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Capítulo 5

TONY

Le enfermera Foster nos mira confundidos al vernos entrar porque, tal como dijo Grace, esta es un área para los estudiantes y ninguno de los dos cumple ese rol; sin embargo, no emite queja al percatarse del aspecto de mi compañera. Le indica que tome asiento en una de las camas y luego le pide que le narre lo que sucedió y le comente qué es lo que siente.

La muchacha debe tener mi edad, se la ve joven y es muy bonita. Tiene un aspecto delicado y femenino, luce como la representación caricaturesca de una enfermera con su uniforme de falda y chaqueta blanca. A mi parecer es poco práctico, pero quién soy para juzgar.

—¿Entonces cómo exactamente limpiaste la herida? —le pregunta con su voz llena de ternura que le debe servir para los estudiantes.

—Usé agua oxigenada.

—¿Y qué más?

—Y agua normal.

—Eso no es suficiente para una mordida, Grace.

—Era lo que estaba a mano —se excusa—. El botiquín del baño de profesores no tiene mucho más.

—Déjame examinarte la pierna, por favor.

Observo a una distancia prudencial como la enfermera evalúa la pantorrila de mi compañera y frunce el ceño. Me he mantenido junto a la puerta para no estorbar, no sé nada de medicina y no creo que mi opinión tenga peso o fundamento como para emitirla. ¿Grace fue una tonta al no venir antes? Sí, pero no tiene sentido decirlo porque el pasado no puede deshacerse.

—Iré por un antibiótico y traeré algunos elementos para desinfectar la herida —le avisa y se aleja de la cama—. Hiciste bien en traerla, Tony.

—No quería que perdiera una pierna.

—No me voy a quedar sin pierna —se queja.

—No lo harás —la tranquiliza—, pero podría haber pasado a mayores.

Mi compañera se ve avergonzada por la reprimenda y suspira cuando la enfermera Foster se retira de la habitación donde estamos. Grace apoya su cabeza contra la almohada y se queda inmóvil mirando el techo, si no fuera por el vaivén de su respiración, creería que pasó a mejor vida.

—¿Quieres un poco de agua? —le ofrezco.

—Estoy bien, gracias.

—¿Necesitas algo?

—Puedes irte si quieres, Tony. Ya conseguiste tu cometido, estoy en la enfermería.

—Prefiero quedarme, si eso está bien para ti.

Se incorpora sobre sus codos y me dedica una mirada llena de confusión que se acentúa debido a la fiebre que azota su cuerpo.

—¿Por qué quieres quedarte?

—Me gustaría ser el que escuche tus últimas palabras —bromeo—, así podré escribir tu biografía.

—No será muy extensa, no hay mucho que contar.

—Siempre se puede buscar bajo las piedras.

—No hay piedras en mi historia.

Vuelve a acostarse y por lo evasiva que ha sido, noto que hay muchas piedras. También las tengo, más de las que me gustaría admitir. A veces desearía que mi vida fuera más sencilla, al menos mi adolescencia. Recuerdo haber envidiado a mi mejor amigo por su funcional y perfecta familia mientras que yo tenía que llegar a una casa vacía y hacer la cena porque mi padre que se rompía la cabeza trabajando para que no me faltara nada y poder pagarme una universidad de calidad. Pero hay cosas que el dinero no puede comprar.

—¿Tony? —murmura.

—Sigo aquí.

—¿Es impresión mía o Rose está tardando demasiado?

—¿Quién es Rose? —pregunto sin entender.

—La enfermera Foster.

—Es que está preparando la motosierra, cortar una pierna no es sencillo.

Noto el movimiento de su pecho que me indica que se ha reído en silencio de mi broma. Otro punto a mi favor, aunque ¿quién los cuenta?

La enfermera vuelve poco después y se encarga de desinfectar como corresponde la pierna de Grace y de envolver la herida con una venda. Sus movimientos son seguros y limpios, está claro que no es su primera vez tratando una situación similar.

—¿Podrías retirarte, Tony? —Me pide amablemente—. Debo ponerle una inyección a Grace.

Los ojos color miel de mi compañera me buscan y noto el pánico que la recorre. ¿Les teme a las agujas?

—Puede quedarse —se apresura a decir.

—¿Segura? —quiero saber.

—Segura.

A pesar de sus palabras, me volteo y centro mi mirada en uno de los carteles sobre prevención del embarazo. Explica la importancia del uso de condones y cómo colocarlos, también habla sobre otros métodos anticonceptivos y las enfermedades de transmisión sexual.

—Listo —anuncia Foster.

Grace está acomodando su falda cuando giro y noto que tiene las mejillas coloradas, no sé si por culpa de la fiebre o por la situación en sí.

—Iré a comentarle a la directora sobre lo que ha ocurrido. Te recomiendo que descanses, Grace. El antibiótico te producirá mucho sueño. —Sus ojos verdes se posan en mí—. ¿Podrías cuidarla en lo que tardo en volver?

Asiento sin dudar y espero a que se retire para acercarme a Grace.

—¿Cómo te sientes?

—Me duele el culo.

—Vaya, hemos atravesado una nueva etapa de confianza. Anotado.

—No hemos atravesado ninguna etapa.

—¿Segura? —Arqueo una ceja.

—Me gusta fingir que no pasó nada entre nosotros.

Auch, dañas mis sentimientos.

—Como si tuvieras —contesta con sorna.

Me siento en el borde de la cama e intento no mirarla con detenimiento para no incomodarla, aunque sigo preocupada por su salud. Luce igual de pálida y sudorosa que hace unos minutos, y no es de sorprender considerando que le acaban de dar su medicación.

—¿Sigues sin querer agua?

—Quiero dormir —murmura.

—Hazlo.

—En mi cama.

—¿Esa es una invitación?

Me da un golpe en la pierna que me hace reír; sin embargo, mi carcajada se acaba al verla cerrar los ojos con fuerza. Por un segundo creo que es por mi culpa, aunque no tardo en entender que se debe a su móvil que ha comenzado a chillar con insistencia.

—¿Quieres que conteste? —me ofrezco.

Niega con la cabeza y tira el teléfono sobre la cama luego de cortar la llamada.

—No creo que sea una buena idea.

—¿Por qué? ¿Era tu madre?

—Mi novio.

Me quedo de piedra al escuchar su respuesta porque ¿qué carajos? ¿Grace tiene novio y nos enrollamos en un bar?

—Mi ex novio —aclara.

—¿Novio dijiste?

—Ex.

—¿Era tu novio cuando...?

Ni siquiera puedo terminar la oración porque una de mis reglas es evitar dramas y este sería uno grande, inmenso.

—¡¿Qué?! Por supuesto que no —contesta ofendida—. ¿Qué clase de persona me crees?

­—Dijiste que era tu novio, disculpa por pensar lo peor.

—Ya habíamos terminado cuando nosotros... —Bufa—. No tiene importancia.

—Sí la tiene.

—Vamos, Tony. Como si nunca te hubieras metido con alguien con pareja.

—No, nunca lo he hecho. Al menos sabiendo.

Chasquea la lengua con absoluta burla y mi ceño se frunce de inmediato.

­—Creo que se te pegó la goma de mascar al paladar.

—Disculpa si me resulta difícil de creer que alguien como tú tenga códigos.

—¿Alguien como yo?

Me pongo de pie de inmediato cuando me dedica una mirada de obviedad porque me está empezando a molestar la manera en la que siempre se refiera a mí. Solo he sido amable con ella, con excepción de nuestro segundo encuentro donde me oculté porque estaba nervioso y quería evitar un drama. Incluso cuando nos conocimos, no le falté el respeto en ningún momento.

—Eres un mujeriego, Tony.

—Y tú una promiscua —ataco.

—¿Disculpa?

—No, no te disculpo ni una mierda, Grace. —Suelto el aire por la nariz—. No sé qué traumas traes de tu adolescencia, pero no te desquites conmigo. Sí, fui popular y el capitán del equipo, el rey del baile de graduación y me gustan las relaciones casuales. ¿Cuál es el problema?

­—No acarreo ningún trauma de mi adolescencia y es terrible que pienses eso. ¿Por qué estoy excedida de peso significa que me hicieron bullying?

—¿Solo tú puedes juzgar? —repongo cruzándome de brazos.

—No estaba juzgándote, solo...

—No has dejado de hacerlo desde el primer día —la interrumpo, harto de su mierda—. Y no lo merezco porque tú abriste las piernas con la misma facilidad que yo metí mi lengua.

—¿Puedes parar? —Suelta entre dientes—. Alguien podría escucharte.

—Qué vergüenza sería para ti que alguien sepa que estuviste con el mujeriego.

—Y tú con la gorda.

Chasqueo la lengua porque nunca he mencionado nada sobre su peso. Sí, no es mi tipo, pero no lo he sacado en ningún momento a la luz.

—La única que tiene problemas con tu peso eres tú, Grace. Y también con mi vida privada.

—Okey, lo siento, ¿sí?

Blanqueo los ojos porque de nada me sirve una disculpa soltada a la ligera.

—Como sea. En tanto venga Foster, me marcho.

Parpadea con rapidez y por un pequeño segundo creo que va a echarse a llorar. No lo hace, claro, sino que vuelve a posar su vista sobre el techo y el silencio invade la habitación una vez más.

Respiro profundo para calmar mi enojo, no me gusta estar de malhumor y tampoco las discusiones. Ella se merece que la ponga en su lugar, por supuesto, solo que quizás no es el mejor momento considerando que tiene fiebre, está adolorida y le han puesto una inyección en el culo.

—Yo... —comienzo y dirijo mi mirada hacia ella.

No digo más porque me lleva poco tiempo darme cuenta que se ha quedado dormida y que no escuchará mi disculpa.

Tomo asiento en la silla dispuesta contra la pared y espero a que la enfermera Foster regrese para poder continuar con mi día. Me tomo el atrevimiento de poner su teléfono en silencio porque no sé cuál será la historia con su novio o su ex, lo que sea, pero ella necesita descansar.

GRACE

Para el momento en que llego a casa, la cabeza me pesa y solo quiero arrastrarme hasta mi cama y dormir profundamente hasta la mañana siguiente. Rose me despertó cuando terminaron las clases y me dio tanta vergüenza que esperé en mi oficina hasta que todos se fueran. Dejé la scooter en el instituto porque me cuesta mantenerme despierta y, en su lugar, tomé un Uber en el que el chofer no dejaba de parlotear.

Suelto mi bolso en el sillón y voy al baño para higienizarme antes de meterme a la cama. No he comida nada desde la mañana y es probable que la mejor idea sea hacerlo, pero para eso tendría que cocinar y no me siento con la energía suficiente. La fiebre ha desaparecido y el dolor en la pierna también, aunque tendré que tomar antibióticos por unos días.

Maldito chihuahua.

Rebusco en mi bolso para dar con mi móvil con la finalidad de dejarlo en mi habitación y evitar tener que caminar con el molesto sonido de la alarma mañana. Me pongo el pijama y miro la pantalla para ver la hora. A penas son las cinco. Y tengo muchas llamadas perdidas de Oliver y varios mensajes de un número desconocido.

¿En qué momento puse el móvil en silencio

No me siento con ánimos de hablar con mi ex, aunque está claro que tendré que hacerlo o pronto lo tendré en mi puerta. Vuelvo a ponerlo con sonido y me decido por los mensajes con los que me llevo una gran sorpresa.

Espero que te sientas mejor, Grace.

Mañana te llevaré sopa, dicen que cura todos los males.

Y lo lamento por la discusión, no fue el momento ni el lugar.

Soy Tony, por cierto.

Mi primera reacción es preguntarme cómo demonios consiguió mi número. La segunda es sonreír con las pocas fuerzas que me quedan porque él es quien debería estar enojado conmigo y no a la inversa.

Gracias por llevarme a la enfermería.

Soy Grace, por cierto.

No espero una respuesta; sin embargo, me asombro al ver los tres puntitos que señalan que está escribiendo.

Sé que eres Grace.

Era una broma, genio.

Veo que te sientes mejor.

Me sigue doliendo el culo.

Y la cabeza.

Pero tienes tus dos piernas.

Nunca estuvieron en peligro.

De nada.

Suelto una risita baja y me dispongo a dormir. Mi cuerpo está adolorido, como si un camión con tres acoplados me hubiese pasado por encima.

No hago más que cerrar los ojos cuando el móvil vuelve a sonar con otro mensaje. Podría dejarlo ahí y ya, solo que no lo hago y veo que es Tony de nuevo.

¿Has cenado?

Foster dijo que tienes que comer para que no te haga mal la medicación.

Lo sé, me dio una lista inmensa.

¿Entonces?

Estoy metiéndome a la cama.

De nuevo con tus invitaciones, Grace.

Idiota.

Aun así, me tiene sonriendo con su respuesta.

Me siento fatal para cocinar.

Mañana será un nuevo día.

Espero la sopa.

Y gracias, de nuevo.

Espero unos minutos por su respuesta y al notar que no llega, cierro los ojos y caigo rendida de nuevo. No sueño, aunque tampoco descanso. Y toda mi paz se agota cuando el timbre comienza a sonar de manera insistente y la peor de las ideas atraviesa mi cabeza.

Que no sea Oliver, por favor.

Me pongo de pie con movimientos lentos y me envuelvo en mi bata porque tengo frío de nuevo. Espero que no sea fiebre y se trate solo del sueño interrumpido. Al llegar a la puerta, espío el pasillo por la mirilla para saber qué esperar. No es Oliver y el descubrimiento me brinda paz, pero quien está del otro lado tampoco me tranquiliza.

¿Quién es ese sujeto?

—¿Quién es? —pregunto con voz temblorosa.

—¿Grace Stuart?

—Así es.

—Tengo un pedido para usted del restaurante Sunshine.

—Yo no he ordenado nada.

—Alguien lo hizo por usted y está pago.

Su respuesta no me tranquiliza, aun así, abro la puerta y le doy una buena mirada al hombre. Lleva una mochila de esas aplicaciones de comida y está con una bolsa del restaurante en la mano esperando que la tome.

—¿Sabe quién la envió?

—No.

—Iré por propina, ya vengo.

No discute y se queda esperando con la bolsa en la mano. ¿Es Oliver intentando pedirme perdón de alguna manera? No lo sé y no me importa, pero la comida me viene bien y Sunshine tiene el menú vegetariano más deliciosa de esta zona.

Le entrego la propina al repartidor y recibo la comida, camino hasta la cocina y rebusco en el interior del paquete para ver de qué se trata. Ensalada caprese.

¿Tony?

No, debe ser una coincidencia.

Con el dolor de cabeza y el hambre que experimento, no me detengo a pensarlo mucho y me llevo el recipiente junto a un tenedor a la cama. Como tan rápido que temo atragantarme y me bebo un gran vaso de agua después. Repito la rutina de lavarme los dientes y para cuando me meto bajo las mantas de nuevo, tengo otro mensaje.

Disfruta la cena.

No sé qué responder por lo que simplemente no lo hago y me quedo dormida en tanto pongo la cabeza contra la almohada. Esta vez sí sueño, unos ojos cafés me persiguen y una sonrisa ladeada que podría bajarme las bragas si tan solo llevara.

La fiebre ha jodido mi mente. Es la única explicación a mi sueño húmedo protagonizado por Tony Rossi. Es la única explicación que encuentro al despertar a la medianoche, sudada y excitada. Y mientras obedezco a mi cuerpo y me provoco un orgasmo que me deje dormir en paz, me recuerdo que por muy atractivo que sea, no es mi tipo. Y yo nunca jamás seré el suyo.

¡Hola, hola, bellezas! ¿Cómo están? ¿Qué tal está tratándolas la vida?

Ayer no subí capítulo porque tuve una migraña y me parece que el próximo lunes no subiré capítulo porque tengo que escribirlo, espero llegar y no tener que dejarlas sin actualización.

Ahora bien, vamos al capítulo. ¿Qué opinan? ¿Qué piensan de Tony y Grace?

Muchísimas gracias por leer, votar y comentar. Gracias por su paciencia y el cariño que le tienen a Tony y, espero, a Grace.

Nos leemos pronto. Les deseo una bellísimas semana.

MUAK!

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