Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11

TONY

Libero de inmediato al ex novio de Grace y doy un paso hacia atrás cuando se vuelve para darme la cara. No retrocedo por miedo, este muchacho no podría asustarme ni dormido, sino porque quien sí da miedo es mi compañera de trabajo que luce enfurecida y con ganas de matar a alguien. No quiero ser quien acabe en la morgue y, como si fuera poco, tampoco quiero molestarla después de lo que pasó anoche. Dudo que ponerme terco y seguir forcejando con su ex le ayude a recuperarse.

Dos pares de ojos llenos de molestia se posan sobre mí. El tal Oliver se ve aún más inestable que cuando le abrí la puerta y eso no me brinda tranquilidad. Grace, por su parte, también luce confundida.

—¿Alguno de los dos me dirá qué está sucediendo? —exige con el ceño fruncido.

—Esta bestia me ha atacado —chilla el ex.

Carraspeo para ocultar una carcajada y, de nuevo, recibo la mirada furiosa de Grace.

—Yo no te he atacado —me defiendo manteniéndome cerca de él en caso de que sea necesario sacarlo a rastras—. Tú me has empujado y yo me he defendido. ¿Desde cuándo eso me convierte en una bestia? Tal vez deberías verte en el espejo y analizar tus actos.

—Yo no te he empujado —miente con descaro—. Grace, por favor, ¿le crees a este inadaptado?

—Cuidado con tus palabras —le advierto cansado de su agresividad.

—¿O qué?

—¡Basta! —exclama mi compañera, claramente agotada—. Me importa muy poco su pelea fálica y no podría interesarme menos quién la tiene más grande. Quiero saber qué ha sucedido.

Un denso silencio nos invade cuando ninguno de los dos emite palabra. No creo que sea adecuado intervenir mucho en esta conversación dado que no conozco al muchacho y tampoco sé qué sucedió con la relación de estos dos. Sí entiendo que es importante hacerle saber que no voy por ahí inmovilizando gente, sobre todo porque esta es su casa y no he actuado de la mejor manera. ¿Me equivoqué al mentirle al tal Oliver sobre el paradero de Grace? No, él luce peligroso en este momento. ¿Debería haber cerrado la puerta y ya? Es probable.

Un rápido vistazo por el rabillo del ojo me muestra al bajito apartando la mirada y arreglándose la ropa. Él no va a hablar y lo prefiero de esa manera. Recién lo conozco y ya me parece un pesado. ¿Qué demonios le vio Grace?

—Oliver llegó muy nervioso y exigió verte —digo sin más, no es necesario darle vueltas al asunto ni decorarlo—. Le dije que no estabas. Se puso todavía más nervioso y me agredió. Solo estaba defendiéndome.

—Quería pasar a verte —se escuda el susodicho—. Y él estaba negándome ese derecho.

—¿Derecho? —repito con confusión.

—Ella es mi novia, tengo derecho a verla cuando me apetezca.

—Hombre, me parece que te quedaste en el pasado. —Rio por lo bajo.

—Tony —me advierte Grace y me dedica otra mirada gélida—. Es mejor que no opines sobre esto.

Elevo las manos en son de paz, aunque no estoy del todo de acuerdo con sus palabras. Alguien tiene que poner en su lugar a este idiota.

—¿Quién es él? —le exige Oliver.

—No es de tu incumbencia —responde Grace con cansancio y se masajea la sien derecha—. Y tú y yo no somos novios. Hace semanas dejamos de serlo.

—Nuestra relación es así —le dice y da un paso al frente—. Vamos y volvemos, eso no me hace quererte menos.

—Esta vez no volvimos. Y aunque lo hubiéramos hecho, no puedes venir a mi casa y atacar a mis invitados. —Suspira—. No puedes seguir haciendo esto, Oliver.

—Grace, cielo, déjame explicarte...

Mi compañera levanta una mano, haciéndolo callar y, de nuevo, se masajea la sien. Es obvio que sigue sintiéndose mal y la presencia del idiota no hace más que aumentar su malestar. Debería ir a ver a un médico y no soportar a un bajito nervioso que demanda respuestas de manera violenta.

—Grace, creo que deberías volver a la cama —le aconsejo, a sabiendas que mis palabras pueden ser malinterpretadas.

—¿Qué? —chilla su ex, volviéndose hacia mí.

Mi sexto sentido me dice que está a punto de saltarme al cuello y, si lo hace, no solo me defenderé inmovilizándolo, sino que le daré un puñetazo. Tiendo a ser paciente y tranquilo; pese al deporte que he practicado toda mi vida y a la mala fama alrededor de él, nunca me he metido en peleas. Eso, sin embargo, no quiere decir que no sepa defenderme y que no lo haré si el ex de Grace pierde la cabeza.

