Capítulo 43
TONY
No sé cómo enfrentar las charlas incómodas, al menos, no cuando se tratan de mi padre. Él y yo siempre hemos tenido una buena relación, incluso cuando mi madre nos abandonó o cuando tuve mi etapa rebelde. Siempre hemos sido nosotros dos contra el mundo, quizás porque nos llamamos iguales o tal vez porque algo conectó entre nosotros cuando nací y se ha mantenido desde entonces. Sin embargo, las charlas incómodas no son lo nuestro.
¿La charla sobre sexo? Me la dio la madre de Noah. Mi padre no podía comenzar a hilar dos oraciones sin ponerse rojo y sudar como un cerdo, por lo que aprovechó que nuestra muy querida vecina era profesora de biología y me mandó a la casa de al lado para sacarse el peso de encima.
¿Hablar de mi madre? Siempre ha sido un rotundo no, pero de mi parte. Cada vez que él quería decir algo, yo sacaba alguna anécdota estúpida y lo interrumpía para ahorrarnos la incomodidad y, sobre todo, el dolor.
¿Decirme que mi nonno había fallecido? Obligó a mi pobre nonna a que me lo dijera por teléfono porque él tenía miedo de cómo podía tomarlo yo. A decir verdad, no lo culpo por eso, después de todo había fallecido su papá.
A pesar de todo, siempre conseguimos que nuestra relación fluyera y no tuvimos que afrontar charlas incómodas para seguir unidos. Pero la charla de esta noche, la que incluye un embarazado y mi esperma, no puedo evitarla y no puedo llamar a la mamá de Noah o a mi nonna para que me ayuden. Tampoco puedo pedirle a Grace que venga conmigo a la cena, no porque tema la reacción de mi padre, sino porque nos espera otra conversación incómoda después de la primera y se trata de mi madre. No quiero que ella escuche, no quiero que sepa sobre esa parte de mi vida que me ha hecho tanto daño y he decidido borrar por completo, así como ella lo hizo ese día que decidió que mi padre y yo éramos demasiada responsabilidad.
Mientras observo a Grace prepararse para su propia charla incómoda, no puedo evitar pensar qué habrá sentido mi madre cuando se enteró que estaba embarazada de mí. ¿Felicidad o desde entonces ya se sintió atrapada?
—Lo positivo es que estaremos en restaurantes cercanos —dice Grace, mientras termina de arreglar su cabello en el baño de su casa—. Si algo sale mal, nos tendremos el uno para el otro.
—Nada saldrá mal —intento tranquilizarla, aunque no estoy tan seguro—. Mi padre es un hombre tranquilo y Liam... parece buena persona.
—Es buena persona —insiste remarcando el verbo.
No digo nada y ella interpreta mi silencio como lo que es: duda. No puedo decir que Liam sea la reencarnación de Lucifer, aunque eso no significa que no tenga dudas sobre él. Su acercamiento a Grace podría considerarse acoso y sí, ella se ve feliz y dice que la trata bien, pero incluso los asesinos seriales pueden parecer encantadores.
Por supuesto, prefiero guardarme esos comentarios para mí porque lo último que necesitamos es discutir por un muchacho que hoy está, pero podría no estarlo mañana. En lugar de decir algo más, busco una botella de agua en la heladera y me siento en el sofá a esperarla. Acordamos salir juntos, para darnos ánimos y preparar nuestros discursos que ambos muy bien sabemos que olvidaremos llegado el momento.
—Tengo una idea.
—Soy todo oídos, Gracie.
No necesito verla para saber que dibuja una mueca al escuchar su sobrenombre y sé que muchos considerarían parar en mi lugar, darle un respiro con el tema, pero creo que es mejor brindarle una connotación positiva a algo que tanto odia y quizás deje de hacerlo en el futuro.
—Encontrémonos en un punto medio luego de las cenas para poder conversar de lo ocurrido.
—¿Te refieres a un lugar que no sea tu departamento?
Sí, ese es otro tema que todavía tenemos que tratar. He pasado casi todos mis días metido aquí desde que hablamos el domingo en el parque, pero Grace se ha negado a que pase la noche y, luego de la cena, me obliga a volver a mi casa. Dijo que no quería que duerma mal en el sillón y luego me sintiera pésimo en el trabajo. Sin embargo, hoy es sábado y mañana ninguno de los dos tiene que trabajar por lo que sus excusas mueren.
—Pensaba que podríamos volvernos juntos y...
—¿Y podré dormir aquí?
—El sillón es incómodo —repite su ensayado discurso, saliendo del baño ya lista—. No quiero que te duela luego la espalda.
—Estaré bien.
—Además, puede que necesite un lugar donde llorar luego de la cena si las cosas no salen bien con Liam y me gustaría no perder el último gramo de dignidad que me queda contigo.
—La dignidad ya la perdiste hace mucho —bromeo.
Su ceño se frunce y le sonrío para que no decida que matarme es una buena opción.
—Hablaremos del tema de la convivencia luego —me promete y es lo máximo que he obtenido de ella en toda la semana—. Quiero hablar con Liam primero.
—¿Por qué? ¿Piensas mudarte con él?
—¡Claro que no! —chilla—. Solo quiero saber si es de fiar al cien por ciento, no quiero que nos metamos en más líos.
—Es un poco tarde para eso, ¿no crees?
Suspira con cansancio y entiendo que debo dejar el tema por hoy. Así ha sido desde el domingo, temas importantes que empezamos a desarrollar y no llegan a ningún lado. Sé que tenemos tiempo, todavía faltan meses para que la criatura nazca y eso significa que quedan suficientes días para tomar todas las decisiones importantes, pero también sé que el tiempo pasa rápido y pronto estaremos en un hospital con un bebé en camino.
—Tendríamos que salir ahora o se nos hará tarde —anuncia—. No quiero que llegues tarde a la cena con tu padre. No quiero que me odie más de lo que seguro ya lo hará.
—Mi padre no te odiará.
—Yo me odiaría en su lugar —repone.
—Qué bueno que tú eres tú y él es él. —Tomo mi chaqueta del perchero junto a la puerta y le paso la suya para que se abrigue—. De verdad, si mi padre tiene que odiar a alguien, ese sería yo.
—¡Eres su hijo!
—Soy su dolor de cabeza personal.
—No te odiará —me asegura.
—Entonces no hay nada de qué preocuparse.
La verdad es que no me preocupa mi padre, él es un hombre tranquilo y ser abogado de homicidios lo ha preparado para casi todo. Siempre ha esperado que meta la pata por lo que no estará asombrado. Lo que me preocupa es ver la desilusión en su rostro, una emoción que nunca ha demostrado a pesar de lo mucho que lo puse a prueba en mi adolescencia.
Tomamos el metro hasta nuestros destinos, manteniendo conversaciones sin importancia porque la paranoia ha ido aumentando a nuestro alrededor y tememos que, si hablamos del tema en público, alguien lo escuche y nos delate. Las relaciones entre el personal están estrictamente prohibidas, lo supe desde la primera entrevista y, sin embargo, aquí estamos. No quiero perder mi trabajo y tampoco que Grace pierda el suyo. Otra razón de peso para desconfiar de Liam, todo nuestro futuro profesional depende de que él mantenga la boca cerrada.
—Podemos encontrarnos aquí luego de la cena —propone Grace, poco después de salir del subterráneo—. Es el punto medio entre tu restaurante y el mío.
—Me parece bien. ¿A qué hora?
—¿En dos horas?
—De acuerdo, avísame si necesitas adelantar el horario.
—Lo haré —me promete—. Envíale saludos a tu padre de mi parte. O mejor no.
—Le enviaré tus saludos, tranquila.
Asiente con la cabeza y es evidente que sus sentimientos la están torturando. Me gustaría poder tranquilizarla de alguna forma, asegurarle que todo estará bien o encargarme del tema novio personalmente, pero también sé que es algo que ella debe hacer sola. Se ha estado poniendo metas estos últimos días para demostrar, no sé si a mí o a ella misma, que es una adulta funcional y que puede valerse por sí sola. Hablar con Liam es una de sus pruebas de fuego y estoy seguro que no se quemará.
Caminamos en direcciones contrarias y solo doy unos pasos antes de voltear para fijarme que esté bien. Camina rígida, con los brazos pegados al costado del cuerpo y sus pasos son más cortos de lo habitual. Siguiendo su estilo, viste una falda larga, zapatos de bibliotecaria y un sweater que grita otoño, solo que no puede verse bajo su pesado abrigo. Verla alejarse lentamente me produce una rara sensación en el pecho, como si viera alejarse a algo que es tan familiar para mí que podría perderme si no lo encuentro. Siento... añoranza.
Sacudo mi cabeza y continúo con mi propio camino. Todavía faltan unos minutos para las siete, aun así, sé que mi padre ya debe estar en el restaurante esperando por mí. La última vez que lo vi en persona fue para mi cumpleaños, tan solo dos meses atrás, y es aterrador lo distinta que será nuestra conversación esta noche.
Lo encuentro sin dificultad en el restaurante a media capacidad y me acerco a él mientras el aire comienza a agotarse en mis pulmones. Sigue igual que siempre: cabello oscuro teñido de canas blancas; piel, bronceada; ojos, oscuros y una altura que es casi igual que la mía, solo que unos centímetros más bajo. Lleva su uniforme diario, incluso si no está trabajando, y la verdad es que los trajes ya son parte de su personalidad. Verlo de otra manera resulta extraño, incluso para mí que he convivido muchos años con él.
—Hola, pa —lo saludo, envolviéndolo en un abrazo—. Me alegra que estés aquí.
—A mí también hijo. —Besa mi mejilla y me deja ir, esbozando una sonrisa—. Es agradable cenar contigo, deberíamos hacerlo más seguido.
—Deberías tener más días libres —le digo en broma—. Deja los homicidios por un rato y ven a Nueva Jersey más seguido.
—Lo haré —me prometo—. Además, quiero bajar un poco la cantidad de trabajo y disfrutar la vida antes de que sea muy tarde.
Arqueo una ceja.
—Antes de que me vuelva más viejo —aclara.
—Estoy de acuerdo con eso.
El camarero nos interrumpe para entregarnos la carta y poco después regresa para traernos agua. La charla entonces se detiene para poder evaluar las opciones de cena y la normalidad de la situación me transmite algo de tranquilidad. Estoy asustado por ver a mi padre desilusionado de mí, pero, a la misma vez, siento que no lo estará. Todo esto de volverse viejo y de disfrutar la vida, quizás sea el momento perfecto. Tal vez sea abuelo y eso le vuelva a brindar la energía que siente que está perdiendo.
—Pediré el filete —me hace saber—, ¿tú?
—Igual.
Nuestra conversación no se reanuda hasta que el camarero ha tomado nuestra orden e incluso entonces no sé cómo dirigir el rumbo hacia donde quiero. No puedo soltarle la noticia de golpe, necesito tener un poco de delicadeza. Además, me gustaría que haya comido algo antes para que no le sea tan difícil de digerir.
—¿Qué planes tienes para estas Navidades? —me pregunta.
—Ninguno. —Me encojo de hombros—. Noah no vendrá y si bien su familia es increíble, siento que no es correcto estar con ellos si él no lo está.
—Anastasia nos invitó de igual manera. De hecho, ayer hablamos sobre eso en la cena.
La cena. No es la primera vez que dice algo como eso y no sería extraño si no fuera porque la mamá de Noah y mi padre no suelen cenar juntos si no estamos nosotros en la ecuación. Por lo general, luego de la muerte del papá de mi mejor amigo, cuando íbamos de visita en las vacaciones, nuestras familias se unían y cenábamos todos juntos. Charlábamos, nos poníamos al día, veíamos películas o jugábamos a algo que proponía Anastasia. Sin embargo, ya ha pasado un tiempo desde eso y es raro escucharlo hablar de comidas juntos.
—En la cena... —repito.
—Así es.
—¿Y tú qué le dijiste?
—Que lo consultaría contigo primero, eres mi hijo y me gustaría pasar las fiestas contigo.
Yo soy su hijo, ¿y Anastasia qué es?
—Podríamos pasarlas en casa —propongo—. Algo tranquilo, solo tú, yo y...
—¿Y...? —Insiste arqueando una ceja de la misma manera que hice yo antes.
—Y Grace, mi amiga. Está pasando por un momento difícil con su familia y me sentaría mal dejarla sola.
Sin mencionar el hecho de que carga en su vientre a un cúmulo de células que produjimos juntos, y que prefiero tenerla cerca asegurándome que esté bien cuidada y acompañada.
—Suena bien para mí —accede—. Prepararé el cuarto de invitados.
—Aún no lo he hablado con ella —admito—, pero estoy seguro que accederá.
Después de discutir a muerte conmigo, pero lo hará.
—Debería comprar adornos navideños —continúa—, no recuerdo la última vez que tuvimos un pino de Navidad.
Yo sí lo recuerdo, solo prefiero no traer el tema a la mesa. Tendremos suficiente tiempo para hablar de mi madre luego, no es necesario empezar ya mismo.
Mientras el camarero nos trae la entrada de burrata y tomate que hemos pedido, me doy cuenta que no puedo seguir dilatando el tema. Le prometí a Grace dos horas y conociendo a mi padre, no lograré abordar todos los temas que quiero y necesito tocar esta noche si no me apuro. Habrá otras ocasiones, eso está claro, pero necesito cerrar algunos interrogantes hoy.
—Dame tu plato —me pide, ajeno al terremoto que hace temblar todo dentro de mí.
Lo observo servir la mitad de la entrada en mi plato y luego en el suyo, y el recuerdo de nosotros dos solos en casa me invade. Mi padre siempre trabajó mucho, incluso cuando mi madre estaba en la foto, pero también siempre fue un padre presente. Después de que ella se fuera, le costó encontrar un equilibrio entre su trabajo y su rol como padre. Se saltó algunos momentos importantes en la vida de un niño como un acto escolar o la foto para el anuario, aun así, siempre estuvo cada noche e hizo exactamente lo que está haciendo ahora. Sirvió la comida para los dos, primero la mía y luego la suya. Me sonrió a través de la mesa y me preguntó sobre mi día, asegurándose de guardar los detalles importantes en su memoria.
—Pa, necesito decirte algo importante —anuncio con el corazón comprimido.
—Lo que quieras, hijo.
Muerdo mi labio inferior intentando encontrar las mejores palabras para decirlo y noto, con un sabor amargo en la boca, que las mejores son las más directas.
—Voy a ser padre.
La noticia lo deja sin palabras y también congelado en el tiempo. Me mira con el tenedor a medio camino de la boca, los ojos bien abiertos y los músculos de su cara en tensión. No añado nada más, dándole tiempo para procesar las noticias e intentando lucir seguro y no como un niño perdido, a pesar de que me siento un poco así.
—Bueno... —suelta y se aclara la garganta—. Felicitaciones, hijo.
—Todavía no hemos decidido si lo tendremos nosotros o lo daremos en adopción.
Asiente con la cabeza, pensativo.
—Sabes que estás hablando de un bebé y no de una mascota, ¿no?
—Sí.
No me enojan sus palabras porque sé lo que está queriendo decir. He soltado las palabras sobre la adopción con cero tacto, como si fuera una cosa de todos los días y es que no me he permitido pensar en profundidad sobre el tema. Sí, entiendo que hay un bebé creciendo en el vientre de Grace y que debemos tomar decisiones importantes, pero pensar en esa criatura como algo mío, algo propio, me asusta porque no estoy preparado para atravesar esa clase de pérdida.
—Entiendo que es una decisión difícil, pero también es relevante la manera en que comunicamos —dice en modo profesional—. Aun así, eso no es lo importante. ¿Estás bien, hijo?
Asiento como respuesta.
—Me gustaría escucharte.
—Estoy bien —le aseguro—, al menos ahora lo estoy. También estoy asustado.
—Yo también lo estuve. —Sonríe con nostalgia—. Supongo que el tema de la adopción es porque no se trata de una pareja estable.
—Fue algo de una vez —confieso, sin ningún tipo de vergüenza porque es mi padre después de todo—, pero es una persona a la que aprecio mucho.
—¿Grace? —aventura.
No tiene sentido mentirle porque a, el objetivo de esta cena es ser sincero con él y b, es abogado y lo sabrá tarde o temprano.
—Sí.
—Entiendo.
—Todavía estamos procesando la situación, evaluando las posibilidades —le explico—. Tener un hijo no estaba en nuestros planes y tenemos que decidir cuál es el mejor futuro para el bebé.
—Me parece correcto, pero quiero hacerte una pregunta.
De nuevo su tono profesional.
—Dime.
—¿Qué te impide tenerlo?
—¿Además de que tengo veintidós años y recién empiezo mi carrera profesional? —pregunto con obviedad.
—Sí.
—Es mucha responsabilidad, papá. Tú mejor que nadie sabes lo que es criar a un niño y los desafíos que se presentan. Y yo...
Dejo morir las palabras y noto en su mirada que entiende lo que siento, a pesar de que no me atrevo a pronunciarlo. Entiende que temo ser como mi madre y darme cuenta un día que me siento atrapado.
—¿Recuerdas cuando tenías quince años y tuve ese difícil caso de homicidio en Washington?
Lo observo extrañado por el repentino cambio de tema, pero asiento de todas maneras.
—Un caso tan grande y tan mediático, con gente tan poderosa envuelta, también supone buenas ganancias.
—¿Quieres decirme que estudie leyes? Es un poco tarde para eso.
Niega con la cabeza, una pequeña sonrisa tirando de sus labios.
—Quiere decir que mis honorarios fueron importantes, tanto que podría haberlos usado para comprar una nueva casa o dejar de trabajar por unos años —continúa y cada vez estoy más en blanco—. No hice ninguna de las dos.
—No, no lo hiciste.
—Te creé un fideicomiso, para que tu futuro estuviera bien encaminado.
Es mi momento de mirarlo asombrado, en silencio, con los músculos en tensión.
—Estaba esperando a que dijeras que querías hacer una maestría para sacar el tema a colación porque te quiero, pero también te conozco y...
—Y no confiabas en que lo usara de la manera correcta —termino por él.
—Eres joven después de todo.
—¿A qué viene la confesión entonces? He demostrado que no soy muy bueno tomando las decisiones correctas.
Toma mi mano y le da un apretón cariñoso de esos que solo presiden a palabras importantes. No es la primera vez que lo hace, por lo que puedo ver venir lo que dirá a continuación, aunque eso no hace que el impacto sea menor.
—Estoy orgulloso de ti, Tony —dice mirándome a los ojos—. Eres una persona estupenda, un excelente profesional y el mejor hijo que podría tener. Confío en ti y sé que harás las cosas bien. Usa el fideicomiso si así lo consideras, el dinero es tuyo después de todo, pero no dejes que las decisiones de otros nublen tu juicio. Tú no eres como ella ni tampoco eres como yo. Eres mucho que mejor que los dos y no tengo dudas de que serás un excelente padre si así lo deseas.
No lo dudo, alejo mi silla y voy a su encuentro porque puede que tenga veintidós años y esté esperando un hijo, pero ahora mismo solo necesito el abrazo de mi padre.
¡Hola, gente muy bella! ¿Cómo están? Yo estoy enferma una vez más (ya no quiero ser tu mejor guerrera, Dios).
Este capítulo me ha gustado mucho porque es bonito ver la relación de Tony con su papá y saber que Anthony lo apoyará en todo. ¿Ustedes qué opinan? ¿Cuál fue la parte que más les gustó?
Les agradezco por su paciencia y espero que el próximo capítulo llegue pronto. Muchas gracias por leer, votar y comentar.
Les deseo un maravilloso día y una hermosa semana.
MUAK!
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