
Capítulo 5
FRAN
Desperté esta mañana con una carta esperando por mí y no supe si sentirme feliz o enojada al leer su contenido. Una demanda de divorcio. Le ha llevado un día conseguir un abogado y mandarme los papeles, yo aún continúo asimilando la situación.
Mi cabeza es un lío y mi estómago está revuelto todo el tiempo. Cada paso que doy por la fraternidad se siente como el último y cada vez que escucho la puerta, imagino que la directora Kappa llegará para echarme a la calle.
Ni siquiera puedo concentrarme en mis clases y es horrible no poder prestarle la atención que se merece a mi profesora favorita. La señora Evans parece notar mi falta de participación y ausencia mental porque sus ojos buscan los míos cada vez que hace una pregunta. Me gustaría darle una respuesta, pero siento que diría alguna estupidez porque no he podido sentirme menos que idiota desde que desperté en Las Vegas el domingo cerca del mediodía.
Me escabullo en tanto la clase termina y me prometo dar lo mejor de mí en la próxima clase. Siempre doy lo mejor de mí, a veces no es suficiente para el nivel de la universidad; sin embargo, me he ganado el respeto y cariño de mis docentes.
Busco con la mirada a Milan nada más salir y frunzo el ceño al no encontrarla. Me prometió que nos encontraríamos fuera de mi edificio al terminar las clases y no entiendo por qué me sorprende si casi nunca cumple con su palabra. Con otra desilusión al hombro, bajo las escaleras con la mirada fija en mis tacones y me recuerdo que es importante para mí lucir bien hoy a la noche, no solo en mi aspecto sino también anímicamente. Hoy es mi prueba de fuego, al menos la primera, porque las Kappas hemos organizado una muestra de arte y todas las señoras importantes de la comunidad vendrán.
Giro hacia la derecha al bajar las escaleras, hacia donde se encuentra la casa de la fraternidad, y poco me falta para quedarme como estatua al reconocer al muchacho que espera bajo la sombra de un árbol. Quizás, solo quizás, si finjo que no lo he notado, se aleje y me deje en paz.
—¡Fran! —me llama y mis esperanzas se desvanecen.
Camino más rápido, más decidida, y rezo para que no me siga. Al escuchar sus pasos pesados tras de mí y luego encontrármelo de frente, noto que hasta el universo me ignora.
—Hola, Fran.
—¿Qué quieres, Noah? Voy tarde.
—Necesito hablar contigo.
—Creí haber sido clara y me parece que tú también lo fuiste con tu demanda de divorcio.
—Fue apresurado, lo sé y por eso quiero hablar contigo.
Elevo la mirada y por primera vez desde nuestro gran error, lo miro a la cara. Me cuesta enfocarlo al inicio, el sol a sus espaldas es brillante y eclipsa casi todas sus facciones, pero pronto puedo verlo. Y me arrepiento porque me gusta lo que encuentro.
—No fue apresurado, es lo mejor para los dos.
—¿Estás segura?
Río sin gracia al escucharlo y me aparto de él, rodeando su alto y fornido cuerpo para seguir con mi camino. No mentía al decir que iba tarde, tengo que prepararme para la exhibición y la asesora de belleza de confianza de Milan quedó con nosotras a las cuatro.
—¿Tú no estás seguro, Noah? —suelto al sentirlo caminar a mi lado—. Porque si no pudimos evitar que el acta llegue al juez, no nos queda más remedio que divorciarnos por vía judicial. Estoy bien con ello y descuida, pronto conseguiré un abogado para que esto termine rápido.
—No estás escuchándome.
—Eso es porque no quiero hacerlo.
Vuelve a ponerse en mi camino y respiro profundo para no enviarlo al demonio. Una vez más me encuentro echando mi cabeza hacia atrás para observarlo y sus ojos chocolates me dejan sin aliento por unos segundos.
—Fran, por favor.
—¿Puede ser en otro momento? Voy corta de tiempo.
—Déjame llevarte.
—¿Tú?
—Sí, mi camioneta está aparcada a pocos metros. Puedo llevarte a donde quieras si prometes escucharme.
—Tengo que ir al centro y rápido.
—Me saltaré los discos pare —promete.
Incluso me sorprende a mí misma asentir, pero prefiero que él me lleve a llegar tarde. Tengo que impresionar a todos esta noche, tengo que ser la chica centrada que creyeron que era cuando me dieron la beca.
Sigo sus pasos y volvemos hacia el edificio del que acabo de salir. No puedo evitar abrir los ojos con sorpresa al ver su camioneta porque, sin dudas, no es la clase de vehículo que se ve en una universidad como esta. Los alumnos suelen tener relucientes y muy caros automóviles, él, en cambio, tiene una pick up de dos puertas color rojo y un tanto maltratada.
—¿A dónde vamos exactamente?
—Frente al ayuntamiento.
No se me pasa por alto la ironía de la situación y quiero reír, aunque termino manteniéndome seria. Me monto a la camioneta sin pensarlo dos veces y me coloco el cinturón de seguridad mientras Noah pone en marcha el motor.
—No tienes que huír de mí todo el tiempo, Fran.
—No huyo de ti, huyo de lo que representas.
—Lo entiendo, sé que la cagamos y que es incómodo tener un recordatorio de eso, pero ¿no crees que sería estupendo si pudiéramos solucionarlo como adultos?
—¿Por qué siento que intentarás convencerme de algo que no quiero?
Él sonríe y unos adorables hoyuelos enmarcan su cuadrado rostro. Demonios, ¿por qué tiene que ser caliente? Y no me refiero al típico muchacho caliente con abdomen de lavadero y cazadora de cuero. No, él luce más como un granjero sexy, a pesar de que dudo que haya pisado una granja en su vida. Puede que Noah no sea atractivo para el común denominador, pero lo es para mí y eso apesta porque odio la manera en que nuestros caminos se han cruzado.
—Quiero hablarte sobre el divorcio.
—No quiero tu dinero si eso es lo que te asusta.
—No pensaba en eso.
—Escuché a Tony decir en el autobús que tu madre se iba a morir cuando se enterara de lo nuestro y que la casa que tu padre te dejó está en disputa. —Trago con fuerza porque recordar ese momento me hace hervir de rabia—. No me interesa el dinero de nadie y puedes quedarte tranquilo, no quiero nada de ti más que el divorcio.
—Es genial saberlo.
—¿Eso es todo? —pregunto y desvío mi atención hacia el exterior, falta poco para llegar—. ¿Tenías tanta urgencia para hablar de eso?
—No.
—Te escucho, Noah.
Lo veo tragar y sospecho que lo que dirá a continuación no me gustará.
—No puedo darte el divorcio.
—¿Disculpa? —suelto con escepticismo.
—No puedo divorciarme, lo siento.
—¡¿Estás demente?!
—Por favor, escúchame.
Pero yo no quiero escucharlo, quiero escapar de su lado porque quedé encerrada con un demente. Tiro de la manija de la puerta aprovechando que se ha detenido en un semáforo y gruño al notar que tiene el seguro.
—Déjame ir.
—Fran, necesito que hablemos.
—¡Yo necesito estar lejos de ti! ¿Cómo en el mundo crees que no me divorciaré? ¡Tengo veintiún años, maldición! ¡Y ni siquiera te conozco!
—Lo sé, lo sé, pero si me escucharas...
—¡No sabes nada! —le espeto con enojo—. Tú, Noah Wayne, estás demente y te quiero lejos de mí o te aseguro que un divorcio no es lo único que conseguirás en la corte.
Suelta un suspiro y desactiva el seguro de la puerta. No desaprovecho la oportunidad, me escapo tan rápido como puedo de su lado y corro calle abajo, alejándome de él y perdiéndome entre la marea de gente que me brinda seguridad.
~~~
El cuerpo todavía me tiembla y son las ocho de la noche. No puedo decir si es a causa del susto que Noah me hizo pasar o si se debe a que estoy a nada de enfrentar a las mujeres que me dieron mi beca.
Tengo las extremidades frías y estoy sudando, mi cuerpo parece haber perdido la noción de sus funciones. Me siento muy nerviosa, tanto que quiero morderme las uñas y arruinar el trabajo que la estilista hizo esta tarde.
—Bebé, ¿estás bien?
—No.
—Estarás bien, nadie te dirá nada.
—No puedes saberlo.
—Es un presentimiento.
—No puedo bajar —susurro y la voz me tiembla—. No puedo ir y encontrarme con ellas.
—Será peor si no bajas y descuidas tus obligaciones Kappa.
—Me echarán de todas formas, ¿no?
Milan me brinda una mirada preocupada y me da un corto abrazo que tiene la finalidad de hacerme sentir mejor. No lo hace; sin embargo, comprendo que no puedo seguir escondida. Todos los invitados ya están en el salón principal de la residencia y la presidenta en turno de la fraternidad me hará la vida imposible si no cumplo con mis obligaciones.
Le permito a mi amiga guiarme hacia el piso de abajo y me enderezo para lucir confiada y segura. Ellas detectarán el miedo si no actúo como corresponde y eso podría ocasionar una charla incómoda.
Saludo con sonrisas tensas y movimientos de mano a mis compañeras y ex miembros Kappa, poco a poco me interno en el salón y me convenzo de que no sucede nada malo. No aquí, por lo menos. Afuera, Noah no quiere darme el divorcio y mi compañera está cubriéndome las espaldas porque sabe que hoy no podré llegar a trabajar. Afuera el mundo es catastrófico y en la gran casa estoy a salvo.
Me concentro en mantener algunas conversaciones casuales con mis compañeras y en comer algunos canapés para llenar mi estómago. No he comido nada desde el desayuno porque todo me genera náuseas y si no fuera porque tengo certeza de que no me he acostado con nadie en semanas, creería que estoy embarazada.
—¿Francine?
Trago el bocadillo a medio masticar con un sorbo de agua y giro para encontrar a Celestine, la matriarca de las Kappas y quien tuvo la decisión final al entregarme mi beca. A su lado se encuentran sus mejores amigas, o secuaces como Milan las llama, y todas me sonríen con educación. Recuerdo que tuve pesadillas la primera vez que las vi porque puede resultar espeluznante lo estiradas que son.
—Celestine, buenas noches. Ava, Marie, un placer verla a las tres.
Compartimos unos besos al aire y siento que el oxígeno comienza a faltarme. Este es el momento que he temido durante toda la noche y no porque resulte extraño que ellas me hablen, es tradición que tengan un minuto con cada hermana en todas las reuniones. Temo este momento porque sé que el chisme les ha llegado.
—Queríamos hablar contigo sobre algo que no hemos dejado de escuchar desde nuestra llegada.
—¿Sí?
—Nos han dicho que este fin de semana te has casado.
Y allí está la bomba.
—Queríamos felicitarte por esta decisión, cielo —continúa Celestine, dejándome con la boca abierta—. Nos hace muy feliz saber que aún quedan jovencitas centradas como tú por aquí y que no todas piensan en fiestas y descontrol.
—No sé qué decir.
—Oh, no tienes que decir nada, cariño. Estamos seguras que tu ejemplo servirá para que el resto siente cabeza también.
¿Mi ejemplo? ¿Casarme borracha en Las Vegas con un desconocido?
—Esperamos pronto conocer a tu esposo y ten por seguro que recibirás un regalo de nuestra parte pronto.
—No es necesario, Celestine.
—Tonterías, estamos más que entusiasmadas con tu decisión.
La mujer toma mi mano y sus ojos van a parar de manera automática a mi dedo anular. A mi vacío dedo anular porque no hay ningún anillo que lo adorne.
—Lo enviamos al joyero —miento con velocidad—. Me quedaba un poco grande y no quería perderlo.
—Entiendo, también cuido mi anillo. Se puede reemplazar, pero no se siente igual.
—Sí, ya lo extraño. Tan solo lo llevé unos días, pero me siento vacía sin él. —Sonrío y ellas corresponden mi gesto—. Muchas gracias por sus felicitaciones.
—Tengo una última pregunta para ti, Francine.
—Lo que quiera.
—¿Cuándo te mudas?
—¿Mudarme?
Ahí está lo que tanto temía, me están echando.
—Sí, ¿no quieres vivir con tu esposo? No debes seguir aquí por tus hermanas Kappas, ellas sabrán entender que el amor no puede dejarse de lado.
—Planeo mudarme esta semana.
—¡Oh! ¡Estupendo! Luego dile a Cara que nos informe de tu nuevo domicilio para hacerte llegar nuestro presente. Ha sido un gusto hablar contigo, Francine. Me alegra saber que tomamos la decisión correcta al admitirte.
Se retiran de mi lado tras dedicarme otra sonrisa y me debato si correr al baño para vomitar o beberme todo el alcohol que esté cerca de mí.
No sé qué demonios haré a partir de ahora ni dónde viviré, pero está claro que debo hacerles creer que sigo casada hasta que termine mi último año. No puedo quedarme sin la beca, no puedo perder mi única oportunidad de estudiar.
Y, por todos los santos, no puedo divorciarme de Noah.
¡Hola, hola! ¿Cómo están? Espero que muy, muy bien.
¡Fran no se puede divorciar! ¿Escuchan mis gritos?
¿Qué creen que sucederá ahora? ¿Qué harían en su lugar?
Muchísimas gracias por leer, votar y comentar. Les deseo un hermoso fin de semana.
MUAK!
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