—Tony... —susurra mi compañera, claramente agotada. Parece dudar antes de seguir hablando—, creo que es mejor que te vayas.

—¿Qué?

—Eso, mejor vete.

—Cállate —le ordeno al idiota.

Mis ojos se dirigen a Grace y ella evita mi mirada por unos segundos, pero finalmente me da la cara. Sus ojos color miel transmiten arrepentimiento y duda. No está echándome de mal modo, solo que no me sienta bien dejarla con Oliver en su estado. El tipo es violento, molesto y nervioso. Una combinación que no me brinda ni una pizca de paz. No dudo que ella pueda defenderse sola, es más que obvio que tiene lo necesario para poner a cualquiera en su lugar. Aun así, se siente mal y debería descansar y no escuchar a un idiota exigente.

—Estaré bien —me asegura—. No tienes que preocuparte.

—No me preocupo por él...

—Estaré bien —repite, interrumpiéndome—. Gracias por lo de anoche y por hoy.

El muchacho a mi lado arquea una ceja, su cerebro debe estar quemándose intentando entender qué es lo que Grace me agradece. Por lo poco que sabe, entre ella y yo sucede algo. No podría estar más equivocado, aunque prefiero que siga creyéndolo.

—Avísame si necesitas algo —digo con poca seguridad.

No me apetece irme, de verdad. Dejarla con él me parece una pésima idea.

—Lo haré.

Para nada convencido y con un nudo en el pecho de pura preocupación, busco con la mirada mis pertenencias. En la mesa ratona del living encuentro sin dificultad mi móvil, billetera y llaves. Las tomo en silencio, sintiendo el peso de la situación a mi alrededor. El ambiente es denso, lo que no hace más que acrecentar mi malestar ante la idea de irme.

Grace quiere que me vaya.

No tiene sentido discutir.

—Tony —me llama cuando me dirijo hacia la puerta.

—¿Sí?

Ojalá haya cambiado de parecer.

—Tu camisa.

—¿Eh?

—Estás medio desnudo, cerdo —me aclara Oliver.

Respiro profundo para no caer en la violencia y busco mi camisa al recordar que estoy sin nada de las caderas para arriba. La lavé anoche luego de limpiar todo el vómito y recuerdo haberla colgado en una silla.

De nuevo, dos pares de ojos se clavan en mí y siguen cada uno de mis movimientos. La situación es incómoda como la mierda, pero es lo que Grace quiere.

—Nos vemos el lunes —la saludo tras terminar de vestirme.

—Nos vemos.

Oliver bufa al escucharnos. Cierro los ojos al pasar a su lado para no tener malos pensamientos ni actuar preso de los impulsos. Requiere toda mi fuerza de voluntad salir y no mirar hacia atrás.

«Es lo que Grace quiere» me repito con cada paso que doy y con cada metro que me alejo de su departamento. Después de todo, ella y yo solo somos algo así como amigos. No tengo ni voz ni voto en sus relaciones, pasadas o presentes. Si ella eligió a ese cavernícola y quiere volver a hacerlo, no me interesa.

Para despejar mi mente de la situación, camino hacia casa. Es lejos, podría tomarme un autobús y ya. Me vendría bien llegar pronto a mi departamento y acostarme a dormir. Pero me conozco, sé que no podré hacerlo porque mi cerebro no dejará de repasar la situación y nadie me sacará la preocupación.

Busco mi teléfono casi con desespero y llamo a la única persona que sé que podrá distraerme y hacerme sentir mejor. Mi mejor amiga Fran.

Hola, Tony —dice nada más contestar—. Es raro que llames, por lo general mandas mensajes o esos audios aburridos de cinco minutos que tanto te gustan. ¿Estás bien?

—Estoy bien —la tranquilizo—. Solo necesito una amiga.

Ja, quién hubiese dicho que el mujeriego de la universidad iba a necesitar una amiga.

—Siempre tuve amigas —le recuerdo con diversión.

Si te acuestas con ellas, no vale.

—Siempre tuve amigas —insisto.

Ajá.

Así sin más, logra que mi mente se aparte de donde no debe estar y me acompaña todo el camino recordando el año pasado cuando nos conocimos realmente, cuando se casó ebria con mi mejor amigo en Las Vegas. Me hace reír y no se queja en ningún momento para decirme que estoy llamándola en medio de su horario laboral.

Para cuando llego a mi piso, el nudo en mi pecho ha desaparecido y logro lo que parecía imposible: me duermo hasta que alguien golpea mi puerta muchas horas después.

GRACE

Tengo cientos de dudas y miles de preguntas. Desde que me desperté hasta este momento, mi vida se ha vuelto una locura. Un desmayo, Tony en mi departamento, el malestar que aún persiste en mi cuerpo y ahora, Oliver.

¿Qué demonios está haciendo aquí?

Bien, no es que me asombre, por el contrario, temía que apareciera. Siempre lo hace tras una de nuestras rupturas. Se arrepiente y viene para que volvamos a estar juntos, promete que esta vez las cosas serán mejores, aunque ambos sabemos que no será así. A ninguno nos interesa al cien por ciento esta relación. Oliver está enfocado en su trabajo y yo estoy con él para no estar sola. Estaba. Es importante que recuerde que es un verbo en pasado. No quiero volver a tener una relación con él.

Y como si fuera poco, he tenido que pedirle a Tony que se vaya. Me ha sentado fatal porque él no ha sido más que amable conmigo. Por todos los cielos, si hasta me limpió el vómito. Sin embargo, no quería que estuviera aquí cuando hablara con Oliver. No quería que viera mi duda, lo fácil que puede manipularme y los sentimientos de culpa que despierta en mí.

Sé que lo que tengo con Oliver no es amor. Lo sé a la perfección. Al principio quizás sí hubo un poco de cariño, luego se transformó en algo horrible, un simple medio para no tener que afrontar la soledad.

—Iré a cambiarme —digo con la voz rasposa—. Luego, tú y yo hablaremos.

—Puedo acompañarte.

—No, Oliver. Tú te quedas aquí y no te pongas muy cómodo porque no estarás por mucho tiempo.

Le doy la espalda y camino con pasos firmes hacia mi dormitorio. Es todo una actuación porque no me siento bien como para poder caminar de esta manera y, sobre todo, porque si no me miento a mí misma y me muestro segura con mi decisión, recaeré.

No quiero recaer.

No quiero volver con Oliver.

Me visto tan rápido como puedo, tomando lo primero que encuentro. De verdad, lo primero. Mi madre podría morirse al verme, pero no me interesa. Solo quiero seguir durmiendo, pero antes tengo que terminar con Oliver para siempre. No puede volver a aparecerse en mi departamento, demandar verme y tratar a Tony o a cualquier otra persona como basura.

Al regresar a la sala de estar, lo encuentro sentado en el sillón con la televisión encendida. Se ha quitado los zapatos y la chaqueta, tal y como si estuviera en su casa.

—Oliver —lo llamo.

—Cielo, ven aquí. Miremos juntos una película. —Ni siquiera me presta atención cuando habla.

—No.

—¿Cómo?

—No veremos ninguna película y no te acomodes tanto. Tendremos una conversación y luego te irás.

Esta vez sí se centra en mí y luce por completo confundido. Sus ojos celestes se abren y van de la televisión a mí, como si quisiera ordenar sus prioridades. No tiene que hacerlo porque me acerco a él, le quito el control remoto y apago la maldita pantalla.

—Estaba viendo —se queja.

—Y yo te dije que hablaremos y luego te irás.

—¿Todo esto es por él? —quiere saber y noto el enojo que emanan sus palabras.

—¿Por quién?

—Por ese tal Tony.

—No, no es por él.

—¿Estás saliendo con él? —insiste.

—¿Por qué te importa? —Me cruzo de brazos—. Tú y yo terminamos.

—¿Lo hicimos? —Sonríe, intentando lucir tierno, supongo.

—Sí, Oliver. Presta atención. —Suspiro—. Para tener una conversación ambas partes deben estar interesadas y siento que tú estás en tu propio mundo.

—He venido hasta aquí para estar contigo, ¿no es suficiente?

—¡No! —grito, cansada de él y de esta idiotez—. No es suficiente, maldita sea. Tú y yo terminamos, no es tan difícil de comprender.

—¿Después de todos estos años tan solo me reemplazas por el primero que te presta un poquito de atención?

Me masajeo las sienes porque mi cabeza parece que va a explotar. La situación no ayuda para nada. Oliver no me ayuda para nada.

—Esto no es por Tony —repito—. Es por nosotros, no congeniamos. No vamos bien.

—Eso es mentira, cielo.

—No me llames así y no intentes minimizar lo que siento.

—No lo hago. —Se encoge de hombros—. Solo me parece que estás equivocada.

Suelto una risa que no llega a serlo siquiera, es más como un suspiro lleno de aturdimiento. ¿Cómo pude estar tantos años con él? ¿Por qué me hice esto?

Recuerdo que al principio no era así. Nos conocimos en una cafetería, compartimos mesa porque el lugar estaba llenísimo. Él inició la conversación, fue amable y muy dulce. Me acompañó hasta el trabajo y me pidió mi número con timidez. Esa misma noche hablamos por horas y me invitó a cenar. Fue precioso, el momento más romántico de mi vida adulta. Y luego, lo ascendieron. Comenzaron los viajes, la falta de comunicación y estoy segura que me engañó un par de veces. Entonces le dije que no quería verlo más y fui contundente. No me habló por una semana y creí que todo había terminado; sin embargo, mi mamá apareció en la ciudad y comenzó a quejarse de mí, de que siempre estaba sola. Le dije que tenía un novio y lo llamé, no dudó en venir y ahí iniciaron nuestras idas y vueltas.

Fue mi culpa. El no saberle decirle que no a mi madre y no soportar sus palabras malintencionadas. Si hubiese sido más fuerte, más decidida, no estaría sucediendo esto.

Pero hoy soy más fuerte, más decidida.

—No estoy equivocada, Oliver. No quiero que sigamos juntos, entiéndelo.

—¿Es por él?

—Sí —miento solo para que deje el tema estar—. Es por Tony.

—¿Qué tiene él que yo no tenga?

No contesto porque hacerlo sería horrible, aunque el silencio lo hace por mí. Oliver no es feo, es muy lindo a su manera y me parece atractivo. También es inseguro de sí mismo y sin que yo lo haga, se compara. Quizás por eso estuvimos juntos tanto tiempo, porque ambos somos inseguros.

—No es una situación de tú o él —intento tranquilizarlo—. Tan solo se dio.

—¿Entonces era verdad lo que estaba sucediendo cuando respondió mi llamada los otros días?

—¿Cuál llamada?

—Cuando dijo... —Aclara su garganta, como si le costara hablar—. Cuando dijo que se la estabas chupando.

Demonios, ¿de verdad?

—Sí —miento una vez más y continúo—. Estábamos juntos recién, antes de que llegaras.

­—Eso explica por qué él estaba medio desnudo y tú desnuda por completo.

Si supiera.

—No quiero que creas que no eres suficiente, Oliver. Tú y yo no estamos en la misma armonía, no somos el uno para el otro —intento explicarle—. Merecemos tener relaciones lindas y pasarla bien.

—Sin dudas, tú la has pasado bien.

Ignoro el comentario mordaz.

—Encontrarás a alguien increíble que sea adecuada para ti.

—¿Entonces en verdad terminamos?

Asiento con la cabeza.

—Lo lamento.

Dibuja una mueca con sus labios y me siento un poco mal por él. No lo quiero de manera romántica, pero hay un poquito de cariño entre nosotros de todas maneras. Me duele saber que se irá de aquí creyéndose insuficiente, comparándose con Tony y notando todo lo que mi compañero de trabajo tiene y él no. Sin embargo, eso no es motivo suficiente para seguir.

Ya no.

—Espero que ese muchacho te trate bien —murmura.

—Lo hace.

—Y si cambias de parecer, tienes mi número.

Cierro los ojos con fuerza para no contestarle mal. Y para él, debe parecer que estoy llorando porque se pone de pie y me abraza. No parece molestarle que no le devuelva el abrazo ni que esté rígida como una pared. Oliver me acaricia la espalda con ternura y hace soniditos para consolarme.

La sensación es rara. Nuestra relación era extraña. Ni siquiera terminábamos de disfrutar el sexo y aun así volvíamos cada una de las veces. ¿Por qué las personas nos hacemos tanto daño con tal de no estar solas?

—Te perdono —me susurra en el oído.

Mmm... gracias.

—Ojalá nos volvamos a encontrar.

No respondo, es mejor no hacerlo. Que saque sus propias conclusiones, que su mente encuentre la mejor respuesta a esta situación para que se sienta bien consigo mismo y no regrese.

Espero a que se vuelva a colocar sus zapatos y la chaqueta, entonces lo acompaño a la puerta para poder cerrar con llave y le dedico una sonrisa que espero luzca amistosa. No quiero volver a verlo por aquí, quizás nunca.

—Dile a Tony que lamento mi comportamiento —dice, asombrándome.

—Claro.

Se despide con un asentimiento de cabeza y por fin sale, permitiéndome cerrar la puerta. Me apoyo contra ella y suelto una larga exhalación.

Estoy avergonzada por cómo traté a Tony y también por usarlo de excusa para terminar de manera definitiva con Oliver. Puedo sumarle más vergüenza aún si considero que vomité y él tuvo que limpiarme.

Tal parece que no le debo solo una, sino un millón.

¡Hola, gente muy bonita! ¿Cómo están?

Me hace mucha ilusión traerles actualización y espero poder hacerlo pronto de nuevo. Como saben, estoy en Italia y en ocho días termino el curso de italiano que estoy realizando aquí, entonces me mudaré a un pueblo de aquí e intentaré conseguir trabajo y blah, blah, blah. Las mantendré informadas. ¿A qué voy con esto? Que seguro en unos 8 días voy a tener más tiempo libre y podré escribir tranquila.

En cuanto al capítulo, ¿qué les ha parecido? ¿Opiniones de Oliver y su relación con Grace?

Muchísimas gracias por su paciencia y buena onda. Gracias por el apoyo y cariño.

Nos leemos pronto.

MUAK!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro