Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

158

Un parásito es un organismo que vive a costa de otra especie. El parásito, que puede ser animal o vegetal, se alimenta del otro organismo, debilitándolo aunque, por lo general, sin matarlo.

Karina era un parásito.

Ella lo sabía, claro que lo sabía. Por esa razón, cuando la profesora dio la explicación por terminada y Nicolás se giró a verla con ojos de moneda, ella se hundió en su asiento.

En cuanto él cerró su libro, ese que era más pesado que los pecados de toda la clase junta, Karina se impulsó a revolcones para incorporarse e ir tras el chico. A duras penas alcanzó a tomar su mochila de un asa y la bata de laboratorio que tanto detestaba cargar.

Abrió el mar estudiantil como había visto a Moisés hacerlo en las películas, a diferencia de que ella tuvo que dar uno que otro empujón. Ya en terreno más libre, apresuró la marcha con Nicolás en la mira.

—¡Oye! —exclamó cuando lo vio torcer en una esquina que no solía formar parte de su camino diario.

Karina usó su mano de remo contra la pared para tomar el recodo e inhaló profundo con tal de no desfallecer. Cortó con su cuerpo el agarre de una pareja que caminaba de la mano y todavía tuvo el descaro de mirar hacia atrás con una sonrisa divertida bien pintada en el rostro.

Alcanzó la siguiente esquina un par de segundos después. Miró a su alrededor antes de torcer el gesto, luego se llevó las manos a la cintura y abrió la boca para respirar con la lengua de fuera. Todavía no se daba por vencida.

Nicolás no tenía fama de inteligente porque sí. Había rodeado el edificio y ahora, con pasos sigilosos, cruzaba el pasillo donde se encontraba Karina de espaldas a él. A decir verdad, el terrario que ocupaba casi todo su campo de visión no facilitaba las cosas, por no mencionar que tenía que echar el torso hacia tras para no perder el equilibrio.

A mitad de su destino, un pie se le atravesó al otro ayudado por las agujetas desabrochadas. Incluso le pareció que su experimento de Biología quedó suspendido un instante en el aire.

Karina se volvió alertada por el estruendo y salió disparada hacia Nicolás. No pudo evitar quedarse congelada mirando los vidrios en el suelo y la tierra regada por si ningún lado, además de la vegetación que parecía querer echar raíz al cielo. Muy cerca de sus pies las tortuguillas entre el desastre batallaban por volcarse sobre su pecho.

Otras dos alumnas se detuvieron paulatinamente a ver el espectáculo. En los ojos se les notaba la deliberación entre ir a echar una mano o continuar sus asuntos.

Karina las vio de reojo conteniendo una risa. Se dio la vuelta de un brinco y fingió un movimiento atrabancado contra ellas, como si en cualquier momento fuera a soltarles un golpe. Ellos retrocedieron con las manos en alto.

—Órale, a ver al cine —cuchicheó.

Las chicas parpadearon y se marcharon de ahí arrugando el entrecejo.

En el suelo Nicolás barría con ambas manos la tierra y en pequeños puñados la iba echando de vuelta a lo que quedaba del terrario. Las tortugas ya estaban sobre sus cuartos traseros curioseando el nuevo mundo al que habían llegado.

Una vez solos, ella aprovechó para plantarse delante de él con las manos fijas en sus caderas.

—Oye, ¿me pasas la tarea?

El muchacho no respondió a su voz. Karina se cruzó de brazos.

—Ni colas —insistió.

Sacudió la cabeza y resopló al tiempo que se acomodaba sus lentes de pasta oscura, luego la miró tensando la mandíbula. Presentía que por mucho que intentara quitarse ese apodo de encima, se lo llevaría a la tumba consigo.

—¿Qué quieres? ¿No ves que se me cayeron las cosas por tu culpa?

—La tarea, dámela —apuró —. Tengo el psicométrico en la Facultad dentro de una hora; no tendré chance de hacerla.

Continuó recogiendo su experimento a ritmo lento. Ella taladrándole el perfil con la mirada.

—Espera — sacudió la cabeza — ¿has dicho que yo tuve la culpa? ¡Claro que no! Eso te pasa por correr.

Nicolás negó con la cabeza, tirando de una comisura.

—No te voy a pasar la tarea, Karina. Yo también tengo un examen en la universidad hoy.

Se irguió con el terrario y se fue andando a su manera patosa. Ella repartió miradas entre el suelo sucio y él.

—¡Ey, te faltó tierra por recoger!

—¡Recógela tú! También es tu proyecto —gritó al borde de sus fuerzas desde lejos.

Karina dejó caer sus hombros rendidos y echó la cabeza hacia atrás en un sonido desganado que le ganó miradas extrañadas del profesor de Álgebra que pasaba por ahí.

Le costó meterse en la cabeza que tendría que ir por una escoba. Sus manos, en una escoba. Imperdonable.

¡Mañana sin falta estará por aquí la continuación!, no quiero agobiarlos vaciándoles de lleno el escrito. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro