XV
¿Cómo puedes ser tan fuerte, tú, si tu mirada se me presenta tremendamente huidiza?
No lo entiendo.
Caíste al fondo, naufragabas en lo más hondo de la oscuridad del ser abandonado a la tristeza caníbal, y te has levantado alzada como una ligera pluma etérea y casta de sentimiento; aprendiendo de nuevo el significado de aquellas palabras olvidadas.
Te quiero.
De veras.
Amor.
Solamente es reminiscencia en la fina piel suave de tus piernas.
¿Cómo lo has conseguido?
Sonríes, me abrazas y afirmas fui yo, hablando entre versos de corazón.
Tratándote como siempre deberían haberte tratado.
¿Gracias? No, amor.
Mejor cógeme de la mano.
No me sueltes nunca.
¿Vale?
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