Cap. 1
Pov: Monica
—Moni ¿En serio me dejaras caer en el abismo solita?- suspiro fastidiada.
—¡Dios Lucí, ya basta!. Me tienes cansada con lo mismo.
—¡Pero es que no me quieres acompañar! Sabes que no es posible que me lanse sola al acantilado. Tienes que acompañar a tú amiga y morir con ella así fuese necesario.- jadeo indignada, mientras la fulmino con la mirada.
—¿En serio, Lucí?- comento incredula.
—Lo siento, pero es que ya he agotado todas mis tácticas de convencer a Mónica, osea tú.- finaliza haciendo pucheros.
Suspiro resignada y, ella grita dando saltitos de alegría al deducir mí cambio de parecer. Si, soy muy blanda y más tratándose de Luci, mí gran amiga y hermana Lucí.
—Recuérdame la hora de la dichosa cita.-susurro entre dientes.
—Siete treinta. Ni un minuto más, ni un minuto menos Mónica, mira que nos conocemos.- demanda señalandome con un dedo.
—Y tú no me jodas mucho que te dejo ir sola.-
—¡Ok, ok...! Calma fierecilla!.- dice con las manos en alto y una sonrisa pintada en su hermoso rostro moreno.
Asiento conforme y me levanto del sillón dónde no hace más de 30 minutos me encontraba sentada.
—Entonces es hora de que te largues, son las seis menos quince y me tengo que arreglar para una cita no mía, a la que fui invitada no hace más de una hora por una desconsiderada amiga.- comento de forma dramática.
—No exageres, ni que te llevara a firmar tú sentencia de muerte. Sólo me acompañaras a conocer...-
—A conocer un fulano de sabrá Dios de dónde salió y del cual te has enamorado como una tarada..- termino por ella.
—¡Ey, que tampoco es para tanto!.- gruñe en respuesta.- Y me voy, no vaya hacer que te arrepientas.
Toma su bolso, me da un beso en la mejilla y camina en dirección a la puerta mientras yo la observo marchar.
Decir que me encuentro emocionada por acompañar a Lucí es decir mentiras. Tenía todo el deseo del mundo en darme una relajante ducha y lanzarme a la cama a invernal, pero como bien dice el dicho «una cosa es lo que piensa el burro y otra el que lo acoteja» me toca conformarme con ser de mal tercio y mamá gallina con Lucí.
Suspiro una vez más y me dispongo a subir las escaleras en dirección a mí habitación. El reloj marca las seis con diez y no quiero escuchar los cacareos de mí descerebrada amiga sí llega y no me encuentra lista.
Ya en mí habitación me desvisto y sin tiempo que perder entro al baño a darme una dosis de limpieza. Lavo bien mí cuerpo y el pelo. Una vez termino de asiarme, salgo del baño, voy al closet y busco algo decente y que me haga ver bien, pero sobre todo con el que me sienta comoda.
Encuentro un vestido rojo de escote en V ajustado a mis curvas, que aunque no tenga muchas pero las tengo. Agarro unos tacones negros de tacón medio. Ya vestida voy al espejo a intentar hacer algo con mi rostro y cabello. Al estar frente al espejo, decido no hacerle mucha cosa para darle protagonismo al vestido.
Soy una chica no muy alta, de unos 5,3 centímetros, de tez morena, delgada y el cabello negro un poco más abajo de los hombros. Puedo decir que soy agraciada al ser fina de cara y que poseo unos grandes ojos negros, poca pestañas pero un monte súper poblado en lo que a cejas se refiere. Si de senos hablamos estoy bien dotada, pero tal parece que llegué tarde a la repartición de nalgas porque los que son ellas, sólo tengo lo necesario para sentarme.
Suspiro fuerte y me doy los últimos retoques. Agarro una pequeña cartera negra, en ella echo labial, monedero y el teléfono celular. Camino en dirección a la puerta y la abro para salir. Bajo de dos en dos las escaleras y cuando me dispongo a sentarme en el sillón a esperar que Lucí llegue, escucho el timbre sonar. Camino hasta la puerta, la abro y me encuentro con mí preciosa morena enfundada en un hermoso vestido blanco sin tiros que le queda como una segunda piel. Lleva puesto unos tacones plateados demasiados altos para mí gusto a juego con los accesorios, complementando todo esto con un suave maquillaje y una cola alta.
—Bien chica ¡Es hora de cazar!.- dice en modo pervertido.
Yo sólo la miro con disgusto y paso por su lado en dirección a su hermoso R8 blanco. Escucho que desactiva la alarma y aprovecho para ingresar al interior del coche. Lucí, sin tiempo que perder hace lo mismo, ingresa la llave en la ranura y pone a rugir el motor. Una vez el coche se sumerge en las concurridas calles de París, decido poner música para aligerar el ambiente.
—Entonces ¿Cómo dijiste que se llama el chico?- cuestiono, pues no recuerdo que me lo haya dicho.
—Nunca te lo dije.- la miro levantando una ceja. Escucho que suspira y se disculpa con una sonrisa.—Se llama Tommy y no es de por aquí. Es de Alemania, está aquí por asuntos de negocios junto a un amigo y para que lo sepas es de nuestra edad.
—¿23...? Lucía ¿Segura que tiene 23?- cuestiono incredulida, pues es imposible que un chico de 23 años ande de negocios como dice ella. Es demasiado extraño.
—Si, tien 23 y por favor deja tú mal humor pues hemos llegado.- miro fuera de la ventana y sí, ya hemos llegado.
Tras la ventana se puede ver la fachada del restaurant al que ella y el tal Tommy quedaron. De fuera se puede ver lo concurrido del lugar gracias al entra y sale de las personas. El exterior es alumbrado con poca luz, dándole un toque sobrio pero delicado. Muy a la altura de Lucí, pues ella pertenece a una familia adinerada y por lo visto él chico también.
Ambas bajamos del auto y caminamos en dirección al local. Entramos y me dejo guiar por Lucí. Cuando encuentra el objetivo de su búsqueda, sonríe coqueta y camina en dirección al chico guapo que la saluda de forma efusiva con las manos.
Llegamos a la mesa y me dispongo a observar al chico. Es guapo, mentiras, guapo le queda corto, está bueno el maldito. Es alto, piel demasiado blanca, cabellos negro, ojos verdes, nariz repingona y una boca de mamá. ¡Su Santísimo, que pecao!. Lo siento, me salió lo colombiana.
Veo a los tortlitos dándose arrumacos. Besuqueo por aquí y por allá, mientras que yo aquí me óxido y cojo mojo por demás.
—...y ella es mí mejor amiga Mónica- escucho a Lucí decir.
—Un gusto Mónica.- le veo tenderme la mano y por no hacerle el desaire se la acepto.
—El gusto es mío.- le digo sonriendo.
Una vez terminada las presentaciones, los tres tomamos asiento e inmediatamente el mesero se acerca a tomarnos la orden. Los tres décimos nuestra orden y él se marcha en busca de nuestros platos.
Unos diez minutos despues nos encontramos comiendo en un silencio cómodo, pero el mismo es interrumpido por el rintong de un celular. Veo como Tommy busca el celular en su bolsillo, lo saca y abre la llamada.
Escucho que su conversión no pasa de monosílabos a lo que me pongo en alerta. Díganme desconfiada o histérica, a fin de cuentas es mí trasero y el de la insensata de mí amiga los que están en juego. Miro de forma disimulada a Tommy y veo como sus facciones cambian de un momento a otro.
—Chicas lo siento, me permiten un minuto.- dice parandose de la silla.
—No hay problemas amor, ve y atiende tú llamada.- le dice Lucí con una sonrisa de tonta enamorada.
Él le da un pico en la boca y se marcha a no se dónde. Yo miro de forma interrogante a mí no ya tan querida amiga y ella entorna los ojos.
—¡Ya, en serio Mónica!- grita bajito con los dientes apretados.
—Ya ¿Qué, Lucí? Esto me parece muy extraño. Sí, el chico es guapo, aparenta de familia rica y todo éso, pero no confío en él. Me quiero ir.- contesto de la misma forma.
—¿Sabes qué? ¡Vete, vete y no me arruines más la moche!- dice enojada.
—¡Ah, arruinarte la noche dices! Sí que eres desagradecida. Y ¿Sabes qué? Me largo, que te valla bien.- vocifero hastiada y bien enojada.
Me paro de la mesa sin importar el alboroto armado, agarro mi cartera y doy medía vuelta. Salgo del lugar y gracias a todo lo que se mueve pasa un taxi y le hago parada. Me subo y le digo la dirección. El taxi se pone en movimiento y yo recuesto la cabeza en el asiento mientras cierro los ojos.
¡Maldita sea la hora en que le dije que sí a Lucí!
Siento que el taxi se para y miro a ver si fue que llegamos, pero no, resulta que delante de nosotros hay un tremendo tapón. ¡Maldita sea nueva vez!
—¿No podría agarrar otra ruta? Es que muero por llegar a casa?-
—A menos que salgamos volando, no.- responde un poco arisco. Le miro molesta ¡Maldito sea él y sus modales!
Veinte minutos después ya estoy desesperada. Éso junto a la preocupación de haber dejado a mi mejor amiga con un desconocido me está calando hondo. Suspiro fuerte y sin pensar en las consecuencias cojo el teléfono de la cartera y le marco a la desagradecida de Lucí.
—¿A hora qué?- responde la susodicha. Puedo escuchar música de fondo, algo que me deja más preocupada aún. Pues, sí hay musica hay alcohol y, si hay alcohol hay desenfreno y si hay desenfreno ¡Ay santo Dios!
—¿Dónde estás?- cuestiono con urgencia.
—¿Para qué?- responde de vuelta
—Dime ¡¿Dónde coño éstas?!- grito esta ves.
—Noche loca, Tommy tenía que encontrarse con su amigo aquí.-
No lo puedo creer, más idiota no podía ser.
—Estaré ahí en veinte, no te muevas.- cuelgo sin esperar respuesta.—Chófer, cambio de ruta. Lleveme a la disco Noche loca, por favor.-
¡Maldita sea mí consciencia, yo y mí falta de caracter para con los amigos!
Holaaaaaaa mis querida....¿Cómo han estado? Gracias a esas chicas que han decidido darle una oportunidad a está historia y haberla agregado a sus listas de lecturas. Las amo chicas. Este es el primer capítulo de está nueva locura, espero y les guste y claro, me dejen en los comentarios que tal les pareció el primer capítulo. No se asusten TODO ESTO ES SÓLO EL PREÁMBULO....se les quiere mucho y espero que se queden a ver en que termina está locura. Gracias una vez más.
¡Chaito pues!
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