Pov: Mónica

Ocho meses después

—¡Vamos, respira conmigo..!Despacio.- dice Lucí, gesticulando y dramatizando sus palabras «alentadoras»

—¡Despacio y qué diablos! ¡Quiero que lo saquen ya!.- grito a todo pulmón.

Estoy enojada, frustrada, encabronada y todos los sinónimos que le puedan seguir a todas las anteriores. Llevo dos horas en sala de pre- parto, ¡Dos malditas horas! Y el bebé nada de querer terminar de bajar.

¡Los malditos hijos de puta de los centímetros no quieren completar! ¡Estoy que me cago en el maldito que me preño!

¡¿Porqué diablos tiene que doler tanto?!

Supuestamente no dolia tanto. Según el doctor el parto iba a ser rápido, sin dolor gracias a la epidural. ¡Pero todo fue mentira! Al menos yo estoy que me parto del dolor y ya me pusieron la pinche droga. El doctor no se explica el porque no me ha calmado el dolor y, según el debió de hacer efecto hace hora y medía, pero no, aquí estoy soportando los dolores y las jodidas palabras de aliento de Lucí.

—Llamaré al doctor.- escucho decir a Lucí. Tal parece que no me veo muy bien, ya que sale corriendo sin esperar respuesta.

Unos minutos después, entra el doctor con mi querida amiga detrás y el primero se acerca.

—Vamos a ver como va eso.- si las miradas matarán, creo que el doctor estuviera tirado en el piso hace rato.

El doctor me indica que abra las piernas y yo acato las ordenes. Lleva sus dedos a mi interior para tomar los centímetros y yo rezo a todos los santos de que ya esté completa.

—Buenas noticias. Subanla a la sala de parto, ¡Ya!.- le indica a una enfermera que hasta ahora me doy cuenta de su presencia.

De un momento a otro todo sucede muy rápido. Soy llevada por un enfermero y una enfermera más rápido que volando en una camilla hacia el ascensor. Sin darme cuenta me encuentro echada en la camilla de patas abiertas y pujando como una posesa.

En mí cabeza sólo se escuchaban las ordenes de pujar que me daba el doctor, las palabras consoladoras de Lucí y por último el llanto desesperado de un bebé muy enojado.

—¡Oh Dios, es hermoso!- dice Lucí acercándose a mí con un ensangrentado bebé enojon.

Ella lo coloca en mí pecho y yo sonrío y lloro al mismo tiempo.

—Mí Lucas.- susurro feliz.- mí precioso Lucas.- le acaricio las mejillas con las pocas fuerzas que me quedan y como si el supiera que está en las manos correctas deja de llorar, al tiempo que abre sus ojitos mostrandome unos bonitos ojos marrones con motitas verdes, raros si, pero hermosos.

—Debemos llevarlo a revisión.-

—¡Qué! No, dejenlo aquí. No se lo llevarán para ningún lado.- digo mosqueada.

—Moni, es por rutina. Han de revisar al bebé para saber si todo está en orden.-

—Está bien, pero Lucí, cuidalo por mí ¿Sí?- pido un poco asustada.

—Claro que sí. Nada le pasará a nuestro pequeño gruñón.

En respuesta le sonrío, le doy un beso a mi bebé y me dejo llevar por morfeo.

*~*

Despierto por unos pequeños pero decididos toquesitos en mí brazo izquierdo, miro la dirección en la que lo hacen y me encuentro con Lucí con mí pequeño en brazos.

—Es hora de darle de comer.- dice sonriendo.

Asiento en respuesta y me siento con cuidado en la cama. Una vez sentada, Lucí me coloca en los brazos a Lucas y yo me dispongo a sacar el pecho para amamantarle.

Sus labios succionan el pezón con fuerza, si que tenía hambre. Sus manitas van a mí seno y lo agarra con fuerza.

—¡Vaya, es un glotón de primera!- comenta Lucí sorprendida.

—Raro ¿No? Sólo tiene horas de nacido y actúa como un bebé de meses.- comento extrañada por las acciones del bebé.

—Tranquila, los bebés de hora nacen con una licenciatura.- finaliza con una carcajada y yo le sigo con otra.

—¿Te ha dicho el doctor cuándo me iré de aquí?

—Pero si acabas de dar a luz.- dice incredula.

—Pero me quiero ir. Estoy bien y sólo tengo que cuidarme, éso lo hacemos bien ¿O no?.-

—Eso sí. Le diré al doctor haber que dice.-

—Perfecto,. Ya te vas yendo a preguntar.-

—Pero...-

—Pero ya- le ordeno.

Ella resopla, zapatea y se da la vuelta.

—Te cuidaré con mí vida, te lo prometo. Sólo seremos, tú, la tía Lucí y yo contra el mundo, pero seremos suficiente y te juro que serás el niño más feliz de la tierra. Haré hasta lo imposible por que tengas todo lo que necesites, te cuidaré hasta de mi misma si es necesario. Nada ni nadie te dañara, yo siempre estaré aquí para ti, siempre que me necesites estaré ahí, te lo juro por mi vida.

Nuestras miradas se encuentran y es como si sus ojos supieran algo que yo no, ya que me mira tan fijamente que me cuesta mantenerle la mirada. Es una mirada muy intensa, llena de misterios, de verdades ocultas y, una vez más me extraña su actitud tan de adulto siendo un bebé que apenas tiene horas de nacido. La puerta es abierta y por ella entra una Lucí sonriente. Las manitas de Lucas tocan mi mano y llevo mí mirada hacía allí. Sonrío al verlo tratar de agarrarme un dedo y al no poder lograrlo ya que lo retiro arruga el entrecejo.

—Bien, el doctor dice que como haz dado a luz normal y todo salió bien, mañana a primera hora tendrás el alta.

Asiento sin mirarla. Lucas deja el pecho y me dispongo a sacarle los gases.

—Ve a comer algo, estoy segura que no te haz movido de aquí.- ahora si la miro para darle peso a mis palabras.

Ella entorna los ojos pero asiente. Se acerca, le da un beso a nuestro Lucas y sale de la habitación. Levanto a la altura de mis ojos a Lucas y me quedo observando todo de él. Sus pestañas, mejillas, labios, ojos, cejas, ¡Maldición, mi bebé es todo un adonis!

—Algo me dice que serán dos gotas de agua, serás idéntico a él.

Amenme, dos publicaciones cerquita😍😍

Chaito😉