Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 28

TONY

Hoy desperté con una sensación agridulce, con el sentimiento de que iba a suceder algo que me traería buenas y malas noticias por igual. No soy una persona que suela tener presentimientos ni mucho menos una que les haga caso. No niego que existen casos de individuos que se han salvado de desgracias por seguir esas sensaciones, solo creo que yo no soy uno de esos porque me falta la intuición.

Aun así, he estado todo el día prestando más atención, intentando no ignorar mi entorno y estar atento por si sucede ese algo que me haga reaccionar. Al final del día, me habría sentido como un loco si no fuera porque acaba de llegarme un correo electrónico de la dirección con copia a todo el personal. Aquí está mi noticia, mi presentimiento no era erróneo.

Hay dos puntos positivos. Primero, sigo estando sano, o más o menos. Mi locura momentánea no era por nada grave y de vez en cuando sí tengo buena intuición. Segundo, cambiaron la fecha del baile de Halloween por alerta de tormenta con el fin de evitar lo que sucedió en el baile de bienvenida; eso significa que Grace ahora está libre y no tiene excusas para no acompañarme a la fiesta de Micaela este fin de semana.

Lo malo, muy malo, terrible, es que tengo que ser chaperón en la nueva fecha porque uno de los profesores no se podrá presentar y siempre mandan al muere al nuevo. Sí, yo soy el nuevo. Es una desgracia tener que pasar mi noche de viernes en un baile escolar. De nuevo. Peor aún saber que no será el último.

Me veo obligado a regresar al trabajo luego de la interrupción y a concentrarme en mi labor de docente, a pesar de que me urge ir a buscar a Grace para preguntarle si vio el correo. Claro que lo ha hecho, pero hacerlo sonar como una pregunta es más gentil que exigirle que venga conmigo a la fiesta; ya aprendí la lección. Tendremos que improvisar con su disfraz, aunque seguro encontraremos algo.

Las clases terminan puntuales y me comporto como un adulto responsable que valora su trabajo. Saludo a mis alumnos con buena energía, les recuerdo que mañana tenemos un debate sobre nuestra lectura actual y también me quedo unos minutos más respondiendo dudas sobre trabajos adicionales para ganar créditos extras. Ser adulto es exhaustivo cuando uno solo quiere salir corriendo a chismosear como el resto.

Me retiro del aula diez minutos después del final de la clase y no necesito llamar a Grace para saber dónde encontrarla. La respuesta siempre es y será la biblioteca. Si ganara la lotería, le daría el dinero que necesita para su librería así saldría un poco a disfrutar la vida, aunque, conociéndola, solo cambiaría su obsesión por el trabajo por uno nuevo.

—¡Grace! —la llamo en un susurro alto desde la puerta de la biblioteca—. ¿Dónde estás?

—¡Shh! —me responde como la amargada que es.

Sonrío y sigo su voz por los pasillos hasta encontrarla ordenando los estantes de la sección infantil. Grace nunca lo admitirá, pero le encanta hacer callar a la gente y sospecho que es la razón por la que se convirtió en bibliotecaria.

—¿Por qué has gritado así? —me recrimina nada más verme.

—No he gritado.

—Estamos en la biblioteca —me recuerda con tono obvio y de maestra malhumorada—. Si quieres gritar ve a...

Aprieta los labios mientras piensa.

—¿A dónde? —me burlo.

—A un lugar que no sea una biblioteca —concluye—. A un bar, un gimnasio o simplemente la calle. No lo sé.

—No he gritado —repito—. Susurré alto.

—Ajá.

—¿Comiste algo intoxicado en el almuerzo o por qué de pronto tienes ganas de pelear conmigo?

—No lo sé, tú hiciste el almuerzo. ¿Me diste algo en mal estado o envenenado?

—No te envenené ni te di comida en mal estado, aun así, no escuché un «gracias» de tu parte ni una sola vez.

—¡Sí te lo dije! —exclama.

—¿Quién está levantando la voz ahora?

Me dedica una mirada asesina que me hace reír y termina convirtiéndose en una sonrisa en sus labios. Nunca podría ser una bibliotecaria malhumorada a pesar de que disfrute callar a la gente, es demasiado risueña para eso.

—¿A qué hora terminas? —pregunto.

—No lo sé, cuando finalice con estos libros. No puedo soportar un día más verlos tan desordenados.

—¿Estos libros y cuántos más? —Arqueo una ceja.

—Solo estos, lo juro.

—¿Sabes que son libros infantiles y volverán a estar desordenados mañana?

—Los niños se han comprometido a mantener el orden lo máximo posible.

Claro, seguro cumplirán con su palabra.

—Entonces te daré una mano —me ofrezco.

—No es necesario, Tony. Seguro tienes algo más interesante para hacer.

La hago callar con un gesto de la mano y de nuevo me dedica una sonrisa.

—Acepta ayuda cuando se te ofrece desinteresadamente.

—Entendido.

Ordenamos unos cuantos libros en silencio y me come la ansiedad por hablar lo que de verdad me importa. Como dije, estos libros volverán estar desordenados mañana porque los niños son niños y su concepto de orden no es el mismo que el de una adulta adicta al trabajo.

—¿Viste el correo? —pregunto sin más preámbulos.

—¿Cuál? Hoy el personal perdió mucho tiempo enviando comunicados sin importancia. Hablaron del jardín, de la limpieza de los baños, de la importancia de hacer partícipes a los estudiantes en los eventos...

—El del baile —la interrumpo.

—Ah, sí. —Noto que intenta contener la risa y ya puedo imaginarme sus próximas palabras—. Lo siento mucho por ti.

—Yo también lo siento mucho por mí —digo con sinceridad— y con todos los alumnos que no podrán verme como Venom porque es un disfraz que va contra las normal del colegio.

—Sobrevivirán.

—Tendré que buscar otro disfraz. Lo haré esta tarde así ya me saco ese dolor de cabeza de encima.

Sip, es una buena idea.

—Y tú también deberías hacerlo.

—¿Yo? —suelta sin entender—. ¿Cuál es el problema de mi disfraz de Blanca Nieves?

—¿Irás como Blanca Nieves?

Asiente con la cabeza.

—¿Llevarás enanos? —Sonrío con diversión—. ¿Convenciste a siete niños de ser tus acompañantes? ¿Les prometiste golosinas?

—No hagas preguntas estúpidas —me regaña.

Me río por su tono de mamá indignada y acomodo una saga de libros sobre un ratoncito detective antes de soltar la bomba. Tengo que darle tiempo para que la explosión no la asuste y no terminemos en el baño: ella vomitando y yo sosteniendo su cabello de nuevo.

—Necesitarás otro disfraz para ir conmigo a la fiesta —aclaro—. Bueno, puedes ir de Blanca Nieves si quieres y te conseguiremos siete enanos.

Oh.

—Serán de juguete —le prometo.

Asiente con la cabeza y no dice nada más. Se concentra en los libros frente a nosotros y si no pasara casi todos mis días con ella, si no la conociera bien diría que está nerviosa. Pero la conozco y paso cinco o seis días a la semana con ella y el día restante nos comunicamos por mensaje. Es por eso que sé que hay algo no me está diciendo. Algo que cree que me molestará y es muy probable que lo haga porque ella también me conoce bien a mí.

—¿Qué? —suelto sin más.

—Nada —chilla.

—No me mientas o pondré un laxante en tu comida.

—Eres un psicópata —me acusa—. Te doy mi confianza y me amenazas con ponerme un laxante.

—Grace. —Alargo la «a» de su nombre como advertencia.

Cierra sus ojos y por unos segundos creo que no va a contestar. Se la ve contrariada, como si de verdad detestara lo que está a punto de decir y eso me asusta.

—No puedo ir a la fiesta contigo —susurra.

—¿Cómo?

La verdadera pregunta es por qué, aunque no me animo a verbalizarla.

—No puedo ir a la fiesta contigo —repite más alto—. Lo siento.

—Dijiste que irías conmigo si no fuera por el baile —le recuerdo—. El baile se movió una semana.

—Lo sé y lo siento.

—Grace, si esto es porque no te gustan las fiestas, te juro que la pasarás bien. Mis amigos son agradables y estarás conmigo. Ya hemos hablado de esto, te haría bien salir un poco más —digo con un nudo en la garganta porque odio presionarla—. Tienes 23 años, ahora es el momento de disfrutar y me ofrezco como tu animador personal.

—Lo sé.

—¿Entonces?

Rehúye mi mirada y me digo que no tengo que enojarme. No todos son extrovertidos ni disfrutan las fiestas. De hecho, no me importa una mierda la fiesta, solo quiero que conozca a mis amigos. Noah estará cerca por un fin de semana antes de volver a Alemania por quién sabe cuánto tiempo. Es la oportunidad perfecta y no sé cuándo se presentará de nuevo. No sería tan insistente si no fuera por ello.

—Tengo una cita —suelta de pronto.

—¿Qué?

Parpadeo confundido como si hacerlo pudiera despejar mi mente y ayudarme a entenderla. ¿Tiene una qué? ¿Con quién?

—No me hagas repetirlo, por favor.

—Dime que no has vuelto con Oliver —le ruego.

La mera idea de que haya regresado con su ex me revuelve el estómago. Ella merece mucho más que un idiota que se acuerde a veces que tiene novia y que viva para generarle dudas.

—No, no es con Oliver.

Qué alivio.

—Tengo una cita con Liam.

A la mierda el alivio.

—Liam —digo con sorpresa.

—¿Por qué lo dices así? —Frunce el ceño—. ¿Crees que alguien como él no puede estar interesado en alguien como yo?

—Está claro que está interesado y por eso te invitó a salir el año pasado y asumo que ahora también.

—Entonces, ¿por qué suenas tan sorprendido? —demanda.

¿Por qué de pronto ella está enojada conmigo cuando no soy yo quien la está dejando plantada por otro?

—¿Qué pasó con no salir con familiares de alumnos?

Se encoge de hombros.

—Ninguno es mi alumno. Soy bibliotecaria.

Tiene razón, pero, aun así, suena tan soberbia.

—¿Hace cuánto sabes que el baile cambiaría de fecha? —digo con sospecha.

—Desde hace una hora, cuando llegó el correo —contesta sin comprender mi duda.

—¿Cómo demonios es que tienes una cita con Liam el acosador? ¿Ibas a faltar al baile por él, pero no por mí?

—No lo llames así.

—¡Grace!

—¡Deja ya de decir así mi nombre! —se queja—. Me invitó a salir hace unos minutos y le dije que sí porque eres tú el que no deja de insistir con que tengo que vivir mi vida y decidí seguir tu consejo. No creí que te fuera a molestar.

—No me molesta.

—¡Pues díselo a tu cara!

Respiro profundo para no continuar con esta discusión que claramente no irá a ningún lado.

—Quería que conocieras a mis amigos —digo sin más.

—Todavía puedo conocerlos.

—¿Cómo? ¿Cuándo lo harás si Noah regresa el domingo a Alemania? ¿Irás al aeropuerto y te presentarás?

Noto que traga saliva con incomodidad y decido dejar el tema allí. No tiene sentido hablar sobre el tema si ya ha tomado una decisión por si sola.

—Tengo que irme —anuncio sin ánimos—. Debo retirar mi disfraz.

—Tony —me llama casi rogando.

—Hasta mañana.

Dejo los libros en el carrito y me obligo a sonreírle a modo de saludo a pesar de que mostrarme amable es lo último que quiero. Me retiro de la biblioteca sin decir más nada e intentado ignorar el nudo de emociones en mi pecho. Grace tiene razón en algo: me molesta que salga con Liam por ciento de razones que no termino de comprender, pero sobre todo porque decidió seguir mi consejo de disfrutar su juventud el único día que de verdad quería que me acompañara.

El presentimiento de esta mañana era real, aunque cometí un error: al final las noticias negativas superaron a las positivas.

¡Hola, hola, gente linda! ¿Cómo están? ¿Qué tal va su semana?

Tenía muchas ganas de escribir este capítulo y finalmente llegó el momento de compartirlo con ustedes. Ya quiero escribir el próximo, y el que le sigue y todos los demás.

Muchas gracias por toda su enorme paciencia y por su apoyo. Me hace muy feliz leer sus comentarios y saber que la historia les está gustando. Díganme, ¿qué opinan de Tony y su reacción? ¿Su malestar es solo porque Grace no conocerá a sus mejores amigos?

Les deseo un bellísimo día y una hermosa semana.

Nos leemos pronto.

MUAK!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro