Queridas Vacaciones:

Desde lo muy profundo de mi ser quiero decirte que tienes mi infinito agradecimiento por dejarme dormir mucho, leer mucho y escribir aún más. Nunca olvidaré esos momentos juntas en la madrugada, ni las salidas tomadas de la mano, pero por sobre todo: saber que tenía tu infinito apoyo. Gracias, Vacaciones, por todas las experiencias vividas, por arroparme de noche y guardarme en tu seno con tal de que me recuperara.

Es tiempo de que me despida... sabes que no soy yo, ni tú, sino la Preparatoria. Ella... bueno, ofrece todo lo que tú no. No pretendo decir que sea mejor, no, pero la vida no espera a nadie y menos la escuela. Bien sabes que tanto ella como tú son necesarias; complementarias. Tiene otra manera de cautivarme, aunque ello implique ojeras, bajones de peso y una alimentación precaria. Por favor, mis ánimos no están en condiciones de escuchar reclamos; no hace falta que me escribas para recordarme que paso más tiempo con ella y le entrego todo lo que tengo. Espero que entiendas que mi decisión sólo es temporal y fugaz, a diferencia del amor que te tengo a ti... apasionado y anhelante.

Descuida, Vacaciones, nada en este mundo podrá tomar tu lugar. Prometo que cuando Preparatoria me tenga al borde de mis fuerzas, pensaré en ti para recobrar mi motivación. Eres la razón de que me levante en las mañanas, el porqué de mi insomnio, el centro de mis pensamientos. Quiero, también, que tú me recuerdes como la persona que fui a tu lado: enérgica, dispuesta y sin ojeras.

Te deseo lo mejor en tu futuro. Ojalá encuentres a otra estudiante que puede llenar ese hueco que deja mi partida, mas conoces lo que se dice: un clavo no saca a otro clavo. 

Nos vemos a inicios de abril, mi amor.

Siempre tuya, Andrea.