40.- Nunca es suficiente
JAMES
Un mes después, estamos llegando a la lujosa casa de Antonella en París. La construcción es enorme, está dentro de una residencia privada que cuenta con más seguridad de la que siquiera pude prever.
La casa se alza frente a nosotros y me permito admirarla por varios segundos antes de avanzar hacia la entrada.
—Vaya, es realmente increíble, Cara.
—¿Te gusta? —inquiere con una leve sonrisa.
—¿Cómo no? Si es majestuosa —le sonrío mientras el par de guardias que vienen con nosotros nos ayudan con las maletas.
El interior es mucho más impresionante, una decoración moderna que deja ver el gran gusto y habilidad para la decoración de Antonella. Ya hay varias de mis cosas aquí, comenzamos la mudanza un par de semanas después de haber tomado la propuesta de Anto sobre los casinos, y ahora solo faltaban alguno de los muebles y pertenencias que se atrasaron en los camiones de mudanza.
Mi decisión repentina de abandonar California sorprendió a todos, aunque en realidad, Ross dijo que se esperaba venir algo como eso, y mi hermana dijo que siempre y cuando fuese lo que en verdad deseo, no tendría ningún comentario al respecto más que desearme éxito en todo.
—¡Llegaron! —reconozco una voz femenina haciendo eco por la sala, volteo al tiempo que observo a la esposa de Antoni ingresar. —Te echamos de menos, cariño.
Antonella es la primera a quien abraza, tienen un intercambio corto de palabras antes de que la mujer deslice su atención hacia mí, Sally, como recuerdo que se llama, camina hasta donde me encuentro y apenas tengo tiempo de hacer algo antes de recibir un también cálido abrazo.
—James, ha pasado algo de tiempo, me alegra verte de nuevo. Espero que esta vez decidas quedarte.
—Igual a mi me da mucho gusto verlos, y ese es el plan —sonrío con sinceridad.
Antoni ingresa detrás, de la mano de sus dos hijos que vienen dando cortos y lentos pasos, la última vez que los vi no caminaban y parecen mucho más grandes, aunque según mis cuentas deben tener cerca de año y medio, tal vez un poco más.
Anto se acerca para tomar a la pequeña niña y Antoni toma a su hijo en brazos.
—James, que bueno verte de nuevo —dice ahora el mayor de los Lombardi —¿Te has instalado?
—Apenas llegamos —informo —aún tenemos que desempacar varias cajas.
—Bueno, en ese caso creo que deberíamos llevarnos a estos torbellinos —dice con una sonrisa mirando a sus hijos.
—En realidad no nos importa —admito mirando a Anto.
Algo revolotea con fuerza en mi interior cuando la miro interactuar con Gianna, la bebé ríe y Anto deja varios besos en su mejilla, esa imagen me resulta preciosa y se me clava en la mente.
—¿James? —parpadeo y volteo, saliendo del corto trance en el que me encontraba.
—¿Sí? —Antoni tiene una pequeña sonrisa en sus labios —¿qué?
—Nada, que creo que deberíamos dejarlos para que se instalen —sonríe un poco más, camina hasta donde su esposa se encuentra y ella toma a su hijo en brazos —dolcezza, creo que debemos dejarlos para que terminen de desempacar, no queremos interrumpirlos.
Comparten una mirada que solo ellos parecen entender, y luego se despiden de nosotros.
—Bueno, entonces...manos a la obra —Anto me sonríe y me acerco a ella.
—Manos a la obra —dejo un casto beso sobre sus labios antes de mirar las maletas y decidir que por el resto del día tendría mucho que hacer.
Nos toma el resto del día terminar de instalarnos en la casa. El dormitorio es lo suficientemente grande como para permitirnos ocuparlo ambos, la cama matrimonial nos da el espacio suficiente para poder descansar con comodidad y si creí que mi armario era grande, en realidad resulta pequeño comparado con el de Antonella.
Cuando estamos instalados, ordenamos la cena y nos tiramos sobre la alfombra sin hacer absolutamente nada.
—Mañana será un día importante —dice Anto —quiero saber si estás seguro de esto.
—Lo estoy —respondo sin dudar —quiero esto, Anto. Haré lo que me gusta, contigo.
Sonríe, sus ojos se encuentran con los míos en una mirada que transmite tanto.
—No quiero que pienses que estoy renunciando a algo, hago esto por decisión, Cara.
—Si en algún momento desear dejar de hacerlo, si quieres dedicarte a algo más, ten por seguro que no me opondré ni te retendré.
Giro levemente el cuerpo para conseguir mirarla mejor, extiendo la mano y acaricio el costado de su rostro.
—Sé que no lo harás, Cara. y si hago esto, si dejé mi empleo en California y decidí venir aquí, es porque quiero hacerlo, porque sé que podemos hacer que funcione, no estoy renunciando a nada, solo quiero conocer nuevos caminos, ¿y qué mejor que recorrerlos contigo?
Parpadea con la emoción destellando en sus ojos.
—¿Ya dije que te amo mucho? —inquiere girando y colocando parte de su torso sobre el mío.
—Creo que un par de veces —bromeo —pero no me importaría escucharte decirlo otra vez.
Sonríe, se coloca sobre mí y sus labios se encuentran contra los míos y sonrío cuando mueve las caderas y el roce comienza a volverme loco.
—Te amo mucho —dice y eso es todo lo que necesito escuchar para decidir mostrarle mi amor de una de las muchas maneras que conozco.
(...)
Por alguna razón me encuentro más nervioso de lo que debería. A pesar de que sé que es exactamente lo que va a pasar, esta es una decisión importante.
Me aclaro la garganta cuando nos acomodamos alrededor de la gran y elegante mesa, Ángelo llegó esta mañana a París para poder hacer los tratos correspondientes, Antoni está justo al frente junto con el par de abogados que se encargan de supervisar que todo se lleve en orden.
—¿Están listos? —inquiere Ángelo —¿podemos comenzar?
Asiento levemente.
—Bien, James, supongo que tú eres el principal interesado en esto —dice con una leve sonrisa —ya hemos hablado con anterioridad de lo que esto significa.
—Lo recuerdo bien.
Ángelo y yo habíamos mantenido una reunión por videollamada para poder dejar sobre la mesa todo lo que significaría mi trabajo dentro de los casinos. Ellos querían asegurarse de que la decisión que estaba tomando en realidad era la correcta para mí.
Y lo es.
—Como establecimos, los casinos "Mía Regina" que están en el extranjero, es decir, aquellos fuera de Italia, serán dirigidos por Antonella —cuando hacen la mención de su nombre ella deja un apretón en mi mano —esto por tu petición, Anto.
—Creo que es realmente lo mejor —dice ella —no deseo dirigir todo el imperio, pero deseo encargarme de los que están fuera, los casinos forman parte de mí y no quiero renunciar a ellos.
—En ese caso...—ahora Antoni interviene —hemos elaborado un contrato en donde se establecen las divisiones de las acciones y porcentajes de los casinos, aquellos que no se encuentran en Italia serán dirigidos por Ángelo, y el de París se convierte exclusivamente tuyo, Anto. Serán separados para que, si deseas en algún momento continuar expandiéndote, puedas hacerlo sin tener que pedir aprobaciones.
—Respecto a ti, James —Ángelo me mira con una leve sonrisa —si aceptas esto estarás a cargo de todo el departamento de publicidad, serás quien controle los accesos a la prensa, quien obtiene la información y como, quien no va a saber nada, tendrás bajo tu cargo las campañas publicitarias, con la libertad de delegárselas a alguien más si así lo consideras necesario, la información que se publicará a la prensa así como en las revistas, deberá ser aprobada por ti, y claramente, como petición de Antonella, tendrás cierto poder de dirección.
Los dos hombres frente a mí me observan con las comisuras de los labios inclinadas en una sonrisa. Ambos me observan con confianza, como si para ellos, esta también fuese la decisión correcta. ¿Confían tanto en mí como para dejar parte de su imperio en mis manos?
—Y creo que no tenemos que hablar del dinero —reímos levemente —todo está al margen de la ley, James. A pesar de todo creemos que debemos mantener siempre ese aspecto profesional, confiamos en ti, y en que tanto nuestra niña, como nuestros casinos, estarán en buenas manos.
—Intentaré hacerlo lo mejor que pueda —admito —lo prometo.
—Lo sabemos —dice Antoni —ahora... ¿listo?
Asiento, sé que ellos no serían capaces de engañarme de algún modo, sin embargo, me tomo el tiempo de leer cada clausula, cada parte que requiere atención.
Luego...luego solo firmo.
Cuando toco acaba, cuando los documentos tienen mi firma en los lugares indicados, Ángelo se incorpora y extiende la mano hacia mí. Tiene una mirada casi orgullosa, confiada, un gesto tan sincero que me hace sentir mucho mejor de lo que siquiera pude imaginar.
—Ya te he dado la bienvenida a nuestra familia —dice cuando acepto la mano que me ofrece —pero ahora realmente me enorgullece decir...
Guarda silencio por un par de instantes, sonríe y dice:
—Bienvenido al imperio Lombardi, James.
(...)
Esa noche tenemos una celebración en casa, llamé a mi madre para darle los detalles de "mi nuevo trabajo" y también llamé a mi hermana. Ambas se mostraron realmente emocionadas y felices con la decisión.
No fue una gran celebración en realidad, pero si lo suficientemente significativa.
Son cerca de las doce de la noche cuando nos quedamos solos en casa, Anto suelta un suspiro agotado mientras se acomoda en una de las sillas del balcón. Esta vez, tenemos una vista preciosa a la ciudad de París, el clima es frío, y Anto se encuentra cubierta por una delgada frazada mientras mantiene la mirada al frente.
—¿Alguna vez lo imaginaste? —inquiere cuando me coloco a su costado.
—¿Qué cosa?
—Esto, la manera en la que estamos ahora, viviendo juntos, en París, a nada de comenzar un trabajo juntos.
Sonrío levemente, a mi mente vienen los recuerdos de la primera vez que estuve en su casa, cuando decidí que fingir ser un maestro de danza no podría traerme ninguna consecuencia.
—Realmente no —admito con una ligera sonrisa —creí que sería fácil desaparecer de tu vida cuando consiguiera la historia.
Me mira, sus ojos avellana se posan en mí con total atención.
—Massimo —dice y resoplo.
—Creo que pedí que no me llamaras por ese nombre otra vez —le recuerdo —no sabes como detestaba el hecho de que no supieras mi nombre. Realmente deseaba escuchar que lo dijeras, pero tenía que soportar que pronunciaras otro que no me pertenecía.
—Siempre dije que el nombre no iba contigo —me molesta y sonrío —tenías razón al decir que el Massimo que conocí, no era distinto al James que tengo ahora de frente, mientras fingías ser él, te preocupaste por mí como nadie más lo hizo, y eso es algo que tengo que agradecerte, me devolviste algo que ni yo sabía que había perdido.
Su mano se coloca sobre la mía.
—Fingir ser Massimo me llevó a ti —susurro sin apartar la mirada de sus ojos —pero ser James me dio la oportunidad de ser amado por ti. Y eso, Cara, eso es lo mejor de toda mi maldita existencia.
Acuno su rostro entre mis manos antes de besarla, ella me devuelve el beso con la misma intensidad, con la misma necesidad, el mismo deseo.
—James —susurra cuando se aparta —James, James...James.
—Nunca me cansaré de escuchar como suena mi nombre al brotar de tus labios.
—Suerte para ti, tendrás toda una vida para disfrutarlo —reímos, me apego a su cuerpo y un último contacto con sus labios me hace sonreír.
—Y nunca será suficiente, Cara, nunca.
Y así, sentados admirando a "la ciudad del amor", es como Antonella Lombardi y yo comenzamos el camino que al final del día...nos conducirá al único destino que deseamos.
La felicidad.
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¡Hola, hola! Faltan de 3 a 4 capítulos para el final, y tendremos un extra....no sé como sentirme al respecto del ya inevitable final T-T
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