Capítulo 47
NOAH
Fran está en blanco, su mirada está perdida en la nada y sus labios ligeramente separados mientras su ceño se frunce más y más. Me siento como un idiota, ni siquiera sé por qué decidí hacer esta parte frente a uno de los edificios más concurridos del campus, al mediodía y con tanta gente alrededor. Pero lo hice y lo hecho, hecho está, aunque me gustaría que mi esposa me dé una respuesta pronto porque mi rodilla comienza a doler.
—¿Y bien? —me animo a preguntar.
—¿Esto es una broma? —suelta con confusión—. Porque si es una broma de mal gusto, quiero que sepas que estás en la posición perfecta para recibir una patada en los testículos y te la merecerás más que nadie, Noah Wayne.
—¿Por qué esto sería una broma?
—¡No lo sé! —exclama llevándose las manos al cabello—. ¿Tienes idea de lo irreal que es esto mirándolo desde mi lugar?
—Fran, si fuera una broma, no lo haría frente a tanta gente y no seguiría arrodillado con un tremendo dolor de rodilla —contesto entre dientes—. Creo que estoy sobre una roca pequeña y me duele.
—¿Entonces no es broma?
—No, pero tienes un minuto para contestar o tomaré esto como un no y me iré. Avergonzado, claro, pero me iré.
Su expresión cambia al instante y no sé si sentirme aliviado o tenerle miedo. Sus labios se curvan en una bonita sonrisa y da un paso hacia adelante, hacia mí, para luego tomar uno de los anillos que se encuentran en la cajita y observarlo con atención. Ahora es ella la que está jugando conmigo y me lo merezco por haber hecho esto frente a tanta gente.
Fran mira el anillo desde todos los ángulos posibles y quita el que tiene en su dedo anular para luego deslizar el nuevo. Lo observa a la luz y su sonrisa se va acentuando más y más con cada segundo que pasa.
—Me duele la rodilla —le recuerdo.
—Oh, cierto. Lo siento.
—¿Lo siento...?
—Quiero decir, sí.
—¿Sí? —repito como un idiota.
—Sí, acepto cometer otra locura contigo y seguir siendo tu esposa.
No necesito que diga más para ponerme de pie y encerrarla en un fuerte abrazo que la hace reír a carcajadas. Me ha hecho sufrir y he sido un idiota por esperar menos de ella, pero nada de eso importa porque me ha dado la respuesta que buscaba y ahora siento que puedo respirar en paz. El peso sobre mis hombros y el dolor en mi pecho ha desaparecido y se han convertido en una calidez hermosa que se extiende por todo mi cuerpo con cada segundo que paso abrazándola.
—Quiero que sepas que te cobraré muy caro todo este jueguito —susurro en su oreja—. No te alcanzarán las horas del día para pagármelo.
—Eso suena interesante. Dime por favor que estaremos desnudos, al menos de la cintura para abajo.
—No esperaba algo distinto de ti, Fran.
Sus manos tibias acunan mi rostro y cierro los ojos al sentir sus labios sobre los míos. Deposita cortos besos sobre todo mi rostro y me encuentro riendo como un maldito idiota por su inesperada muestra de afecto. Al demonio si todos nos están mirando y están pensando que somos unos locos por elegir este futuro, no me importa nada más que la chica entre mis brazos.
—Te amo, Noah Wayne.
—Te amo, Francine Baker.
—Y no creas que he olvidado que me trataste de idiota recién.
—Lo merecías, no dejabas de decir estupideces.
—Porque estaba sufriendo.
—¡Porque estabas creando escenarios catastróficos!
Es mi turno de besarla para acallar su queja y ella no tarda en devolverme el beso. Nuestros labios se mueven con lentitud sobre los del otro, acariciándolos y guardando este momento para siempre en nuestras memorias.
—Por cierto, Fran —susurro, sin atreverme todavía a soltarla—, entiendo si no quieres ir conmigo a Alemania. Eso no cambiará nada. Sé que quieres pasar tiempo con tu madre y que tienes planes con mi abuelo, no espero que dejes todo eso atrás solo porque cambié el anillo en tu dedo.
—Lo sé y te amo aún más por eso. Eres de los buenos, Noah.
—¿Y eso? —suelto con diversión.
—Los buenos muchachos como tú no presionan, no esperan que las mujeres los sigan al fin del mundo sin discutir. Y descuida, podremos arreglar el tema de Alemania después y ver cómo haremos para hacerlo funcionar.
Es su turno de besarme, aunque es un beso corto porque parece recordar algo y se separa de mí solo para tomar mi mano y sonreírme desde su altura.
—Hay que cambiar tu anillo también, esta baratija ya está empezando a mancharte el dedo.
—Es una baratija muy preciada, no la pierdas.
—Las guardaremos para el futuro.
Con delicadeza, retira el anillo de acero de mi dedo y toma el de oro que compré hace meses para nosotros. Lo desliza hasta que queda en el exacto mismo lugar donde estaba el otro y la felicidad en su rostro parece acentuarse.
—Ahora es oficial.
—Siempre podemos renovar los votos, ¿no crees?
—¡Me encantaría! Además, se lo debemos a nuestras familias.
—Estoy de acuerdo —admito sin dejar de sonreír.
—Por cierto, ¿cuándo compraste estos anillos?
—No es de tu incumbencia.
—¿Cómo que no? Somos oficiales ahora.
—Hace unos meses.
—¿Tanto? —Su voz se llena de asombro y no puedo culparla.
—¿Recuerdas cuando Tony no dejaba de preguntarte por un vibrador?
Asiente con la cabeza.
—Fue en esa época.
—Increíble, no puedo creer que no me lo hayas dicho.
—Era una sorpresa.
—Guardar información también te costará caro.
Rio por lo bajo y me doy cuenta que soy un maldito afortunado. De algunamanera, con idas y venidas, todo ha salido increíble para nosotros y por fin hepodido colocar la alianza que compré en un impulso en su dedo. En ese momentosupe que le quedaría perfecta y ahora puedo comprobarlo. Soy afortunado yoficialmente lo nuestro no es más una mentira. Soy un hombre casado.
FRAN
Estoy embobada con el anillo que ahora adorna mi dedo y también con el que rodea el dedo de mi esposo. Este año ha sido una locura, un sube y baja de emociones que parece no tener fin. No quiero que se acabe, estoy encantada con este frenesí de emociones que siento junto a Noah y la calma que me atraviesa cada vez que miro sus ojos chocolates.
Con él he encontrado la paz que nunca conocí, he vuelto a confiar en los hombres y he descubierto partes y matices de mí que estaban escondidos, pero que se han vuelto muy queridos. Soy mejor a su lado y soy feliz desde que acepté una loca propuesta. Un matrimonio sostenido por una mentira, un final trágico era lo lógico y, sin embargo, no he obtenido más que bienestar.
Estoy absorta en esta nueva realidad, en esta nueva vida que he elegido y puede que por eso no note que alguien se ha acercado a nosotros. Me lleva unos segundos reconocer a Tony y sonrío al escuchar la emoción en su voz y ver la manera en la que agarra su cabeza, como si estuviera presenciando una hermosa locura.
—¡No puedo creer que no me lo hayas dicho, Wayne!
—No sabía que iba a hacerlo.
—Claro, solo saliste de casa con unos anillos y no lo pensaste para nada.
—No sabía que iba a hacerlo de este modo —se corrige Noah.
—¿Ahora podré ser el padrino? Merezco serlo.
—Lo mereces —lo tranquilizo—. Has sido fundamental en nuestra relación.
Su sonrisa se ensancha y no me toma por sorpresa que decida abrazarnos a ambos. No deja de decir lo feliz que está por nosotros y es obvio que está siendo sincero porque Tony apostó por nosotros desde el primer momento. Demonios, tengo que hablar con Milan o se enojará conmigo, y con mucha razón, cuando se entere.
Despego la mirada de los muchachos que me acompañan para mirar más allá, quizás la escena también la ha atraído hasta nosotros o los chismes ya han llegado a sus oídos y se ha acercado. Sin embargo, no es a mi mejor amiga a quien encuentro frente a nosotros, sino a un muchacho que no conozco, pero que desconecta mis neuronas de inmediato.
Por todos los cielos, ¿es real? ¿El muchacho es real?
—Oh, chicos, casi lo olvido. Conozcan a mi nuevo amigo y al mejor escritor de nuestra época —dice Tony, aunque su voz me llega como un murmullo porque me he quedado en blanco por segunda vez en pocos minutos—. Él es Tyler Murphy, ¿recuerdan que les hablé de él?
—Mucho gusto —dice con educación y estrecha la mano de mi esposo—. Felicitaciones por el compromiso.
—Ya estamos casados, de hecho.
—Vaya, ¿no son muy jóvenes? Digo, se están graduando recién.
—Lo somos, pero es una larga historia.
—¿Quieres escucharla? —le pregunta Tony con emoción.
—Claro, mi vuelo no sale hasta la tarde y me estoy muriendo de hambre. ¿Quieren ir por unas hamburguesas? Yo invito, regalo de casamiento.
