardo en responder, y supongo que eso le deja saber la respuesta.

—Estoy feliz, tío.

—No sabes como me alegra escucharte decir eso, desastre. Sabes que puedes tomarte el tiempo que necesites, ¿verdad? Siempre he dicho que apoyaré cualquier decisión que te haga feliz.

—Lo sé, no tengo ni una sola duda de eso. Tal vez esté por un mes, o algo así. Luego...luego lo resolveré.

—Sé que sí.

Sonrío a pesar de que no puede verme.

—Te llamo después, ¿de acuerdo? Porque si no ahora tendremos una llamada interminable.

—Ya, sabía que este momento llegaría. Me dejas por un chico que te baja las estrellas —dramatiza y me carcajeo.

Mi tío nunca bromeaba sobre Leo, en realidad, su trato era cordial, pero hasta ahí. Con James...todos parecen ser distintos.

—Suenas a un papá celoso —lo molesto —sabes que James es buen chico.

—Lo sé, no podría desear que estés con un mejor hombre. Pero dile que te cuide mientras estés en california que no quiero tener que volar once horas para patearle el trasero.

Me rio con fuerza otra vez porque eso es justo lo que James dijo que haría.

—Adiós tío, te quiero.

—Yo también te quiero, desastre.

La llamada se cuelga después de eso, sonrío y bajo el celular. Permanezco por unos segundos sin moverme antes de ir hacia la habitación en donde sospecho que James se encuentra.

Cuando llego, él eleva la mirada y sonríe.

—¿Lista para pasar una tarde estupenda?

Es mi turno de reír.

—Completamente lista.

Pasamos la siguiente semana haciendo todo el turismo que podemos, James me muestra los sitios más emblemáticos y pasamos momentos realmente inolvidables, fuimos a las playas famosas de california junto con Ross y Rebe, comimos en los restaurantes que ofrecían la comida más exquisita que pude haber imaginado, y paseamos por jardines que realmente se sentían como paraísos.

Pero lo mejor sin duda alguna fueron las noches con James, estar a su lado, sentirlo llevarme de nuevo a un sitio que antes era desconocido pero que ahora resulta tan familiar es una de las cosas que pueden hacerme perder la cabeza en segundos.

Sin embargo, aún con el increíble turismo y las noches inolvidables, llegamos al punto en donde debemos tener esa conversación.

Estamos solos en casa, hay un silencio a nuestro alrededor que establece una atmosfera que resulta más nerviosa de lo que creo que en realidad es.

—No podemos estar en silencio toda la noche, Cara —la voz de James me trae de regreso a la realidad.

—Lo siento —me disculpo —solo no sé como comenzar.

—Sabes que yo estoy encantado de tenerte conmigo, de que vivas aquí, y pasar mis días a tu lado, pero...sé que tienes una responsabilidad esperando en París.

Suspiro, lo sé. He llamado al tío Antoni, y aunque no ha mencionado que ansíe mi regreso, sé que en sus planes no está el dirigir los casinos, no va a cambiarlos por mí.

—Quiero saber cuando tendré que dejarte partir otra vez —dice en un suave susurro.

—Aún no lo sé —asiente con comprensión —pero no quiero apartarme de ti por otros nueve meses, o tal vez más. Ya lo dije, James, tú eres el sitio en donde me siento feliz, en donde siento que debo estar.

—Y me encanta escucharte decir eso, Anto. Pero no puedo pedirte que dejes París y te mudes conmigo porque sé que tienes otros planes, sé que, a pesar de todo, los casinos son importantes para ti y si yo pudiera ir a París contigo, si tuviese algo ahí te juro que lo haría, Cara.

—Lo sé —extiendo la mano para colocarla sobre la de él —créeme que lo sé. Y tampoco te pediré que dejes lo que has conseguido aquí por mí. Sé que ser el director ejecutivo es lo que siempre quisiste, y no te pediré que renuncies a eso, no quiero que ninguno de nosotros renuncie a sus sueños.

Ambos nos miramos, encuentro en sus ojos el mismo deseo que en los míos. ¿Por qué todo esto tiene que ser tan complicado? ¿Por qué no solo podíamos desear ser felices juntos y conseguirlo sin inconvenientes?

—Deberíamos solo disfrutar de mi estadía aquí, ¿no lo crees?

—Eventualmente debemos tener esta conversación —objeta —y creo que ambos sabemos que es mejor que hablemos pronto.

Suspiro.

—Nunca esperé que tu visita fuese para quedarte, Cara. No quiero que te sientas presionada, ¿de acuerdo? No quiero que pienses que necesito una rápida respuesta, solo deseo que sepamos que es lo que va a suceder, y prepararnos para eso.

—Es imposible que pueda pensar en una fecha para volver a irme, porque no deseo dejarte otra vez, no lo quiero en lo absoluto.

—Si hubiese una forma de que pudiera estar contigo en París, Anto, juro que la tomaría...

Mi mente deja de escucharlo, porque de pronto una idea se me cruza en la cabeza, una loca y probablemente muy descabellada...pero se me clava en la mente. Si hay una forma de que James viniera a París, si hay una manera de que ambos hagamos lo que deseamos, y estemos juntos.

¿Quién dijo que la dirección del casino tenía que ser exclusivamente mía? Ahora, si considero hacerlo con alguien más...el deseo se vuelve más fuerte.

Y tal vez es la manera que necesitamos encontrar para que todo al fin estuviese en su sitio, para que todas las piezas terminasen de encajar.

James sigue hablando, pero lo interrumpo diciendo su nombre, deja de hablar y sus ojos parecen hallar algo que genera incertidumbre en su mirada, y pese a que esto suena como una loca idea, a pesar de que parece que he perdido la razón...me atrevo a decir...

—James, dirige los casinos conmigo.

JAMES.

Las palabras brotan de sus labios, pero no creo que puedan ser verdad.

Parpadeo, tratando de entender otro significado, tratando de encontrar otra interpretación para sus palabras.

—¿Qué dices?

—Si hay una manera de que tú y yo hagamos lo que deseamos y a la vez estemos juntos, dijiste que si hubiese una forma de que estemos juntos en París la tomarías, así que te la estoy dando.

La firmeza brota de sus labios, las palabras tan seguras y determinadas.

—Anto...

—Sé que suena loco y probablemente estás preguntándote que es lo que harás en la dirección de un casino, pero...cielo... ¿puedes imaginar lo increíble que sería?

Vuelvo a parpadear. Aún no puedo entender que ella realmente esté diciendo esto, realmente quiera que yo dirija sus casinos a su lado.

—Esto es, quiero decir, tu tío...

—Los casinos de París son absolutamente míos, puedo tomar decisiones por mi misma, y juro que, aunque esta parece impulsiva...tiene sentido.

Hago el ademán de hablar, pero no encuentro que decir, ¿qué se supone que diría? Realmente nunca imaginé que Antonella pudiera proponer algo como eso.

—Podrías encargarte de la parte publicitaria, de la edición de las revistas que se generan, podrías ser mi mano derecha, mi persona de confianza. Ya lo hacías con mi tío, solo que ahora...sería conmigo, a mi lado, no solo como publicista.

A mi memoria vienen Cora y Enzo, juntos dirigían la revista y era todo un éxito, Cora tomaba las decisiones más importantes y Enzo siempre estaba ahí, apoyándola. Y, a pesar de lo loco que suena...algo en mí quiere hacerlo.

—Es una idea descabellada —comienzo a hablar —y muy loca, tu tío probablemente no acepte y...

—Lo sé, sé que suena como una locura —suspira derrotada, veo el destello de decepción en sus ojos.

—Suena más que como una locura, Anto —tomo su mentón y la hago mirarme —pero es una locura que estaría encantado de cometer.

Por un momento, parece no creerme. Luego un grito emocionado brota de sus labios y se lanza hacia mí, apenas tengo tiempo de recibirla mientras me abraza y sus palabras emocionadas llegan a mí.

—Tienes que darme algo de tiempo para poder dejar todo listo aquí, para poder encontrar a alguien que se quede en mi puesto y luego poder arreglar todo para ir a París...—cuando la miro...cuando veo sus ojos...maldición...nunca habían lucido tan felices.

—Te daré el tiempo que necesites —asegura —quiero que estés convencido de hacer esto, quiero que también te haga feliz.

—¿Cómo no me hará feliz el hecho de trabajar a lado de la mujer que amo? —acuno su rostro entre mis manos, y me acerco a ella.

Nuestros labios se encuentran y los sentimientos arrasadores me envuelven. Esas emociones a las que me he vuelto adicto, quiero todo de ella, todo con ella.

Justo ahora esto se siente como un comienzo, como un pequeño paso hacia el resto de la vida que estábamos por tener. 

____________________________________________________________________________

¡No se olviden de votar y comentar!

Significa mucho para mí <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro