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El texto debajo es una invitación a que adivines qué poema está siendo recreado. Otra vez dejaré una lista de preguntas y según las respuestas quitaré o añadiré cosas. Si encuentras cualquier tipo de error te agradeceré que lo resaltes.
A g á l i d e
—Con las mujeres no se entra por la puerta. No, claro que no. Ellas viven con una pequeña ventana abierta que muy pocos reconocen. ¿Sabes a lo que me refiero?
Y ellas ríen.
Dos de cuatro paredes de la estancia están forradas de libros; comienza a parecer que los volúmenes exigen más espacio.
La lluvia de este lado del pueblo por alguna razón siempre ha sido más elegante. La gente saca la vajilla de porcelana y prende la chimenea empolvada. Es la lluvia de los ricos.
El dueño de la voz se inclina sobre el antebrazo del sillón en ademán de revelación. Lleva un chaleco de hilera sencilla que termina en un moño simpático. Debajo de sus gruesas cejas cree que tiene ojos como flechas. Suspira. De repente mira a la ventana. Las gotas se enfocan en el vidrio viejo. El catedrático en materia femenina baja la cabeza a su regazo y suelta una risa silenciosa mientras niega con la cabeza. Qué buen día hace afuera. Qué buena la gente que espera por él.
—Las mujeres gustan de hacer creer a sus enamorados que la lluvia sube de la tierra al cielo.
Las damas presentes se remueven de gusto en sus asientos, alisan sus vestidos, se miran entre ellas. Qué bueno este hombre. Qué buena vida le daría a una esposa.
Entra la criada a llevarse las tazas vacías. Nos ofrece nuevas servilletas sin mirarnos a la cara. Ella no es una de las mujeres de las que el catedrático habla.
La estancia está tapizada de un verde oscuro que con la poca luz del exterior es complicado de distinguir. Hay varias alfombras desperdigadas por el suelo, y encima, grandes sillones aplastados por los invitados.
Ahora la conversación se ha divido en hilos y suena un murmullo homogéneo en la estancia. La anciana al final del sillón que ocupo procura reírse de manera moderada delante de dos caballeros; de vez en cuando lanza gestos correctivos a sus hijas, todas más jóvenes y agraciadas que yo.
En diagonal a mi posición está el buen hombre, el que le daría buena vida a una esposa si la tuviera. La esposa, no la vida. Sigue en su posición de revelación. La diferencia es que ahora mantiene un tono exclusivo para la mujer que se encuentra sentada a mi derecha.
Me humedezco los labios, trago saliva. Con la cabeza rígida y la mandíbula tensa distingo por encima de la tela sus rodillas femeninas.
Ella dice. Cuando se terminen mis lienzos no volveré a pintar jamás.
—No debería privar a unas manos como las suyas del arte tan modesto que es la pintura —añade él. Y le toma una mano despacio.
Ella amable ríe.
Yo suelto el aire contenido. Me laten los oídos, dentro del pecho el corazón me espanta.
Ella dice. Mis manos no son las mismas. Mis hijos las reclaman.
El catedrático se echa hacia atrás, al mar de cojines. Se apodera de los antebrazos del sillón, todo el tiempo mirándola. Entonces mi figura se refleja en sus pupilas.
—¿Tú estás de acuerdo con este suicidio artístico?
Ella voltea en mi dirección. En verdad me mira. La sombra del aturdimiento se establece en mi cuerpo; siento lejano que mi lengua se repliega a la garganta. Antes de poder asentir ellos comparten una risa a mi costa. Veo a través de un cristal de botella que él se alza de su asiento. Se acerca con ella. Dobla la espalda. El beso de despedida con objetivo en la mejilla sufre un mareo, el mismo que yo siento, y ambos labios se topan.
Él aterriza en su labio inferior y ella, tras una sacudida leve, responde delicada.
Debajo de mi piel escurre fuego, con los ojos nada miro. El sudor se escapa y comienza mi temblor.
—Hasta luego —susurra él.
Se marcha.
Ella se aprisiona las uñas, escruta su alrededor.
—Ha sido indebido, ¿cierto?
Ella me busca con los ojos de otra persona. Y a mí nada de voz me queda. Empero, qué buena esta mujer. Qué buena vida le daría a un esposo. Cuán buena la vida que me daría.
¡Es todo!
1. ¿Has logrado identificar el poema?
2. ¿Qué clase de persona era el catedrático en temas femeninos?
3. ¿Cuáles son los sentimientos de la narradora?
4. ¿Por qué a partir del beso se redacta el diálogo de la mujer con un guion medio largo (—)?
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