Prólogo
GRACE
Supe que estaba cometiendo una locura en el momento exacto en que anoté mi nombre para participar de este absurdo juego. Es la última noche de mis vacaciones de verano y usé esa excusa para hacer algo que en otro momento no haría. «Casi como una cita a ciegas» dijo el animador y para alguien como yo, una cita a ciegas puede ser una buena oportunidad.
Ni siquiera sé el nombre del muchacho al que le he tocado, pero él sí sabe el mío y esa es una ventaja con la que cuenta. Eso y que puede elegir marcharse cuando me encuentre al otro lado de la cortina. Yo esperaré a que todos se vayan porque es muy temprano para pasar vergüenza.
—Buenas noches —me saluda al pasar con una sonrisa en sus labios.
—Buenas noches. Soy Grace.
—Lo sé, tengo tu nombre.
Me enseña la manzana decorada con mi nombre en gruesas letras negras. Tiene el cabello un poco mojado y el cuello de su camisa también lo cual es lógico ya que acaba de meter su cabeza a un barril lleno de agua para encontrar a su cita de esta noche.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunto y le doy un sorbo a mi copa porque de pronto siento la boca inusualmente seca.
—Es mejor que no lo sepas.
—¿Mi vida está en peligro? —bromeo.
—No.
—Tú sabes el mío.
—Las reglas del juego no dicen que tengo que decirte mi nombre —repone y toma asiento en la silla frente a mí. De alguna manera su respuesta no lo hace lucir como un patán y eso es mucho decir porque está claro que es un mujeriego—. Es mejor dejar el anonimato.
Se estira sobre la silla tapizada y tiene tanta seguridad sobre sí mismo que da asco. Bueno, no del todo porque está bueno y lo sabe. Su sonrisa me lo confirma porque me ha atrapado dándole una buena mirada. ¿Puede culparme? Se anda pavoneando con su camisa mojada y ese culo de infarto.
—Si no me dirás tu nombre, ¿qué se supone que haremos la próxima hora?
—Se me ocurren muchas ideas —murmura y mi piel se eriza de inmediato.
—Vaya, qué fino.
—Oye, Grace. Tú te anotaste en este juego tanto como yo.
—Me prometieron una cita a ciegas, no a un cerdo queriendo sexo en el primer minuto.
—Yo no dije sexo en ningún momento.
—Todo tu rostro y expresión lo dicen por ti.
—Eso es porque tengo encanto, no porque quiera aprovecharme de ti.
—Tranquilo, no te dejaré aprovecharte de mí.
Se encoje de hombros y toma la copa frente a él para darle un sorbo. Nuestras miradas se cruzan mientras bebe y el fuego que encuentro en el café de sus ojos no es normal. ¿Con quién me ha tocado y por qué siento la necesidad de cruzarme de piernas?
—¿A qué te dedicas? —me pregunta, su tono de voz ha cambiado por completo. Ya no hay coqueteo.
—Tengo una librería —miento—. ¿Y tú?
—Soy profesor de literatura. ¿Ya ves? Quizás podamos pasar la siguiente hora hablando como era mi idea inicial.
—Claro, yo soy la de la mente sucia.
—Grace, tienes una librería. Nadie con una mente sana tiene una.
—¿Estás suponiendo que me van los libros eróticos?
—O los que tienen homicidios. Ambos igual de interesantes.
A pesar de que no quiero sonreír, no puedo evitar hacerlo. Él sabe lo que hace y no me sorprende porque alguien como él las ha tenido fácil desde siempre y coquetear debe ser como su súper poder.
Admito que cuando Katherine, mi compañera de trabajo y quien sospecho siempre se burla de mí, me invitó a este bar y me incentivó a participar, tuve cierta curiosidad por verme en una cita después de tanto tiempo. Y cuando este muchacho entró a mi cubículo con toda esa aura de seductor y dejó entrever sus intenciones, pensé en arrancarle la ropa. Pero ahora, me doy cuenta que no es una buena idea.
—¿Quieres algo de cenar? —pregunta.
—Ya comí, gracias. Pero otra copa no me vendría mal.
—¿Más vino? Yo invito.
—Podría pasar a algo más fuerte.
Toca la campana en el centro de la mesa y no tarda en aparecer un camarero. De eso se trata este juego, citas a ciegas entre dos completos desconocidos que quieran consumir mucho alcohol y darles buenas propinas a los empleados del bar. Mi parte feminista me dice que si recibo bebidas gratis es porque el producto soy yo, aunque no me importa porque he pasado tanto tiempo encerrada y dudando de mí que ahora solo quiero pasarla bien. Mi cita parece ser un buen partido para charlar y quizás esté mintiendo sobre su profesión, pero yo también lo he hecho.
—Tráenos dos gin tonic —le pide— y que no dejen de llegar por los próximos veinte minutos.
—Vaya, debes tener un buen sueldo como profesor.
—O estoy intentando impresionarte.
—¿Y cómo va eso?
—No lo sé, ¿cómo va?
—Pregúntamelo al final de nuestra hora.
Suena como una buena respuesta y por la sonrisa que me dedica, él también lo piensa. No soy buena coqueteando, antes lo era, pero antes también pesaba quince kilos menos y me importaba mucho lo que el sexo masculino pensara de mí. Ya no tengo dieciséis años y acabo de romper con mi novio. No quiero impresionarlo y no creo que él me impresione.
Sin embargo, dos copas después y cuarenta minutos más tarde, algo ha pasado. Mi cerebro se ha desconectado o he perdido la poca razón que me quedaba porque el desconocido está con su cabeza entre mis piernas y estoy gimiendo tan bajo como puedo en el cubículo de un bar.
El único consuelo que me queda es que nunca más volveré a verlo y que no sé cuánto tiempo pasará hasta que alguien vuelva a pasar de la segunda base conmigo.
¡Hola, hola! Qué emoción estar por acá de nuevo.
Como verán, el título sigue diciendo "próximamente", pero ya estamos más cerca de tener actualizaciones semanales. Pero como lo prometido es deuda, les he traído el prólogo.
Ya son un clásico estos inicios desastrosos, ¿qué creen que van a encontrar en la tan esperada historia de Tony?
Muchísimas gracias por el apoyo. Nos leemos pronto.
MUAK!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro