Historia corta #1. Parte 3
Le doy un trago a la Coca-Cola, Marta me sobre un nuevo experimento que ha encontrado y que lo quiere probar. Sus ojos brillan cuando habla de eso, una extensa sonrisa se forma en su preciosa cara y se nota la emoción en su voz.
—¿Lo harás hoy? —pregunto. Le doy un bocado a mi sándwich de jamón y queso y espero a su respuesta.
—Hoy no, tengo que estudiar para el examen de biología, el experimento tendrá que esperar hasta que haga el examen —contesta con un suspiro.
Seguimos hablando y comiendo, estamos en el recreo, descansando. La cafetería está llena y se oye la mezcla de voces de los alumnos.
Marta se ríe de algo que he dicho, su risa es escandalosa y pegajosa. Me rio junto a ella, apreciando a la vez su cara cuando se ríe. Nunca me voy a cansar de observarla.
—Hola, Marta —habla de repente una voz conocida.
Luis está a un lado de nuestra mesa. Mirando a Marta y sonriéndole. Nuestras risas cesan y yo me quedo callado, esperando.
Luis se gira un segundo a saludarme y vuelve enseguida su atención a Marta.
—Hola, Luis, ¿necesitas algo? —pregunta Marta. Le mira curiosa, intentando adivinar lo que quiere.
—No me contestaste la otra vez, así que vine para volver a preguntártelo —hace una pequeña pausa mientras se pasa la mano por el pelo, peinándolo—. ¿Quieres salir a una cita conmigo?
Así, sin más, lo dice delante de mí. Cierro los ojos unos segundos y miro a Marta. Está mirando fijamente a Luis, parece sorprendida por su pregunta tan directa. Luego me mira a mí y no logro descifrar lo que intenta transmitirme a través de los ojos.
Me siento mal. Me duele que otros chicos la puedan preguntar directamente y yo me tenga que quedar aquí, a un lado suyo y sin poder poner objeciones, en la friendzone.
No sé si algún día vaya a ser valiente y me atreva a decirle mis verdaderos sentimientos hacia ella, quiero que sea pronto; quiero poder confesarme ante ella, observarla sin barreras, salir a citas, tomar su mano sin malinterpretaciones, abrazarla de todas las formas posibles, besarla y hacer todo lo que hacen una pareja.
Miro hacia otro lado, apretando la lata de Coca-Cola, esta se estruja un poco, causando un pequeño ruido.
Marta se aclara la garganta.
—Yo no quiero nada, Luis. Creo que ya te lo dije, no estoy interesada en salir con nadie —le recuerda—. Pensé que éramos amigos, no creí que te gustara, siento si malinterpretaste algo —dice apenada.
Miro en su dirección, tiene la mirada clavada en sus manos, que están apretadas sobre la mesa.
—Sé que somos amigos, pero no puedo evitar sentir otra cosa. Tú me gustas bastante, podríamos conocernos y... —Luis se calla al ver que Marta ha levantado una mano.
Despega la mirada de sus manos y con una mirada determinada le dice:
—No, Luis. Ni aun cuando nos conociéramos mejor, no creo poder sentir nada por ti, yo... —se traba un poco, me mira de reojo, cierra los ojos un segundo y armándose de valor, declara—. Yo ya siento algo por alguien. Lo siento.
¿Que? Es lo único que repite mi mente una y otra vez. ¿Le gusta alguien? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Por qué?
¿Cómo... cómo es que no lo sabía?
Mi corazón se estruja y duele. Sabía que este momento llegaría, pero aún sabiéndolo me sigue doliendo.
Luis se va con la cabeza gacha. Marta me mira y desvía la mirada al ver que no puedo dejar de mirarla con muchas preguntas en ella.
Empieza a recoger sus cosas y yo la imito. Se marcha apresuradamente, dejándome detrás.
Tiro la basura y salgo corriendo. Justo veo que ha girado sobre la esquina derecha, así que corro hacia ella.
—¡Marta! —exclamo. La alcanzo, sujetándola del brazo.
No se gira a verme, mantiene la cabeza gacha y mirando el suelo.
Apoyo las manos en sus hombros, girándola hacia mí. Aparto su pelo, descubriendo así su cara. Tiene las mejillas sonrojadas y mira hacia todas partes menos a mí.
—¿Qué ha sido eso? ¿Es verdad? —cuestiono.
—¿El qué? —se hace la tonta, esquivando la pregunta.
—Marta —pido con un tono de mando—. Sabes a lo que me refiero.
—Yo —me mira a los ojos, viendo un montón de emociones en ellos—. Me da miedo decirlo.
Frunzo el ceño al oírlo.
—¿Miedo? —pregunto—. ¿Miedo a qué?
—A perder esto —contesta en un susurro antes de que la campana suene, anunciando el fin del recreo. Me mira a los ojos con una sonrisa triste—. Nos vemos luego —se despide rápidamente y se va corriendo, como si estuviera escapando de alguien.
¿Qué es lo que ha querido decir? ¿Miedo a perder esto? ¿El qué? ¿Y esa mirada que me ha echado antes de salir corriendo? ¿Qué significa?
Tengo tantas preguntas ahora mismo que me va a explotar la cabeza.
Definitivamente luego tendremos que hablar. Quiero que me cuente quién es esa persona que le gusta, va a ser un tema que me estará carcomiendo la cabeza hasta la salida.
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