35.- Dos corazones, dos almas, una promesa.
Antonella
La vida funciona con un mecanismo que no entendemos, que nunca podremos entender del todo. Funciona de una forma misteriosa, sorprende y en ocasiones...un poco ilógica. A veces no entendemos las razones ni el porqué, no podemos comprender la razón por la que algo está ocurriendo...hasta que ocurre.
Es como si algo se encargara de colocar cada cosa en su lugar, asegurándose de que se tuviera un correcto funcionamiento.
Cuando el día que debería ser el más feliz de mi vida se convirtió en realidad en el más amargo, no pude comprender porque estaba sucediendo, lo intenté, pase noches enteras tratando de encontrar una respuesta que al final del día solo me dejaba más atormentada.
Y lo curioso de la vida es que te otorga las respuestas...en el instante en el que dejas de buscarlas.
Dos semanas después, estoy en el aeropuerto de Milán despidiendo al hombre por el cual nunca pude imaginar sentir tanto. Las personas a nuestro alrededor cruzan sin prestar atención a nada más, hay despedidas, llantos, y gritos emocionados por reencuentros, y luego estamos nosotros, mirándonos tratando de mantener los sentimientos en el pecho porque prometimos no llorar, o bueno, yo se lo prometí.
Hoy James se va a California, hemos pasado las últimas dos semanas en contacto, tratando de adecuarnos a la idea de que pronto dejaríamos de sentir una cercanía física, dejándole saber al otro que, sin importar la distancia, estaríamos ahí.
—¿Considerando romper tu promesa? —sonrío cuando reconozco el tono divertido de James —detestaría ver que lloras por mi culpa.
Sonrío. —Estoy seguro de que te jactarías al ganar la apuesta.
—No apostamos, no trates de dejarme a mí como el malo —continúa molestándome.
—No apostamos porque sabes que ganaré —me burlo —no estoy llorando, ¿o sí?
Ambos reímos, esto funciona como un método para distraer a mi mente de lo que está ocurriendo en realidad, para deslindarla del dolorcito que me provoca saber que James subirá a un avión para volar a miles de kilómetros de distancia.
—Desearía no tener que irme —su mano busca la mía, mi cuerpo reconoce la calidez que me trasmite el toque de su mano contra mi piel —desearía no tener que estar haciendo esto, lo sabes, ¿verdad?
Asiento levemente.
—Pero es como tiene que ser —susurro con una pequeña sonrisa tratando de dejarle saber que a pesar de todo...está bien.
—Es como tiene que ser —repite —confío en que, si algo pasa, me llamarás, ¿verdad?
Vuelvo a asentir, doy un paso para quedar más cerca él. Elevo la mano que tengo libre para colocarla sobre su pecho, en el lugar justo en donde late su corazón.
—Lo haré, lo prometo —mi voz brota en un susurro y sé que, por mucho que lo haya prometido, no puedo mostrarme inmune a su despedida, al hecho de que tiene que irse.
Traté de convencerme de que no me pondría sentimental y que haríamos una despedida fácil, pero ahora considero que no hay manera fácil de dejar ir al hombre que amas.
—Y sabes que no tiene que ocurrir algo para que me llames, puedes hacerlo sin motivo...sin que nada ocurra, estaré dispuesto a tomar todas y cada una de tus llamadas.
—Lo sé, sé que es así. Y claro que te llamaré, lo haré tanto como me sea posible, no creas que desapareceré de tu vida, ¿eh?
Se ríe, echa la cabeza hacia atrás y luego la centra su atención en mí otra vez. El azul de sus ojos luce mucho más profundo ahora, siempre han sido expresivos...siempre han demostrado todo lo que sienten, pero ahora...ahora se sienten mucho más transparentes, como si me estuviese permitiendo ver absolutamente todo lo que hay en su interior.
—No quiero que desaparezcas de mi vida, Cara —eleva la mano para acariciar el contorno de mi rostro, cierro los ojos por inercia y me inclino hacia su toque.
Me siento envuelta en una nube de protección con el solo roce, como si James fuese capaz de darme una seguridad que nunca antes poseí, aún cuando está a punto de volar a miles de kilómetros.
Supongo que así se siente el amor, te deja sentir seguridad aún cuando la persona no está físicamente a tu lado.
Los altavoces anuncian su vuelo y eso rompe la atmosfera en la que hemos entrado, James parpadea y reconozco la fragilidad en ellos. Mi corazón da un vuelco furioso al notar como parece tan conmovido por esto...por el hecho de que ya tiene que irse.
—Estaremos bien —soy yo quien ahora acuna su rostro —debemos hacer esto, por nosotros, esta es la manera en la que tiene que ser.
—Lo sé —sus manos se colocan sobre las mías —lo sé, claro que lo sé, pero desearía poder quedarme, desearía poder estar aquí contigo, Cara. Y Dios...
Sacude la cabeza, baja la vista por un par de segundos y su frente se arruga.
—Sé que esto tiene que ser así, desearía que fuese distinto, pero juro que voy a poner mi mayor esfuerzo para que esto resulte. Para que al final de este camino aún decidas que soy yo con quien deseas pasar el resto de tus días.
No encuentro las palabras para expresar todo lo que siento, así que me coloco en puntillas y atrapo sus labios. No hay necesidad de palabras, nuestros labios se encuentran y entonces experimentamos todo aquello que llevamos guardando dentro...todos los sentimientos que no encuentran letras ni palabras para ser externalizados.
Lo beso, dejándole saber que ahora es el hombre con el que quiero pasar el resto de mis días y que, sin importarme un futuro, estoy dispuesta a luchar por el presente, y construirnos días mejores aún cuando no exista un "nosotros" ahora.
La voz vuelve a sonar, nos apartamos cuando el aire nos falta y entonces las lágrimas se vuelven incontenibles. Me lanzo a él, le rodeo el cuello con los brazos y me aferro al último sentimiento de tenerlo cerca.
Trato de memorizar su aroma, de grabarme la sensación de tenerlo entre mis brazos, trato de clavar en mi memoria el sentimiento de tener su corazón latiendo justo frente al mío.
—Tendrás a tu sexi chica italiana esperando por ti —prometo con una sonrisa sincera —nos encontraremos cuando sea el momento, ¿cierto?
James sonríe, acaricia mi rostro y asiente.
—Nos encontraremos cuando sea el momento.
Sus palabras son una promesa sellada de forma permanente, una promesa que esperaría ser cumplida sin tiempo límite.
Toma mi mano, fija su atención en la joya que reluce entre mis dedos y sonríe. Lleva mi mano hasta sus labios, todo mi cuerpo parece sufrir un colapso cuando deja un beso justo sobre el anillo, mientras su mirada no se aparta de la mía.
Ninguno dice nada más, se aparta de mi cuerpo y comienzo a extrañarlo tan pronto como retrocede, no deja de mirarme mientras comienza a crear distancia entre nosotros hasta que es inevitable y tiene que voltearse.
Tomo una inhalación, las lágrimas queman en mis ojos, pero no derramo ni una sola porque esto está bien...porque es como debe de ser.
Antes de que cruce por completo las puertas de abordar, voltea. Su mirada me busca y le sonrío, elevo la mano en un ademán de adiós y reconozco su sonrisa.
La misma que me dio el día que nos conocimos, la misma que me ha dado cada segundo después de eso. La sonrisa que me ha cautivado...y me seguirá cautivando por muchísimo tiempo más, sin importar los kilómetros de por medio.
—¡James Cavalli! —vuelve a detenerse, se voltea y la chispa en sus ojos me anima a hablar.
Sé que pidió que dijera esto cuando estuviese segura, sé que dijo que deseaba asegurarse de que las heridas habían desaparecido antes de escuchármelas decir...pero no puedo permitir que se vaya sin antes hacerlo saber.
Sin hacer que escuche mi voz diciendo aquello que mi corazón desea gritar.
—¡Te amo! —la emoción contrae su rostro —¿me oyes? ¡Te amo!
Parece no importarle que ha cruzado las puertas de abordar, corre hacia mí y no retengo las lágrimas mientras yo también corro hacia él.
—Dios, Cara —sus labios se encuentran con los míos, es un beso necesitado...feroz...uno lleno de necesidad. Mi pecho se contrae con furia, con un sentimiento que me aprieta de una forma casi desgarradora.
—Te amo —susurro de nuevo —te amo de una forma en la que nunca creí poder hacerlo...te amo tanto...James.
Su nombre brota de mis labios de una forma dulce, cariñosa, llena de amor y adoración porque él es todo lo que siempre quise, todo lo que necesito ahora. Y dejarlo ir a pesar del dolor que produce, también se siente como un acto de amor.
—Creo que no tengo que decirlo porque lo sabes, te he amado también sin darme cuenta. Te he amado incluso cuando yo quería convencerme de lo contrario. Y no importa la distancia, Cara, te seguiré amando, sin importar el tiempo...este amor nunca va a desaparecer. Es una promesa, ¿confías en mí?
Y nunca creí poder decir esto otra vez, nunca creí que podría darme la oportunidad de mirar a un hombre y volver a decir:
—Claro que confío en ti.
Es una promesa en medio de una multitud, una promesa entre dos corazones que comienzan a sanar, entre dos almas que se encontraron...sin siquiera estarse buscando.
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¡Hola, hola! Para las que me están preguntando, sí. Si habrá un salto de tiempo en esta historia, (no demasiado) pero si habrá para no alargarla demasiado.
Planeo que tenga entre 40/42 capítulos así que...¡nos acercamos al final.
¡No se olviden de votar y comentar! <3}
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