Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 44

GRACE

Estoy sufriendo un severo caso de delirio de persecución. Desde que Tony y yo salimos del metro, siento que todos los ojos están puestos en mí y que cada persona o animal me juzga cuando paso cerca de ellos. Siento que hay cámaras siguiéndome, esperando a que cometa un error y me delate, que arruine mi vida y la de Tony con solo parpadear. Es absurdo, lo sé, pero ¿desde cuándo la mente se comporta de manera racional en casos de estrés?

Quiero salir corriendo, esa es la verdad, aunque también quiero enfrentar esta situación como la adulta que soy y la adulta que se espera que sea para poder llevar adelante este embarazo. He citado a Liam en un bonito restaurante, no muy lejano al establecimiento en donde Tony y su padre tendrán la charla. Ha sido apropósito, claro está, para tener un escape en caso de que lo necesite. No desconfío de Liam, creo que es una persona buena y que podrá entender la situación; sin embargo, su buen comportamiento no es suficiente para reducir mi nerviosismo o aplacar mis sentimientos.

Cada paso que doy para alejarme de Tony y acercarme al restaurante peruano se siente abismal, requiere toda mi energía y me agota de una manera antinatural. Me recuerdo que debo lucir serena, que en mis manos tengo información crucial y que Liam es abogado por lo que podrá ver en mí si no le estoy siendo sincera. No quiero mentirle, pero tampoco sé qué tan honesta puedo ser con él, qué tanto puedo confiar en él. Nos conocemos hace poco, hemos tenido unas pocas citas y ni siquiera podemos decir que tenemos una relación.

«Liam es una buena persona» me digo como un mantra para convencerme de estar haciendo lo correcto, «sabrá entender y guardará el secreto».

Cuando llego a la puerta del restaurante, el aire se me escapa por completo de los pulmones. Diviso sin dificultad su cabello rubio, peinado de una manera que te haría creer que se ha peleado con el secador, pero que es por completo intencional. Su altura lo hace resaltar entre el resto de los peatones, haciéndolo sobresalir unos cuantos centímetros. Trago saliva con dificultad y me obligo a dibujar una sonrisa, algo que me resulta extraño porque nunca tuve problemas para sonreírle.

—Liam —lo llamo y él no tarda en encontrarme con la mirada—, espero que no estés esperándome hace mucho.

—Acabo de llegar —me promete y sonríe de esa manera característica suya: cordial y tranquila—, no te preocupes. Además, tú también has llegado antes.

—Me alegra mucho verte —digo con honestidad.

—A mí igual, comenzaba a preocuparme por ti.

Le sonrío con culpabilidad porque tiene toda la razón en preocuparse. Pasamos de hablar a diario a unos pocos mensajes por semana y es algo que he causado yo. Él siguió escribiéndome, preguntándome sobre mi día y yo no encontraba las palabras para responderle sin que se me notara que estaba perdiendo los nervios.

—Han sido unos días difíciles.

—Sabes que puedes hablar conmigo si lo necesitas, ¿verdad?

Asiento y no puedo contener la necesidad de abrazarlo. Él no duda en corresponder mi gesto y me quedo acurrucada contra su pecho por más tiempo del que debería. El contacto físico no ha sido un problema para nosotros desde la primera cita, pero, de nuevo, al fin y al cabo, solo somos dos personas que salen y disfrutan la compañía del otro. No somos pareja y no sé si este abrazo tan sentido es correcto, aunque tampoco me importa.

—Me alegra que estés aquí —dice y me sonríe desde arriba—. Te echaba de menos.

—Y yo a ti.

No sé qué tan ciertas sean mis palabras, pero es mejor que no contestar. Sí, he pensado en él y puede que lo haya extrañado un poquito; sin embargo, todas las veces que su nombre venía a mi mente era acompañado de un sentimiento de culpa.

—Entremos —le pido—, pongámonos al día.

—Quiero escuchar todo sobre tu viaje a Texas.

—No hay mucho que contar.

Corrección: no hay mucho que quiera contar. No tiene que saber sobre la presencia de mi ex novio allí, la discusión con mi madre, el llanto incontrolable y la pérdida de todo lazo que me uniera a mi familia. Es mejor que no se entere que no lo pensé ni una vez durante todo el fin de semana porque estaba más ocupada en asegurarme que Tony no se sintiera incómodo y, luego, en rearmarme para poder enfrentar la realidad: la posibilidad de un embarazo.

El recepcionista no tarda en acomodarnos en nuestra mesa junto a la ventana donde los menús ya están esperando. Su colega viene rápido a ofrecernos un poco de agua y tarda pocos segundos en volver y llenar nuestros vasos. El servicio es tan atento que me siento en la obligación de abrir el menú y darle una ojeada antes de decir nada.

—¿Qué te apetece comer? —pregunta Liam.

—Algo vegetariano. Últimamente el pescado me hace revolver el estómago.

—Eso es extraño, deberías consultarlo con un médico.

Si tan solo supiera que de extraño no tiene nada y que mi médico ya está al tanto.

Después de pedir recomendación al camarero sobre qué comer, nos quedamos a solos sin interrupciones. Es entonces cuando el silencio nos invade poco a poco y el nerviosismo crece de nuevo en mí. Noto que Liam se siente de la misma manera, es muy probable que se esté replanteando si fue correcto volver a encontrarnos luego de que casi no contestara sus mensajes.

—Texas estuvo bien —suelto demasiado rápido—. Pude reencontrarme con mi padrino y mi prima, también otros familiares que hace mucho no veía.

—¿Tu madre pasó un buen cumpleaños?

—Espero que sí.

Dudo que haya tenido un buen momento luego de que Tony y yo nos marcháramos, pero también conozco a mi madre lo suficiente para saber que escondió sus emociones bajo mil capas y fingió que todo estaba en orden para no arruinar la fiesta. Quizás al final se convenció de que todo estaba bien y se divirtió.

—Fuiste con tu amigo Tony, ¿no?

Asiento.

—Necesitaba un poco de apoyo —confieso—. Mi familia puede ser... complicada.

—No tienes que decir más, lo entiendo. —Sonríe—. Mi familia puede ser así también.

—¿Qué hay de ti? ¿Qué tal estas últimas dos semanas? —pregunto con verdadero interés—. ¿Algún cliente nuevo? ¿Posibilidades de vacaciones?

—Sí, tengo clientes nuevos y no, las vacaciones siguen siendo una utopía.

Ríe a pesar de sus palabras y nos embarcamos en una conversación más relajada sobre sus nuevos clientes y los desafíos que le han presentado. Liam todavía es un junior en la firma en la que trabaja por lo que está compitiendo con dientes y uñas para ganarse un lugar como senior y continuar en la oficina el próximo año. Su trabajo es la definición de infierno para mí con mil responsabilidades, compañeros que quieren cortarte el cuello por tener mejores ideas que ellos y una pequeña oficina en el piso más alto de un edificio céntrico. Por supuesto, su sueldo es diez veces el mío y también tiene sus beneficios como permitirle salir a buscar a su hermano al colegio en medio de la jornada laboral.

La comida llega en el medio de nuestra charla y mientras observo el plato que me recomendó el camarero, no puedo evitar pensar en que ya he alargado mucho la noticia. No puedo ni quiero que él crea que todo está bien ahora, que seguiremos como antes y que lo que sea que compartimos puede tener un futuro. No sin sinceridad, al menos.

—¿Qué sucede? —pregunta con preocupación—. ¿No te gusta tu comida? Podemos pedirte algo distinto.

—No es eso —le aseguro—. Es que mi vida se ha vuelto... complicada y muchas veces los pensamientos me abordan y no puedo controlarlos.

—¿Puedo ayudar en algo?

Niego con la cabeza de inmediato para luego pensármelo bien y asentir.

—¿Es eso un sí? —Sonríe con dulzura.

—Sí, aunque no es tu ayuda lo que necesito, sino más bien tu confianza y discreción.

—Puedes contar conmigo.

Muerdo el interior de mis mejillas con la mirada fija en el plato sin tocar. No sé cómo sacar el tema a colación, no es algo sencillo de decir y mucho menos de adornar con palabras bonitas. Estoy embarazada y voy a seguir adelante con el proceso, todavía no sé qué haré de mi vida y, como si fuera poco, el padre es mi mejor amigo Tony.

—Es un secreto muy importante —digo con seriedad—, es algo que podría arruinarme en las manos equivocadas.

Su ceño se frunce y no lo culpo porque no tiene sentido nada de lo que estoy diciendo.

—¿Tengo que preocuparme?

—No. Solo necesito que guardes el secreto.

—Soy abogado —me recuerda—, guardar secretos es mi trabajo.

—Pero no te pagaré por guardar este.

—No importa, será ad honorem.

Una vez más, guardo silencio intentando encontrar las palabras correctas para explicar mi situación actual sin traumarlo de por vida.

—Puedes confiar en mí —insiste colocando su mano cálida sobre la mía.

—Lo sé.

—Tienes dudas —dice sin titubear.

—Sí —confieso—. No es por ti, es porque lo que tengo para contarte es muy serio y no exagero al decir que podría arruinar mi vida si alguien con malas intenciones se entera.

—Lo entiendo y tengo una idea.

Mi ceño se frunce y él me responde con una sonrisa. Aparta su mano de la mía y busca su teléfono. Lo observo en silencio mientras desliza su dedo por la pantalla y abre carpetas y documentos. No entiendo cuál es su idea, aunque tampoco lo presiono porque todo el tiempo extra me sirve.

—Aquí está —anuncia con una sonrisa—. Un contrato.

—¿Qué cosa? —suelto con confusión.

—Un contrato —repite—. Te lo dije, mi trabajo consiste en guardar secretos y no estoy obligado a delatarte si eres mi cliente. Se llama secreto profesional.

—Quieres ser mi abogado.

—Sí, será un contrato ad honorem y solo servirá para que puedas decirme tu secreto con tranquilidad. No tenemos la obligación de usarlo de verdad y podemos rescindirlo cuando quieras.

—¿Estás seguro? —murmuro.

—Sí, si ayuda a que te sientas más segura, claro que sí.

Por descabellada que parezca su idea, sí me hace sentir más segura. No necesito un abogado, por suerte no tengo grandes problemas que vayan contra la ley; sin embargo, saber que está obligado a guardar silencio es todo lo que necesito para abrirme. Confío en Liam, incluso sin contrato, pero hacerlo legal también ayudará a Tony a estar más tranquilo con el asunto. Y, no lo sé, si algún día la bomba explota, al menos tendré a alguien de mi lado.

—Está bien —accedo—. Dime dónde debo firmar.

No tarda en explicarme el extenso contrato, cada sección y a lo que estoy accediendo al poner mi nombre en cada hoja. Es claro con todo lo que dice y responde a cada una de mis preguntas con sorpresiva paciencia. Para cuando hemos terminado, su comida debe estar tan fría como una heladera, pero a él no parece molestarle y me sonríe de esa manera tan única suya.

—Es un placer hacer negocios con usted, señorita Stuart.

—Gracias —digo con completa sinceridad.

—Lo que sea necesario para hacerte sentir segura.

Le doy un largo trago a mi vaso con agua y me preparo para la conversación que nos está esperando y que no puedo dilatar más. Él merece saber la verdad, tiene derecho a saber lo que está pasando en mi vida y en mi cuerpo para poder decidir si quiere continuar con lo que sea que tengamos o si prefiere seguir su vida sin complicaciones. No lo culparía por elegir la segunda opción; de hecho, quiero alentarlo a que elija su tranquilidad.

—Antes de conocerte, tuve una larga relación con un muchacho que se llama Oliver, ¿lo recuerdas?

Asiente con la cabeza.

—Dijiste que su relación era inestable.

—Así es y me costó mucha energía poder terminar definitivamente con él. Cuando lo hice, una conocida me invitó a un bar para despejar mi mente y me inscribí en un tonto juego de citas a ciegas —le explico intentando no entrar en detalles—. Conocí a un muchacho y con un poco de alcohol en el cuerpo, algo impropio en mí, la situación escaló y terminamos enrollándonos. Nada serio, no pasó de tercera base.

—Okey...

Tomo aire para prepararme para continuar.

—El día siguiente descubrí que ese muchacho era Tony. El nuevo profesor de literatura y mi nuevo compañero de trabajo.

—¿Tony, tu amigo? —duda.

Asiento como respuesta.

—Acordamos hacer como si nada hubiera sucedido y ser profesionales porque nuestros trabajos están atados y no queríamos complicar las cosas. Lo positivo es que logramos sacarlo de nuestros sistemas y nos hicimos amigos, si lo piensas, pasamos casi todo el tiempo juntos y tenemos mucho en común —explico—. Tal y como acordamos, nunca sacamos el tema a la luz y seguimos nuestras vidas sin problemas. Hasta una noche.

—¿Se acostaron? —pregunta sin elevar mucho la voz, lo cual agradezco porque seguimos en un lugar público—. ¿Tú y Tony?

—Así es. De nuevo el alcohol estuvo presente, aunque creo que solo sirvió de excusa para terminar lo que habíamos empezado la noche en que nos conocimos. —Me encojo de hombros—. Lo importante aquí es que de nuevo acordamos que nada pasaría y esta vez sí lo cumplimos. Preferimos nuestra amistad a un poco de diversión. Es importante destacar que esto sucedió antes de conocerte.

—¿Estás intentando decirme que algo pasó en Texas?

Su expresión es de confusión total. Sus ojos verdes se han estrechado y sus cejas están levemente fruncidas.

—¡No! Nada pasó en Texas.

—Eso es un alivio —murmura—. Estaba empezando a preocuparme.

—Tony y yo seguimos siendo solo amigos —aclaro—, pero también somos más que eso.

—Me perdí de nuevo —admite.

Busco en mi mente una forma dulce de confesarle mi embarazo y la verdad es que no encuentro ninguna. La situación es una mierda, no hay manera de endulzarla o ponerle nombres bonitos.

—Estoy embarazada —digo finalmente—. De alguna manera y a pesar de que usamos protección, Tony y yo hemos procreado y estoy esperando un bebé. Después de mucho pensarlo y hablarlo, he decidido que seguiré adelante con el embarazo, aunque todavía no estoy segura si lo daré en adopción o no.

No esperaba una respuesta inmediata por lo que no me sorprende su repentino silencio ni su mirada vidriosa apuntando al más allá. Le he soltado una bomba, algo que muy pocas personas de nuestra edad quieren escuchar y, sin dudas, algo que ninguna cita quiere escuchar al poco tiempo de conocerse. No lo culparía si quisiera levantarse e irse, si eligiera no hablarme de nuevo o, simplemente, hacerme saber que no puede lidiar con esto.

—Por eso es un secreto —pronuncia después de lo que parece una eternidad—, por eso nadie puede saberlo. Perderías tu trabajo.

Asiento en confirmación.

—No diré nada —me promete—. Tu secreto y el de Tony está a salvo conmigo, y no por el contrato que acabas de firmar.

—Lo sé.

—Estás embarazada —dice tan bajo que apenas puedo oírlo—. Eso es guau.

—Lo sé —repito—. Quiero que sepas que de mi parte está todo más que bien si decides que es demasiado para ti y prefieres dejar esto como una linda experiencia. Un embarazo es algo serio.

—¿Puedo pensarlo?

Su mirada está llena de culpa, como si temiera que lo considerara la peor persona del mundo solo por tener dudas.

—Por supuesto. Tómate todo tu tiempo.

—¿Por qué no sabes aún si quieres ser madre?

—No sé si tengo lo necesario —confieso—. Si podré darle lo que necesita y crearle pocos traumas.

—¿No es eso lo que todo padre se pregunta?

Suelto la más leve de las risas.

—Es probable.

De alguna manera terminamos nuestra cena sin sucumbir a la incomodidad, manteniendo una conversación superficial sobre su hermano pequeño y el gato que suele visitarme cada tanto. Él insiste en pagar la cuenta luego de decidir que ninguno quería postre y nos despedimos en la puerta con un abrazo que puede ser un adiós o un hasta luego. No me promete nada al saludarme, tampoco lo hago yo porque no tendría sentido. Su sonrisa es sincera cuando me da la última mirada y la mía también. Caminamos en direcciones opuestas y con cada paso que doy siento que he dejado un peso enorme atrás.

Sí, tengo que solucionar un millón de cosas y ponerle orden a mi mente. Tony y yo todavía nos debemos cien conversaciones incómodas, y eventualmente tendré que hablar con mi madre. Debo hacer investigaciones, leer libros de maternidad e idear una mentira lo suficientemente buena para que nadie dude de mi palabra cuando el embarazo se note y la ropa holgada no sirva para ocultarlo. Mientras tanto, puedo decir que he tachado un casillero de la lista interminable de pendientes.

¡Hola, gente muy bella! ¿Cómo están? ¿Qué tal va su semana y este mes de octubre?

Disculpen mi ausencia, como algunos ya saben, estuve de visita en mi país y mi tiempo libre era nulo, pero la verdad es que la pasé muy bien y estoy muy contenta de haber ido.

Acabo de notar mientras terminaba de escribir el capítulo que Grace necesitará un baby shower (incluso si decide no ser madre), ¿a qué personajes de esta historia y otras historias mías les gustaría ver? (Solo para que sepan, no habrán crossover, es solo hipotético).

Les agradezco de todo corazón por su paciencia y por continuar leyendo esta historia que todavía tiene mucho por decir.

Gracias por leer, votar y comentar.

Les deseo un bellísimo día.

MUAK!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro