Siento que después de tanto olvido ya no tengo ni derecho de pararme aquí. Pero bueno, son vacaciones y creo que los planetas se alinean para que retome un poco esta publicación.

¿Qué tal han estado ustedes?, ¿también están de vacaciones?

Resulta que este último año de preparatoria entré a un taller Literario en un centro de artes de mi ciudad. Y, ¡oh sorpresa!, escribí mucho menos en este año que en... toda mi corta vida. Ahora quiero compartirles una de esas pocas cosas, que por alguna razón se llevó elogios de un coordinador del taller.

Instrucciones para limpiar una ventana

En el arte referente a la limpieza hay objetivos y hay objetos. Usted como limpiador tiene el papel de volver a dibujar lo ya creado. En orden oportuno, se encuentra, primero, evitar la exasperación del humor y el ardor en tríceps y bíceps. Si bien uno no conoce el tamaño de una habitación hasta que la limpia, puede usted estar tranquilo al saber que este texto se limita al aseo de ventanas.

Asegúrese de rodearse de lo siguiente: ganas de limpiar una ventana, la ventana por sí misma, y un paño húmedo. Cualquier otro producto de limpieza de colores sospechosos es bienvenido.

Lo primordial en el acto consiste en concentrarse en el más allá de la ventana. Fijar con una tachuela el más allá de la ventana. Y olvidarse de la ventana.