Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 43

NOAH

Los exámenes finales son una tortura, mucho más cuando son los últimos antes de la graduación y una nota puede enviar al demonio mis planes. No soy alguien que suele estresarse con las evaluaciones, pero esta vez es diferente porque de ellas depende mi maestría. Ya he perdido la cuenta de los grupos de estudios en los que he participado y ha sido todo un logro para mí porque no me suele agradar las personas y mucho menos estudiar con ellas.

La peor parte, sin dudas, ha sido la locura de ir y venir, dormir poco y morderme las uñas hasta que comenzaron a dolerme. Y en medio de la crisis estudiantil habitual, he perdido la posibilidad de pasar tiempo con Fran y poder ser sincero con ella. Si mi vida es un desastre sin control, la suya lo es aún más con el trabajo ocupando sus tardes.

Este sábado, contrario a lo que debería haber hecho, decidí salir con Tony para disfrutar de una fría cerveza y de los pocos fines de semana que nos quedan viviendo en la misma ciudad. Como no podía ser de otra manera, mi mejor amigo me torturó con el viaje a Alemania y la relación complicada con mi esposa. Ahora, por su culpa, me duele la cabeza y solo quiero dormir.

Me sorprende escuchar ruido saliendo del departamento mientras avanzo por el pasillo y abro con duda la puerta para encontrarme con Fran en el sillón, absorta en una película y vistiendo nada más y nada menos que una de mis camisetas y su ropa interior negra. La imagen es tan tranquila y, sobre todo, tan conocida que no puedo evitar echarme a reír.

Puede que esté un poco ebrio y que haya sido una buena idea viajar en Uber.

—¿Por qué te ríes? —quiere saber mi esposa desde el sillón, deteniendo la película—. ¿Estás ebrio?

—Acabo de tener un déjà vu.

—¿Y estás ebrio?

—Un poquito.

Su sonrisa ilumina la sala en penumbras y la observo ponerse de pie para caminar hacia mí. No me doy cuenta hasta muy tarde que está quitándome la chaqueta y colocándola sobre el perchero. No tarda en volver hacia mí y sostiene mi barbilla con su pequeña mano para obligarme a mirarla.

—Los exámenes no han terminado, no puedes embriagarte.

—No estoy ebrio, solo alegre.

—¿Quieres un café?

—Estoy bien, Fran. De verdad.

—Estás lento.

—Eso no es cierto.

Para probar su punto, golpea mi frente con sus dedos y mi ceño se frunce de inmediato. Mierda, me duele la cabeza.

—Estás lento —repite—. Necesitas café.

—Me vendría bien un ibuprofeno —confieso—. Me duele la cabeza, es culpa de Tony que no me dejó en paz.

—No creo que cerveza y un calmante sean una buena combinación, Noah.

—Bien, ¿puedo tener algo de agua?

—Claro. Ve al sillón, ¿o necesitas ayuda?

—No estoy ebrio.

—Recién dijiste que sí.

—Dije «un poquito» —discuto con buen humor.

—A mí eso me suena como un sí.

—¿Me traes papitas también?

—Estás ebrio, no inválido, Noah. Busca tus propias papitas.

A pesar de sus palabras, acaricia mi mejilla antes de dejarme ir y se contonea camino a la cocina. El alcohol definitivamente tiene que ver con que me quede mirándola embobado y siga cada uno de sus movimientos. En una situación diferente, no estaría comiéndomela con la mirada porque podría sentirse incómoda, pero supongo que mañana será un buen momento para replantearme mi mal comportamiento.

—¿Por qué sigues ahí de pie?

—¿Por qué estás casi desnuda?

—¿Disculpa? —repite con asombro.

—No me quejo, solo quiero saber.

—Estoy cómoda y no creí que fuera a molestarte.

—No me molesta —le aseguro—. Pero, ya sabes, déjà vu.

—No sé de qué demonio estás hablando.

—¿De verdad?

—De verdad.

Camino hacia el sillón cuando noto que está volviendo y me acomodo sobre los cojines para luego soltar un suspiro. Por todos los cielos, podría dormirme aquí y me parecería una excelente idea incluso con la promesa de un feo dolor de cuello a la mañana siguiente.

—Tú y yo hace no mucho estuvimos en una situación similar —le explico recibiendo el vaso de agua helada—, solo que estabas viendo a Christian Grey y teníamos una galleta loca.

—O sea que en tus déjà vu siempre estás intoxicado.

Auch, eso dolió, Francine. Y ya te lo dije, no estoy ebrio.

—Come tus papitas, ¿sí? Te harán bien.

—Sí, esposa mía.

La sonrisa vuelve a aparecer en sus labios y decido quedarme en silencio mientras ella reproduce de nuevo la película. No tenemos un romance erótico frente a nosotros esta vez, pero la situación es tan similar que me produce nostalgia. Queda muy poco para la graduación y para lo que sea que venga después y yo sigo siendo un idiota por no decirle que quiero que se suba a un maldito avión conmigo y viaje a Alemania.

—¿Fran?

—¿Sabes? —me interrumpe, mandando al diablo mi pobre intento—. Los exámenes y toda esta loca situación de la beca me han tenido muy estresada últimamente.

—Es lógico.

—Y ya estoy cansada de sentirme tan tensa.

—Okey... —suelto sin comprender.

—Hagamos que el déjà vu sea realidad, ¿qué opinas?

—¿Esa es tu manera de pedirme que tengamos sexo?

—Así es —admite, sus bonitos ojos fijos en los míos—. ¿Qué opinas?

—Cuenta conmigo.

FRAN

Él me besa primero o yo lo beso primero, no importa y no tiene sentido discutirlo, solo sé que su boca cubre la mía y he extrañado sus labios con locura. Me besa igual que siempre, sin apuro y con esa seguridad que me derrite, aunque también hay algo distinto, algo que los dos tenemos: poco tiempo.

Procuro no pensar en nada, borro todo pensamiento de mi cabeza y me concentro en su tacto y en lo bien que se siente tener su lengua en mi boca. Hemos sido unos idiotas en mantenernos separados, en evadir lo que ambos tanto deseábamos y este momento es la cúspide de todo ese deseo escondido.

Separa sus labios de los míos para llevarlos a mi cuello y dejo caer la cabeza hacia atrás para que tenga un mejor acceso. Cierro los ojos disfrutando el momento y me sostengo con fuerza, aferrada a sus brazos. Su boca recorre mi piel y coloco una mano en su cabeza para obligarlo a mantenerse en el lugar donde está por más tiempo. Noah comprende lo que le estoy pidiendo y es probable que me reclame a mí misma dentro de unas horas, pero en este momento quiero que me deje una marca que me haga recordar esta noche.

—¿Qué tan igual a nuestra primera vez tiene que ser? —susurra en mi oído, su aliento tibio me provoca escalofríos.

—Tanto como podamos aguantar.

Su carcajada acaricia mi piel y eso es lo que me tiene gimiendo en sus brazos. Ese sonido lleno de felicidad y diversión que ablanda mi corazón y me enciende a la misma vez.

Como en una coreografía ensayada mil veces, Noah y yo nos recostamos contra el sillón y nos desprendemos de nuestra ropa interior. Mi mano rodea su miembro con un conocimiento que hace meses no tenía, y su dedo anular se posa sobre ese punto en mi entrepierna que está encendido como un volcán.

Gemimos a la vez, acariciándonos con cariño y lujuria, deseando ir más allá que simples caricias. Recorro su miembro con dificultad, sintiendo mi cuerpo volverse loco por la manera en que estimula mi clítoris. No puedo pensar mucho cuando me toca, mucho menos cuando introduce un dedo en mi interior y me hace ver estrellas como lo está haciendo ahora.

—Noah...

—Ten un poco de paciencia, Francine.

—Vete al demonio.

—Oye, trátame bonito.

—Vete al demonio, por favor.

De nuevo la carcajada y un escalofrío me recorre provocando que mi espalda se arquee ante su tacto. No parece importarle que no esté masturbándolo con el mismo ánimo que él a mí y la verdad es que no podría hacerlo incluso si quisiera. Lo dejo que acabe conmigo, que me enloquezca con sus dedos y me tenga gimiendo su nombre y moviendo mis caderas en busca de más. Le permito que me tumbe sobre el sillón y lleve su lengua a mi sexo para hacerme acabar en su boca.

—Esto no sucedió en nuestra primera vez —lo acuso.

—Lo siento, ¿volvemos a empezar?

Por alguna estúpida razón, siento mis mejillas colorearse y todo tiene sentido para mí. Amo a este hombre y no quiero cambiar nada de nuestra historia. Estoy enamorada de esa sonrisa que no deja ver muy seguido y de esa faceta bromista que tiene durante el sexo.

—Déjame intentarlo a mí esta vez.

—Como quieras, Fran.

Es mi turno de ponerme de rodillas ante él y la imagen que tengo frente a mí es tan caliente que puedo sentirme más húmeda que antes. Me llevo su pene a la boca y disfruto la manera en que se tensa cuando comienzo a recorrerlo de arriba abajo con mi lengua e introduciéndolo más y más en mí. Lo escucho jadear y lo miro desde mi lugar para encontrar la vista más increíble del mundo.

Su cabeza está sobre el respaldo, sus ojos cerrados y está haciendo un esfuerzo enorme para no llevar sus manos a mi cabeza. Sin soltar su miembro, busco con mi mano libre la suya y la coloco en mi cuello logrando lo que ambos tanto deseamos. Mi cabello termina atrapado en su puño y me pide en silencio que vaya más allá.

Acaricio sus testículos y lo masturbo con mis labios hasta que su respiración se vuelve pesada y su cuerpo se endurece. No me detengo cuando suelta mi nombre, como si alguna vez lo hubiese hecho, y sigo hasta que eyacula en mi boca y trago el líquido cálido.

No necesitamos hablar después de eso, nuestras bocas se encuentran a medio camino y estamos de nuevo uno sobre el otro acariciándonos, calentándonos y disfrutando el momento. Nos besamos hasta que Noah vuelve a estar duro y, como en nuestra primera vez, con su ayuda desciendo sobre su miembro erecto. La única diferencia es que esta vez, mientras nos miramos a los ojos y nos movemos a la vez, no somos dos extraños dándonos algo de placer y preguntándonos qué tanto nos arrepentiremos al otro día. No, esta vez somos dos personas que se aman y se necesitan, que tendrán que tomar una decisión pronto, pero que por ahora no pueden pensar en eso.

Me muevo sobre él a un ritmo rápido y firme, mis manos en sus hombros y las suyas en mi cintura para sostenerme. Nuestros labios se rozan al subir y bajar, encontrándose en un beso de pocos segundos que transmite un sinfín de emociones. Tanto ha cambiado en estos meses; yo he cambiado y todo gracias al muchacho de ojos chocolates que me mira con dulzura y al que puedo llamar esposo.

—Noah... —susurro contra su boca—. Yo... yo...

Shhh... —Su boca roza la mía con tanta ternura que me provoca un cosquilleo en los ojos—. Lo sé, Fran. Lo sé y puedes decirlo en otro momento, no es necesario que lo hagas ahora.

—Gracias.

Rodeo su cuello con mis brazos y lo beso con seguridad mientras nos encontramos en una embestida que cierra nuestro momento en un orgasmo. Él sabe que lo amo, eso es lo que quise decirle y que no pude transmitirle porque me resulta una locura toda la situación. Sé que pronto podré decírselo y me alegra saber que tengo junto a mí a alguien que no me presionará por escuchar esas palabras.

«Te amo, Noah Wayne», y si soy lo suficientemente valiente podré agregar otra parte a esa oración.

¡Hola, hola, bellezas! ¿Cómo están? ¿Qué tal su semana?

¿Les gustó el dèjá vu? Apuesto a que sí. Fue divertido escribirlo, ver como pasaron de no conocerse nada a conocerse completamente.

¿Han tenido alguna parte favorita del capítulo?

No puedo creer que ya estemos en la recta final. Esta historia la empecé como un reto personal y aquí están todas y todos ustedes. Gracias, de verdad.

Les deseo un bonito fin de semana y un INCREÍBLE año nuevo. Que el 2022 esté lleno de alegría y amor para ustedes y sus familias.

MUAK!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro