Capítulo 42
FRAN
«No puedes volver a ver a mi nieto. Si lo que quieres es seguir estudiando, Fran, esa es mi condición». Escucho las palabras en mi cabeza como una canción sin fin, las mastico como si salieran de mi boca y veo al hombre frente a mí esperando a que las pronuncie, pero no lo hace.
Bruce Pine luce tranquilo, contrario a mí que soy una bomba a punto de explotar. Estoy nerviosa, las emociones continúan burbujeando dentro de mí y si sigo así, me provocaré una úlcera antes de los veinticinco.
—Lamento mucho que hayas tenido que venir hasta aquí para salvarme, Bruce. Me siento muy avergonzada por haber hecho que Noah te pidiera dinero, me gustaría estar en una mejor posición. De verdad, gracias por todo y yo invitaré este café como muestra de responsabilidad.
—Fran, no es necesario que...
—Le devolveré cada centavo —lo interrumpo porque ahora que ha iniciado el vómito verbal, no puedo detenerlo así como así—. Incluso si me lleva toda la vida, lo haré y con intereses. Me aseguraré de que algo así nunca vuelva a suceder; no me refiero al matrimonio, sino al dinero. Trabajaré para usted día y noche si eso ayuda.
—Noah tenía razón, cuando empiezas a hablar, no hay quién te pare.
Le dedico una sonrisa avergonzada y él ríe al notar mi expresión. Aprovecho para darle una gran probada al pastel de chocolate que pedí porque necesito las calorías y el azúcar.
—No necesito que te esclavices para devolverme el dinero, Fran. Tampoco que trabajes para mí día y noche hasta que no tengas vida, no busco nada de eso.
—¿Y qué busca? —suelto con un hilo de voz.
—Que puedas terminar tus estudios y ser feliz. Te he agarrado cariño, ¿sabes? Ya eres como mi nieta.
—Eso es muy dulce.
—Me encantaría que trabajaras en la posada —continúa—, pero solo si eso es lo que quieres para tu futuro. Olvida el dinero, ¿sí? Finge que no hay un cheque de por medio y decide por ti misma. ¿Qué te gustaría hacer cuando te gradúes?
—Bueno... viajar un poco, aunque está claro que eso no será ya. Supongo que conseguir un buen trabajo.
—Es un buen plan, ¿y qué es un buen trabajo?
¿Por qué me siento en una entrevista de trabajo? Nunca sé qué contestar a eso, no soy buena con preguntas del estilo.
—Que me alcance para vivir y ahorrar un poquito, que tenga un buen horario y mis compañeros me resulten agradables. Por supuesto, tiene que ser en la parte de hotelería.
—Entonces, evalúa tus opciones cuando te gradúes y me avisas, ¿sí? Sin presiones.
Me dedica una mirada tranquilizadora y prueba el café que no hace tanto nos sirvió la camarera. El lugar está casi vacío y tiene la atmósfera necesaria para nuestra conversación.
—Bruce, le prometo que Noah y yo no planeábamos llegar tan lejos cuando iniciamos con esto. Lamento sacar el tema de golpe, pero quería que lo supiera.
—Mi nieto dijo algo similar.
—Es la verdad, pensábamos que nadie nos prestaría atención, que pasaríamos desapercibidos, pero en tanto inició la mentira, teníamos a todos sobre nosotros. Fue quizás una mala idea.
—¿Quizás? —Sonríe con diversión y me recuerda mucho a Noah al hacerlo—. A mí me parece que salió bastante bien para ambos.
—¿A qué se refiere? Ya ve que me quedé sin la beca y ese era mi mayor miedo.
—Me refiero a ustedes dos. ¿Qué piensas de él? No, no... ¿qué sientes por él?
Siento mis mejillas arder en tanto escucho la pregunta y aparto la mirada para que no note el sonrojo tan rápido. No me avergüenza lo que siento por Noah, sino que hablarlo con él es raro por todo lo que está sucediendo. Nunca he confiado en los hombres, mucho menos en hombres mayores porque la vida me ha enseñado que no siempre son buenos. Él es la excepción y creo que todos los hombres de esa familia lo son.
—Lo siento, creo que me he pasado de la raya.
—Está bien. No tiene que disculparse.
—¿Qué tal está tu pastel?
Le sonrío con cariño al notar que quiere cambiar de tema para que me sienta cómoda y eso es todo lo que necesito para sincerarme con él.
—Amo a su nieto. Amo a Noah, lo amo tanto que me parece irreal. Amo su carácter tranquilo y sus manías raras, no puedo imaginarme amando a nadie que no sea él.
—No sabes lo feliz que me hace saberlo.
—¿Y eso por qué?
—Un viejo no puede revelar todos sus secretos, Fran.
Con eso me hace entender que no dirá una palabra más y no me molesta. No dudo de lo que Noah siente por mí, hemos recorrido un largo trecho antes de encontrarnos donde estamos ahora. Es cierto que ninguno de los dos ha confesado sus sentimientos, aunque ambos estamos al tanto de la situación. Yo lo amo, él me ama. Somos tercos y no lo diremos pronto, estoy bien con eso.
NOAH
Para el momento en que Fran llega al departamento, estoy peor que un león enjaulado. Me he pasado toda la tarde dándole vueltas al asunto y deseando que ella no cometa una estupidez. Tanto es mi nerviosismo que no puedo evitar ponerme de pie de inmediato cuando la puerta se abre y noto en su expresión que la he asustado como la mierda porque se ha recostado contra la puerta y tiene una mano sobre su corazón.
—Lo siento.
—Casi te tiro con el bolso, ¿sabes? —se queja, su voz entrecortada—. ¿Por qué me has asustado así? Halloween ya pasó.
—Lo lamento —repito—. Te estaba esperando.
—Para causarme un infarto.
—Eres una exagerada. —Sonrío—. ¿Quieres un poco de agua?
—Quiero un esposo normal.
—Estás pidiendo mucho considerando que no eres normal.
—Lo tomaré como un cumplido. —Suspira al dejar su bolso en el perchero y me dedica una mirada significativa—. ¿Y mi agua?
—Creí que no querías.
—Un pésimo esposo.
Sus labios se curvan en una sonrisa que tiene un efecto espejo en mí porque me encuentro sonriéndole también. Aprovecho que estoy de pie para acercarme a ella y sin dudarlo la abrazo porque he tenido tanto miedo que quiero asegurarme que ella es real y que no me he quedado dormido en el sillón.
—Esto es raro —susurra entre mis brazos segundos antes de corresponder mi muestra de cariño—. ¿Cuál es la ocasión?
—Le ganaste a Celestine.
—Yo no hice nada.
—Claro que sí.
—No, claro que no. —Apoya sus manos en mis antebrazos y con delicadeza rompe el abrazo que nos mantenía unidos—. Yo no hice nada, tú fuiste la mente maestra detrás de todo esto y no sabes cuánto te agradezco.
—No tienes que agradecerme.
—Pero quiero hacerlo, quiero que sepas lo mucho que significa tu ayuda para mí.
Me sorprende cuando acuna mi mejilla con su tibia mano y busca mis ojos con los suyos. No veo más que agradecimiento en su bonita mirada y quiero abrazarla y sostenerla contra mi pecho hasta el final de los días. Quiero besarla de todas las formas posibles y hacerle saber que hay miles de razones por las que lo haría de nuevo, pero que la principal es ella. Quiero que esté aquí conmigo.
—¿Dónde están Tony y Milan? —pregunta, echándose para atrás y cambiando por completo de tema—. Creí que íbamos a celebrar.
—Los mandé a sus dormitorios con la promesa de que les avisaría cuando hayas vuelto.
—¿Y eso por qué? —Entra en la cocina y busca una botella de agua en la heladera—. ¿Por qué no los dejaste esperar aquí?
—Porque tú y yo necesitamos hablar. En privado.
—Oh.
Puedo imaginar todo lo que atraviesa por esa cabecita y sus bonitos ojos me lo demuestran. Está asustada, debajo de su actitud tranquila se esconde la misma chica que no dejó de llorar por días cuando la verdad salió a la luz.
—¿Sabes que tu madre está en tu habitación esperando una respuesta?
—¿Una respuesta? —repite con confusión.
—Quiere saber si vas a irte con ella y yo también quiero saberlo. Necesito saberlo. —Trago en seco antes de continuar—. ¿Lo harás? ¿Volverás a Minnesota como era tu plan inicial?
Niega con lentitud con la cabeza y ese simple movimiento me trae toneladas de tranquilidad. Un peso enorme acaba de desaparecer de mis hombros y pecho, y, de nuevo, la necesidad de abrazarla me invade.
—No me iré, fue una idea desesperada en un momento de terror. No estoy orgullosa de cómo actué, me paralicé ante la situación y dejé que otros arreglaran mis problemas porque estaba muy ocupada ahogándome.
—Es bueno recibir ayuda.
—Lo sé, ahora lo sé y me hace muy feliz saber que tengo a gente maravillosa dándome su apoyo. Sobre todo a ti porque no me cabe dudas de que fuiste el corazón detrás de todo esto, incluso si no quieres llevarte el crédito.
—No necesito llevarme el crédito, solo contacté a gente que te quiere y que no dudó en ayudarte.
Deja el vaso con agua en el lavabo y por fin traza el camino de vuelta a mí. Me he quedado de pie como un idiota esperándola, junto al sillón y sin mover ni un músculo. Fran camina hacia mí y se sienta en el sillón con tranquilidad para luego palmear el cojín invitándome a tomar asiento a su lado. Eso es exactamente lo que hago y lleno de paz, cierro los ojos cuando decide descansar su cabeza en mi hombro.
—¿Qué crees que deberíamos hacer para festejar? Tengo entendido que tu abuelo y Anthony no regresarán hasta mañana a sus casas y convenceré a mi mamá de hacer lo mismo.
—¿Quieres algo tranquilo o un festejo en grande?
—Algo tranquilo, dejemos las fiestas por ahora. —Puedo escuchar el tono divertido en su voz—. ¿Todavía podemos usar la terraza?
—Supongo, nunca la he usado, pero podemos preguntar al portero si hoy está reservada.
—Quiero comer hamburguesas a la parrilla, seguro Tony sabe hacerlas.
—Por supuesto.
—Y compraré un pastel para celebrar que me quedo aquí, en mi lugar... donde pertenezco.
—¿En el sillón? —bromeo.
—En la universidad. Ya sabes, sin universidad no puedo terminar mis estudios y pagarle mi deuda a tu abuelo. Necesito conseguir un buen trabajo.
—Entiendo —murmuro.
—Y sin universidad, no estaría con las mejores personas de mi edad que conozco. Milan me mataría si la abandono y extrañaría la comida de Tony.
—Me estoy empezando a sentir muy abandonado.
Una risita baja llena la sala y sonrío al sentir su mano sobre la mía. Le permito entrelazar nuestros dedos y acaricio con mi pulgar la piel suave de su muñeca.
—A ti te extrañaría más que a nadie, pero no se lo digas a mi mejor amiga.
—Lo prometo.
—Y también prométeme que nunca más me dejaras hacer una estupidez.
—Eso es mucho pedir.
Me da un ligero empujón que solo provoca mi risa.
—Eres un pésimo esposo —me acusa, su mirada gris sobre mí—. Puedes ser muy tierno y todo, pero ¿qué sentido tiene si no me vas a impedir hacer locuras?
—Fran, nunca nadie podría impedirte hacer algo de lo que estás convencida. Me patearías las bolas si intentara detenerte.
—Ese es un buen punto.
—Lo es.
—Bien, entonces promete que, si hago locuras, tú estarás allí para acompañarte.
—Lo prometo.
Acaricio su piel una vez más y su atención se centra en nuestras manos unidas. No dice nada más, no se aleja ni busca un tema de distracción. No se acerca más tampoco, tan solo vuelve a descansar su cabeza sobre mi hombro y suelta un suspiro significativo. Lo peor ha pasado, ahora solo quedan los exámenes finales y la graduación.
Y lo que sea que decidamos hacer ahora con nuestra relación.
¡Hola, hola, gente bonita! ¿Cómo están? Los he extrañado. No saben lo mucho que me gustaría poder actualizar más seguido, pero por ahora no tengo mucho tiempo para escribir.
¿Ustedes, al igual que yo, también extrañaban a Noah y Fran juntos? Ya no cabe dudas de que ambos están súper enamorados.
Quedan pocos capítulos para el final y lo peor ya pasado, ¿qué creen que sucederá ahora?
Este capítulo va dedicado a todas las chicas del grupo de WhatsApp que cada día me apoyan y me hacen reír.
Les deseo una hermosa semana y nos leemos el jueves con un capítulo que sé van a amar.
MUAK!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro