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Por: CarliGGSheeran
—Esto es imposible.
—¿De qué estás hablando?
—¿Cómo vamos a hacer tanto trabajo? —dijo mi cerebro.
—Es mejor que empecemos ahora —sugerí.
—No puedes.
—¿Por qué? —inquirí apoyando los codos en la mesa y tapándome la cara con ambas manos.
—Te sientes un poco desganada; cualquier intento de productividad será infructífero.
Mi cabeza se quedó en silencio.
—Pero...
—No —atajó mi cerebro.
De pronto alguien se aclaró la garganta junto a mí.
—¿Te encuentras bien? —formuló un chico en la biblioteca con una leve sonrisa.
Inevitablemente me sonrojé y asentí, eso de hablar sola me hacía pasar muchas vergüenzas.
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