Capítulo 22
Mini-maratón 3/3
FRAN
El frío me araña el rostro y me obliga a parpadear más seguido para que no se me congelen los ojos. Había olvidado lo que era la temperatura de Minnesota, tan helada que te llegaba hasta los huesos y te hacía tiritar incluso bajo el sol. Creo que me he puesto toda mi ropa de abrigo junta y aun así mis pies parecen dos hielos a punto de quebrarse.
Entro a casa con dificultad, entre el viento helado, la nieve y las maletas se me complica caminar. La única luz encendida se encuentra junto al sillón, una vieja lámpara que con mamá encontramos en una venta de garaje; la calefacción no está encendida, pero la pequeña vivienda está cálida.
Arrastro mis bolsos hacia mi habitación, un lugar que solo utilizo durante las vacaciones y que ni siquiera debería llamar del todo mío. Cuando me fui a la universidad mi madre y yo compartíamos un pequeño departamento en el centro del pueblo, mi habitación medía lo mismo que una caja de zapatos y no cabía nada más que mi cama; sin embargo, cuando me mudé y mamá pudo tomar más turnos en el trabajo y aceptar más responsabilidades, ella se trasladó a esta casita que le encanta. Es bonita, aunque casi no tengo recuerdos aquí. Soy como un invitado, solo de paso antes de partir de nuevo.
Escucho la puerta principal abrirse y no dudo en tirar las camisetas que tengo en mis manos sobre la cama y casi correr a su encuentro. Mamá me recibe con los brazos abiertos, tan abrigada como yo al llegar y con copitos de nieve en su cabello rizado. La abrazo con fuerza, me entierro en su pecho y procuro no llorar. La he extrañado tanto.
—Mi niña, mi Francine —solloza contra mi cabello, arrullándome como cuando era una niña.
—Te he extrañado, ma.
—Yo a ti cielo. Discúlpame por no haber ido por ti a la estación de autobuses.
Me echo hacia atrás para mirarla y sonrío entre las lágrimas que no he podido aguantar. No ha cambiado nada desde el verano cuando la vi por última vez, su cabello continúa castaño y alborotado con tantos rizos; su sonrisa, tranquila y su mirada de un cálido color miel. Mi madre es joven, me tuvo siendo una adolescente y podríamos pasar por hermanas considerando lo parecidas que somos. Ella siempre dice que lo único bueno que mi padre le dejó fue a mí y a mis dulces ojos grises.
—¿Qué quieres cenar, mi niña? Debes estar agotada luego del viaje.
—Estoy más congelada que agotada.
—Te has acostumbrado a las temperaturas cálidas, ¿no? —Sonríe y me abraza de lado—. Estoy tan feliz de tenerte aquí, prometo ir cuando las cosas en el trabajo se calmen.
—Irás para mi graduación, eso es suficiente.
—Eres tan buena chica, Francine. Y ahora mismo quiero que me digas cómo es que terminaste casada y yo nunca supe de ese chico.
Suelto un suspiro; sin embargo, pronto vuelvo a sonreír.
—Es una larga historia que se puede resumir en pocas palabras.
—¿Él es bueno contigo?
—Lo es. Noah es estupendo.
—¿Y qué tal es el sexo?
Cierro los ojos con asco y ella ríe con ganas al ver mi expresión. Siempre le ha gustado hacerme sentir incómoda sobre esos temas, yo sé que no tienen nada de malo, pero hablarlos con ella se siente raro.
—Es excelente, es todo lo que diré.
Aplaude feliz por mi respuesta y me arrastra hacia la pequeña cocina para prepararme algo delicioso. Me obliga a sentarme en una de las cuatro sillas y comienza a sacar cosas de la heladera para armarme un banquete. Luce tan feliz y yo estoy tan contenta de poder reunirnos de nuevo.
—¿Y qué me puedes decir de él?
—Es alto, grandote y tan inteligente que nos hace ver tontos al resto. Es un poco malhumorado y dormilón, pero es tan dulce.
—Te escuchas verdaderamente enamorada, hija. Me hace bien saber que has podido encontrar el amor y que nada de lo que yo he pasado ha influido en tu vida.
Mi sonrisa deja de ser real y se vuelve tensa, no sé cómo contestar a eso. Noah me gusta y me agrada, pero como dijo él, no en un sentido romántico. No quiero mentirle a mamá, aunque decirle la verdad no es una opción porque se le escaparía cuando estuviéramos con la familia Pine y todo se iría a la basura.
—Me siento bien. —Es todo lo que digo y parece ser suficiente para ella—. Él te agradará cuando lo conozcas.
—Hablando de eso, mi niña...
Busco su mirada esperando encontrar lo peor y ella lo nota porque se ve avergonzada.
—No puedo darme el lujo de pedir dos semanas de vacaciones, no cuando acaban de ascenderme. Iré a la celebración de Año Nuevo, pero tendré que volver pronto.
—No te preocupes, ma. Lo entiendo y sé que ellos también lo harán.
—Quiero que vayamos juntas por un regalo para ellos, he estado ahorrando un poco desde que me llamaste con la noticia.
—No es necesario.
Le resta importancia con un movimiento de mano y deposita un omelette acompañado de salchichas y tomate frente a mí. Besa mi frente y me abraza soltando un chillido de emoción.
—Quiero ver el anillo.
—Oh, ya veo por qué tanto amor.
—Nunca tuve uno, no seas egoísta.
—No lo has tenido porque tú así lo quisiste.
—Los finales felices no son iguales para todos, hija. Mi final feliz eres tú y no necesito un anillo en el dedo para eso.
Con el corazón tibio por su cariño, le enseño mi mano donde he vuelto a colocar el anillo de la familia Pine. Lo he llevado en un lugar seguro durante todo el viaje en autobús y es probable que vuelva a guardarlo tras esta cena porque no podría vivir conmigo si alguien lo robora o lo perdiera.
—Vaya, eres como Cenicienta.
—Yo no tengo una madrastra mala ni hermanas horribles.
—No, pero has encontrado a tu príncipe azul.
NOAH
Una sonrisa se forma en mi rostro al ver la pantalla y recibo un codazo de Tony junto a una mirada significativa de su parte. Estamos en el auto de mi madre, nos fue a buscar al aeropuerto y ahora no lleva a casa conduciendo con cuidado por las carreteras repletas de hielo.
—Disimula, Wayne.
—No sé de qué hablas.
—No murmuren, chicos —nos regaña mamá con dulzura—. Saben que tienen prohibido cotillear sin incluirme.
—Su hijo está bien pillado, Ana.
—Tony —le advierto.
—¿Qué? Acabas de sonreírle como un tonto a la pantalla.
—¿Es Francine? —quiere saber mi madre de manera automática—. Dile que le envío mucho cariño y que muero por conocerla.
—No es Fran —miento—. Estaba viendo un tweet gracioso.
—Noah Wayne, no te atrevas a mentirle a tu madre. Te llevé nueve meses en el vientre y te crié por dieciocho años, creo que sé cuándo no estás siendo sincero.
Mamá no tiene idea de cuánto le he mentido y cuánto más le mentiré, no puedo sentirme orgulloso de eso. Aprovechando el malestar que siento en el pecho por ser un hijo horrible, le dedico un golpe por lo bajo a Tony por delatarme y vuelvo la atención a mi madre. Nos mira por el espejo retrovisor y me recuerda cuando éramos solo niños y nos llevaba al cine o a las convenciones de comics.
—Fran llegó hace poco a su casa —digo con la mayor naturalidad que puedo reunir—. Extraña la temperatura de Phoenix.
—Ella me extraña a mí.
—Tony, cierra la boca.
—¿Celoso, Wayne? Puede tener un esposo y un amante.
—Te cortaré las bolas.
—Sí, estás celoso. Ternurita.
Blanqueo los ojos porque sé que lo está haciendo solo para molestar y también para hacerle creer a mi mamá que todo está bajo control. Él mejor que nadie comprende lo que significa para mí mentirle a mi familia, Tony sabe que debo guardar las apariencias.
—¿Vendrás a la casa de mis padres con nosotros, Tony?
—Por supuesto, Ana. No me lo perdería por nada, pero papá y yo vamos a hacer un corto viaje a Nueva York antes de ir.
—Oh, él mencionó algo al respecto anoche en la cena.
Mi mejor amigo y yo nos observamos con sorpresa y decidimos que es mejor no decir nada. Su padre y mi madre pasando tiempo juntos no es algo nuevo, son amigos desde que nos mudamos al vecindario; no obstante, su padre y mi madre cenando solos un viernes por la noche sí es algo nuevo.
No tardamos mucho más en llegar a casa y mi mejor amigo se despide de nosotros tras tomar sus maletas y dirigirse a la casa de al lado. Su padre espera por él en la puerta y se acerca a saludarme por unos breves minutos.
Mamá me ayuda a llevar mis cosas a mi antigua habitación y no tarda en ponerse con la cena porque afirma que debo dejar de comer chatarra y recordar lo que es una comida casera hecha por ella. No discuto, por supuesto, porque es la mejor cocinera que conozco.
Me tiro en la cama y miro hacia el techo de mi habitación, estoy cansado y preocupado. Las próximas semanas serán difíciles con tantas mentiras de por medio y ya empiezo a sentirme enfermo. Le mentiré a mi madre, a mi abuela y a mi abuelo. Diré a cada persona que cruce que estoy felizmente casado y que he encontrado a la mujer de mis sueños.
El móvil suena junto a mi cabeza y no tardo en recogerlo para observar el mensaje. Es Fran de nuevo y leerla me hace sonreír.
Mi madre me preguntó si el sexo entre nosotros es bueno.
¿Crees que deba decirle que es el mejor sexo que he tenido en mi vida?
Y aquí estás de nuevo intentando provocarme.
Buen trabajo, Francine.
Lo triste es que hablo en serio.
Quizás deba conseguirme un amante para poder comparar.
Bloqueada.
Oh, lastimé tus sentimientos de macho.
Lo siento, Wayne.
Seguiré pensando en ti esta noche cuando me sienta sola.
Y quizás en Chris Hemsworth también.
Oye, no te juzgo por fantasear con Thor.
Todo el mundo sabe que está buenísimo.
Puedo imaginarla riendo ante mi mensaje y sé que estoy jodido. No debería sonreírle a la pantalla ni esperar el próximo mensaje con ansias. No debería coquetearle por mensaje, o al menos intentarlo a mi manera. No debería querer llamarla en este preciso momento para saber qué tal fue su viaje, cómo está su madre y si ya cenó. No debería querer hacer nada de eso y aun así no puedo quitarme la imagen de su dulce rostro de mi cabeza, tampoco olvidar cómo se siente besarla y, mucho menos, lo bien que nos entendemos en el sexo.
—Hijo, ya está la comida.
—Voy, ma.
—Dile a Francine que le envío mi cariño.
—Se lo diré, mamá.
Dejo el teléfono cargando en la habitación tras desearle buenas noches a Fran y sigo a mi madre hacia la cocina. Ha preparado su deliciosa tarta de pollo y la boca se me hace agua solo de recordar su sabor.
—Le he comprado un regalo a Francine.
—¿Por qué? —pregunto con un bocado a medio camino de mi boca.
—Porque es parte de la familia ahora y quiero que se sienta bienvenida.
—Es probable que ella no pueda regalarles nada, la harás sentir incómoda.
—Se lo daré como un regalo de boda, entonces.
—Mamá, no es necesario.
Me calla con un movimiento de mano y comemos en silencio por unos minutos en los que me delito con la receta. ¿Cuántas tartas podré llevar en el avión?
—También tengo un regalo para ti, creo que te gustará.
—Mamá, no puedes darme los regalos antes de Navidad —le recuerdo con diversión—. Luego te sientes mal por no poner nada bajo el árbol y corres por más cosas.
—¿Quién es el adulto aquí? —Sonríe—. Te daré tantos regalos como quiera.
—Técnicamente soy un adulto.
—En esta casa no, siempre serás un bebé para mí.
—Bien, ¿puedo elegir mi próximo regalo?
—Claro.
—No la llames Francine, no le gusta.
—Entendido, ¿ese será tu regalo?
Asiento y termino la porción en mi plato. Mi madre se apresura a llenarlo de nuevo y me da una caricia en la mejilla antes de seguir comiendo.
—Quiero que se sienta cómoda, sé que esto no será sencillo para ella.
—¿Por qué estás tan seguro, hijo?
—Viene de una familia pequeña, solo ella y su madre. No está acostumbrada a ostentosos regalos bajo el árbol y a tener un catering en una noche normal.
—Se lo haré saber a tus abuelos.
—Gracias, mamá.
—Noah, también queremos que ella se sienta cómoda. Es tu esposa y vamos a recibirla con los brazos abiertos.
No dudo de sus palabras porque sé que mamá tiene facilidad para hacer sentir cómoda a la gente, es profesora de secundaria después de todo y voluntaria en varias organizaciones. Pero tengo miedo de que Fran se sienta intimidada o insultada por llevarla a casa de mis abuelos, ella no ha dejado de quejarse de los niños ricos de la universidad desde el día en que la conocí y mi pequeña familia materna podría ser todo lo que ella odia.
Y de nuevo, sé que no debería importarme tanto su opinión considerando que no tenemos una relación verdadera. También sé lo que eso puede llegar a significar y no quiero que sea real. Menos de seis meses para la graduación, es todo lo que tengo que soportar.
Y aquí está el último capítulo de la mini-maratón. Muchísimas gracias por su apoyo y espero que la hayan disfrutado.
No puedo creer que el martes pasado les haya agradecido por las 5 mil lecturas y hoy superemos las 15 mil. Quizás tenga que pensar a lo grande y prometerles otra mini-maratón a las 50 mil así respiro un poco.
¿Les han gustado los capítulos? ¿Qué esperan de las fiestas en casa de los Pine?
Nos leemos el jueves, gracias por leer.
MUAK!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro