VI
Ánima
Muchos decían, con mala cara e irrespetuosamente, "el anime no enseña nada", "solo te la pasas encerrado. Eres un antisocial", "por ver tus muñecos chinos vas a quedarte solo". Pues pido perdón por decepcionarles, pero yo era antisocial desde mucho antes de conocer el anime.
Desde muy pequeña siempre había evitado hablar con la gente, no me agradaba estar con otras personas, no me gustaba que me miraran, no quería que hablaran de mí. Aún sigo siendo así, pero es más por gusto que por tenerme mala fe, porque yo soy increíble. (Culpen a Grell por hacerme así), pero solo muy pocos tienen el privilegio de conocerme realmente...
Escojo éste espacio para contarles algo más personal, porque, lo que nos decían, y más del 90% de las personas con las que me topé en la vida, no es cierto. Solo vivíamos una discriminación por gustarnos algo diferente a los demás, (qué hay de malo no querer pertenecer a la colmena que es la sociedad) y lo peor es que hoy en día, que el anime está en vigor, somos vistos como objeto para llenar sus bolsillos.
Y quiero contarles el por qué se equivocan con nosotros.
El día que comencé en este mundo, no fue exactamente con Sakura, no fue en el momento que me "enamoré" de un gato llamado Baron, no fue exactamente ese día que me dolía la cabeza, fue cuando empecé porque el anime fuera parte de mi vida como si fuéramos uno solo.
Siempre... me ha costado mucho que me guste algo; soy educada y le veo el lado bueno a todas las cosas, pero pronto las olvido, pronto se esfuman de mis manos, tanto... que pareciera el oasis que con el tiempo se seca y te deja a la deriva con una sed que no puedo saciar.
Llegar a aficionarme a algo debe ser una experiencia muy drástica en mi vida para que suceda... nunca fui amante de leer libros, (confieso que aún no lo soy), no fui amante de siquiera leer mangas, (que es otra de las cosas que se empeñan en decir que si no lo haces, no eres otaku), pero esa sensación que esos ojos borgoña me dejaron, me hipnotizó; no sabía cómo algo que había evitado toda mi vida me gustara tanto. Si dijera que fue una coincidencia, Yuko me diría "las coincidencias no existen, solo existe lo inevitable", já, esa expresión la entiendo ahora, porque a pesar de todo lo que evité, ese cuervo, ese demonio tan precioso que me inspira cada día más, y su niño de trece, me conquistaron el corazón. Y ese personaje rojo más diva que nadie, me enseñó el amor con locura, que gracias a él fue que comencé a leer las grandes obras de Shakespeare. Gracias a Yana Toboso, creadora de ese enriquecedor contenido, aprendí más de la historia de Londres que lo que sé de mi propio país. Aprendí a ser más formal cuando de palabras se trataba, y no de mi manera de hablar, porque mi abuelito y mamá fueron los que me enseñaron a hacerlo, si no en la forma de escribir...
Comencé en un grupo de facebook, aficionados igual que yo, que amamos Kuroshitsuji. Donde leía sus historias, sí, historias hechas por manos novatas que solo querían transmitir sus ideas y sentimientos. Si hoy en día volviera a leer las historias que leí hace años, yo diría "vaya, tiene varios errores ortográficos", "le faltó completar la idea" o a veces "¿y éste de donde salió?", porque me ha pasado últimamente, pero siento que hay más espíritu en ello que de otras obras que he leído. He visto cómo la gente crece por medio de eso, un escrito hecho con personajes de la serie que nos gusta porque queremos verlo en otro rol, con otra actitud, con otros sentimientos, con un final feliz o incluso un final triste.
Ese año 2014 me perdí, pero me perdí de la mejor forma, leí muchas historias escritas por fans; en español, en inglés, en portugués, en francés, incluso en alemán... me di cuenta que este mundo no me alejaba del resto, varios de nosotros éramos iguales, vivimos de este mundo para recrear algo nuevo, y gracias a esto es que pude conocer personas de otros países, su forma de hablar, de pensar y de divertirnos por lo mismo.
Para ser sincera... no sé cómo es que pasé en blanco todo mi 11° grado. Pero lo que sí puedo decirles fue que gracias al anime mi vida comenzó a cambiar.
Cuando empezó el 2013, empezaron a preguntarnos qué íbamos a ser en la vida... ¿Yo?, yo quería estudiar diseño gráfico, pero me di cuenta que realmente no me apasionaba...
La música siempre había sido mi fiel compañera, aunque, a decir verdad, no conocía quién cantaba, no sabía si era buena gente esa persona, prácticamente ni me sabía el nombre de la canción, siempre que me gustara estaba bien para mí, (y la verdad en ese entonces no me gustaban ni las canciones completas, entonces no podía decir que fuera muy fan de la persona que cantara. Soy indiferente ante eso, pero aprecio el trabajo que se le dedica, porque no es sencillo). Mi punto es... que... la idea se fue esfumando como Yuuko en brazos de Teiichi-kun, hasta que en 2014 ya no sabía que hacer de mi vida, pero... cuando comencé a ver anime... cambió esa ilusión.
Las portadas me llaman mucho la atención, si no fuera así no me encontraría con cosas fantásticas, así que, curiosa... oprimí esa portada del video, la portada de una chica de cabello rubio, tocando su violín con alegría, con un sentido de la niñez que persistía incluso siendo ya una adolecente, el gusto de tocar por vivir de tu pasión y no económicamente sino emocionalmente, Kaori... mi inspiración. Esa muñequita particular que me llenó de lágrimas los ojos, que su historia me llegó a abrir las puertas a lo que quería hacer primero que todo. Me adentré en la música gracias a ello, pensando en ese momento que era lo mío, pero tenía que tener cierto nivel para poder entrar a una universidad. Batuta fue una de las mejores experiencias en mi vida, y gracias a series como Shigatsu Kimi no uso y La corda d' oro, fue que entré allí con toda la vitalidad que debí haber sacado hace años; yo con 17 años, apenas empezaba a ver el mundo por mi cuenta.
A pesar que era la más grande (en edad) allí en Batuta, siempre parecía que era la más pequeña como me dijo Paul un día, es que los que vemos anime nos conservamos muy bien; aunque no es cierto, le tomo la palabra en este sentido; porque vivimos el momento, seguimos siendo niños que desgraciadamente nos tenemos que esconder en un mundo que quiere que crezcamos demasiado rápido para consumirnos en la bruma de la contaminación.
Pero esa burbuja que mantenía para mí, para no sacarme de mi propio mundo de confort, explotó cuando el instrumento que quería tocar no tenía cupos. Sé que el violín es muy cotizado, pero no sabía qué tanto. Y sí, lo recuerdo, en las presentaciones habían más violines que cellos... el cello, quién iba a decir que después de que me dijeron que no podía entrar a violín iba a ser el mejor instrumento que tuve el privilegio de sujetar en mis manos... lo extraño, extraño tanto poder tocarlo, pero lastimosamente... no puedo hacerlo, no ahora, pero le agradezco a Keiichi, personaje que tocaba precisamente el cello, que pude disfrutarlo como nunca, pude amar como un amigo ese cello que estuvo conmigo en esos tres años de música, mi querido cello, Victya.
Por eso digo... ¿cómo me pueden decir ahora que el anime no nos enseña nada?, cuando me ha enseñado el mundo, a vivir desde una perspectiva diferente. Solo en esos cuatro años pude ver todo... Kuroko no Basket me dio las ganas de jugar baloncesto; Free!! me dio el incentivo de aprender a nadar mejor; Clannad me enseñó que a pesar de las dificultades, la familia es lo importante, sea la que tienes o la que creas tu mismo; Naruto, que los malos no lo son porque quieran, sino porque los convirtieron o decidieron proteger a los que amaban; Yu-gi-oh!! la perseverancia, Kamikaze Kaito a querer salvar a los demás; Kobato, a cumplir sueños... y Kuroshitsuji, a escribir.
Yo que desde pequeña solo quería encajar en un mundo que no era el mío, encontré el lugar donde me sentía yo misma... sin saberlo.
Y no solo es cosa mía, porque las personas que entrevisté me decían lo mismo; mi hermano mencionó que el anime es chevere, porque tiene sus grandes historias, que da una emoción inexplicable; Angie me dijo que fue un consuelo, pero al mismo tiempo un entretenimiento y Diego me decía que es una forma de expresión, nos puede gustar como a otros no. Cada uno con sus propias palabras que, aunque cortas, expresaban más de lo que se podía decir, porque su actitud, su sonrisa, su modo de expresar su opinión me decía lo que yo quería saber, las respuestas que no sabía que eran parecidas (aunque diferentes) a las mías.
Por eso quiero señalar muy bien lo que me dijo Michel en la entrevista y que es cierto. Si tu no sabes respetar un gusto, cómo vas a aprender a respetarte a ti mismo, si no respetas a los demás.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro