Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

001

𝑫𝒆 𝒖𝒏𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒏𝒆𝒋𝒐𝒔

Y bueno, ¿Qué era el amor?

No lo podía comer, o eso creía.

Tampoco estaba muy seguro que era todo lo que encuentra en las películas que Itadori lo invita a ver; no iban con su personalidad, y en todo caso, era representado de una forma más soberbia y exagerada que real, pero... ¿qué era un amor real para él?

Quien sabe y la definición correcta que Fushiguro buscaba ya había sido encontrada cuando se volvió piedra y perdió su voluntad ante los ojos de Itadori, la peor opción para enamorarse en todo el mundo cuando es el único portador de Sukuna. En el primer momento, en aquel entonces, pudo haber caído dentro de las mil olas que se levantan furiosas todos los días en los labios de Yuuji, que liberan su voz desconocida en toda la extensión del firmamento.

Seguramente la respuesta a la pregunta que se implantó en su mente esa mañana en la escuela ya la había encontrado y solo faltaba reconocerla siguiendo sus pistas, pero por alguna curiosa coincidencia, ya se encontraba en algo similar a lo que uno podría llamar problemas.

Se había propuesto aclarar esa duda, además de desentrañar la razón que se empeñaba en ignorar y que a veces le hacía pensar que de entre todos los hombres del mundo, él era el único que podía ser el correcto para Itadori. Algo dramático e irreal como las películas románticas que tachaba de exageradas, pero no podía evitar sentirse de tal forma cada que encontraba despistado al castaño claro y a la lejanía podía disfrutar de su hermosa imagen sonriendo a otros o bromeando tan feliz, como si fuese la digna representación de la luz y el bien dentro del mundo.

Itadori era para Fushiguro ese punto de luz al que no tardó en desear alcanzar y proteger con todas sus fuerzas; tenerlo entre sus manos, acercarlo a sus labios y besarlo con delicadeza y esperanza a encontrar la cúspide de sus inviernos a su lado y apagarse en sintonía.

A veces quería que sus palabras lo alcanzaran y abrazaran para entender lo que ardía dentro de su pecho.

A veces sentía celos, creyendo que era normal entre amigos, pero observaba a Nobara o cualquier otro compañero que no fuese Itadori y sin culpa alguna, le daba igual. No podía importarle menos, pero si luego pensaba en el portador de Sukuna, en segundos ardía en una rabia infundida por unos celos desconocidos.

Por eso llegó a esa conclusión tras haber probado más de una teoría, necesitaba entender lo que podía significar el amor y tras eso, descartarlo o bien, investigar todavía más temas; sobre cómo identificar ese sentimiento y encontrar a la persona a la que va dirigido.

Para este punto y desde la perspectiva de todos en la escuela de hechicería, tanto Itadori como Fushiguro estaban perdiendo tiempo intentando actuar como un par de idiotas que prefieren pensar que sufren de un nuevo cáncer a creer que pueden gustar el uno del otro. Satoru había propuesto apostar, pero todos se negaron a ello; no era tema de juego, aunque la expresión de Nobara no decía lo mismo.

"Veamos lo positivo de todo. Así tenemos nuestra propia tele novela de bajo presupuesto para no aburrirnos tanto" fueron las palabras de Panda cuando todos coincidieron en sus conclusiones. Se limitarían a observar el desarrollo del drama y ver si quedaban juntos o no, pero había alguien que no se podía quedar con lo que ya era visible y aquel era el más bajo de todos; Toge Inumaki.

Mientras Fushiguro era arrastrado al problema que pronto le daría la respuesta perfecta, seguía las espaldas de un Itadori callado. Se estaban encaminando a la parte trasera del pequeño edificio donde guardaban escobas y todo tipo de utensilios para limpiar; nervioso tragó saliva y se llevó las manos a los bolsillos creyendo que estaban solos.

En otra situación estar solo con Itadori no era tan importante, pero de pronto comenzó a serlo y al tener una edad joven, las ideas de Fushiguro sobre lo que podía pasar, comenzaron a torturarlo lo suficiente como para que los colores se le subieran al rostro.

Todavía teniendo la imagen de que estaban solos y no eran perseguidos en la sombra por un payaso con cuello alto que de pronto se sintió el ninja del amor, Itadori detuvo su paso sin dar la vuelta para ver a Fushiguro.

—Fushiguro —llamó el recipiente de Sukuna con seriedad y la cabeza gacha. Parecía ser un tema importante y que tal vez solo podía confiarle a Fushiguro—. Me enteré de algo. No puedo decir el nombre de la persona que me lo hizo saber, pero quiero ver si es cierto y si es así... ¿podrías hacerlo por mí?

Segundos de tensión siguieron tras las palabras totalmente serias de Itadori, tanta fue que Fushiguro tuvo más de una posibilidad en mente sobre lo que eso podía ser, pero hizo memoria y no, no le había contado a nade que últimamente se sentía fuera de lugar cada que evocaba a Itadori en su cabeza.

Entonces ¿qué era?

¿Y si era de vida o muerte?

También podía tratarse de un problema importante sobre alguno de sus compañeros.

Cual madre preocupada por sus hijos, Fushiguro formó una expresión digna para la situación y tensó su cuerpo. Dio un paso por delante para atreverse a tomar a Itadori por los hombros.

—Itadori... —dijo con la mirada pesada y el ceño fruncido—. ¿Qué es? Si necesitas mi ayuda puedo-

El castaño al fin dio la media vuelta y la cara que le dio a Fushiguro lo hizo retroceder confundido, porque en contraste a la situación creada, estaba emocionado, con los ojos llenos de estrellas e ilusión; tan hermosos y tiernos que el corazón de Fushiguro se fue para atrás.

Tan de repente, sin previo aviso y como era de esperarse, Megumi estuvo a nada de ahogarse con su propia saliva además de sentir el rostro caliente.

—¡Es algo que solo tú puedes hacer, Fushiguro! —dijo Itadori, confundiéndolo todavía más. Llevó sus manitas a su pecho jugando con sus dedos mientras desviaba su mirada como si lo que sea que fuese a pedir se le negaría—. Me dijeron que en tus shikigamis tenías conejos...

Ah, eran los conejos. Fushiguro pudo respirar hondo y sentir cómo la vida se le escapaba en un suspiro; tan solo un acto normal en Itadori lo había puesto tan mal. Se relajó y esforzó en aparentar que nada sucedía para poder escucharlo.

—Dijeron que eran muy tierno y... —dijo Itadori con un tono caprichoso y tierno, seguramente intencional—. Quería ver si era posible que los invocaras.

—Todo esto por los conejos... —gruñó el azabache. ¡¿Qué podía hacer cuando de pronto se sentía desilusionado?! —. Tanto por algo así...

Entonces Itadori formó una reverencia bien recta, casi suplicando por ver tal habilidad.

—¡Vamos Fushiguro! —dijo el castaño claro—. ¡Con solo uno será suficiente!

El azabache se lo pensó un poco, rascó su nuca y luego colocó su mano sobre su hombro. Aunque quisiera, no podía negarse a Itadori, se echó otro suspiro para ocultar su repentina emoción por la petición del castaño y juntó sus manos antes de completar el ritual.

—Bien, serán unos pocos —dijo e Itadori no tardó en levantarse con una carita iluminada de ilusión y ansias por tener un conejito en manos—. Pero antes dime, fue Inumaki-senpai ¿verdad?

Itadori dio un sutil saltito y su expresión le dijo a Fushiguro que había acertado.

—Eh...No —dijo Itadori en un intento inútil de ocultar la verdad, la cual se clavó en la espalda de Toge que se escondía en la vuelta del edificio.

—Con eso es suficiente, no sabes mentir —repuso Fushiguro y torciendo sus dedos dando la sombra de un conejo dibujada en el césped, cerca de un árbol, terminó el ritual con las palabras correctas combinadas con cierta vergüenza—. Escape del conejo.

Los animales comenzaron a emerger y pronto Itadori comenzó a reír tan alegre por el simple hecho de verlos. Era una acción común, simple y que no requería esfuerzo para el azabache y aún así estaba sorprendido por la reacción del castaño claro; era mucho para algo tan simple...o eso parecía, porque para Itadori estaba lejos de ser simple si se trataba de Megumi.

Alrededor de unos veinte conejos que encerraban al castaño claro, se encontró satisfecho aún cuando había dicho que serían unos pocos. Sintió una necesidad enorme por cumplir correctamente con la petición de su compañero y, a duras penas admitiéndolo, quería verlo reír, más alegre, tanto que hasta el momento nadie lo había visto así.

Fushiguro se sintió especial y perdió de vista a Itadori por un momento al concentrarse en sus pensamientos que, cuando lo quiso encontrar entre los animales, éste a había tomado asiento. El recipiente de Sukuna estaba jugando con los orejones y uno a uno, los iba levantando para darles un besito en la punta de su nariz.

La simple escena no se podía comparar con la calidez y frescura que brindan los primeros rayos del sol filtrándose entre las montañas al corazón de cualquiera, ninguna sensación se podía comparar a lo que Megumi experimentó al ver a Itadori de tal forma. Estaba seguro que la imagen se guardaría muy bien en su memoria y que poco a poco, estaba cayendo en cuenta de algo.

—Itadori —lo llamó por inercia, aunque también quería preguntarle algo.

El castaño detuvo la lluvia de besos a la que todos los conejos se formaban una segunda vez. Observó a su compañero confundido.

—¿Pasa algo? —le respondió y una sonrisita traviesa se asomó en sus labios—. Ah, será... ¿También quieres un beso?

La expresión del azabache se volvió todo un poema.

—¡¿EH?! ¡N-No! —mintió y se llevó la mano al pecho, por encima de su corazón—. N-No digas eso.

Itadori se echó a reír, mientras en las sombras, Toge pensó que podría volver con sus amigos con el chisme de que aquel par habían dado un paso adelante. Maldijo por debajo y prestó atención.

—¡Era broma! —era mentira, pero ¿Qué podía decir cuando fue rechazado? —. Gracias, Fushiguro. No creí que fueras a hacerlo.

Fushiguro flexionó sus rodillas y con la mirada perdida en los conejos. No tenía la valentía de ver a Itadori, así que tomó un conejo y también le dio un beso en la nariz, formando un beso indirecto que los dos callaron y gritaron en sus adentros.

—No es la gran cosa —defendió el azabache, y entonces sí levantó su mirada y la cruzó con la de su compañero, obteniendo su respuesta escrita en su rostro—. ¿Qué piensas que es el amor?

Lo que pudo haber sentido Itadori con esa pregunta tan repentina no pudo ser visible para Fushiguro, porque relajó su rostro y decidió hacerse el tonto a favor de una cobardía que pronto lo asaltó. Sintió unas ganas tremendas de contarle a su amigo Junpei, pero decidió dejarlo para otro momento.

—¿Amor? —preguntó Itadori—. Es muy repentino... uh...

Una corta sonrisa se instaló en los labios de Fushiguro. Había sido suficiente para él.

—Olvídalo —le dijo, y para "calmarlo" le inventó una mentira—. La otra vez escuché a Maki-senpai hablar de eso con Okkotsu-senpai. No es nada importante.

Un débil "Ah" emergió de Itadori y en silencio se propusieron disfrutar de los conejos hasta que la hora libre llegara a su fin y tuviesen que volver al aula. Mientras tanto, la respuesta a su pregunta y reciente cambio ya la podía guardar perfectamente en su pecho, porque para Fushiguro el amor significaba querer saber más de esa persona que lo hacer ver como la más buena de todas; y experimentar un cambio radical y positivo en sus emociones, además de conocer nuevas.

Permanecer a su lado, con las manos unidas encerrando los mejores recuerdos de sus vidas mientras una brisa primaveral balancea las rosas que descansan a sus pies.

Reconoció su atracción por Itadori, estando consciente que todavía faltaba un raro, pesado y seguramente, molesto camino qué recorrer.

Minutos antes de que el par decidiera volver con los demás, Toge lo hizo y creyendo que su desaparición había pasado desapercibida para todos, pero no lo hizo para Panda y Maki, quienes ya le esperaban en el salón de segundo.

—Al fin vuelves, chismoso —gruñó la fémina—. Creí que habíamos acordado en no meternos en ese tema.

—O-Okaka —respondió, temiendo por su vida.

—¿Tu no lo recuerdas? —continuó Panda—. Habrá que refrescarte la memoria.

Y cuantos más pasos avanzaban Panda y Maki, Toge se quedaba sin rutas de escape. Sólo podía escuchar el golpe producido entre los choques de los puños de sus amigos; se había pasado de lo que habían acordado y debía pagar las consecuencias. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro