Capítulo 24: Loco
Domingo 2 de septiembre de 2018.
Estuve varios días pensando y repensando cómo afrontar las cosas con Tamara. En varias ocasiones tuve la cabeza tan llena de pensamientos que me quedé en blanco, Tomás y Ángeles me tomaron mucho el pelo con esa situación aunque no entré en detalles, sobre mi ensimismamiento, con ninguno de los dos.
Me tomé dos o tres días para tratar de entender lo que yo mismo busco y, al verme tan confuso con el tema, decidí que la mejor idea es no hacer nada. Después de todo, las cosas con Tamara están bien; y unos celos injustificados y tontos no deberían apurarme a hacer nada.
A Tamara la conozco desde hace poco tiempo y, si bien, el vínculo existe, hablar de formalizar en este momento sería apresurar las cosas. Y, se podría decir, que en estos últimos días Tami me hizo las cosas fáciles, porque casi no hablamos... Pero, en realidad, es lo opuesto.
La semana pasada me habló de cosas muy íntimas, nos dijimos lo mucho que nos gustamos y pasamos un buen fin de semana. Pero después de que me fuera de su casa, apenas si cruzamos palabra.
Nos mandamos mensajes, eso ya se hizo hábito; sin embargo, en estos mensajes la noté más fría, distante. Todo el tiempo me decía que estaba ocupada, nos contábamos alguna cosa sin relevancia y desaparecía durante todo el día con alguna excusa.
Mi cabeza estuvo toda la semana a mil por hora, pensando en que ella me estaba desplazando. Quizá por sentirse vulnerable después de lo que me contó... O quizá porque estaba pasando su tiempo con ese otro hombre al que abrazó cuando yo me iba.
Me inclino más a pensar en la primera opción, y no puedo evitar sentirme culpable. Yo la incité a que me cuente esa parte de su vida incluso a sabiendas de que era un tema delicado.
Ayer la invité a venir a mi casa y me dijo que no.
Iba a ir a la casa de Melisa. Está muy comprometida a acompañarla en el proceso de insertarse en su nueva familia de mierda. Aparentemente Patricia organiza muchas comidas y ella, Tami, acompaña a su amiga para que no tenga que atravesar eso sola.
Capaz que solamente me estoy haciendo la cabeza.
Estuvo ocupada y punto.
Tiene derecho. Tiene una vida...
Me dedico el día a limpiar y ordenar la casa. Corto el pasto del patio de atrás mientras Diablo juega corriendo de un lado para el otro. Le encanta ese patio y, sin embargo, pasa más tiempo en el otro. Nadie lo entiende.
De vez en cuando tomo mi teléfono celular para revisar notificaciones y me decepciono a mí mismo al notar que estoy esperando su mensaje, y éste no llega.
A la hora de la merienda, me siento a la mesa a tomar unos mates y abro la agenda que me regaló Ángeles a principio de año. Todos los años nos da una agenda nueva a Tomás y a mí para que organicemos nuestros turnos del trabajo.
Cuando empezamos con este trabajo, trabajábamos todos los días. Los fines de semana eran los días que más trabajo teníamos, al igual que los feriados, pero siendo solo dos personas y teniendo en cuenta los tiempos que nos tomaba realizar ciertos tatuajes, cuando nos acomodamos económicamente decidimos que los fines de semana serían para nosotros. Pero, en los inviernos, la falta de trabajo se ve reflejada. Llegamos a llenarnos dos días completos y el resto de la semana queda con huecos.
Miro lo que me depara mañana. Tengo dos turnos agendados; sé que en el día van a llegar más personas a preguntar y, es probable, que alguno de ellos se tatúe en el momento. Suele pasar... A pesar de ello, puede ser que no tengamos tanto trabajo. Voy a proponerles, a los chicos, cerrar más temprano.
Me vendría bien estar en casa y despejarme un poco.
El primer turno que tengo mañana es una mujer joven, me había pasado el diseño exacto que quería, pero no lo tengo impreso. Sé que me lo pasó por Instagram, así que me apuro a agarrar mi celular y revisar el chat.
Es un pequeño dragón chino. Se parece a Shenlong pero en rojo. Lo anoto en mi agenda y guardo la imagen en el celular.
Vuelvo al inicio de Instagram y, otra vez, como si fuera una mala broma del destino, me topo con una publicación de Tamara. Esta vez es una foto en la que ella se ve preciosa, tiene su pelo en dos trencitas y está abrazada al chico rubio del otro día. Va acompañada de un pie de foto corto, apenas una frase.
«Qué lindo es verte más seguido»
Salgo rápido de la aplicación y me centro en leer sobre el segundo turno.
Me cuesta mucho concentrarme en cualquier cosa el resto del día. Intento ordenar cosas viejas que tengo en mi habitación pero continuamente me distraigo y pierdo el hilo de lo que estoy haciendo. Hago la cama, lavo ropa, aprovecho el día lindo para bañar a Diablo y, cada tanto, vuelvo a pensar en ella.
Saliendo de la ducha, sin dejar de tener pensamientos de mierda en la cabeza, recuerdo la vez que me mandó una foto sugerente y causó en mí la reacción que buscaba, a pesar de que se arrepintió y la borró de inmediato.
Tomo mi celular, tengo una toalla envuelta en la cadera. Paso una mano por el espejo para desempañarlo y me miro en él. Tengo el cabello mojado y mis ojos van a ver directamente la cicatriz clara que tengo en la mejilla.
Pongo la cámara y me tomo una foto desde arriba. La selfie enmarca mi boca abierta, sacando la lengua, con el piercing de color azul a la vista; mi cuello y pecho tatuados y la toalla alrededor de la cadera. Me quedo mirando la foto.
Recorro cada detalle de mi cuerpo desmejorado, con los tatuajes cubriéndome las cicatrices que yo sé que están. Las distingo bajo la tinta. Probablemente porque las conozco más que nadie, aun así, no me hacen sentir cómodo. No borro la foto. Pero tampoco la envío.
Me estoy volviendo loco.
Miércoles 5 de septiembre de 2018
Como es habitual, Tomás se fue a comprar algo para el almuerzo. Hacían falta aderezos y pan; mientras tanto Angi está preparando unas salchichas en la diminuta cocina que tenemos.
Estoy sentado a la mesa mirando mi teléfono celular con la esperanza de que Tamara me conteste. Ayer no intercambiamos ni un solo mensaje; y hoy me animé a enviarle un meme para iniciar charla.
―Damián ¿estás en este plano? ―pregunta Angi sin dejar de vigilar las salchichas.
―¿Qué? ―pregunto extrañado levantando la vista del celular y mirándola a la cara.
―¿Qué te pasa? Te estoy hablando... No me das ni cinco de pelota.
―Disculpá, estoy en otra ―admito.
Ella me mira unos segundos en silencio y, asegurándose de que Tomás todavía no vuelve, se decide a hablar.
―¿Es por ella?
Me veo tentado a decirle que no pero asiento con la cabeza, esquivándole la mirada.
—No sé qué espero con esto... —admito— Y tampoco sé qué espera ella.
—¿Pero te gusta o no te gusta la relación que tienen?
—Sí, me encanta —suelto sin pensar.
—Entonces querés ser su pareja.
—Ni idea —Vuelvo a dudar—. No tenemos el título, tampoco estamos mal como estamos. Pero hay cosas que... —suspiro y dejo la frase al aire.
Angi me mira escrupulosa. Está analizándome y no sé qué es lo que verá. Cómo luciré... Qué expresaré con mi cara.
—¿Que qué? —pregunta.
Me aprieto los ojos con los dedos. Los siento pesados.
—Supongo que no me gusta pensar que no tenemos nada oficial y cualquier pelotudo se le puede tirar.
Angi se ríe y eso me desconcierta. Siento que me pongo colorado y esquivo su mirada.
—No conocía ese costado tuyo —Se ríe—. Mirá vos —dice como si le estuviera hablando a otra persona, pero no hay nadie más que ella y yo—, Damián es posesivo.
—No soy posesivo —Me defiendo.
—Te ponés celoso de la idea nada más... —Sigue riéndose.
—No son celos —repito sin creérmelo.
—Nunca te pusiste de esa manera conmigo —Se ríe—. Esta chica te pegó fuerte.
—No digas boludeces.
—Estás enamorado, Damián —dice con una risita. Ya no es graciosa, es compasiva.
—¿Qué boludeces decís, Ángeles? —Me pongo a la defensiva.
La miro a los ojos con el ceño fruncido, espero que deje el tema de lado al ver mi gesto enojado pero ella se vuelve a reír de mí. Se tapa la cara con las manos como si quisiera contener su risa y, cuando logra calmarse, vuelve a mirarme para contestar.
—Sí. Si no estás enamorado estás a un paso de enamorarte. Creeme. Es así como se empieza.
Niego con la cabeza.
—Tenés que hablarlo con Tomás. Es tu mejor amigo, él va a saber decirte alguna cosa más.
—¿Estás loca? —Miro hacia los lados como si alguien pudiera haber escuchado— Si vos te me cagaste de risa no me quiero imaginar lo que va a decir el boludo aquel.
—Tomi sabe cuándo ponerse serio —dice Ángeles.
Pero la conversación termina ahí. Ninguno de los dos decimos nada más y ahora tengo muchas cosas en las que pensar.
«Enamorado» es una palabra grande.
Cuando llego del trabajo, agotado, voy a ver si tengo algo para cenar y siento que el teléfono recibe un mensaje. Lo saco de mis bolsillos y veo la respuesta de Tamara.
Se tardó más de nueve horas en contestar mi mensaje. Su respuesta es simple, se ríe del meme que le envié y manda otro relacionado con el tema.
Su meme no me hace reír. No porque no sea gracioso, sino porque me siento amargo.
«¿Estuviste ocupada?» envío aferrándome a la estúpida esperanza de que está lejana por temas ajenos a nuestra extraña relación.
«Sí, perdón» Carita triste.
No le creo. Pero aún así su mensaje me alivia.
N/A: Que no se note que Dami anda un poco ansioso.
¡Espero que les haya gustado el capítulo y que dejen sus comentarios e impresiones como siempre! Me ponen muy contenta, ya saben que me motiva a seguir publicando.
Estos días estuve súper engripada (todavía estoy enferma) y me perdí una cita con el hombre que va a romperme el corazón 🤧así que deséenme suerte para la próxima. Quiero que me destruya emocionalmente rápido, así vuelvo a mi estado normal y escribo más cosas (Una cuando está deprimida escribe mejor)
Muchas gracias por todo el apoyo que le dan a Damián y a Tamara, y espero que sigan disfrutando los capítulos que quedan. Estos son de transición y de introspección pero ya se van a venir otras cositas.
Los quierooo
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