Soy escritora, me digo cuando busco cómo cultivar acelgas.

Soy escritora, me recuerdo al investigar tipos de cuchillos.

Soy escritora, me susurro al leer tips para manejar dos espadas.

Soy escritora, me obligo a creer cuando consulto el precio real de una parte del cuerpo.

Soy escritora, me prometo, al descubrir que el envenenamiento con cianuro funciona al no permitir al cuerpo que use oxígeno.

Soy escritora, digo, cuando investigo hasta cuántos disparos puedes recibir sin morir.

¡Soy escritora!, grito, mientras miro una pared durante horas en vez de escribir.

Soy escritora..., le digo a mi familia cada que preguntan qué estoy haciendo con mi vida.

Soy escritora, murmuro al mirar videos de cómo escapar de una camisa de fuerza.

Soy escritora, justifico, al darme cuenta que son las 3:00 a.m. y sigo frente a la computadora.

Soy escritora, me disculpo al escuchar conversaciones ajenas.

Soy. Una. Escritora. Me dije a mi misma cuando descubrí que podía perderme y encontrarme en las palabras.