Capítulo 13: Un tatuaje más
Viernes 10 de agosto de 2018
Tamara.
Llegamos al estudio cuando la tarde ya está muy oscura, no solamente porque el cielo está nublado, sino porque ya son entradas las seis de la tarde.
El lugar es muy lindo; está pintado con colores azules, hay fotos de tatuajes y perforaciones en las paredes, un espejo de cuerpo completo ocupa toda la pared, cercano de la zona donde están los asientos y taburetes para tatuar. Hay una estantería llena de tintas, agujas, cremas, aretes y demás cosas que no sé ni qué son.
Del lado derecho del local hay dos sofás negros y una mesa ratona con revistas. Detrás de esa zona de espera hay un mostrador en donde están apoyados dos chicos. Uno de cada lado.
Cuando entramos están charlando.
—... Sí, justo eso... —dice el rubio rapado.
Damián está del otro lado y mientras le contesta a lo que están conversando, levanta sus ojos negros, me mira y sonríe.
—Bueno —Toma el mate que le está pasando el otro y lo deja sobre el mostrador, donde reposa el termo y la yerbera—, voy a trabajar.
Damián rodea el mostrador y avanza hacia mí. Él repara en Melisa que está mirando todo de forma escrupulosa, tomada de mi brazo; al mismo tiempo que su compañero rapado me mira.
—Yo ya me voy —dice el rubio— ¿Querés que cierre las persianas o algo?
—No, todavía falta un rato —contesta Damián y se para justo frente a mí—. Hola.
—Hola —digo sonriente y le muestro el enorme paquete que estoy cargando—. Lo prometido es deuda.
A pesar de que le advertí que le daría un cuadro, está sorprendido. Toma el paquete y se aleja rasgando el papel madera. Coloca el cuadro sobre el mostrador para abrirlo más cómodo.
—Chau, Tamara —Me sonríe el chico rubio antes de salir por la puerta y perderse de vista.
—Chau —atino a decir en voz baja.
No lo conozco, pero supongo que es Tomás, su colega.
Melisa me echa una mirada pícara.
Damián abre el cuadro de espaldas a mí, así que no puedo ver su reacción, pero tengo una linda vista de su espalda ancha.
Aunque es delgado y no tiene mucha musculatura, no cabe dudas de que tiene una espalda que me gusta. Me acerco a verlo y tiene una sorpresiva sonrisa en la cara.
Está mirando la pintura en la que Diablo, feliz, lo mira.
Lleva su vista hacia a mí y sonríe abiertamente. No dice nada, pero deja el cuadro sobre el mostrador y me da un abrazo corto pero cálido.
No logro corresponderle. Me dejo abrazar de forma torpe, sin saber dónde colocar las manos.
Siento su respiración tibia en mi cuello. Me retuerzo las manos cuando él me libera.
—¡Me encanta! —Busca en las paredes un hueco donde colgarlo. Descuelga un certificado que parece ser una premiación o un diploma. Lo intercambia por el cuadro de Diablo y deja el certificado en una estantería.
—Damián, ella es Meli —presento, porque veo que se quedó rezagada—, la viste en la reunión; me acompañó hasta acá pero ya se va.
—Ah, sí, echame tranquila, nena —dice mi amiga con gesto de burla. Lo saluda dándole un beso en la mejilla—Bueno, seguro que el tatuaje te va a quedar hermoso —acota mirándome con una sonrisa y después se dirige a él— Pásenla bien y pórtense mal.
Tras dar ese consejo, sale del estudio riéndose sola. Veo su cuerpo lleno de curvas alejarse con elegancia.
Damián me mira con una sonrisa curiosa.
—Mel es así —Le quito importancia.
Doy dos pasos adelante y me animo a darle un beso corto en los labios.
—¿Y tu amigo? —pregunto— ¿A dónde fue?
—Sos el último turno, así que Tomás ya se fue a su casa —explica—, cuando terminemos el tatuaje podemos comer algo.
—Sí —asiento—; me encantaría.
Le sonrío y él me devuelve el gesto.
—... no me lo esperaba, que genia que sos —dice Dami por vez número mil, más o menos.
Me está volviendo a halagar por la pintura de Diablo. Me costó encontrar una foto linda de Diablo, pero más difícil fue encontrar una foto de su dueño.
Encontrar el perfil de Instagram de Damián fue fácil. En su casa había stickers con el nombre de su estudio por todas partes, una vez que encontré el Instagram de trabajo, conseguir el suyo personal fue pan comido. Pero fue lo mismo que nada, casi no tiene fotos suyas.
Casi todos sus posts son de tatuajes que realizó, de su perro, o de cervezas y colillas de cigarrillos. Encontré dos fotos en las que aparece él, son de hace unos años, y las dos pertenecen a la misma publicación. En la primera se veía precioso, en musculosa con sus brazos tatuados, sosteniendo una lata de energizante, sentado en el suelo al aire libre. En la segunda estaba con gesto de que le sacaron la foto de mala gana, abrazado a su amigo; el que estaba hoy con él en el estudio.
Esa fue, por lejos, la publicación que más me gustó.
Pero me quedó resonando un comentario que leí. Una chica... «@angifdz» que le escribió algo así como «Que bello mi pitufo; un hombre hermoso».
No sé por qué lo tengo todavía en la cabeza. La publicación es de hace años... y Damián no me interesa de esa forma.
De algún modo, creo, que me intimida saber que hay mujeres mejores que yo con mis mismos intereses.
Supongo que siempre tuve todas las de perder.
Me muerdo un labio para volver a la realidad y dejar de sobre-pensar.
El ardor caliente en mi piel no es tan intenso como para distraerme del tacto de sus manos contra mi piel cada vez que pasa la máquina para repasar una línea. Faltan unos pocos detalles para terminarlo; el venadito se ve precioso.
—No fue para tanto... Me divertí pintándolo —comento.
Durante todo el proceso de tatuaje, estuvimos contándonos anécdotas con clientes raros. Nos reímos mucho.
Le comenté de la vez que un hombre quería que pintara a su hija vestida de duende navideño y me mandaba fotos referenciales de trajes ridículos de colores raros. Y él me comentó de los tantos clientes que vienen a tatuarse sin saber qué diseño quieren.
—Seguro que vos, con algún cliente raro, tuviste... —Mi comentario queda sin terminar cuando una chica entra por la puerta del estudio.
Llama mucho la atención. Tiene el pelo fucsia, maquillaje muy fuerte y unas tetas que me dan envidia.
Ojalá yo tuviera ese lomo.
Y la osadía de usar ropa tan escotada.
―¡Ey, Pitufito! ―dice la chica.
El corazón me da un salto.
Ese apodo ya lo vi una vez y fue en esa publicación en la que Dami estaba tan lindo.
Siento que las manos me empiezan a transpirar.
Y también me da bronca. Aunque no sé por qué. Me recuerda al tonto de mi ex que tenía siempre comentarios de amigas en sus fotos mientras que a mí no me dejaba comentar porque «le daba vergüenza».
Dami se da vuelta y aleja la máquina de mí.
―¿Qué hacés acá?
―No pongas esa cara que no soy un fantasma ―dice con un tono de broma que parece falso― Supuse que todavía no habían cerrado, te hice caso, y andaba cerca en la casa de una amiga. Te espero por acá ―Le dice la chica a Damián y se sienta en el sofá a ojear las revistas.
Siento que mi respiración se vuelve más pesada. Lo miro a él pero está con la vista clavada en ella y apenas logro verle el gesto desde mi posición. Intento distraerme mirando mi tatuaje inacabado; es chiquitito y está en mi vientre, del lado derecho.
Un ciervito...
Como la mamá de Bambi antes de que la asesinen cruelmente...
O, quizá, debería pensar en algo más positivo.
Un ciervito bonito... Como el de The Walking Dead que es baleado por el gordito simpático en la temporada dos...
¿No hay un ciervo en la ficción que se quede vivo y feliz?
Nunca comí ciervo ¿Será rico?
Vuelvo a ver a Dami.
―Angi ¿Qué...? ―Damián deja la pregunta al aire, confuso.
―Esperaba charlar con ustedes ―dice la chica―. Espero a que se vaya la clienta ¿Y Tomi? ―Da vuelta la cabeza para buscar a su colega.
―Se fue temprano.
―¿Entonces ella es la última clienta? Espero a que termines y comemos juntos ―Sonríe. Su sonrisa tiene una pinta medio tétrica.
No sé si es por su maquillaje negro o por algo más, pero tiene un semblante triste debajo de esa sonrisa artificial.
Damián se tensa en su lugar. Yo también me siento tensionada. Él no me mira.
―Angi... ―empieza él.
Le pongo una mano en un hombro para evitar que siga hablando.
Al parecer son cercanos y tienen cosas que conversar. No me siento con el derecho de robarle tiempo con sus amistades. Respiro hondo.
―Cuando termines me voy ―digo en voz casi inaudible para que la chica no me escuche.
Él no contesta. Parece frustrado y está pálido; pero puedo percibir que soy yo la que sobra.
N/A: Disculpen la demora en la publicación de este capítulo (Que encima es corto, lo 100to mucho u.u) estuve ocupadísima todo el día y no podía hacerme un tiempo para publicar.
Desde ya, muchas gracias por los votos y comentarios que va a tener. Se agradecen muchísimo.
¡Llegamos a las mil lecturas! Que me parece un montóoon para ser mi primera historia en la plataforma, así que muchas gracias. Todavía les tengo pendientes algunos dibujitos, que dije que iba a subir, y llegarán (Solo necesito hacerme más tiempo)
También gracias a los que empezaron a seguirme en redes <3 Se agradece mucho el apoyo.
Espero que disfruten este capítulo aunque sea corto; les juro que el siguiente compensa. Se vienen unos capítulos que me gustan mucho <3
De nuevo: No tengo palabras para agradecerles el apoyo que está teniendo la obra. Significa mucho para mí porque la escribí en un momento bastante personal. Muchas gracias a todos/as <3
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