Doy un pequeño salto cuando una mano se posa sobre mi hombro y me lleva unos segundos comprender que es Noah. Me he quedado embobada y en parte me siento culpable, pero en parte no. Este tal Tyler es precioso y está claro que él lo sabe porque no se movería con tanta seguridad ni hablaría tal y como lo hace si no lo supiera.
—¿Estás bien? —susurra Noah con diversión—. ¿Quieres una servilleta?
Le doy un pequeño empujón que solo lo hace reír.
—Lo lamento.
—No tienes que lamentarlo, lo entiendo.
Los ojos color miel del escritor se posan en mí y siento el calor subir a mis mejillas. ¿Desde cuándo me sonrojo porque un muchacho apuesto me mire? Me siento estúpida y a la misma vez tiene todo el sentido del mundo.
—Tú debes ser Fran, Tony me ha hablado de ustedes.
—Soy Fran, mucho gusto.
—Entonces, ¿vamos por unas hamburguesas? —suelta con una sonrisa que me deja sin respiración.
—Claro, aunque habíamos quedado almorzar con mi mejor amiga también.
—Puede venir, no tengo problema.
—Le mandaré un mensaje.
Encuentro la mano de Noah para volver al mundo real y le sonrío al notar que no ha despegado sus ojos chocolates de mí. Sí, el tal Tyler es apuesto y un sueño, pero no cambiaría por nada en el mundo al gruñón que está a mi lado.
—¿Ya dejaste de serme infiel en tus pensamientos?
—No he hecho tal cosa.
—Ajá.
—¡No lo he hecho!
—Te creo.
—Aún —digo para molestarlo—. Si me das un momento, puedo hacerlo ahora.
—No te daré ningún momento.
—¿Celoso, Wayne?
—Para nada.
—Ajá.
Lleva nuestras manos unidas a sus labios y besa con ternura mis nudillos. Es lo único que necesito para derretirme de ternura, algo que él nota porque su sonrisa se ensancha y me atrae hacia él para rodear mi cintura sin dejar ir nuestras manos. De esa manera, avanzamos detrás de Tony y Tyler hacia la cafetería cercana al campus.
—Tenemos mucho de qué hablar tú y yo.
—Lo sé y tengo que llamar a mi madre.
—Y yo a la mía —acuerda—. Esta vez tenemos que decirles que estamos oficialmente casados.
—Sí, no quiero que se enojen con nosotros por ocultarles información de nuevo.
—Mmm, Fran. Tengo algo más que confesar.
Detengo nuestro andar y le dedico una mirada sospechosa que lo hace reír entre dientes.
—No me gusta cómo suena eso.
—Es algo bueno, lo prometo.
—Déjame decidir eso a mí, ¿sí?
—Bien, tú lo decides. —Toma aire y noto que en verdad se siente culpable por lo que sea que dirá—. Puede que haya comprado dos pasajes a Alemania.
—¿Puede?
—Lo hice —admite con nerviosismo llevando su mano libre hacia su frente para calmar una comezón inexistente—. Compré un pasaje para mí y uno para ti.
—¿Y qué ibas a hacer si decía que no?
—Venderlo.
—Me alegra que lo hayas hecho.
—¿Sí?
—Sí, será nuestra pequeña luna de miel antes de que empieces tus clases.
—¿Eso significa que irás conmigo?
—Por ahora.
Mi respuesta lo tranquiliza y noto la manera en la que se desinfla de estrés. Ya ha dicho todo lo que tenía guardado y me alegra que lo haya hecho porque estamos iniciando una nueva etapa con completa sinceridad. Solo él y yo, casados y con muchos planes por delante.
Por primera vez en mucho tiempo, me permito soñar con los ojos abiertos y todas las imágenes que aparecen en mi mente están llenas de felicidad.
Buenas, buenas. A que no me esperan hoy, ¿eh?
Por pedido de muchas he adelantado el capítulo de mañana a hoy, lo que significa que la próxima actualización será el martes. Con este capítulo de hoy entramos en la recta final y quiero llorar porque no quiero dejarlos ir.
¿Qué les pareció el capítulo? Fran dijo que sí y, para las lectoras de Rose Valley boys, tenemos a nuestro Ty-Ty. ¿Tuvieron alguna parte favorita?
Muchísimas gracias por todo su apoyo y cariño. Les deseo la mejor de las semanas y nos leemos pronto.
MUAK!
P.D.: Cuando termine la historia, no la eliminen de su biblioteca que estaré avisando aquí cuando publique el libro de Tony.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro