Color de dos
Fecha de publicación: 14/03/2021, 21:30
- Entonces, solo faltaría colorearlo y ya estaría ¿qué dices? -dijo Jeane con entusiasmo-
- Digo que me encantaría saber dibujar como tú lo haces -le respondí con mi tono suave, pero sonriéndole a su esfuerzo, el cual era bastante admirable- si me pudieras enseñar...
- ¡Pero claro, amiga! -dijo muy animada a mi petición inconclusa- Es más, apenas termine el coloreado de este empezamos tus clases -terminó por sacar una hoja y un lápiz para dármelas- ¡nos divertiremos mucho!
Solo la miré y le di una palmada en la espalda como señal de agradecimiento, dejando los utensilios en el suelo y yendo hasta su cama por los colores, intentando que usara sus piernas el menor tiempo posible, además de que, por alguna razón, le gustaba dibujar en el piso.
Mientras iba por la caja de los colores pensaba en el dibujo y lo bonito que le había quedado. No dejaba de sorprenderme el talento que ella tenía para manejar el trazo a lápiz para ser tan joven. Tenía un don especial, y era que cada línea, cada rayón, cada detalle hecho con el grafito de esos lápices en esas hojas blancas transmitían la misma alegría que ella tenía, como si todo lo que hacía ignorara lo que significaba melancolía.
Desde el incidente con el juego de la princesa, y tras ser revisada por el doctor, tuvimos que convencerla de dejar esas aventuras fantasiosas, pues, a menos que usásemos terapia y unas máquinas, sus piernas no tenían más fuerza para resistir siquiera una caminata ligera. Eso llevó al hospital y a la madre a pedir un ayudante de tiempo completo, noticia lógica, pero que me hacía sentir desplazada. No quería que ella pasara más tiempo con algún extraño, o que en el peor de los casos tener que acompañarla con alguien vigilándonos constantemente, simplemente no me cabía en la cabeza.
Quise postularme a ser la cuidadora, pero mi madre me quitó la idea de golpe, pues aún era menor de edad, además de estar en la secundaria, lo que limitaba aún más mi tiempo. Me resigné a solo visitarla de vez en cuando, al final, solo importaba su salud y estar para ella ¿no?
O eso creía, cuando en una de mis visitas al hospital una de las enfermeras me llamó diciendo que, por sorpresa y sin saber cómo, quedé como cuidadora secundaria de Jeane, cumpliendo esta tarea durante horas de la tarde, evitando cruces con los horarios de estudio. Ni me quise preguntar como fue que si quiera aparecía como postulada, no me importaba, solo sabía que podía seguir ayudándola, y no iba a desaprovechar esta oportunidad.
Tuve una capacitación no muy complicada, la cual seguí haciendo a la par que cumplía mi deber con Jeane, el cual parecía más juego que deber. Ella asumió rápido lo de no poder correr o caminar tranquila, a lo cual empezamos a hacer otras actividades más estáticas, entre las cuales apareció el dibujo como su favorita. Yo solo me limitaba a ver como plasmaba paisajes, retratos, objetos, animales e incluso monumentos históricos, los cuales disfrutaba por sobre lo demás, lo que no era novedad para mí, sabiendo quien fue y que significó su padre para ella. A veces le pedía algunos dibujos, aunque fuera más por insistencia suya que por iniciativa propia, y así tuve un pequeño retrato de mi madre y yo juntas, el cual decidimos colgar en la sala como recuerdo, ya que no teníamos muchas fotos juntas o cosas por el estilo.
Ella era muy talentosa, y yo solo podía aplaudirle, sintiéndome inútil, limitándome a observar. Además, sabía que ese don único iba a irse pronto, junto con ella. Trataba de ignorar esos pensamientos, ocultarlos para dar mi mejor cara ante ella.
- ¡Ahhhh!
Un grito me sacó de mi trance casi al instante, haciéndome correr hacia donde había salido aquel quejido de dolor. Pude ver a Jeane cabizbaja, sosteniendo su brazo derecho, el cual tenía la mano entre abierta.
- ¿Qué pasó? Amiga ¿Qué te sucedió? -dije con suma preocupación tras lo que había oído-
- No lo sé, solo estaba trazando de nuevo las líneas y luego sentí mi mano débil
- Tu mano de... -callé tras ver el lápiz en el piso, para posteriormente taparme la boca-
Me quedé quieta durante unos segundos, queriendo negar lo que pasaba y tenía al frente mío.
- No, no puede estar avanzando así, se suponía que tardaría algo más -pensé consciente de lo que significaba- ¿Por qué eres así, mundo cruel?
- Maggie, ¿ahora que hago? -dijo en un tono triste- yo quería terminar esto para ti, para nosotras, pero no puedo casi ni mover el brazo.
La volteé a ver, y vi lo que antes me hubiera parecido normal, mas ahora no lo concebía o me parecía extraordinario. Su rostro por primera vez se sentía apagado, como si hubiera perdido algo de ese brillo que la hacía tan especial, sus ojos se sentían pesados y sus labios ya no me regalaban un gesto de que todo saldría bien. Esa no era Jeane.
No podía verla así, pero no se me ocurría nada para animarla. Hasta que miré mi hoja y mi lápiz, y en un momento de ingenio y locura me hice tras de ella y tomo sus brazos.
- Maggie, ¿Qué haces? -dijo nerviosa-
- Pues quiero que empecemos las clases ahora
- Pero...
- Y quiero que las 2 terminemos de colorear este hermoso dibujo -dije poniendo mi mentón en su hombro-
Como si recargara esa forma de ser, regresando ese optimismo tan de ella, sonrió y soltó una risita inocente.
- Bueno, alumna Maggie, si tanto insiste en aprender ya, entonces eso haremos -dijo cambiando ligeramente el tono y agarrando mi mano con la poca fuerza que tenía- primero, tome el color verde para empezar.
- Ok, maestra Perkins, sus deseos son ordenes -y sin chistar tomé el color verde para poder ponerlo en su mano y cerrarla yo-
Y así empezamos a pintar lo que el grafito nos marcaba, dejándome llevar por la suavidad de los movimientos de Jeane y de sus órdenes según requería el momento. Sentía que éramos una, el ver la punta del color dejando tan bello trazo, dándole vida a una imagen blanco y negro a medida que el verde se esparcía en la vegetación, el azul llenaba los ríos y el cielo, el marrón hacía más sólido al tronco, el amarillo alumbraba el lugar, el rojo lo decoraba, y así íbamos dejando que pasara el tiempo, pasando cada color para que las cálidas manos que compartíamos en esos momentos terminaran aquel trabajo que tanto significado llevaba.
Las horas nos dieron igual, incluso tardaba más de lo que normalmente lo hacía, o pasaba el personal médico al lado del cuarto, en ese momento solo éramos nosotras y el dibujo, negando lo que el tiempo quisiera decirnos a la fuerza.
- ¿Ya casi?
- Solo un poco más de rojo a la falda y... ¡Listo! Ya está terminado.
Soltamos los colores y nos dedicamos a admirar lo que habíamos terminado las 2. No salía de mi asombro.
- Wow, tu dibujo quedó hermoso
- Corrección, nuestro dibujo -dijo haciendo énfasis en la palabra 'nuestro'-
- Pero si tu hiciste casi todo, yo solo te ayudé a darle color
- No, tu fuiste más que eso -dijo volteando a verme- fuiste la inspiración, tú me motivaste a hacerlo, no se si hubiera sido tan hermoso esto si tu no estás aquí, siendo quien está conmigo siempre -nuestras miradas se cruzaron- esto lo hice por que te quiero Maggie, y si tu estás, me siento motivada a seguir siendo mejor.
- Jeane, yo...
- Maggie, ¿estás llorando? ¿dije algo malo?
Mis ojos en esos momentos no podían contenerse, así que solo me dejé llevar por mis sentimientos.
- Maggie, yo lo sien...-mi inesperado abrazo cortó sus palabras-
Solo dejé que mis lágrimas cayeran en su lindo suéter blanco, mientras ella, con su mayor esfuerzo, correspondía el cariño brindado.
- Gracias, es lo más hermoso que me han dicho -dije intentando no sonar cortada-
- Gracias, Maggie, por ser tan buena amiga -su tono daba tranquilidad- ya veo como se sienten los abrazos repentinos.
- Si, son lo mejor -dije ya más calmada, pero con las mismas ganas de no querer dejarla ir-
Todos los miedos, dudas y penas, se fueron para no volver a atormentarme como antes. Fui capaz de descargar lo que sentía solo con un abrazo, y con ello poder decirle al mundo que no iba a dejar que me quitara más tiempo, y no dejaría que matara tan bella flor tan fácilmente.
Solo bajé la mirada y vi el dibujo una vez más, y si era precioso: Un prado enorme, el cual estaba lleno de mariposas, y en medio un gran árbol, en el cual había 2 chicas, una pelinegra y una rubia, sentadas mientras se relajaban y conversaban entre ellas.
...
Primero, agradecimiento a por la hermosa portada que ahora tiene la historia, así que si pueden vayan a seguirlo en Twitter, pues sus trabajos si que valen la pena.
Capítulo que disfruté escribir, pero que por cosas de tiempo lo tenía "en la nevera" desde hace un mes. Disculpa por la tardanza, trataré de compensarlo para acabar esta historia como se debe, que ha tenido mejor recepción de la que esperaba, lo cual les agradezco mucho.
Se les quiere a todos, gracias y nos vemos pronto.
Atentamente: Cris
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro